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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Eso sería muy interesante y muy gracioso. Como sea, espero que sea un lugar interesante donde pueda aprender un par de cosas.

Riko miró a su compañero que, por primera vez desde que lo había conocido había salido de aquel temperamento serio que le había caracterizado, y eso le reconfortaba, quería decir que no le disgustaba su compañía.

Los dos jóvenes siguieron su camino en el coche de caballos, pasando por varias calles de la aldea, en la que todo el mundo se les quedaba mirando, sobre todo los niños más pequeños que se quedaban embobados con los caballos que tiraban del carro.

Este es el sitio, el café Damas y Caballeros

Casi ni se había dado cuenta pero sí, ya habían llegado al lugar en el que tendrían que trabajar, por lo que el peliblanco se bajó del carro, esperando a su compañero.

Muchas gracias, jefe. — Se despidió el joven del cochero, con una leve reverencia.

Ambos jóvenes entonces se dirigieron hacia el local, esquivando o apartando a la gente que obstaculizaba su camino, pues al parecer era un lugar bastante conocido y era una reapertura, por lo que lo normal era que estuviera hasta los topes aquel día.

No parecen ser parte de mis clientes habituales, así que imagino que no es la reinauguración lo que les trae por aquí. Mi tiempo es valioso, así que díganme, chiquillos, ¿quiénes son y que asuntos tienen conmigo?

Alguien respondió, abriendo la puerta ante la llamada de Kōtetsu.

Hola, buenos días, mi nombre es Riko, y él es Kōtetsu — Presentó el joven. — , somos genin y hemos venido porque usted pidió ayuda para hoy y nos han asignado esta tarea, tome. — Concluyó el muchacho, ofreciéndole el pergamino que les habían otorgado en el edificio del Kage.
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#17
El encargado miro superficialmente el pergamino por unos instantes, sin mayor detalle y solo asegurándose de que fuese autentico.

¡Muy bien! —canto aquel sujeto de cabellos blancos y espesos, peinados elegantemente hacia atrás—. Adelante, no perdamos ni un instante, pasen.

Se hizo a un lado y, con un estilizado gesto, les apremio para que pasaran. Algunas de las personas que estaban esperando afuera se acercaron, con la esperanza de poder intercambiar algunas palabras con el encargado, pero este las despidió rápidamente, alegando que se encontraba muy ocupado. Cerró la puerta y se giro hacían donde yacían los dos ninjas que había contratado.

Tenía mis dudas sobre si enviarían a alguien que cumpliese mis requisitos…, pero veo que han cumplido fielmente —reconoció, sonriendo con satisfacción—. Tomen asiento, y veamos que tenemos aquí…

Señalo un par de sillas que yacían en la entrada, donde los jóvenes deberían de sentarse. Aquel espacio estaba restringido por una especie de gran cortina blanca, similar a la que cubría la fachada. Aquella tela impedía ver algo más allá del recibidor, como si aquel sujeto quisiera evitar las miradas curiosas.

No se parece al tipo de disfraz que estaba imaginando. —le susurro a su compañero, haciendo referencia al finísimo y elaborado uniforme de mayordomo que portaba el peticionario.

Genins… Con experiencia… Un Senju —el señor estaba cavilando mientras leía el contenido extra del pergamino—. ¡Madre mía! ¿En serio, me enviaron a un Hakagurē? Pensé que ya no quedaba ninguno en la villa…

El rostro del encargado se torció en una leve silueta de horror antes de posar su vista en el de ojos grises. Este último no pudo sino alzar los hombros en señal de incomprensión ante lo dicho por su jefe temporal. Aunque en el fondo sabia que de seguro era alguien que había conocido a algún miembro de su clan. El peticionario se llevo los dedos al tabique y respiro con profundidad.

Chico… Por lo dioses, dime que no eres un fanático de los muertos que se la pasa predicando la buena nueva de la muerte y haciendo espectáculos grotescos o perturbadores.

Esto… —No estaba seguro de cómo responder ante una pregunta tan comprometedora—. Entiendo lo que debe de estar imaginando —expreso, recordando la infamia que precedía a su familia—. Sin duda, las creencias de mi clan siguen siendo las mismas desde hace cientos de años, pero le puedo asegurar que el carácter escandaloso y extremista del mismo llego hasta la generación pasada.

No estaba seguro de que aquello fuese suficiente como para convencer a su empleador, pero si pudo notar como dejaba escapar un ligero suspiro y como su expresión se suavizaba un poco. Quizás fue que aquel hombre no llego a sentir ni un ápice de mentira viniendo de aquel muchachito de expresión serena.

Bien —suspiro, dejando entrever un poco del cansancio y estrés que lo estaban agobiando—. De todas formas son los únicos que pude conseguir con mis muy exigentes requerimientos.

»Muchas emociones juntas, necesito un pequeño descanso… y algo caliente de beber ¿Quieren un café, jovenes?
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#18
El hombre pareció gratamente satisfecho con la elección que se había realizado al seleccionarles a ellos dos para aquella petición, pues no estaba del todo seguro en que fueran a enviarle con tanta exactitud lo que había pedido. Los dos genins entraron en el local, guiados por el hombre que, sin duda alguna, parecía muy ajetreado.

La verdad que yo tampoco me esperaba algo así, quizás un disfraz de época, pero no esto. — Le respondió a Kōtetsu en el mismo tono que éste había utilizado.

Genins… Con experiencia… Un Senju. ¡Madre mía! ¿En serio, me enviaron a un Hakagurē? Pensé que ya no quedaba ninguno en la villa… Chico… Por lo dioses, dime que no eres un fanático de los muertos que se la pasa predicando la buena nueva de la muerte y haciendo espectáculos grotescos o perturbadores.

Aquello era algo que el Senju no conocía, al parecer, el clan del moreno rendía una especie de culto a la muerte o algo así, le tenía que preguntar a Kōtetsu en otro momento.

No, no, muchas gracias, yo no quiero nada. — Rehusó Riko ante el ofrecimiento del hombre. — Díganos, ¿qué es exactamente lo que tenemos que hacer? — Preguntó, tomando una postura más cómoda en el asiento.
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#19
A mí tampoco me apetece, el café no me gusta mucho que digamos —aseguro el de ojos grises, sumando su respuesta a la del Senju.

El encargado se llevo una mano al tabique, cerró los ojos y dejo escapar un largo suspiro antes de hablar:

Suelo olvidar que lar normas de cortesía y la paciencia son virtudes no muy practicadas en estos días.

Comenzó a caminar y les hizo una seña para que le siguiesen a través de la tela que separaba el recibidor del resto del local.

Aun queda una hora para que abramos —puntualizo, luego de observar un pequeño reloj plateado que saco del bolsillo de su chaleco—. Cuando lo hagamos será una jornada demoledora para todos, pero antes de eso necesito que sepan en clase de lugar van a trabajar, y con qué finalidad lo harán.

Detrás de aquella blanca cortina se encontraba un sitio más allá de lo imaginable por los jóvenes genin: Un ambiente acogedor y sereno, con distintos tipos de mesas y sillones distribuidos elegantemente. La decoración era todo un trabajo de colores sobrios y de un estilo clásico que resultaba vagamente familiar. Había una gran barra que estaba dividida en dos partes bien distintas; una donde yacían multitud de herramientas para preparar café, y otra que era una especie de panadería con cientos de panecillos y otros manjares. El oscuro suelo de madera relucía y la ligera luz artificial daba comodidad a los ojos, haciendo que fuese fácil el ver las escaleras en espiral que llevaban a un segundo piso.

El señor Yasuhiro les llevo hasta una de las mesas centrales, y los hizo esperar ahí mientras que iba y preparaba un trió de cafés en la barra. Cuando hubo terminado, coloco las bebidas en una bandeja, las llevo hasta la mesa y luego se sentó con una elegancia que parecía no estar dispuesto a perder en ningún momento.

Esto… gracias por el café y la figura en forma de… ¿abanico? —alcanzo a decir el Hakagurē, que se encontraba un poco confundido con tanta ceremonia y detalle.

No es un simple “café”: Es Makiāto, un café expreso servido con una pequeña cantidad de leche caliente y con una generosa porción de azúcar. Es una bebida sencilla, con poco amargor y cafeína, por lo que es ideal para los jóvenes cuyos gustos aun no son tan refinados.

Las pequeñas tazas permanecían humeantes y a la espera, igual que la mirada de Yasuhiro. El espadachín tomo la taza entre sus manos y la acerco a sus labios. Y puede que en aquel momento siguiese pensando que no le gustaba mucho el café, pero lo cierto es que un cierto olor a leche caliente y a grano tostado estaban cautivando su olfato.

Determinado a ver que tenia de bueno, lo probó con un ligero sorbo.

Esta… esta delicioso —aseguro, abriendo los ojos como platos, como si fuese la primera vez que saboreaba algo tan bueno—. ¡Tienes que probarlo Riko-san!

¡Por supuesto que esta delicioso! Soy un gastrónomo especializado en café —declaro, dejando escapar una monosílaba risa de orgullo—. Ahora que estamos en ambiente, podría contarles mucho sobre la situación, pero creo que lo mas practico es si ustedes me hacen las preguntas que crean pertinentes.
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#20
El hombre pareció algo descontento ante la negativa de los dos muchachos a su ofrecimiento, por lo que, inmediatamente, se levantó y comenzó a caminar, haciéndoles una seña a los genin para que le siguieran a través de una tela que era la separación con el resto de la cafetería.

Aun queda una hora para que abramos. Cuando lo hagamos será una jornada demoledora para todos, pero antes de eso necesito que sepan en clase de lugar van a trabajar, y con qué finalidad lo harán.

Riko asintió enérgicamente, no conocía el local, así que no podía afirmar que era un sitio muy transitado pero, dado que se trataba de su reapertura, era una ocasión especial y estaría hasta los topes, si no, no habría pedido la ayuda de dos genin.

El local, sin duda, tenía una decoración que invitaba a entrar y tomar un café con unos dulces con amigos, pareja o con quien fuera. Un estilo clásico que, sin duda, era una de las mejores opciones para un negocio como aquel. Los tres se dirigieron hacia una de las mesas del lugar, y mientras Riko y Kōtetsu se sentaban, el encargado del local se dirigió a la barra donde, sin tener en cuenta la negación de los jóvenes, les preparó unos cafés.

Esto… gracias por el café y la figura en forma de… ¿abanico?

El hombre entonces hizo una pequeña demostración de por qué aquel lugar estaba tan bien considerado, dándoles una pequeña lección sobre aquel café en particular, explicación que terminó por convencer al moreno.

Esta… esta delicioso ¡Tienes que probarlo Riko-san!

El Senju sonrió ante la repentina euforia de su compañero por lo que, sin dudarlo un momento, agarró la taza y le dio un buen sorbo.

Pueeees... Sí, la verdad que está buenísimo, muchas gracias.

Ahora que estamos en ambiente, podría contarles mucho sobre la situación, pero creo que lo mas practico es si ustedes me hacen las preguntas que crean pertinentes.

Riko miró a su interlocutor, con los ojos curiosos.

Está bien, la primera pregunta creo que es muy clara y ya la he formulado antes, ¿qué es exactamente lo que tenemos que hacer? — Preguntó de nuevo el peliblanco. — Y si me permites una segunda pregunta, ¿por qué necesita a dos personas con unas características tan concretas como las nuestras? — Indicó, señalándose a si mismo y a Kōtetsu.
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#21
Son buenas preguntas —Yasuhiro probo su bebida caliente, y una tenue sonrisa se dibujo en su rostro—. Necesito a dos personas con las virtudes necesarias para cumplir las tareas del día: Uno debe ser gallardo y de presencia cautivante, para tratar de cerca con los clientes que van llegando. El otro tiene que ser alguien relajado, capaz de mantenerse sereno ante la presión de las órdenes y llamadas entrantes.

Entonces seremos como una especie de mesoneros —atino el de ojos grises.

En pocas palabras, sí; por hoy serán mesoneros del damas y caballeros —se tomo un instante y volvió a dar otro sorbo a su café, reflexionando un poco al mirar dentro de la tasita.

»En cuanto al porque del cumplir con características tan especificas, todo se debe a un viejo libro: Verán, hace unos treinta años, en la primavera del ochenta y siete, estuvo muy de moda una novela llamada “las damas y caballeros del nuevo mundo”. Se trata de una joya del romanticismo literario, la historia de un profundo amor, ambientada en una humilde cafetería. Recuerdo que los protagonistas eran una muchacha de piel blanca y cabellos oscuros, y un joven de tez oscura y melena blanca.

Ya, me parece haber escuchado acerca de ese libro. De hecho, creo que mi padre conservaba una copia del mismo entre las pertenencias de mi madre.

No es de extrañar, muchos jóvenes se vieron envueltos en el apasionante amor intelectual y filosófico que se desarrollaba en aquellas páginas —su rostro se apaciguo alrededor de una pequeña sonrisa, mescla curiosa de melancolía y dulce remembranza—. Como les decía, aquello me inspiro a abrir una cafetería cuyo ambiente evocase aquella grandiosa historia, por lo que uno de los elementos clave eran los mesoneros que se asemejasen a los protagonistas de la historia.

»¿Eso contesta sus preguntas?

No lo comprendo del todo, pero creo que podremos con esto —Sonrió y dio fin al dulce y cálido contenido de su tasa—. Y si todo sale bien, deberiamos tomarnos otro café como este al final de dia.
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