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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
La diferencia de estrategias y actitudes de los dos genin confundió visiblemente a Keisuke en un primer momento, pero luego el tipo decidió que quizás era más provechoso usarlo para su beneficio. Notablemente más calmado, como si creyera tener la situación bajo control o haber pillado a sus rivales con cartas en la manga, el muchacho se recostó en su asiento mientras observaba a los genin.

Pero muchachos, es que yo les he dicho todo lo que sé. ¿Acompañar a mi mamá? ¿Y para qué, huevón? —se atrevió a contestarle a Karamaru con cierto manejo de una jerga parecida—. ¿En qué les va a ayudar eso? ¿La señora no les contrató para que averiguen quién le ha echado un mal de ojo? Y ustedes quieren ir por ahí siguiendo a gente normal como yo...

Parecía envalentonado, sin duda. Se cruzó de brazos y negó.

Oigan, sin faltar, pero lo que yo haga fuera de esta casa... De eso no me pueden sacar falta. Yo ya les dije lo que pasa, ¡mi mamá está mayor! No quiero dejarla sola. ¿La señora se va a conformar con pagarles para que ustedes pierdan el tiempo acompañando a mi madre?
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#77
No se enfadó, pero lamentó profundamente no haberse explicado lo suficientemente bien. Porque si, ese era su pensamiento, que quizás no le había dejado lo suficientemente claro lo que tenía que decirle. Se acercó un poco más a el y, mirándole desde arriba, tras su espalda y de pie pensó unos segundos en la mejor forma de actuar. Quizás intimidarle era buena idea, pero sabía que precisamente eso no se le daba tan de perlas como desearía, así que optó por darle un razonamiento lo suficientemente claro y aplastante como para dejarle sin palabras.

-En primer lugar, y perdona si no me he explicado con claridad. Nosotros estamos aquí para hacer nuestro trabajo, y ni tu, ni cien como tú son nadie para cuestionar lo que hace o deja de hacer un shinobi... ¿Te queda claro? Por algo nosotros nos encargamos de protegerte el culo a tí y al resto de civiles. En segundo lugar, si no eres tu, no debería importarte que yo mismo te acompañara esta noche a ver a tu madre. Como bien he dicho, no eres digno de, ni siquiera poder pensar en cuestionar lo que nosotros creemos correcto para el buen rumbo de nuestra misión. Tu jefa se queja de que alguien con una jerga similar a la de mi compañero y... Ahora que lo dices, la tuya, le está molestando. No, amigo, no voy a dejar escapar ese gazapo que te has mandado. La has cagado, Keisuke, deja de intentar aparentar que tienes la situación bajo control porque estás contra las cuerdas. Estoy seguro de que el culpable eres tú y no voy a parar hasta que lo demuestre, de una manera u otra. -Dijo, en tono frío y todo lo intimidante que sabía desde su espalda, para luego caminar unos pasos hasta colocarse a su izquierda y agacharse, para mirarle directamente a la cara - Y... Para tu información, los shinobi nos encargamos de diversas tareas... Y puedes creerme, no es la primera vez que acompañamos a una señora mayor de noche, ni que repartimos correo ni que hacemos cualquier tipo de tarea mundana. Y estoy seguro de que Amekoro-sama estaría conforme con mi decisión, así que, si no tienes nada más que objetar, te ruego que bajes esos humos y te ciñas a mis órdenes -Respondió, con tono amenazante ahora.

Si, quizás era un poco abusar de su poder, pero tenía que dejarle las cosas claras a aquel hombre. Ni estaba a su nivel, ni nunca lo estaría y prefería dejárselo lo suficientemente claro antes de tener que ensartarle todas y cada una de las extremidades en una roca afilada. Miró a su compañero con una mezcla entre complicidad y seriedad y pensó para que le escuchara.

-No es buena idea intentar ir de bueno. Se está riendo en nuestra cara, un civil. ¿No te da vergüenza? -Pensó mientras volvía a mirar a Keisuke fijamente. si las miradas matasen, ya habrían publicado su esquela.
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#78
Era un respuesta que se podía esperar, de hecho cualquier actitud se podía esperar de Keisuke. Sin embargo, Karamaru ya tenía pensado cómo seguir la conversación de manera calmada para ir llevando de a poco las cosas por el rumbo que él quería. O al menos así lo tenía planeado en su cabeza. Pero Kisame se le adelantaría con una confianza que a Karamaru no se podría haber ni imaginado. Sin pruebas, sin nada definitivo, decidió largar todo su monólogo tomando al interrogado como ya culpable.

Un largo suspiro, un leve masaje entre los ojos, y el amejin se recostó en su asiento esperando que todo aquello terminara mientras pensaba cómo, de alguna manera, podía "atajar" las respuestas de Keisuke sin permitir que su compañero terminará cayendo aún más por el camino que había decidido tomar.

«Pero traaaaanquiii chabón, que haga lo que quiera. Por más seguro que creas estar primero hay que encontrarle algo con lo que culparlo. Y aparte, tal vez que el boludo es así por tarado nada más y el que verdaderamente está atrás de esto la rompe toda jugando de callado. Te va a contestar para la mierda, pensá en qué le vas a decir. No te vayas de mambo.»

Karamaru se limitó a intercambiar miradas con su compañero sin querer entrar de nuevo en ese tipo de conversación. Si Kisame quería ser la punta de lanza él tenía que ser el cauteloso. Aunque no se encontraba muchas veces en ese papel.
Hablo ◘  Pienso ◘  Telepatía
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#79
Por el rostro de Keisuke pasaron varias emociones que a ninguno de los dos ninjas se les escaparon; primero, rabia, al verse confrontado de forma tan arrogante por parte de Kisame. Luego nerviosismo, por motivos que los genin tan sólo podían intuir, y finalmente miedo. Había intentado mantenerse todo lo entero que podía, incluso desafiante en algunos puntos de su defensa, pero al final a nadie se le escapaba que todos ellos vivían en la Aldea Oculta entre la Lluvia. Tal vez en Uzu o Kusa ningún genin se habría atrevido a amenazar y acusar de tal manera a un civil —la gente a la que juraron proteger con sus vidas—, pero allí, en la Tormenta... La cosa era bien distinta. Y tanto los shinobi como el pobre empleado del servicio lo sabían.

Keisuke sabía que aquellos dos niños podían amenazarle y acusarle con total libertad, pues el mandato de la Arashikage les daba esa potestad. Amegakure se gobernaba con mano de hierro o no se gobernaba. Hasta un niño de teta lo aprendía pronto. Así que, sin más alternativa, Keisuke agachó la cabeza. Sus puños, sobre la mesa, estaban tan apretados que los nudillos se le habían vuelto blancos.

No me puedes acusar sin pruebas, no jodás... —balbuceó, tratando en vano de sostener un escudo que Kisame ya se había encargado de hacer añicos con sus amenazas—. Muy bien, muy bien huevones. ¿Eso es lo que quieren? ¿Seguirme a todas partes como si yo fuera un asesino en serie? Pues vale. Esta noche les espero en la puerta de la casa. No lleguen tarde, que no quiero que mi mamá piense que no voy a ir a recogerla por andarnos retrasando en la hora.

Derrotado, Keisuke ni siquiera quería mirarles a la cara. Tal vez por miedo, o vergüenza; o tal vez porque temía que perdería los estribos y se liaría a puñetazos con aquel chico si le veía a los ojos.

Ya tienen su cabeza de turco. ¿Me puedo ir?



Siento la tardanza, muchachos. Necesitaba recargar pilas y estabilizar un poco todo. Llegados a este punto podéis dejar ir a Keisuke y que vuelva a sus quehaceres, seguir presionándole o cualquier cosa que se os ocurra. También podemos pasar directamente a la noche. El mapache de Kisame sigue registrando la casa, pero es enorme, así que hasta después de la cena no terminará.
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#80
Viendo que su pequeño discurso había surtido efecto, simplemente se alejó de él unos pasos, colocándose ahora al lado de Karamaru, aún de pie. Normalmente no le gustaba hacer esas cosas. No es que fuese precisamente alguien iracundo, sino más bien templado, pero que alguien sospechoso de algo que podría ser castigado les hablase con esa arrogancia y confianza le había obligado a sacar a relucir lo que él tenía. Abusar de el poder era deleznable, pero en Amegakure las cosas funcionaban así para quien no acataba las instrucciones de sus superiores, y él mismo lo había aprendido a palos desde la niñez. Ahora que había conseguido lo que quería, no quiso intervenir en absoluto, le dejaría ir si su compañero no iba a añadir nada más. Estaba claro que necesitaban comprobar si realmente era él o no. De no ser así, se habría equivocado y reconocería su fallo, con eso no tenía problema alguno. Si tienes corage para acusar a alguien, también debes tenerlo para disculparte si te has equivocado.

-Sé que no ha sido la mejor manera, pero sinceramente pienso que no hubiera cedido de ninguna otra forma. No me parece normal que alguien que es sospechoso de una causa de investigación venga a un interrogatorio con esos humos. Y creo que sabes igual que yo como se hacen las cosas aquí. No es que me agrade en especial, pero si no hay otra salida hay que tomar medidas drásticas. Nos estaba vacilando, ¿no te habías dado cuenta? Este capullo tenía su discurso bien preparado... Lo mejor será acompañarle, al menos uno de nosotros. Dado que quien se ha mojado he sido yo, me encargaré personalmente, no tengo intención de pedirte cargar con esto a ti, sé que querías hacerlo de otra manera. -Pensó para sus adentros para que Karamaru lo escuchase.

Si no había nada más que añadir, se dirigiría de noche hacia la casa de aquel chico, acompañándole al salir de su trabajo. No quería perderlo de vista mientras tuviera sospecha alguna de él. Si estaba en lo cierto y aquel día no ocurría lo de siempre, tendrían casi una prueba para extorsionarle y que confesase. Y esperaba que si eso pasara, lo hiciera por voluntad propia. De no ser así, tendría que esperar para ver que le decía su compañero mapache, aunque deberían de comenzar a investigar casi desde el principio, solo que pudiendo descartar prácticamente a todo el cuerpo de empleados como sospechosos de aquella actividad.

-Por mi parte, nada más que añadir. Gracias por la colaboración -Dijo de forma seca.
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#81
Keisuke se levantó con un inconfundible aire de derrota. No sólo parecía que los genin le hubieran ganado aquella batalla, sino que en realidad había más en juego de lo que pudiera verse a simple vista; y él estaba perdiendo. Abandonó la estancia y cerró con un portazo, tal vez el único gesto de rebeldía que pudo permitirse después de que los dos shinobi le apretaran las tuercas.


La noche llegó sin más inconvenientes. Los muchachos podrían haber pasado el resto del día descansando —el jefe de servicio Yamato les ofreció todas las comodidades de la mansión Kobayashi—, o tal vez investigando a fondo el lugar. Pero lo cierto sería que no encontrarían nada más que lo que ya sabían. Alguien estaba atormentando a la señora empresaria y sus objetos de valor desaparecían a cuentagotas sin que ella le prestara la más mínima atención a este hecho.

Tras la cena, la doble K pudo ver al bueno de Keisuke escurriéndose entre las sombras del comedor. Si salían a su encuentro, el muchacho se limitaría a disimular de mala manera y reconducir sus pasos hacia el gran portón principal.

¡Ah, shinobis...! Eh, les estaba esperando. Sí —trataba de camuflar sus evidentes nervios con una máscara de educación y formalidad que probablemente ninguno de los dos genin se tragara después de ver su verdadero rostro en el interrogatorio de la mañana—. Ehm... Bueno, venga, que se nos hace tarde...

Karamaru y el tanuki de Kisame se quedaron en la mansión —por si las moscas— y el joven genin acompañó a Keisuke. Nada más abandonar la residencia Kobayashi, el mayordomo tomó una ruta ambigua, y Kisame fue incapaz de determinar si realmente se dirigían hacia donde Keisuke decía...

De repente, al pasar junto a un estrecho callejón, el muchacho viró en la esquina del mismo y echó a correr como alma que llevara Izanami. Probablemente Kisame pudiera atraparle a la carrera, y como si lo supiera, Keisuke derribó de un tirón un pesado cubo de basura que quedó tumbado entre él y su perseguidor, desparramando el contenido por el suelo.

1/3 turnos de persecución


Keisuke tiene la misma Agilidad y Aguante que Kisame, pero conoce mejor la zona. Simplemente corriendo tras de él no podrás atraparle. Por el momento, Keisuke se está limitando a tratar de perder a su perseguidor entre los estrechos callejones traseros de las calles del Distrito Comercial. Si no le atrapas antes de 3 turnos, le habrás perdido.
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#82
Ya de entrada parecía querer huir y eso le estaba empezando a molestar. ¿Acaso aquel civil pensaba que podría huir de un shinobi? Si creía eso la verdad es que era un iluso y un completo creído narcisista. Comenzó a caminar por una ruta extraña, por lo que el amejin no le quitó un ojo de encima. Tenía bastante claro que si intentaba cualquier tontería iba a utilizar toda su fuerza contra él sin fijarse en las consecuencias. No por rencor, sino para demostrarle que su arrogancia y ego no servían de nada, que debía bajar los humos frente a una autoridad. En el momento que echó a correr, le siguió mientras hacía sellos. No tenía intención de correr más de lo estrictamente necesario y si lo hizo fue para asegurarse totalmente de que cuando terminara de hacer los sellos aquel desgraciado estaría en la zona de acción de su técnica. Si, le daba igual que se lesionase, incluso si moría. Efectos colaterales de desafiar a un ninja en su cara.

-Doton: Retsudo Tenshō -Dijo con un tono frío y quedándose quieto a escasos dos metros de él, con aquel cubo en medio.

Aquel callejón era estrecho, por lo que los cuatro metros de ancho que tenía le impedirían esquivar hacia un lado, y los ocho metros de aquel infierno pétreo que se resquebrajaba ante él eran infranqueables desde aquel lugar. Posiblemente esas rocas le desiquilibraran, le hirieran e incluso hiciesen algún destrozo en las casas contiguas. Pero llegado a este punto, solo quería darle en los morros a aquel insensato y demostrarle la absoluta mierda que era por siquiera plantearse lo que estaba haciendo. No le importaban sus circunstancias, como si su madre se moría de hambre y él robaba para comer y darle medicinas, ese no era su problema y le importaba entre poco y nada. Llegado a aquel punto, aquel chico había demostrado ser una persona que, además de vil, era mentirosa, por lo que, aunque tuviera las mejores intenciones del mundo... En el estereotipo de mundo que Kisame quería crear, ese tipo de personas debían ser exterminadas. Solo se quedó allí observando el resultado de su técnica.



- PV:

90/90


- CK:

104/140



- Daño provocado: Posibles 60PV
- Acciones ocultas:


- Fuerza: 10
- Resistencia: 20
- Aguante: 20
- Agilidad: 20
- Destreza: 30
- Poder: 20
- Inteligencia: 40
- Carisma: 20
- Voluntad: 30
- Percepción: 20


¤ Bandana Ninja
¤ Portaobjetos básico
¤ Kemuridama, Bomba de humo (3)
¤ Comunicador básico
¤ Hilo shinobi


¤ Doton: Retsudo Tenshō
¤ Elemento Tierra: Desgarro de Palma de la Tierra Retorciéndose
- Tipo: Ofensivo (contundente)
- Rango: C
- Requisitos: Doton 10
- Gastos:
  • 12 CK
  • (Doton 20) (multiplicable x2)
  • (Doton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV
- Efectos adicionales: (Doton 80) La tierra puede romperse en parábola, aunque sólo alcanzará su radio máximo cuando se encuentre a 3 metros del objetivo.
- Sellos: Jabalí → Buey → Sello específico de la técnica
- Velocidad: Rápida
- Alcance y dimensiones:
  • La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
  • La técnica avanza 5 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
  • La técnica avanza 8 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, esta técnica causa que la tierra frente al usuario se retuerza sobre sí misma, rompiéndose, desequilibrando a los adversarios y causándoles daños debido a las rocas puntiagudas y a la gravilla. Cuanto más chakra se añada a la habilidad, más grande será la destrucción del terreno y más dañina sobre los oponentes.
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#83
¡Pobre Keisuke! Ni en sus más temerosos pensamientos el joven mayordomo pudo preveer lo que iba a pasar. Estaba desesperado, eso parecía claro, y en ningún momento se había parado a considerar las consecuencias de sus acciones; el interrogatorio al que le sometieron los shinobi se encargó de dejarle muy claro que a ellos no había sido capaz de engañarlos —especialmente a Kisame— y que sospechaban de él. ¿Pero, qué podía hacer? ¿Entregarse y perder su trabajo, probablemente ir a la cárcel? No sólo tenía miedo de la justicia de la Villa, sino que una mujer poderosa como la empresaria Kobayashi podía arruinarle la vida de mil maneras al margen de la ley.

Así que, desesperado, lo único que se le ocurrió fue echar a correr como alma que llevaba el diablo y tratar de despistar al genin. Luego, ya pensaría en algo. Luego, ya se las vería con los ninjas. Pero en ese momento... Necesitaba desaparecer. ¡Ay, advenedizo! Lo que Hirata Keisuke no había tenido en cuenta, amigos, es que cuando le tocas los cojones a un shinobi de la Lluvia, no puedes esperar que las cosas terminen bien para ti. En absoluto.

Con un grujido ensordecedor, la misma tierra se abrió bajo los pies del mayordomo, como las fauces de una bestia dispuesta a tragárselo. Keisuke emitió un chillido agudo antes de caer en la fisura que la técnica de Kisame había abierto en el callejón, destrozando adoquines, mobiliario y tierra. Por suerte para el genin, el jutsu no había llegado a afectar a las casas contiguas.

¡Socorro, por favor! ¡Socorro! —gimoteaba Keisuke, atrapado en aquella grieta.

Si el genin se acercaba, vería al muchacho encogido sobre sí mismo, aferrándose el tobillo derecho con ambas manos. La posición antinatural de su pie y la abultada hinchazón en torno al mismo parecían sugerir que se lo había roto. Keisuke alzó la vista hacia el ninja, atemorizado e implorante.

¡Por favor, sácame de aquí! ¡Te lo contaré todo, pero no me dejes aquí, necesito un médico nojoda!
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#84
Le miró sin moverse demasiado. Apartó el cubo suavemente y despacio y le miró con firmeza. Ahora sabía lo que ocurría cuando molestabas a un ninja. Se había cargado los adoquines y el mobiliario urbano de un buen trozo y seguramente se llevase una bronca gorda pero... Ya se encargaría de tratar con Amekoro-sama y explicarle la situación. Estaba dispuesto a pagar los desperfectos incluso si eso significaba no cobrar la misión. Al menos había salvado su orgullo y su ego. Siempre había odiado a la gente egocéntrica, pero pasar tanto tiempo con Ichiro había conseguido que su escondido lado narcisista creciera mucho. Tanto que incluso si le dedicase unos minutos a ver desde fuera su comportamiento, se daría asco a sí mismo.

Se acercó a él con pasos lentos y le clavó la mirada en los ojos, impasible, sin mostrar lástima alguna pues a pesar de que procuraba hacer buenas acciones, no tenía piedad alguna con aquellos carentes de moralidad. Siempre daba lo que recibía de cada cual, una especie de espejo socialmente. Si su posición no le permitía dar lo que recibía porque quien era déspota se trataba de alguien superior, simplemente acumulaba ese rencor hasta que, llegado el momento, lo podía expresar. Era paciente, mucho, así que no le importaba que pasaran años, décadas... Pero en ese preciso instante, había sido solo cuestión de horas.

-Creo que no estás en posición de pedirme nada... Primero, cuéntame lo que quiero saber y después te llevaré al médico, o a la cárcel, todo depende... -Dijo mirándole a los ojos, acercándose a él lo suficiente como para poder ayudarlo de ser necesario.
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#85
Keisuke se quejó emitiendo un gemido ahogado mientras seguía sujetándose el pie amoratado. Probablemente aquella rotura le estaba matando de dolor, pero aun así, el mayordomo entendió en la mirada impasible de aquel ninja de la Lluvia que no iba a recibir compasión alguna... No sin antes darle lo que quería, al menos. Apretó los dientes, tratando de contener otro quejido de dolor.

Yo... no soy el ladrón, ¿oíste? No yo sólo, al menos —dijo al fin—. Fue esa chica, ¡esa ninja! ¡Esa ninja, como tú! Ella me obligó a hacer toda esta mierda, a aceptar el trabajo en casa de la señora Kobayashi, a escaquearme en el turno de noche para abrirle la ventana de la sala de antigüedades del segundo piso. A cubrirle las espaldas ante el hijueputa de Yamato y sus preguntas. Todo esto es por culpa de esa kunoichi.

Conforme el misterio detrás de aquella misión se iba desenrollando como un pergamino viejo, más preguntas aparecían. Pero Keisuke creía haber hecho su parte y ahora reclamaba la atención médica que tan desesperadamente necesitaba su tobillo.

¡Ya te lo he dicho, compa! Ahora sácame de aquí y llévame a un doctor.
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#86
Se quedó mirando sin decir nada. Ahora necesitaba saber quién era la tal kunoichi y entonces le llevaría al médico. Sabía que una rotura de tobillo no le mataría, solo le iba a doler un buen rato y en cuanto los ninja médicos hiciesen su trabajo, aquella desgarradora sensación desaparecería en un instante. Su filosofía era clara. Solo aquellos que habían conocido el dolor, la frustración y la tristeza eran dignos. Lástima ser un mindundi y no poder imponerla con mano de hierro en todo el mundo ninja. Le miró y esbozó una sonrisa que, en su ojeroso rostro se traducía en algo macabro.

-Muy bien... Ahora dime como se llamaba esa kunoichi. Entonces, te llevaré al médico y declararás ante las autoridades pertinentes. Tu testimonio servirá como confesión de una serie de crímenes y tanto tú como tu cómplice recibiréis el castigo que las autoridades shinobi crean conveniente para vuestro caso. -Recitó, como si de un procedimiento establecido se tratase, aunque lo cierto es que no distaba demasiado del modus operandi oficial de la aldea.

Se acercó a él y le agarró de la ropa, con motivo de ayudarle a caminar. Si, le iba a ayudar a caminar, pero no iba a dejarle llegar al hospital sin una confesión. Muy posiblemente el estruendo de su técnica habría alertado a algún transeunte o ciudadano. Sabía perfectamente que no podría cargarle hasta el hospital pues su potencia física era tan limitada, que a veces pensaba que no existía. Una vez le hiciera la confesión, y solo si la hacía, trataría de interceptar a un transeúnte de la calle para pedirle, a este si, con suma educación que le hiciese el favor de ayudarle a llevar a aquel chico al hospital.
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#87
Keisuke no pudo contener otro quejido de dolor.

¡Pero... maldito! —protestó, pero consciente de que estaba completamente en las manos de aquel despiadado ninja, habló—. Yamanaka... Yamanaka Ōmei. Ese es su nombre. ¡ARG! —el mayordomo se retorció, visiblemente dolorido—. ¡Venga, nojoda, ¿qué estás esperando?! ¡Sácame de aquí, huevón!

Tal y como Kisame había previsto, el estruendo ocasionado por su Doton había provocado un gran ajetreo. Desde las ventanas aledañas los vecinos comenzaban a asomarse y prestar atención a la escena que se sucedía en el callejón. No fue hasta unos momentos después que alguien le gritó desde la ventana de uno de los edificios contiguos algo así como "¡haced menos ruido, joder, que algunos mañana tenemos que madrugar!". Parecía que si quería ayuda, iba a tener que tomar él mismo la iniciativa.
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#88
Ahora que tenía el nombre podía respirar tranquilo. Parecía que había vecinos enfadados por el ruido y era comprensible. En Amegakure la gente era ruda y se notaba. Alzó la vista para escudriñar las ventanas a ver si veía a algún curioso que no estuviera cabreado. Si lo encontraba solamente alzaría un poco la voz para pedirle el favor, tratando de ser amable. Sabía que tenía cierta autoridad, pero no quería ponerse arrogante otra vez, odiaba hacerlo y seguramente ese ciudadano no tuviera culpa de nada.

-Necesito ayuda para llevar a este chico al hospital. Yo solo no puedo con él.. Es para una misión y estaría muy agradecido -Dijo al hombre de la ventana.

Esperaba recibir ayuda pues a pesar de que le tuviera rabia a Keisuke, no era un monstruo ni alguien cruel. Solo alguien frío y con las cosas muy claras. Miró al presunto culpable y luego al hombre de la ventana, dándole a entender que si el colaboraba todo iría mejor. Todo estaba bajo control aparentemente, de momento. Salvo el asunto de la calle rota, el cual tendría que resolver con Yui-sama... Le agradaba llevar las riendas de las situaciones, siempre, y ahora solo faltaba avisar a algún jounin para darle los nombres y esperar instrucciones, no quería molestar a la kage aún, al menos hasta resolver todo el entuerto, no obstante, tenía que contarle todo a Karamaru antes de hacer movimiento alguno.
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#89
El genin de Ame eligió como víctima de aquella cooperación forzosa al vecino asomado a la ventana más próxima; un tipo fornido y de calva incipiente. Para su fortuna, el hombre accedió sin poner problemas, probablemente porque estaba habituado a los líos que solían montarse en las calles del Distrito Comercial a esas horas de la noche. Como si tal cosa, el tipo asintió, pidiéndole a Kisame que le diera unos minutos para vestirse.

Pasado el breve plazo, de un portal cercano salió la figura del vecino altruista. Por suerte para Keisuke, aquel hombre tenía la corpulencia y fuerza que a Kisame le faltaba, y casi podía cargar con el joven herido por sí solo. Los tres abandonaron aquellas calles de camino al hospital, pero mientras andaban, a Kisame no le pasó desapercibida una extraña sensación en el cogote... Como si alguien les estuviera vigilando. Si se volteaba a mirar a su espalda, por supuesto, no vería a nadie.

Veinte minutos después Keisuke ya estaba ingresado en el hospital más cercano con una grave fractura de tobillo. Por suerte para él la avanzada medicina de Amegakure y la tecnología de la que disponían sería, probablemente, suficiente para curarle. El vecino altruista, viendo su labor cumplida, se despidió de Kisame con un lacónico "ha sido un placer shinobi-san", y se retiró de vuelta a su domicilio.

Sin embargo, cuando el shinobi se dispusiera a abandonar el hospital, una persona le asaltaría —figuradamente— en la puerta del mismo. Se trataba de una chica, parecía de su misma edad y rango: una genin de la Lluvia, a juzgar por la bandana que llevaba atada al brazo izquierdo. Era rubia, con dos coletas que le caían a ambos lados de los hombros, y ojos azules y penetrantes.

Genin-san —le paró—. ¿Podemos hablar un momento? En un lugar más tranquilo, quiero decir.
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#90
Estuvo enormemente agradecido a aquel hombre altruista que le había ayudado, le reconfortaba saber que había civiles con buenas intenciones y que pese a todo ayudaban a los shinobis cuando lo necesitaban. Era fuerte y pudo cargar prácticamente solo a Keisuke... Eso estaba bien, tendría que mejorar su fuerza en un futuro cercano si quería hacer una vida normal a pesar de que su constitución se lo impedía, trabajaría con fuerza para conseguirlo, nada exagerado, solo algo promedio...

Dejó a ese malnacido atendido por las enfermeras con el aviso de que podría intentar escaparse y que era presunto culpable de un crimen tras agradecerle al hombre su ayuda con gran gratitud. Ahora ya tenía dos nombres a los que culpar, tendría que avisar a Karamaru e informar en el edificio de la Arashikage. Seguro que había alguien de guardia, siempre lo había... Y para cosas como esas lo suyo era atender, porque podrían ser urgentes pero... Mientras salía del edificio alguien le interpeló, una chica rubia de ojos azules. Si su corazón no fuese un gélido pozo sin fondo, habría pensado que era bella e incluso habría flirteado, pero ese chico no era así, ni se acercaba.

-¿Y tú quien eres? Si eres quien me ha estado siguiendo te ruego que seas rápida. Estoy en medio de una misión y no tengo mucho tiempo . -Dijo, antes de hacer una seña con la cabeza, indicándola que la seguiría, pero colocando sus manos enlazadas entre ellas bajo su túnica, en guardia por si trataba de hacer una tontería.

Con la nochecita que llevaba y viendo que Keisuke le había dado un nombre femenino no podía dejar de sospechar de ella. Sería fácil pues el mismo había dicho que durante esa hora ella entraba a robar cuando el no estaba. Toda precaución era poca.
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