Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Hacía un par de días que el joven shinobi había abandonado por primera Uzushiogakure totalmente solo, con dirección a Taikarune para visitar el museo de la pequeña villa de artesanos. Así que tras pasar por los Herreros, decidió desviarse un poco hacia el norte para pasar por el conocido Lago de Shiona para presentar sus respetos tal y como le había pedido su abuelo.
Llevaba ya unas cuantas horas caminando a través del bosque y la verdad es que lo agradecía, no era lo mismo estar cobijado por la suave sombre proyectada por las ramas de aquellos enormes y frondosos árboles que caminar a través de la eterna planicie bajo un sol de justicia. Y eso que no lo llevaba tan mal como se había imaginado en un principio, puesto que el pequeño estaba mal acostumbrado a viajar siempre en un cómodo carruaje y eso le hizo pensar que su primer viaje de larga distancia se le podía hacer bastante cuesta arriba.
Poco a poco el bosque pareció aclararse casi súbitamente, como si parte de aquel forraje hubiese sido arrancado abruptamente y de hecho podía ver trozos de árboles, troncos y ramajes diseminados aún por algunas zonas a pesar de que parecía que el lugar había sido trabajado por la mano del hombre. Frente a él apareció el impresionante lago que ahora anegaba las tierras en las que antaño estuvo una de esas aldeas cuyo nombre suena ya a leyenda: Konoha
Y sobre una antigua leyenda, se erigía ahora otra aunque más reciente. En mitad del lago pudo divisar el islote donde se encontraba la estatua a la difunta uzukage, un puente de madera llevaba hasta ella (así que ahí han debido ir a parar muchos de los árboles que fueron arrancados por la explosión que conformó ese lago) dedujo el pequeño marionetista mientras se alejaba poco a poco del linde del bosque en dirección a la orilla de lago, concretamente hasta la zona donde daba comienzo el puente
15/04/2018, 19:23 (Última modificación: 15/04/2018, 19:23 por Uzumaki Eri.)
Hueco extra donde solo recibo mitad de experiencia :3.
Había decidido que, tras su breve parada para comprar el libro que tantas ganas tenía de leer; pasaría a visitar por primera vez el Lago de Shiona, aquel lugar dedicado a una de las mejores Uzukage que había tenido su villa y que todavía no había sido capaz de ir a ver y a rendir homenaje a aquella gran persona caída en combate.
Un par de días fue lo que duró el viaje, y una vez allí no pudo evitar soltar un suspiro cargado de nostalgia. Nunca había visitado el lugar donde mucho años antes había estado edificada una gran villa como lo era Konohagakure.
Aunque parecía no estar sola allí, pues a la lejanía podía ver a otra persona visitando aquel lugar, justamente tomando el mismo camino que ella. Entornando los ojos pudo apreciar un cabello que le resultaba demasiado familiar...
«¿Nande-kun?»
Conocía a aquel chico de su villa, prácticamente un niño a sus escasos siete años de edad pero que aún así había sido sobresaliente en la academia y que pronto se supo de su tan alta inteligencia para un infante. La chica nunca había hablado con él, pero como bien decía: siempre hay una primera vez para todo.
Acercándose a paso ligero, se colocó cerca del shinobi, saludándole con una mano de forma ligera.
—¡Buenos días, Nande-kun! —no podía evitar llamarle así, al ser un niño su instinto maternal se encendía —. ¿Qué haces aquí? ¿Has venido solo? —preguntó, con una amable sonrisa.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Nande estaba distraído admirando el paisaje por lo que no se percató de la presencia de la chica que se acercaba hasta él hasta que está la saludo a escasa distancia. Lo que más le extraño de todo, no fue que la voz que sonaba a su espalda le saludase jovialmente en mitad de un lugar que nunca había visitado, si no que lo hiciera con su nombre.
El chico giró sobre sus talones para encarar a la alegre e inesperada joven que se acercaba hasta él. Lo primero que sus azules ojos alcanzaron a ver fue dos inmensas coletas de color rojo intenso que no lograba ubicar, en aquel momento. Una vez se hubo centrado más, pudo ver a una joven bastante mayor que él, de piel rosada y ojos de color azul claro que le sonreía mientras le saludaba con la mano (¿La conozco de algo?) fue el interrogante que apareció en su mente mientras devolvía el saludo casi de forma mecánica, instante que aprovechó para volver a echarle una rápida mirada. Sus ojos se detuvieron un instante en la bandana que usaba la chica como cinturón (Es de Uzushio... y parece conocerme a mí) apartó la mirada del cinto para devolverla al rostro alegre de la joven (El caso es que seguramente debo de habérmela cruzado en alguna ocasión, pero como siempre voy distraído con mis cosas no suelo reparar en la gente) el caso es que la cosa ya no tenía arreglo
—Buenos días— respondió el joven haciendo una reverencia formal a la chica puesto que era mayor que él y encima había la había olvidado —He venido a presentar mis respetos a la anterior Uzukage— el chico se incorporó —en efecto, estoy actualmente viajando solo— contestó —Y me temo que tendrá que disculpar mi desconsideración pero me temo que no logro recordar su nombre— volvió a hacer una reverencia pero esta vez a modo de disculpa —de hecho ni siquiera soy capaz de recordarla, lo siento mucho— se disculpó de corazón antes de incorporarse —soy excesivamente distraído y siempre ando pensando en mis cosas, lo lamento—
El chico no pareció reconocerla, «Normal,» pensó la kunoichi, «nunca nos hemos hablado en la villa». Pero al menos era sincero y sobre todo amable así que no pudo evitar sonreír con cierta tristeza por dentro.
—Perdón Nande-kun, yo he escuchado hablar de ti en la aldea —corrió a explicar la chica, moviendo las manos delante de ella para restarle importancia a aquel asunto —. Yo soy Uzumaki Eri, es un placer poder hablar contigo en persona.
Le dedicó una pequeña reverencia.
—Shiona-sama seguro que está muy orgullosa de lo que somos ahora, aunque hubieron ciertos problemas anteriormente, hemos podido salir bien —dijo mirando al centro del lago —. ¿Deberíamos ir a contarle lo que sucedió? También me gustaría dedicarle una canción, por si quieres acompañarme.
Ofreció, ampliando su sonrisa mientras colocaba ambas manos detrás de su cuerpo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
(¿Ha escuchado hablar de mí?) aquello le dejó bastante descolocado, no entendía como alguien podría hablar de él. No era famoso si nada por el estilo, ¿quién hablaría de él? ¿Los chicos con los que había compartido clase? Aquella idea no le gustaba lo más mínimo, de hecho le ponía un poco nervioso
—Encantado de conocerla, señorita Eri— hizo una pequeña reverencia en respuesta a la de su interlocutora
(Ella parece simpática y educada) al menos esa era la impresión que le estaba dando aquella chica, lo que le ayudó a relajarse un poco
—Nunca tuve la suerte de conocerla, pero el abuelo la tiene en muy alta estima— comento el chico —Yo también tengo que acercarme, he de dejarle un pequeño obsequio de parte de mi abuelo. Así que será un placer acompañarla y escucharle cantar— aceptó la invitación de la chica, al fin y al cabo le pillaba de camino.
El chico hizo lo mismo que ella, presentándose con una reverencia. Ella volvió a negarle con ambas manos que fuese tan amable.
—Solo Eri está bien, Nande-kun —musitó con una sonrisa. Aunque lo que más le había apetecido es revolverle el pelo, ¡era tan solo un niño!
Escuchó atentamente como Nande le explicaba que su abuelo tenía gran aprecio por la antigua Uzukage, y que tenía algo que darle de su parte como ofrenda, por lo que aceptó a su petición. Ella sonrió y le invitó que le siguiese sin decir nada, solo caminando hacia la estatua.
—Oh, no, no, yo solo toco música, no canto —explicó rápidamente, tomando su pequeña flauta de la mochila que llevaba para ese corto viaje —. Llevaba un tiempo sin tocar, y como nunca vine aquí, creía que sería acertado.
Aunque ella no tuviera un obsequio material, quería darle las gracias por haber sido tan amable con ella.
—¿Y tú, Nande-kun, qué clase de obsequio le traes a Shiona-sama?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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—La verdad es que envidio a las personas que tenéis facilidad para la música, siempre quise aprender a tocar el piano pero es algo para lo que parece que no estoy hecho— comentó el joven —Será un placer escucharte tocar, sin duda— Nande verdaderamente admiraba a los músicos, ellos disponían de una habilidad y sensibilidad especiales a las que él no tenía acceso y eso era algo que admiraba.
Observó con atención la flauta que Eri acababa de extraer de su mochila —Bonito instrumento— apreció el muchacho mientras seguía avanzando al paso de su compañera en dirección a la isleta donde descansaba el monumento a la malograda Uzukage
—Un blasón de Uzushiogakure— contestó el joven con tranquilidad —En mi familia es costumbre enterrar a los fallecidos con uno, así que el abuelo supuso que sería una buena manera de mostrar su aprecio por la Uzukage— creyó que sería conveniente explicarlo puesto que entendía que para muchos no tendría demasiado sentido tal obsequio póstumo
—Qué amable por tu parte —alegó la chica, sonriente —. La verdad es que yo también lo pensé, pero creo que fue más dedicación que facilidad, solo quería honrar la memoria de mi padre.
No pudo evitar ensanchar su sonrisa al escuchar como Nande seguía elogiándola. Parecía un chico curioso, aunque bastante reservado a su gusto. Una vez le enseñó el instrumento, lo volvió a guardar con cuidado. Primero quería dedicarle unas palabras al fin y al cabo.
Escuchó atentamente como el pequeño de pelo a tazón le explicaba sobre su obsequio. Al parecer traía un blasón como símbolo de costumbre familiar.
—Me parece un buen obsequio, seguro que a Shiona-sama le hubiera gustado. —No conocía lo suficientemente a su Uzukage para afirmarlo del todo, pero quizás le hubiera gustado que genin de su villa la guardasen respeto de esa manera, además de todo el cariño que la profesaban.
Una vez delante del monumento, pudieron comprobar que allí, bajo los pies; se encontraban toda clase de regalos para memorar a la gran persona que representaba ese lugar. Eri miró por encima flores, algún que otro lazo y dibujos de lo que parecía ser la mismísima Uzukage.
Juntó ambas manos e hizo una reverencia.
—Buenos días, Shiona-sama —saludó la joven —. Venimos a visitarla, después de todo el revuelo que se montó en Uzushiogakure, creo que mucha gente le habrá visitado, aunque nunca está de más contarle las buenas nuevas.
Luego dio un par de pasos hacia atrás.
—Nande-kun le trae un obsequio. —Musitó, permitiendo al muchacho a acercarse y hablar él.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100