Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
8/05/2017, 17:16 (Última modificación: 11/09/2017, 17:12 por Inuzuka Nabi.)
Tenía que superarlo, pero era díficil. Había pasado varios días por delante, parandome en el principio del puente, pensando, cavilando, esperando alguna señal divina para cruzarlo. No me veía capaz de cruzarle, aunque quisiese, aunque supiese que en esos momentos es cuando la villa más necesitaba ingresos y shinobis activos, solo era una oveja en un mundo de lobos. Shiona-sama estaba desaparecida en combate y dada por muerta.
Nuestra Uzukage desapareció un día sin más, en breves el consejo decidiria un sucesor o sucesora y a mi me tocaría apechugar. De mientras estabamos sin lider, sin cabeza. En la academia nos enseñaron a respetar y admirar a nuestro kage, a sentirnos seguros bajo su manto, que siempre estaría ahí para castigar a los malos y premiar a los buenos, que siempre que miraramos arriba ahí estaria ella.
Nuestra generación era la última graduada bajo el mandato de Uzumaki Shiona y para mi, nadie podría sustituirla. Mi villa era mi familia y consideraba a mi kage algo muy parecido a una madre. Al enterarme de lo que había pasado, monté en colera, perdí la noción de lo que estaba bien y lo que estaba mal y... ahora...
Ya no veo la misma Uzushiogakure. Los primeros días fue por el luto, gente de negro y caras largas por todas partes, pero ahora era un hecho que habíamos perdido mucho más de lo que se puede explicar con palabras. Incluso los ancianos se habían criado bajo el mandato de Shiona, y todos parecían incosncientemente aceptar que ellos morirían antes que ella, ahora la propia villa lloraba por haber sobrevivido a Uzumaki Shiona.
Podía ver las llamas de la tristeza engullir mi querido villa mientras miraba el puente que no me atrevía a cruzar.
Los días veraniegos eran lo peor del mundo, y ella lo sabía; por ello reposaba en el suelo abrazada a un trozo de hielo a medio derretir que seguramente había creado una media hora antes. Daba igual lo mucho que hiciese, el calor seguía ahí y no se iba a ir con un poco de agua congelada, por ello se levantó pesadamente, cerró el libro que se encontraba a su izquierda y se desperezó.
Acababa de volver de su pequeño viaje a Yachi y Minori y sabía que debía ponerse manos a la obra en sus tareas como kunoichi: entrenar, misiones, ayudar a los demás... Pero la verdad, es que eso ahora no le importaba lo más mínimo. Con la llegada a la aldea, la joven solo podía evocar la imagen de Uzumaki Shiona en las partes que la conformaban, y eso dejaba a su pequeño corazón dolido. Shiona había estado allí desde su nacimiento, llevando a Uzushiogakure con cuidado y mimo, como si de su propia familia se tratase, y aunque no hubiese tenido más que unas pocas conversaciones con ella, sentía que... Que un miembro de su familia había marchado para no volver jamás.
Cuando anunciaron su muerte, Eri lo tomó como broma, quizá como un absurdo rumor, unos días atrás lo tuvo que hablar con su hermano, cuando el papel que lo anunciaba llegó a su casa, luego solo quedó... Vacío en su corazón.
Su hermano acababa de irse, y ella, sola en casa, necesitaba aire fresco, aunque de eso no había por Uzushio, suspiró, tomó aire y abrió su armario.
• • •
Paseaba moviendo sus brazos y piernas de forma mecánica, jugando a no pisar las líneas que había en el suelo cuando se vio delante del Edificio del Uzukage, no sabía si había premeditado llegar allí o fue donde su cuerpo la guió, solo escuchó un suspiro proveniente de sus labios.
Pero una cabellera rubia apareció en su campo de visión, justo delante del Edificio más alto de toda la villa.
— ¿Nabi-san? — Preguntó con un poco de esperanza emanando de su voz.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Le pedí a Kami-sama una señal, una forma de seguir adelante sin recordar la inseguridad de la ausencia en el trono de mi villa, y Kami-sama respondió.
— ¿Nabi-san? —
Me giré maravillado por el sonido que acababa de llegar a mis oídos, como si fuera una gota de agua en el desierto, como si pudiera respirar de nuevo tras un largo tiempo bajo el agua. La ví, y la vida cobró sentido a su alrededor. La gama de grises que era la villa volvió a tener colores vivos, los cerezos volvieron a florecer en mi primavera y el tiempo decidió seguir pasando a nuestro alrededor.
Así pude recordar activamente cada uno de los detalles del rostro de Eri-hime. Había pensado mucho en ella desde que la noticia de la muerte de Shiona apareció ante mi puerta. Pensé que la verla tendría que forzar una sonrisa por no contagiarle mi pesar y mi amargura, me equivocaba.
Sonreí tan sinceramente como un bebe al ver una teta. Pero las ojeras y la cara de zombi seguía ahí, aunque con un aire jovial y energico.
11/05/2017, 21:25 (Última modificación: 11/05/2017, 21:36 por Uzumaki Eri.)
— ¡Buenos días, Eri-chan! ¿Qué te trae por aquí?
Cuando el chico se dio la vuelta, la joven pudo apreciar algo bastante inusual en la cara del rubio: unas ojeras adornaban el bajo de sus ojos, y su rostro lucía más sombrío de lo normal, nada comparado con el Nabi vivaracho que había conocido unos años atrás cuando ingresó en la academia.
— Nabi-san, ¿estás bien? No tienes buena cara...
Pudo suponer mil cosas ante el estado del Senju: la ida de un ser querido, haber sido rechazado por la persona querida, una noticia inesperada...
«La muerte de Shiona-sama...»
Tragó grueso y miró intensamente a los ojos castaños del chico, intentando leer sus pensamientos, sus acciones, algo que delatase qué pasaba por su mente para estar con aquel aspecto, pero nada dejaba que saliese de allí, o quizás era ella la que no sabía leer a la gente.
Abrió un poco la boca, lo justo para querer añadir algo más, pero rápidamente la cerró, apenada por saber que sus palabras no servirían de mucho. Bajó sus hombros y suspiró. Sin embargo, alguien interrumpió aquel momento, alguien que hizo acto de aparición justo al lado de los chicos con un sonoro popf.
— Veo que estáis libres, chicos, tengo un encargo para vosotros. — Tal cual fueron las palabras del desconocido que lucía un chaleco verde con el símbolo de Uzushio. — Con todo el revuelo necesitamos cubrir las máximas misiones posibles, y vosotros sois lo que busco. — Alegó con una sonrisa. El hombre no parecía superar los treinta años, tenía el pelo castaño y los ojos grisáceos, y una sonrisa que básicamente ocupaba la mitad de su cara.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
11/05/2017, 21:34 (Última modificación: 11/05/2017, 21:34 por Inuzuka Nabi.)
— Nabi-san, ¿estás bien? No tienes buena cara...
— Sí, sí, no te preocupes. Es solo que... bueno, no duermo muy bien ultimamente. Pero he venido a ver si podía ayudar haciendo alguna misión, ¿y tú? Te ves preciosa, como siempre.
Llevaba un tiempo sin hablar con nadie, igual deberia haber empezado por Riko en vez de ir directamente a Eri-hime, pero el destino era caprichoso y Kami-sama inevitable, o al revés, no sé, no podía pensar con demasiada claridad.
Entonces de la nada apareció un Chunin y en cuanto lo ví me puse firme.
— Veo que estáis libres, chicos, tengo un encargo para vosotros.Con todo el revuelo necesitamos cubrir las máximas misiones posibles, y vosotros sois lo que busco. —
— Por supuesto, señor. ¿Qué necesita?
Estaba... bien. Despierto, como si me hubieran echado un jarro de agua fría y ahora todo parecía más vivido, más relajado. Hasta el punto que igual hubiera coincidido con Akimichi Yakisoba sobre mantener la paz, el dolor de la muerte de Shiona estaba atenuado por la cercania de Eri-hime.
— Sí, sí, no te preocupes. Es solo que... bueno, no duermo muy bien ultimamente. Pero he venido a ver si podía ayudar haciendo alguna misión, ¿y tú? Te ves preciosa, como siempre.
Se ruborizó al instante después de que Nabi pronunciase las últimas palabras, sin embargo él le preocupaba, ¿qué significaba exactamente no dormir bien últimamente? Aquello no era buena señal, seguramente algo atormentaba al rubio y eso significaba que lo estaba pasando mal, sin embargo, antes de poder añadir nada más, ambos se vieron entrometidos en algo más grande que la preocupación de Eri por su compañero.
— Claro, estamos aquí para ayudar. — Respondió inmediatamente después que el rubio.
— Me gusta vuestra actitud, ese es el espíritu que necesitamos ahora. — Contestó, satisfecho. — Aquí tenéis las instrucciones de vuestra misión, hacedla juntos y cuando lo logréis solo necesitáis entregar el pergamino de vuelta junto con el que os dé el encargado de la misión. — El pergamino cayó en manos de la kunoichi del pequeño grupo, que lo tomó con ambas mientras miraba el sello con algo parecido a la tristeza en sus ojos. — Eso es todo, ¡hasta otra chicos!
Y desapareció con otro popf.
— Vaya... Eso ha sido bastante repentino... — Alegó segundos después de que el desconocido marchase, fijándose en una pequeña mancha que reposaba sobre una de las partes del pergamino. — Ven, Nabi-san, vamos a leerlo juntos.
Y con delicadeza, retiró el sello para leer lo que ocultaba el escrito.
Misión rango D
Peticionario: Nara Daichi Lugar: Academia de las Olas Solicitud: Puede parecer pronto, pero dentro de nada se celebrarán unas pruebas en la Academia de las Olas donde los más jóvenes participarán mientras que los encargados de supervisar dichas pruebas serán los que observen y registren sus comportamientos, por ello necesitamos a varios encargados para adaptar tanto una parte del patio de la Academia como para preparar los materiales para dichas pruebas.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Mi mente parecía funcionar bien de nuevo, porque me acerqué todo lo que pude a Eri-hime para leer el pergamino y aspirar por la nariz para coger cada minuscula particula que oliera a ella, y que bien olia y que poco me duró la alegria.
Al ver en qué consistia la misión y donde tendríamos que ir se me bajo hasta la menstruación, no pude evitar hacer una mueca de rabia. Pero me recuperé rapidamente, como buen shinobi ninja que era.
— Parece bastante sencillo, solo es hacer unas preparaciones para una prueba de la academia. Bueno, como tú tienes el pergamino en esta misión tú tendrás que liderar, Eri-chan.
Le sonreí desde lo más profundo de mi corazón a pesar de que en mis ojos se reflejaba una chispa de pesar que no pude dejar enterrada. Ir a la academia de nuevo cuando quería huir del pensamiento de Shiona-sama no era la mejor de las posibilidades, pero tendría que tirar palante. El destino caprichoso que lo mandaba al lugar donde empezó todo tambien le había mandado a Eri-hime para hacer su primera misión tras la muerte de Shiona-sama.
Se esperaba rescatar gatos, limpiar casas, arreglar vallados, lo que fuese, pero no volver a la academia. Mordió su labio inferior mientras leía el contenido y casi se olvida de que estaba junto a otra persona cuando terminó de hacerlo, por eso retiró el pergamino que posteriormente dobló y se guardó en el portaobjetos para luego sobresaltarse un poco al escuchar la voz suave de Nabi hablándole casi en el oído.
— ¿Líder? ¿Yo? Esto... — Ella nunca había sido líder de nada, ni si quiera sabía si lo que hacía en su día a día estaba bien... Pero al ver la tierna sonrisa que le dedicaba aquel chico, no pudo evitar sonreír de vuelta. — Está bien... Pero solo porque me lo has dicho tú, eh. — Alegó ya más centrada. Después de todo, una misión era una misión.
La joven tomó la diestra del chico y lo arrastró del lugar para que ambos comenzasen a andar hacia la Academia, sin necesidad de hacer una petición formal para que comenzasen la marcha. Luego, como si de una vocecilla interna se tratase, el recuerdo del Cráter de Konoha y los ojos blancos de Daruu acudieron a su mente, recordando lo mencionado sobre cierto rubio y su comportamiento.
— Disculpa, Nabi-san. — Llamó la kunoichi. — Sé que estamos en medio de una misión y tal, pero... Bueno, quería preguntarte algo que tenía que ver con esa misión que llevé a cabo con Akame. ¿Conociste en alguno de tus viajes a un chico de cabello moreno y ojos blancos?
Su curiosa lengua ya se había movido y ahora era su turno de esperar por una respuesta del rubio.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— ¿Líder? ¿Yo? Esto...Está bien... Pero solo porque me lo has dicho tú, eh.
A pesar de que había vacilado en primera instancia, asumió el rol de lider, como tenía que ser. Entonces pasó algo mágico, mi mano fue agarrada por su mano y estiró de ella para hacerme caminar en dirección a la academia, con las manos cogidas, dando un paseo, con las manos cogidas, la mia con la suya, de la mano, cogidas. El mundo volvía a darme vueltas y el calor del verano se sumó al calor provocado por una chica perfecta cogiendome la mano y sudaba como un cerdo siendo perseguido por los barbaros de Kusagakure.
Conseguí mantenerme consciente y con la mente en funcionamiento por pura voluntad, porque debía mantenerme consciente en las misiones si no ya estaría babeando en el suelo. Los dulces labios de la boca de Eri-hime se separaron y de ellos salieron hermosas palabras que formaban oraciones tan perfectas como su creadora que bailaban en mis oidos al son del latido de mi corazón.
— Disculpa, Nabi-san.Sé que estamos en medio de una misión y tal, pero... Bueno, quería preguntarte algo que tenía que ver con esa misión que llevé a cabo con Akame. ¿Conociste en alguno de tus viajes a un chico de cabello moreno y ojos blancos?
Nota mental, no fiarse de Akame.
— No... que yo sepa. ¿Por qué? Te... ¿te has enamorado de él? ¿Es por que es moreno? ¿O porque es ciego? ¿O por las dos cosas?
Nota mental numero dos, arrancar ojos y teñir pelo.
— No... que yo sepa. ¿Por qué? Te... ¿Te has enamorado de él? ¿Es por que es moreno? ¿O porque es ciego? ¿O por las dos cosas?
La kunoichi arrugó el ceño, ¿ella enamorada de Daruu? ¿Quién podría pensar algo así?
— No, no, ¡nada de eso! — Apresuró a decir. — Te pregunto porque él afirmó conocer a un chico de Uzu, un chico rubio... Que le atacó directamente sin decir nada, vamos, eso me dijo él. — Explicó.
Luego suspiró y soltó la mano de Nabi que tan entusiasmada había agarrado para cruzarse los brazos, pensativa.
— Pero no importa, porque no debería cuestionar estas cosas a un compañero de villa... ¡Vaya! Ahora pensarás que soy una desconfiada... ¡Lo siento mucho, Nabi-san!
Eri seguía hablando sin parar, su tono era agudo y sus nervios hacían que hablase demasiado deprisa, más de lo normal. Luego cerró la boca directamente y agachó la cabeza, con las mejillas encendidas. Nadie le había enseñado a callar en esas circunstancias, básicamente porque nunca se había visto involucrada en una.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— No, no, ¡nada de eso!Te pregunto porque él afirmó conocer a un chico de Uzu, un chico rubio... Que le atacó directamente sin decir nada, vamos, eso me dijo él.
Las palabras de Eri-hime hicieron que algunas nubes en mi cabeza se disiparan, pero aún así mi memoria no registraba ningún morenito de ojos blancos. Ahora podía contemplar todas las veces que había soltado algún puñetazo merecido con música clasica de fondo.
— No me suena pero si fui yo, seguramente algo habría hecho para merecerselo.
Le contesté restandole importancia, la verdad es que era díficil de decir, pero no había una sola acción que me arrepintiese de haber hecho ni dentro ni fuera de la villa. Tal vez no haberme confesado a Eri-hime en la academia, pero aún tenía tiempo para hacerla mi mujer y tener veinte hijos igual de guapos que ella e igual de rubios que yo.
— Pero no importa, porque no debería cuestionar estas cosas a un compañero de villa... ¡Vaya! Ahora pensarás que soy una desconfiada... ¡Lo siento mucho, Nabi-san!
— Hey, no pasa nada. Tenías una duda y ya está resuelta, mejor para todos.
Intenaba no explayarme demasiado hablando para no empezar a trabarme conmigo mismo de lo nervioso y excitado que estaba por la cercania con Eri-hime. Al menos el cambio de tema me había servido para separar mi mente del contacto físico entre nosotros.
— No me suena pero si fui yo, seguramente algo habría hecho para merecerselo.
En su interior algo exclamó de alegría por lo escuchado, ¿cómo había podido dudar de alguien de su villa? Si todos eran como una gran familia donde todos se apoyaban con los demás y se ayudaban los unos con los otros... La joven sonrió y asintió tras lo último dicho, satisfecha.
— Gracias, Nabi-san. — Contestó alegre mientras daba pequeños saltos mientras caminaba. Con Akame, la misión había ido como había ido, y ella había estudiado y trabajado mucho, se había comportado de forma correcta y no había metido mucho la pata; pero en su villa podía ser más entusiasta e infantil, sabiendo que cuando llegase a la Academia todo empezaría de nuevo.
Una misión por hacer.
Llegaron incluso sin darse cuenta, más rápido de lo normal. La academia seguía tal y como la recordaban que era meses atrás cuando ambos habían salido de ella. Contuvo el aire por un momento cuando se paró a escasos metros de la entrada y lo dejó salir de forma pausada. «Venga, Eri, es la hora.»
— Habrá que dar con Daichi-san, él nos dirá qué tenemos que hacer. — Era lo más obvio que podían pensar, pero tenía que decirlo; ella era la líder ahora.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
¿Qué? ¿Por qué? ¿Deberia preguntar? O simplemente aceptarlas sin saber por qué me da las gracias, Kami-sama porque me lo pones todo tan díficil.
— De nada, Eri-chan. Por cierto, puedes llamarme Nabi-kun, que ya tenemos confianza.
Oh, no. Aborten la misión, ¿y si me mandaba a la mierda? "¡CÓMO TE VOY A LLAMAR NABI-KUN MALDITO DESECHO AÚN TIENES SUERTE DE QUE TE LLAME!" Sí, me iba a decir algo así, como había podido pensar que una deidad como Eri-hime me llamaría -kun. Ni siquiera sé porque mi boca funciona en otra frecuencia diferente a mi cerebro.
Sin embargo, pronto llegamos a la Academia. Eri-hime se paró a unos metros de la entrada, dedicandole una mirada al edificio en sí. Yo la imité, con una mirada de nostalgia y pesar. No podía evitar sentir el hachazo que el destino había dado a mi vida, de repente, todo lo que había vivido se separaba en las cosas de Antes de la muerte de Shiona y las cosas de Despues de la muerte de Shiona.
Apreté los puños y los dientes, intentando guardar en mi la furia homicida que ardía en mi corazón. La voz de Eri consiguió mitigar algo aquella furia.
— Habrá que dar con Daichi-san, él nos dirá qué tenemos que hacer.
Dibujé una sonrisa forzada antes de contestarle, ya más relajado pero aún serio.
— ¡Oh! Entonces te llamaré Nabi-kun a partir de ahora. — Respondió a su petición con una amplia sonrisa adornando su sonrosado rostro, que había adquirido aquel color tras las palabras del rubio. ¡Era la primera vez que alguien le pedía aquello! Y, sinceramente, eso significaba dar un gran paso en la relación que mantenían.
Era como si en su mente hubiese salido un mensaje diciendo Logro desbloqueado: de conocidos a amistad.
Una vez en la academia, Nabi volvió a ofrecerla ir delante, y ella se adelantó con el rostro en alto para abrir las puertas y entrar en el lugar. Estaba tal y como lo recordaban: las mismas paredes pintadas del mismo color, las pintadas de los más gamberros desgastadas por el tiempo, la pequeña recepción en aquel momento vacía y el suave murmullo de las personas ocupando sus clases. A Eri le llegó una oleada de nostalgia al estar allí, pero cerró ambas manos en puños y tomó aire para luego soltarlo tranquilamente.
Unos pasos acelerados se escucharon por un pasillo, y pronto un hombre alto, de cabello azabache y piel oscura hizo acto de aparición. Llevaba una bandana atada a su brazo derecho, una camiseta negra de mangas cortas y pantalones largos, con el bajo oculto en las botas shinobi.
— Ah, ¡hola! ¿No deberíais estar en clase? — Su voz era tan grave que retumbó por unos momentos en los oídos de la joven kunoichi. El hombre, sin embargo, no dio tiempo a los jóvenes a responder, porque antes de que lo hiciesen notó el pergamino sobresaliente del portaobjetos de la kunoichi del grupo. — ¿Sois los del encargo? — Preguntó.
Eri sacó el pergamino y se lo tendió al hombre que lo recibió con alegría, luego se lo devolvió y prosiguió:
— Bien, perfecto, yo soy Daichi, necesito vuestros nombres y una vez los registre os llevaré al lugar donde empezaréis con el trabajo. — Alegó acercándose a la recepción.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— ¡Oh! Entonces te llamaré Nabi-kun a partir de ahora. —
Bueno, al menos teníamos un poco de luz en el vasto pantano de tristeza y amargura que representaba la academia. Tomé aire profundamente y lo exhalé, no tenía sentido seguir llorando a los muertos, lo importante era proteger lo que aún estaba vivo.
— Ah, ¡hola! ¿No deberíais estar en clase?
Abrí la boca para intentar declarar algo en nuestra defensa, pero aquel hombre no nos dio tiempo ni a insultar a Amegakure antes de sacar sus conclusiones.
— ¿Sois los del encargo?
— Bien, perfecto, yo soy Daichi, necesito vuestros nombres y una vez los registre os llevaré al lugar donde empezaréis con el trabajo.
— Sí, somos Senju Nabi y Furukawa Eri.
Me adelanté a Eri-hime inconscientemente al verla tan distraida mirando los alrededores tan afectada como estaba yo hacía unos instantes, sin embargo, gracias a mi gran autocontrol y determinación para seguir adelante, me repusé en tiempo record. Viva yo.