Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Era muy agradable hablar con Eri, compartíamos muchos puntos de vista, en el caso concreto de los Kages, ambos pensábamos que eran como si fueran otra raza, shinobis verdaramente poderosos con dotes que rozan casi lo divino, y con gran corazón y empatía. ¿Que cómo era eso posible? No tenía ni idea, pero en el fondo me gustaba. Pues ya tenía algo que descubrir y me resultaba muy emocionante.
— Siempre he pensado que un kage es una persona querida por todos y que tenga la capacidad de ayudar y cuidar a su villa... Bueno, aunque no sé explicarme muy bien.
-Te entiendo perfectamente...son la leche ¡he he! Reí orgulloso al hablar de ellos, reí al pensar que nuestros Kages eran buenos ejemplos a seguir, era consciente que como cualquiera podían cometer errores, aún así resultaban muy inspiradores.
Estaba eufórico de ver que había impresionado a Eri-chan, tan contento estaba en compañía suya qye le mostré mi creación de tinta más impresionante hasta el momento, desde mi humilde punto de vista era algo serio, estábamos hablando de un león de dos metros de longitud hecho de tinta y chakra.
Eri se reincorporó enseguida, y además quedé impresionado una vez más por su valentía, pues no pudo evitar pedir subir en él.
¿Crees que podríamos — Al oírla decir eso, los ojos se me abrieron como platos, para después sonreír y soltar una breve carcajada. Algo que quizás mal interpreto.
— Lo siento, me he dejado llevar por la emoción... —
A lo que respondí seguidamente, casi atropellando sus palabras. - No, no, no, mujer...¡Claro que puedes subir! Te daré un paseo en él, verás que cómodo es. El animal artificial se inclinó agachando su negruzca cabeza para al final acostarse en el suelo, para facilitar a Eri que subiera en él sin dificultad.
-Te haré una pequeña desmotración. Dije satisfecho.
— Te entiendo perfectamente...son la leche ¡he he!
Eri sonrió, al final Yoshimitsu sí que había entendido lo que había querido decir, y es que los kages... Eran unas personas extraordinarias en todos los aspectos, y esperaba con determinación que ella pudiese convertirse en alguien como ellos, vivir por y para su gente; ¡quería protegerlos con su vida!
No por nada era médica.
Una vez reincorporada y sin quitar vista de la bestia de tinta y chakra, después de su arranque de alegría y emoción, y más tarde, su disculpa; Yoshimitsu entendió los caprichos de la joven de cabellos azulados en un instante, sin dudar en complacerla. ¡Parecía una niña pequeña y caprichosa!
Aunque a veces... No estaba mal volver a ser infantil de nuevo. Incluso lo echaba de menos.
A veces.
''¡Va a decir algo! ¡Va a decir algo! ¿Será...?''
— No, no, no, mujer...¡Claro que puedes subir! Te daré un paseo en él, verás que cómodo es. — Los ojos de Eri volvieron a lanzar chispas de emoción al escuchar al chico de Taki hablar con alegría en su tono, luego miró al león que se inclinaba para acabar sobre el suelo. — Te haré una pequeña demostración. — Alegó Yoshi.
Eri movió sus manos con nerviosismo, acercándose a la bestia cautelosa, y con miedo, acercó la mano a su capa de tinta y chakra por si le molestaba al animal el contacto de una desconocida. Era extraño, pero no sabía qué hacer en esa situación.
— ¿Puedo...? ¿No se enfadará? — Preguntó con un tono lleno de inocencia e impaciencia.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Que contenta que estaba Eri cuando le aseguré que podía subir sin problemas, tan contenta que de forma inevitable me contagiaba aquella emoción que se me antojó intensa y adictiva. Sus bonitos y azulados ojos eran tan expresivos que era imposible no dejar de mirarlos embriagado...tanto que hasta a veces perdía el hilo de la conversación, por fortuna y gracias a mi intuición de artista conseguía engancharme de nuevo sin problemas.
Su renovada decisión hizo que se acercara hasta los pies del animal artificial, eso sí con cautela, como si fuera un animal con voluntad propia. Y su pregunta lo confirmó claramente.
— ¿Puedo...? ¿No se enfadará? —
Bueno...si se enfadara...sería como un Dios entonces...
-¡Claro que puedes Eri-chan! Si se enfadara eso significaría que tendría el mismo poder que un Kage. Mis invocaciones no tienen vida propia...que más quisiera...¿O no? A lo mejor me querría devorar, de todos modos, no quiero hacer la prueba hehe.
Esperé paciente a que se pusiera a lomos del animal para darle un paseo un poco más emocionante. Unos pequeños saltos que siempre resultan divertidos y par de carreras...creo que le gustará... por lo menos en el peor de los casos, no cansaría sus pequeños, delicados y femeninos pies...
Creo que comienzo a desvariar...que impropio de mí... Carraspeé durante un instante para acabar con aquellos pensamientos que me invadían. Y que provocó que me subiera la temperatura corporal enrojeciendo mis mejillas. Tan abochornado estaba que hasta hice ademán de ponerme mi kasa a la cabeza para ocultar mi rostro, pero finalmente no lo hice.
—¡Claro que puedes Eri-chan! Si se enfadara eso significaría que tendría el mismo poder que un Kage. Mis invocaciones no tienen vida propia...que más quisiera...¿O no? A lo mejor me querría devorar, de todos modos, no quiero hacer la prueba hehe.
Al escucharle volvió a resurgir su emoción, y sin esperar un segundo comenzó a escalar al gran animal de tinta para colocarse encima de su lomo, sin que sintiese que estaba haciendo algo malo o maltratando a un animal. Pensó que se sentiría como estar encima de una bola de agua, pues no sabía como eran por dentro los animales de tinta, ''chakra y tinta, supongo'', pensó, pero sinceramente, era algo que escapaba de su lógica.
Y en este mundo, ¿qué tenía lógica?
Una vez subida, miró a Yoshi y le sonrió.
— ¡Venga, huyamos antes de que se suba Yoshimitsu! — Exclamó bromista. — Es broma Yoshi-san, ¿vienes? — Preguntó, esperando impaciente a que se montara para que ambos se fueran a dar el paseo prometido.
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— ¡Venga, huyamos antes de que se suba Yoshimitsu! — Comentó como broma Eri, pero Yoshimitsu estaba absorto cavilando otros asuntos en su convulsa cabeza. Pero se le pasó rápido, tan pronto Eri pronunció su inocente broma.
-Pues no le guardaría rencor si lo hiciera, yo también huiría contigo Respondió Yoshimitsu, pero le dijo de tal forma, con tanta naturalidad, que difícilmente se podría discernir si se trataba de una broma o de una verdad, o un poco de las dos cosas ¿Quien sabe?. Encima con su inexpresivo rostro era una verdadera faena llegar a conclusiones.
En otras circunstancias no tendría inconveniente...lastima...si no fuéramos de distintas aldeas...
Es broma Yoshi-san, ¿vienes? —
-¡Oh si! ¡Vamos allá! Dije enérgicamente mientras me subí al animal, situándome justo detrás de ella. Como si fuera Eri la que dirigiera la marcha, pero nada más lejos de la realidad.
Sin ejecutar ningún orden por mi parte, el animal artificial se puso nuevamente de pie, levantándonos sin problemas e iniciando seguidamente una grácil carrera sorteando toda clase de obstáculos mediante saltos y moviéndose en zig zag, árboles, rocas, fisuras en el suelo. Tenía una velocidad punta admirable, pero claro no se podía hacer milagros, no era lo mismo correr en una planicie que en el interior de un denso bosque.
El viento golpeaba nuestras caras, el pelo de Eri me golpeaba la cara pero no me resultaba molesto. Procuraba centrarme en el camino, pues al estar inevitablemente en contacto físico con Eri, no quería dar rienda suelta a la imaginación. Por lo menos no ahora...
Iré hacía allí... Pensaba Yoshimitsu, y el animal tomó dirección Noroeste, más o menos en busca del Valle del Fin. Aunque eso me hizo caer en la cuenta de algo.
-Por cierto Eri-chan, ¿Quieres ir a un lugar en particular? Pregunté antes de que nos pudiéramos alejar más de la cuenta.
No recordaba si me explicó cuando nos conocimos si se dirigía hacía algún lugar en particular. -Lo digo por si quieres que te acerque a algún sitio en particular. Le comenté.
— Pues no le guardaría rencor si lo hiciera, yo también huiría contigo.
Eri enrojeció, ocultando sus mejillas mientras miraba a otra parte utilizando su cabello como cortinas. No estaba acostumbrada a que la gente le dijese cosas así, y no supo si era para seguir su pequeña broma o totalmente en serio. ¡Qué difícil! ''Tranquila, seguro que era una pequeña broma...'' Se dijo a sí misma, suspirando para volver a conseguir que la sangre bajase de su cara.
Entonces Yoshi se subió al animal.
—¡Oh si! ¡Vamos allá!
Y sin decir nada más, la bestia se puso de nuevo de pie, sin ningún problema de peso entre las dos personas que lo montaban.
''¿Cómo lo controlará?'' Su mente se cuestionaba mientras comenzaba la carrera por entre los árboles del bosque, sorteando obstáculos y saltando cuando podían caerse. El corazón de Eri bombeaba a una velocidad increíble, sujetándose al león como si su vida fuese en ello para no caer y perderse la oportunidad de montar a aquel animal de tinta.
El viento hacía que cerrase la boca fuertemente y le costaba abrir los ojos, sin embargo los mantenía entrecerrados para no perderse el espectáculo que se cernía delante de ella, olvidándose de que el cabello podría estar golpeando al muchacho de Takigakure que se situaba detrás de él.
Y fue él quién la sacó del trance en el que se encontraba.
—Por cierto Eri-chan, ¿Quieres ir a un lugar en particular? — El artista preguntó y Eri frunció el ceño. ¿Quería ir a algún lugar? Pues ahora mismo no lo sabía, sinceramente. ¿A qué había venido? ¡Qué rabia! —Lo digo por si quieres que te acerque a algún sitio en particular.
— Ahora mismo ni me acuerdo a dónde me dirigía... — Admitió con un sentimiento de vergüenza en su interior. — Así que puedes llevarme donde quieras, ya que eres quien lleva las riendas. — Alegó, con una sonrisa.
Al menos iba a disfrutar del viaje.
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Disfrutaba de la comodidad de mi creación de tinta, más aún por poder compartirlo con Eri, que estaba por lo que podía ver de su rostro, completamente fascinada por aquel insólito paseo. Yo me sentía muy feliz de haber podido conocer al alguien tan especial, pero me apenaba mucho que fuera del país de la Espiral. Jamás había conectado con alguien de aquella manera, y de pensarlo me ponía furioso por no haber sido con una kunoichi de otro país.
¿Será eso la mala suerte? Si no lo es, se debe parecer mucho a esto...
Nos habíamos conocido hoy, pero hablamos y habíamos congeniado muy bien. Además si sumábamos que era una kunoichi muy bonita, encantadora y dulce...pues eso, sería muy sencillo cometer estupideces por ella. Quizás formara parte de su entrenamiento, encandilar a los chicos empleando sus encantos para obtener lo que quisiera.
Pues conmigo lo habría conseguido todo
Por eso caí en la cuenta que tenía que tomarme esto como un entrenamiento, y resistir la tentación a toda costa. Además, era imposible que pudiera surgir nada entre nosotros. Yo pertenecía a Takigakure y ella a Uzushigakure. Aunque soñar era bonito....
¡Pero no debes!
Por eso mismo decidí tomar rumbo dirección al Valle del Fin, allí podría despedirme de Eri y marchar para el País de los Ríos. En mi estado emocional pensé que sería lo mejor, muy a mi pesar. Pero no pude evitar preguntarle si tenía en mente ir a algún lugar. Digo yo que cuando me topé con ella a algún lugar estaría yendo ¿No?
— Ahora mismo ni me acuerdo a dónde me dirigía...Así que puedes llevarme donde quieras, ya que eres quien lleva las riendas. —
¿De veras olvidó a donde se dirigía? ¡Madre! quizás esté coladita por mí...¡No! ¡Ninguna chica se podría interesar por mí!
-Ahhh... Respondí confundido. -Bueno, pues al Valle del Fin.
Como todo en la vida, lo bueno siempre se acaba...
Al cabo de una par de horas, ya se veían las imponentes estatuas que indicaban que ya estábamos llegando a nuestro destino, y en cuestión de minutos el gran león de tinta se detuvo grácil al pie del lago del Valle del Fin. El animal a pesar de haber estado horas en constante carrera no se inmutó, como si hubiera sido capaz de dar la vuelta al mundo sin desfallecer. Era una animal de compuesto de tinta y chakra, pero no dejaba de ser algo sorprendente.
Yo por mi parte baje del animal tan pronto se detuvo, y me puse en frente de Eri con cara sonriente. -¿Te a gustado eh? Te llevaría conmigo a Takigakure, pero eso sería demasiado...¿Verdad? Dije como era habitual en mí, con mi molesto rostro neutro que muy difícilmente se podría adivinar si hablaba en serio o no.
Saqué mi makimono de que se encontraba en el interior de mi túnica y esperé a que Eri se apeara del león para ordenar seguidamente a mi creación que volviera de de donde vino, de su interior.
— Ahhh... —Articuló, y sonó un poco confuso, así que Eri solo pudo atinar a sacar la lengua de forma vergonzosa. — Bueno, pues al Valle del Fin.
Y después de unas bastantes horas de saltos, movimientos y agarres a la bestia de tinta para no caerse, ambos llegaron al lugar mencionado por Yoshimitsu. La verdad es que la pequeña nunca había estado allí, y si lo había estado, pues tampoco se acordaba mucho. Ahogó un suspiro al ver a lo lejos las grandes estatuas, y recordó de golpe toda la historia que había aprendido en su villa.
Su ensimismamiento era tal, que ni se inmutó cuando el león de tinta paró, o cuando el de Takigakure bajó de él para posicionarse en frente de la joven con cara sonriente.
— ¿Te a gustado eh? Te llevaría conmigo a Takigakure, pero eso sería demasiado...¿Verdad?
— ¿Uhm? — Preguntó ella, saliendo de su trance para mirar al joven a los ojos. — ¡Me ha encantado! — Exclamó, un par de segundos atrasada; aunque eso no quitaba que lo hubiese disfrutado. — Y no te preocupes, algo me dice que nos volveremos a ver, y puede que sea en Takigakure, ¿quién sabe? — Preguntó guiñándole un ojo, luego, con cuidado, se desmontó del león y dejó caer sus pies sobre tierra firme.
Comenzó a estirarse para recuperar el movimiento de todas sus extremidades, y es que varias horas de viaje son muchas horas para su cuerpo.
— ¿Entonces... Ya te vas? — Preguntó, cuando mencionó a su villa. — Bueno, quizás yo también debería ir a donde se supone que estaba yendo... — Soltó una risa nerviosa, aún sin acordarse de dónde iba con exactitud.
Suponía que eso era un hasta luego.
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Quizás fue un paseo demasiado largo pero como Eri no tenía ni tiempo ni rumbo al que rendir cuentas, accedió a venir conmigo. Tampoco quise llevarla demasiado lejos, aunque así fue a fin de cuentas.
Parece que le gusta viajar casi tanto como a mí
Estaba un poco adormecida por el ir y venir del león de tinta, por lo que no se enteró mucho de lo que le dije...pero casi que mejor, ya estaba comenzando a desvariar, de forma justificada pero creo que era mejor tomar un respiro.
— ¿Uhm? ¡Me ha encantado! Y no te preocupes, algo me dice que nos volveremos a ver, y puede que sea en Takigakure, ¿quién sabe? —
La idea me agradó bastante, pensar en volver a Eri era una motivación muy gratificante para mí. Sobre todo el pensar algo más organizado que un encuentro por casualidad en el bosque. Con todo lo que sabía de ella, ya tenía unos ases en la manga para sorprenderla a base de bien. Por lo menos sabía que le podría hacer pasar un rato agradable.
-Oh! ¡Eso suena genial! Si vienes al País del Río, te llevaré a unos sitios geniales. Y te enseñaré trucos más grandiosos la próxima vez. Si esto te ha gustado, te aseguro que no es más que la punta del iceberg. Le comenté a Eri contento y emocionado, gesticulando con los brazos como para darle una mayor importancia y relevancia.
— ¿Entonces... Ya te vas? —
Buff...Las despedidas eran un coñazo para Yoshimitsu, sobre todo si la compañía era tan buena como lo fue estar con Eri. Pero claro cuando la conocí, teóricamente estaba de regreso a Takigakure. El deber me llamaba y no podía ausentarme más de la cuenta. Sobre todo si no tenía justificación alguna.
-Pues no tardaré mucho...la verdad. Le respondí mientras me acercaba a la orilla del lago aún con mi makimono en la mano. Hice unas pinceladas en el, y del papel brotaron un puñado de grandes carpas Koi negras como la noche que cayeron y se sumergieron en el lago.
-No vine aquí solo para abandonar el País de la Tormenta, he aprovechado para buscar una cosa que averigüé hace tiempo y que quiero comprobar que sea cierta. Le comenté de espaldas.
Leí hace tiempo, de aquellas cosas que no debía leer, que se encontraba en las profundidades del lago del Valle del Fin un pequeño acceso o cueva unos gravados con una información por determinar, mis peces encontrarían aquello y me lo transmitirían. Para ver de que se podría tratar.
Quizás sea algo interesante...
Bueno, quizás yo también debería ir a donde se supone que estaba yendo... —
Cuando los peces se perdieron en las profundidades, me dirigí nuevamente hacía Eri. -De acuerdo Eri-chan, yo acabo con esto y también me marcharé. Después le hice una respetuosa reverencia. -Me alegra muchísimo haberte conocido Eri-chan, pensaré en ti todos los días Dije convencido y alegre.
-Si eres tan buena kunoichi como lo eres como persona, seguro que ya tienes muchas papeletas para llegar a ser una gran Kage. Que más decir de Eri, solo tenía elogios para ella. No lo podía evitar, por eso cuando la conocí no era capaz de entender por qué tenía tan baja autoestima. Si yo que era un genin de Takigakure y me produjo aquella sensación, ¿Que no serían capaces de sentir por ella sus compañeros de aldea?
— ¡Oh! ¡Eso suena genial! Si vienes al País del Río, te llevaré a unos sitios geniales. Y te enseñaré trucos más grandiosos la próxima vez. Si esto te ha gustado, te aseguro que no es más que la punta del iceberg.
— ¡Eso es muy cruel! — Alegó, hinchando los mofletes. — Ahora me dejas con las ganas... — Murmuró, cruzándose de brazos y desviando la mirada hacia otra parte, haciéndose la ofendida.
Luego dejó salir todo el aire, recordando en su interior que ya no era una cría.
Aunque luego tocó el momento más triste de todos los encuentros: la despedida. La joven no dudó en preguntarle sobre su comentario anterior si ya se iba, y es que lo había pasado bien, ¡incluso había olvidado hacia dónde se dirigía!
— Pues no tardaré mucho... La verdad.
La pequeña suspiró mientras observaba como el joven de Taki se acercaba a la orilla del lago y acto seguido se disponía a pintar en él: pincelada por aquí, pincelada por allá, y de repente del papel salieron unos peces que la de cabellos azules distinguió como carpas koi; aunque de forma difícil, ya que eran negras.
— No vine aquí solo para abandonar el País de la Tormenta, he aprovechado para buscar una cosa que averigüé hace tiempo y que quiero comprobar que sea cierta.
— ¿A qué viniste, entonces? — Preguntó sin pararse a pensar en qué preguntaba para taparse la boca de inmediato. ''Maldita curiosidad...''
Sin embargo, sabía que tarde o temprano tendría que abandonar el lugar y dirigirse a... Bueno, mejor volvía a la aldea, total, mejor volver a perderse más. Y, siendo clara, se sentía ya realizada con el viaje, puesto que había conocido a un gran chico de la villa vecina. ''La gente de Takigakure es muy buena... ¿Qué será de Noemi y Datsue?'' Se preguntó mentalmente, recordando a ambos con cariño.
— De acuerdo Eri-chan, yo acabo con esto y también me marcharé. — Explicó él, haciendo una pequeña reverencia. — Me alegra muchísimo haberte conocido Eri-chan, pensaré en ti todos los días. — Alegó, haciendo que la joven volviese a enrojecer hasta las orejas.
— ¡No exageres! — Exclamó ella, pero Yoshi volvió a hablar:
— Si eres tan buena kunoichi como lo eres como persona, seguro que ya tienes muchas papeletas para llegar a ser una gran Kage.
— Muchas gracias, Yoshi-san. — Agradeció Eri, ahora tocándole a ella hacer una reverencia. — Y aunque no creo ser tan buena, espero poder seguir haciéndote creer que lo soy. — Alegó, entremezclando la broma con la seriedad cuando le guiñó un ojo a Yoshimitsu. — Ha sido un placer conocerte, y espero que pronto, muy pronto; podamos volver a vernos. — Concluyó.
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— ¡Eso es muy cruel! Ahora me dejas con las ganas... —
Esas palabras a pesar de ser en cierto modo duras, a mi me resultó la mar de graciosas, aunque nada más oír aquello no pude evitar abrir los ojos con asombro por lo inesperado que me pareció. La forma de decir aquello solo me llevaba a pensar mal, a fin de cuentas solo era un adolescente con ganas de vivir nuevas sensaciones y emociones. Pero era un caballero y ante todo era un chico muy reservado y, aunque me costará reconocerlo y demostrarlo, era algo tímido.
-No te lo tomes a mal mujer... Le contesté para apaciguar la rabieta de Eri, llevándome la mano a la nuca por lo embarazoso que me resultó. Traté de buscar una escusa, no quería que se enfadara conmigo. Me fui de casa avisando de que iría a Ushi a comerme un chuletón y que regresaría de inmediato... y ya estoy tardando demasiado... -Es que no avisé en casa de que tardaría tanto en volver y a veces se vuelven muy paranoicos con el asunto... Le confesé molesto, pues no era algo que me agradara mucho.
Los carpas que dibujé se perdieron en la inmensidad del lago del Valle del Fin, un lago que escondía mucho más secretos de lo que aparentaba, simplemente que no estaban a la vista de cualquiera que tuviera la más mínima de idea de que efectivamente, habían cosas "ocultas" y claro está, no puedes buscar algo que no sabes que existe.
— ¿A qué viniste, entonces? — Dijo una encantadora Eri, que seguidamente se tapó la boca, como si se hubiera excedido en su curiosidad. Hasta en aquellas cosas hacía despertar en mí un especial interés hacía ella.
La verdad es que fui cruel por dejarla en suspense, dejando que la intriga la devorara por dentro. Pero así era yo, me gustaba hacerme el interesante, aunque la mayoría de las veces solo fuera un simple fanfarrón queriendo demostrar teorías conspiranoicas absurdas.
-Busco unos nombres... Le dije sin más, sin saber si sería prudente darle más detalles... Aunque sabía que eso no sería suficiente. ¿Pero para qué darle una información que todavía no podía contrastar y demostrar?
— ¡No exageres! —
Le dije que sería difícil de olvidar y se lo tomó como algo exagerado. Pero estaba equivocada ¿Cómo podría olvidar a alguien como ella? Sería lo más cercano a cometer un sacrilegio, como cometer un pecado capital.
-¡Claro que no exagero! A partir de hoy, te nombro mi musa Le dije con amplia sonrisa que desbordaba satisfacción por todos los costados.
Pero bueno, no había que encariñarse mucho con las cosas, ni con los momentos agradables que la vida a veces te brindaba. Todo tarde o temprano llegaba a su fin, lo bueno y lo malo son ciclos, cuando acabas uno, empieza otro. Este era el caso, estaría un tiempo que no era capaz de estimar sin volver a ver a Eri, pero me conformaría que cuando volviera a verla siguiera sin novio. Se que suena egoista, pero no lo podía evitar.
— Ha sido un placer conocerte, y espero que pronto, muy pronto; podamos volver a vernos. —
-Espero que sea muy muy pero que muy pronto. Si no me tendré que colar en tu villa poniendo mi vida en riesgo para poder verte aunque solo sea desde la distancia. Le dije con un tono de voz tierno.
— No te lo tomes a mal mujer... — Contestó Yoshi ante la pequeña rabieta de Eri, a lo que se sintió un poco mal, ¿desde cuándo hace que no tenía una así? Lo mejor era recuperar la compostura lo antes posible. — Es que no avisé en casa de que tardaría tanto en volver y a veces se vuelven muy paranoicos con el asunto...
— Comprendo... — Su voz ahora sonaba más calmada. — Siento mi comportamiento entonces, Yoshi-san. — Se disculpó, inclinando su cabeza como símbolo de su disculpa.
Por otro lado, al parecer Yoshi se sintió un poco mal ante la duda que la de Uzushio tenía respecto a lo que quería hacer allí, en el gran lago del Valle del Fin, sin embargo, se tuvo que tragar sus preguntas de forma amarga puesto que, aunque su curiosidad no tenía límites, tampoco quería indagar en la vida privada de otra persona.
—Busco unos nombres...
— Espero... Que los encuentres. — Alegó la pequeña mientras miraba fijamente a los peces que reinaban en el lago.
Entonces volvió el momento de la despedida, y, claro, Yoshimitsu no exageraba con sus buenas palabras hacia la pequeña, que, un poco cohibida ante el nombramiento de ser la musa del chico de Takigakure, solo pudo sonreír de forma tímida ante las agradables palabras del chico.
— Eres demasiado bueno. — Susurró lo suficientemente alto para que fuera escuchada. — Espero que no me olvides de verdad, ¿eh? — Se burló la pequeña posando sus manos en las caderas. — Ha sido un placer conocerte, y espero que pronto, muy pronto; podamos volver a vernos.
— Espero que sea muy muy pero que muy pronto. Si no me tendré que colar en tu villa poniendo mi vida en riesgo para poder verte aunque solo sea desde la distancia.
— No seas tonto, ya iré yo a buscarte. — Le guiñó un ojo ante aquellas palabras. Y, entonces, tomó el rumbo hacia su villa. — Que la suerte esté contigo, Yoshi-san. — Deseó girando su cabeza para volver a verle una última vez para luego alejarse en la distancia.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
-Intentaré no serlo pero no te prometo nada ¿eh? Le contesté bromista y sonriente.
Pues eso, llegó el final de aquel día en que nos conocimos...
Un día digno de recordar sin lugar a dudas
Que la suerte esté contigo, Yoshi-san.
Se marchaba, no se antes girarse una última vez para cruzar nuestras miradas una vez más. Yo alcé la mano como despedida definitiva y me quedé mirando con su figura se perdía en la lejanía.
No sabía que hubiera en Uzushiokagure tesoros tan inmensos Pensé en mis adentros mientras volvía a la orilla del lago a ver si mis invocaciones tenían lo que vino a buscar aquí.
Efectivamente estaban todos los peces que convoqué en la superficie esperando volver al makimono ansiosos de convertirse en letras y dibujos de todo lo que habían averiguado, y eso hice, los peces saltaron al papel y la tinta se corrió formando todo tipo de textos y bocetos de todo lo que habían encontrado en las profundidades.
No tenía intención de ponerme a estudiar en aquel lugar aquello, lo dejaría para cuando llegara a mi hogar, simplemente le eché una ojeada muy por encima y parecía que la cosa prometía. Parecía que había algo aún por descubrir sobre la historia de las aldeas ninja.
Creo que mi abuelo estaba en lo cierto...
De repente de las nubes emergió entre un rugir de truenos un inmenso dragón nimbo de tinta, el de mi abuelo sin duda. Su característico gran dragón era el más grande que ninguno de mi familia era capaz de convocar, si Eri se giraba de nuevo vería como el cielo estaba inundado por el serpentino cuerpo de un inmenso dragón de tinta cuya cabeza estaba a los pies del lago del Valle del Fin, en donde vio a Yoshimitsu por última vez.
Desde la distancia se podía discernir sobre la cabeza de aquel dragón nimbo, la figura de un hombre que ayudó a Yoshimitsu subir a aquel dragón para nuevamente tomar los cielos y desaparecer en el.
Gracias Eri por rolear conmigo ^^. Ale ya tienes un admirador en Takigakure para que luego digas que nadie te quiere hehe.