Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Obedientes y serviciales, y bajo la atenta mirada de los pavos reales, los dos genin abandonaron la mansión de la señora Kanari, de camino a la oficina de mensajería. Ambos conocían la ubicación de un edificio tan importante dentro de la aldea por lo que no les costó más de diez minutos llegar al lugar.
Se trataba de un edificio de baja altura, de paredes amarillentas y el tejado de color azul. Un gran letrero, en el que se simbolizaba un halcón con una carta entre sus patas, rezaba con letras gigantescas:
CORREOS
¡La mensajería que da alegría a la villa!
Tras pasar una puerta giratoria, los dos genin se encontraron con una enorme cola hasta la ventanilla de recepción. Delante de ellos debía de haber por lo menos diez personas, entre ellas niños berreantes y señoras que marujeaban entre ellas como si no tuviesen otra cosa mejor que hacer aquella mañana. En la ventanilla, un hombre trajeado y que parecía estar a punto de dormirse, atendía a un pobre anciano que no parecía aclararse con lo que debía pagarle.
La suerte brilló aquella vez para ambos, ya que en vez de perderse en la zona rica de su propia villa, como previamente había pasado, llegaron en unos diez minutos al lugar que había dicho la señora Kanari sin sudar prácticamente. Eri comenzaba a cambiar de humor, incluso ahora se sentía con más ánimos que nunca. De momento no parecía haber ningún problema y la misión iba bien, ¿qué podría pasar?
Sin embargo, llegaron a la oficina de correos.
Aquel lugar lo había visitado veces, de paredes amarillas y tejado azul; sin embargo siempre acompañada de su hermano y porque él necesitaba hacer los recados, no porque ella lo hubiera necesitado. Así que antes de entrar se sintió un poco nerviosa.
Ya que...
Siempre parecía estar abarrotado de gente, y aquel día parecía no ser la excepción, pues tras pasar la puerta —en la que recordaba haber jugado cuando era pequeña—, se encontraron una cola que casi llegaba a ella —exagerando, claro—.
«Vaya, y yo que pensaba que hoy estábamos teniendo suerte...»
—Parece que nos toca esperar un rato.
Después de decir aquello suspiró con cansancio, estarían allí durante horas si el ritmo no aceleraba un poco.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
No hacía falta ser ningún lince para encontrar aquel edificio, el de correos, en una villa donde el rojo es el color del honor y la dignidad y de la igualdad y del respeto y de la union y de la sinceridad y del poder y del amor y de todo, basicamente. La cuestión era que un edificio de colores amarillos y azules era como un faro en plena costa, se ve a la legua.
Así que la orientacion no fue problema, el problema era la cantidad de gente que había esperando a ser atendida delante nuestro. Pero era un pequeño contratiempo, tarde o temprano esa gente se iría y nosotros podríamos completar nuestra misión.
—Parece que nos toca esperar un rato.
— Mientras todo sea esperar, por mi bien. ¿Y qué te cuentas, Eri-chan?
Intentando sacar algo de conversación para distraernos durante el tiempo de espera.
La espera se hizo eterna. No sólo el recepcionista parecía tener un día vago y somnífero, sino que los propios clientes no mejoraban la situación. Se tiraría por lo menos diez minutos con cada uno de ellos, entre problemas diversos y otras quejas sin sentido. Afortunadamente, Nabi y Eri se tenían para no aburrirse en demasía. Y pasaron el tiempo charlando entre ellos sobre diferentes temas banales.
Y después de al menos una hora, la cola avanzó hasta que les llegó el turno. Aunque, por detrás de ellos, ya se había formado una nueva cola que llegaba prácticamente hasta la puerta.
Al otro lado de un mostrador cargado de papeles, sobres y varios paquetes, el recepcionista no tardó en alzar sus ojos, oscuros y con marcadas ojeras, hacia ellos.
—Buenos días, bienvenidos a Correos, la mensajería que da alegría a la villa —les recibió el hombre, con una voz tan monótona y lenta que casi podría dormir a cualquiera que le escuchara—. ¿En qué puedo ayudarles, señores?
5/09/2017, 12:26 (Última modificación: 5/09/2017, 12:26 por Uzumaki Eri.)
Con suerte haber ido con Nabi hizo que el tiempo no pasase tan lento como recordaba, así que en un par de preguntas, respuestas y conversación, allí estaban ellos, en frente del mostrador donde se encontraba el recepcionista.
—Buenos días, bienvenidos a Correos, la mensajería que da alegría a la villa —«Pues no parece muy alegre de estar aquí...» — ¿En qué puedo ayudarles, señores?
A medida que hablaba a Eri le parecía que le entraba más y más sueño, hasta que terminó con aquella pregunta, haciendo que la joven negase levemente con la cabeza un poco y muy rápidamente, solo para despejarse de la morriña que le había entrado. Parpadeó un par de veces mientras rebuscaba en su bolsillo, buscando el papel que la encargada de la misión les había dado, y cuando lo encontró se lo tendió al recepcionista con una leve sonrisa.
—Buenos días —saludó con una pequeña inclinación de cabeza —. Venimos en busca de esto, es para la señora Kanari-sama.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
5/09/2017, 16:39 (Última modificación: 5/09/2017, 16:40 por Inuzuka Nabi.)
—Buenos días, bienvenidos a Correos, la mensajería que da alegría a la villa ¿En qué puedo ayudarles, señores?
Señores, había dicho señores, despues de tantas horas de espera me había salido barba, estaba claro, tenía que ser eso sino ¿por qué me estaba llamando señor aquel hombre de ojos tan oscuros como su corazón llamando viejos a dos pobres genin en la flor de la vida? Vale que era el mejor jugando a la petanca de toda la villa pero es que los rivales que tenía apenas podían ir con la espalda erguida y sin gafas. Pero de ahí a llamarme señor había un trecho muy poco estrecho.
Aún así, mantuve el tipo para contestarle ya que Eri estaba al borde de una buena siesta.
— Buenos días, caballero.
Hice una leve reverencia y entonces mi compañero tomó el relevo, ofreciendole el cacho de papel que nos había dado la clienta.
—Buenos días. Venimos en busca de esto, es para la señora Kanari-sama.
No había mucho más que decir excepto que no llevaba nada de dinero encima por si se le ocurría cobrarles algo.
El recepcionista no apartó la penetrante mirada de sus ojos oscuros de los dos genin mientras estos le devolvían el saludo. Inmutable como una roca, el hombre tomó el papel que le tendía Eri y sus ojos se pasearon por las indicaciones. Ni siquiera había más de diez palabras escritas, pero aún así se pasó varios largos minutos leyendo. Y sólo después volvió la mirada hacia los dos chicos.
—Por supuesto, señores. Pero sin un permiso escrito, sólo la señora Kanari puede retirar su correspondencia. Si necesitáis el formulario de permiso número A024, podéis solicitarlo en la ventana 10.
Señaló hacia su diestra. Y allí, al fondo del mismo edificio, otra cola de considerables proporciones aguardaba su turno de manera impaciente hasta la ventana 10...
Eri estaba satisfecha con lo que acababa de decir, esperando pacientemente y bajo la mirada del recepcionista que a poder ser le entregasen lo que venían buscando.
—Por supuesto, señores —Eri sonrió —. Pero sin un permiso escrito, sólo la señora Kanari puede retirar su correspondencia. Si necesitáis el formulario de permiso número A024, podéis solicitarlo en la ventana 10.
Su pequeña sonrisa se borró al instante, ¿en serio? ¿Necesitaban un permiso escrito? ¿No valía solo con ese pedazo de papel? Tragó saliva y la decepción se instaló en su mirada mientras asentía y se volvía hacia la cola que había en la ventana 10.
Luego se paró y se giró de nuevo al recepcionista.
—Disculpe, ¿el papel nos lo llevamos para presentarlo posteriormente con el formulario o se lo queda usted? —preguntó con educación mientras alternaba su mirada entre el papel y los ojos del recepcionista.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Cogió el papel que Eri le había ofrecido y se tiró unos diez minutos examinandolo, midiendo mentalmente su tamaño y repasando la caligrafia con la que estaban escritas las letras, que eran más bien pocas. Finalmente habló.
—Por supuesto, señores. Pero sin un permiso escrito, sólo la señora Kanari puede retirar su correspondencia. Si necesitáis el formulario de permiso número A024, podéis solicitarlo en la ventana 10.
La ventana 10 estaba tan o más abultada como aquella y claro, despues al volver tendríamos que rehacer la cola, vamos, que tenía plan para todo el día ya. Tenía que aprender Fuinjutsu solo para sellarme comida hasta en las chichas del culo.
—Disculpe, ¿el papel nos lo llevamos para presentarlo posteriormente con el formulario o se lo queda usted? —
No quería decir nada porque tendía a liar más que resolver, era mi don de nacimiento, pero abrí la boca.
— Lo logico sería que nos lo devolviese ya que despues de hacer esa cola tendremos que hacer esta otra vez y en esos diez años este apuesto hombre se habrá olvidado de nosotros.
Sin embargo, antes de dirigirse hacia la ventana diez, los dos chicos se volvieron una última vez hacia el recepcionista.
—Disculpe, ¿el papel nos lo llevamos para presentarlo posteriormente con el formulario o se lo queda usted? —preguntó la muchacha con educación.
—Lo logico sería que nos lo devolviese ya que después de hacer esa cola tendremos que hacer esta otra vez y en esos diez años este apuesto hombre se habrá olvidado de nosotros.
Como única respuesta, y con sus profundos ojos oscuros aún clavados en ellos (casi de una manera siniestra), empujó el papel hacia ellos. Detrás de ellos, la gente se impacientaba por momentos.
La kunoichi tomó el papel que había empujado el encargado y volvió a guardarlo en el bolsillo.
—Gracias —murmuró en un tono débil y solo perceptible por el hombre que acababa de atenderles.
Rápidamente tomó a Nabi del brazó y ambos se dirigieron a la fila de la ventanilla 10 dejando a las personas que estaban detrás de ellos avanzar de nuevo y continuar su flujo. Mientras tanto, los dos shinobi ya se encontraban de nuevo detrás de una cola.
—Esto parece interminable... —murmuró de nuevo la chica para que solo pudiera escucharle su rubio acompañante —. Espero que solo haga falta que se rellene el formulario y ya, porque si no creo que tendremos que dar aún más vueltas.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Me dejé llevar por la fuerza de Eri, que me arrastró hasta la ventanilla numero 10, bueno, hasta unos cien metros atrás de la ventanilla numero 10, que era donde empezaba la cola. Y ahí nos quedamos, viendo pasar el día.
—Esto parece interminable.... Espero que solo haga falta que se rellene el formulario y ya, porque si no creo que tendremos que dar aún más vueltas.
— Creo que no es que lo parezca, es que lo es. Estoy seguro que ha habido reinados de kages más cortos que estas colas. Sobretodo en Ame, que los venenos vuelan por el aire, de ahí que Kami-sama en su infinita sabiduria haya hecho que no deje de llover. Para descontaminarlos.
Al menos mientras me inventaba cosas no me aburría, aunque me inventaba cosas posibles, lo cual era escalofriante.
Los dos genin se dirigieron a la cola de la ventanilla 10. Allí tuvieron que esperar un largo rato más, pero al final consiguieron llegar a su destino. Allí, tras varias columnas de papeles y un ejército de bolígrafos, una mujer regordeta con el cabello corto recogido como buenamente podía en un moño, sostenido por otro bolígrafo, les miró por encima de sus gafas de montura cuadrada.
—Buenos días, bienvenidos a Correos, la mensajería que da alegría a la villa —repitió, con la misma monotonía que su compañero—. ¿En qué puedo ayudaros?
Y después de otro largo rato, avanzando pasito a pasito porque la cola parecía ser interminable, por fin pudieron llegar a la dichosa ventanilla 10, donde les esperaba una mujer oculta tras un sinfín de papeles, bolígrafos y seguramente otro fatídico día exactamente igual al anterior.
—Buenos días, bienvenidos a Correos, la mensajería que da alegría a la villa ¿En qué puedo ayudaros?
«Madre mía, si parece que tengan la misma horchata en las venas...»
—Buenos días, venimos por el formulario de permiso número A024 —iba a seguir explicando la situación del por qué necesitaban aquel permiso, pero sintió que no era necesario dar tantos detalles.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Buenos días, bienvenidos a Correos, la mensajería que da alegría a la villa ¿En qué puedo ayudaros?
Estaba claro que los entrenan para ser así, con algún tipo de cruda tortura exportada de Amegakure, con latigos, fuegos candentes y muchos muchos tranquilizantes. Porque llegar a ese nivel de lentitud y parsimoniosidad debía requerir cientos de miles de años como la comprensión del chakra en su totalidad.
—Buenos días, venimos por el formulario de permiso número A024 —
— Buenos días.
Hice una leve reverencia saludando en voz baja para no entorpecer a Eri-sama, estaba claro que haciamos el papel de secretario y Uzukage tan bien que daba miedo, solo nos quedaba escalar un par de posiciones en el organigrama shinobi para poder alcanzar dicho puesto y hacer el bien mayor.