Estaba empezando a recriminarse a sí mismo la decisión que había tomado meses atrás, en la que por intentar acelerar a marchas forzadas en el Raiton, había dejado de lado por completo la rama del Doton. Antaño, hubiese podido, como Ayame, volar. Volar y ser libre. Libre de esa niebla asesina llamada Kirigakure no Jutsu. Libre de su influjo. Libre de su trampa mortal.

«¿Qué coño se me pasó por la cabeza?» Ah, sí. El Chidori. Eso había pasado por ella. El Yoroi. Tantas y tantas técnicas maravillosas. Ninguna le permitía volar, por desgracia.

—Joder, así que te tuviste que enfrentar no solo a quedar ciega, sino a una adversaria que es capaz de volar y lanzarte Genjutsus auditivos. —Era la jodida combinación perfecta. No podía ver, o tan siquiera posicionar a su rival por los pasos, porque literalmente esta flotaba en el aire. Y, como colofón, era víctima de ilusiones que no llegaban a ella por los ojos, sino por el oído —. Pues deberías sentirte orgullosa, Eri. Yo no sé si le hubiese podido acertar ni un solo Raiton.

Y eso, le jodía. Le jodía no ver cómo coño poder contrarrestar aquella táctica. Ya no era un tema de orgullo, sino de mera frustración. Datsue amaba los juegos relacionados con la estrategia, como el shōgi. Disfrutaba como un niño pequeño buscando agujeros en el posicionamiento del rival. Y, cuando no lo conseguía, se frustraba.

Se frustraba mucho.

Escuchó lo que decían sus superiores y lo cierto es que se sentía identificada.

— Yo creo que si me encontrase con alguien capaz de ejecutar Genjutsus minimamente decentes, también estaría perdida. — confesó bajando la mirada. — Hay algo en ellos que no acabo de comprender, tal vez sea tonta pero no se me dan nada bien. Ni el Kai, ni un Genjutsu básico he sido capaz de aprender. Con lo rápido que aprendí el Fuinjutsu...

Se sentía tremendamente básica cuando ellos hablaban de volar y de Genjutsus auditivos. ¿Auditivos? ¡Ella moriría hasta con los olfativos! Si es que existían. Lo de volar le era más bien indiferente, solo era cuestión de tiempo y entrenamiento que ella llegase a dominar ese poderoso arte. Y con la elegancia del Doton, nada menos.

La voz de Datsue no la tranquilizó, a menos al principio, cuando recordó en su mente como se había quedado sin visión contra alguien que podía localizarla sin todavía saber cómo. ¿Sería el Genjutsu auditivo del que hablaba él? Pero luego sonrió, sí, al menos había logrado dar un Raiton.

—A ver, siempre puedes utilizar tus poderes bijuuescos, pero creo que está contra las normas —bromeó.

— Yo creo que si me encontrase con alguien capaz de ejecutar Genjutsus minimamente decentes, también estaría perdida. —confesó Hana, agachando la cabeza— Hay algo en ellos que no acabo de comprender, tal vez sea tonta pero no se me dan nada bien. Ni el Kai, ni un Genjutsu básico he sido capaz de aprender. Con lo rápido que aprendí el Fuinjutsu...

—Yo no soy una experta tampoco, la verdad es que no me gusta mucho y me cuesta... —confesó ella—. Agh, qué complicado, ojalá supiera contrarrestarlos...

Datsue esbozó una sonrisa pícara. Resultaba que a él sí se le daban bien los Genjutsus. Aunque la gente tenía la extraña manía de dejar de mirarle a los ojos en cuanto activaba el Sharingan.

—Bueno, siempre podéis autoinfligiros dolor, ¿sabéis? Para la mayoría de Genjutsus funciona. Clavaos un kunai en el antebrazo y solucionado. —¿Doloroso? Por supuesto. De lo contrario, el truco no funcionaría.

—Bueno, siempre podéis autoinfligiros dolor, ¿sabéis? Para la mayoría de Genjutsus funciona. Clavaos un kunai en el antebrazo y solucionado.

Allí estaba un Jounin de su villa aconsejando que se claven kunais en el antebrazo.

— El plan no es malo, Datsue-kun. Pero acabaría como un colador si por cada Genjutsu tuviese que clavarme un kunai. Además... no tengo kunais.

¿Por qué siempre que hablaba con Datsue y Eri acababa pareciendo una niña de preescolar haciendo como que es kunoichi? Siempre hablaban de cosas de alto nivel y cosas que eran lógicas para cualquier ninja y ella siempre acababa desvelando alguna de sus muchas debilidades. ¿Por qué no podía ser tan buena ninja como ellos?

No tenía ni el equipamiento básico de un ninjas, no sabía cómo combatir Genjtusus, acababa de perder su combate y encima se había quedado ingresada un día más por idiota. Por idiota y por débil, porque no había podido aguantar ni un sedante. ¡No podía seguir así! ¡Tenía que madurar!

Y agarró el vaso al que estaba ligada emocionalmente aquel día con más fuerza porque ahora era una chica fuerte e independiente.

Si tuviera que clavarse un kunai por cada Genjutsu al que se exponía, se haría más daño ella misma que su contrincante. Pero era cierto: autoinfligirse daño lograba sacarse a sí mismo de un Genjutsu, o al menos con la mayoría.

— El plan no es malo, Datsue-kun. Pero acabaría como un colador si por cada Genjutsu tuviese que clavarme un kunai. Además... no tengo kunais.

—¿Necesitas ir a comprar kunais? Quizá deberías tener uno o dos... Son útiles —dijo Eri sobre el tema—. Igualmente tienes un buen punto, o el Kai... Claro... Pero no todos saben el Kai —se cruzó de brazos—. Ayame es una contrincante muy temible, a ver qué tal le va con... ¿Daigo, era? No soy buena con los nombres...

Datsue esbozó una sonrisa sincera ante el comentario jocoso —y realista, para desgracia de ella— de Hana. Además, por mucho que aprendiesen el Kai, se necesitaba un control y una maestría exquisita para que surgiese efecto. En experiencia del Uchiha, rara vez sucedía esto.

—Bueno, mejor quedar como un colador a que te rebanen el pescuezo mientras vives dentro de la ilusión —respondió, algo más tétrico de lo que hubiese pretendido. Respecto al combate entre Ayame y Daigo, Datsue no tenía dudas al respecto—. Juegan en ligas diferentes. Por mucho que nos pusiesen a todos en la misma categoría, no tengo dudas de que Ayame ganará.

Daigo era fuerte para ser un kusareño, eso tenía que reconocérselo. Pero tenía un gran punto débil: era jodidamente lento. Mientras tanto, ese era precisamente el punto fuerte de Ayame. Eso, combinado con los Genjutsus y la posibilidad de volverse agua ante las múltiples técnicas de Taijutsu que manejaba el kusareño, hacían del resultado del combate algo evidente para el Uchiha.

«Aunque siempre se puede dar la sorpresa».

De hecho, ya había sucedido en aquel torneo. Datsue habría apostado el sueldo de un mes por Eri en su combate contra Roga, y lo habría perdido todo. Los combates no eran, después de todo, matemáticas. Influían demasiadas cosas invaluables como para que lo fuesen. La táctica de cada contrincante. Su imaginación en un momento dado. La capacidad de improvisación. Lo inspirado que se hubiese levantado aquel día. ¡La misma suerte, en ocasiones!

—¿Necesitas ir a comprar kunais? Quizá deberías tener uno o dos... Son útiles . Igualmente tienes un buen punto, o el Kai... Claro... Pero no todos saben el Kai . Ayame es una contrincante muy temible, a ver qué tal le va con... ¿Daigo, era? No soy buena con los nombres...

—Bueno, mejor quedar como un colador a que te rebanen el pescuezo mientras vives dentro de la ilusión . Juegan en ligas diferentes. Por mucho que nos pusiesen a todos en la misma categoría, no tengo dudas de que Ayame ganará.

Hana miraba a un lado y a otro como en un partido de tenis. Al mismo tiempo pensaba una y otra vez: "Pobre Daigo". Por como hablaba Datsue, parecía que Daigo era el saco de entrenamiento de la primera división. Esperaba que no fuese así, pero también esperaba que si tenía que ganarle a alguien, fuese a un amejin u otro kusajin. Uzushiogakure debía quedar tan alta como fuese posible.

— Tampoco voy desarmada por el mundo, tengo mi Kodachi. Pero no pienso clavarme la katana cada vez que me hagan un Genjutsu. ¿No valdría con un pellizquito? ¿Tal vez con una bomba sonora? No sé, cualquier cosa que no involucre desangramiento.

Preguntó, más bien implorando al cielo.

No sabía qué era mejor, si ser un colador o morir desangrada. Ella se llevó, por instinto, una mano al cuello, donde Rōga había hincado las fauces de un feroz lobo en su combate. Lo había sentido tan real que todavía sentía un cosquilleo en el lugar. Pero no había sido nada, solo una ilusión.

Una traicionera ilusión.

—Juegan en ligas diferentes. Por mucho que nos pusiesen a todos en la misma categoría, no tengo dudas de que Ayame ganará.

—Yo también lo creo... Y no conozco a Daigo, así que no debería decirlo, pero Ayame... Es mucha Ayame.

No conocía a Daigo, pero ella animaba ya a Ayame en el fondo. Había perdido contra ella, pero porque no podría rivalizarla. Era buena, y, seguramente, podría haber llegado a la final.

Hana preguntó sobre hacerse un pequeño pellizco o algo parecido para salir de un Genjutsu, pero ella no lo sabía del todo. ¿Acaso eso valdría?

Un pellizco, decía la canija. ¡Ja! ¡Eso era como pretender disipar una bomba de humo soplando!

En cambio…

—Oye, lo de la bomba sonora está muy bien pensado. Nunca vi a nadie usarla como método defensivo ante una ilusión, pero creo que funcionaría —tuvo que reconocerle. «¡Muy bien pensado, Hana!»—. A todo esto, ya sé qué pasó con Yume y esa carta de Akame.

El súbito cambio de tema no se debió a otra cosa mas que se acordó de pronto.

—Uchiha Raito me lo contó todo hace un par de días —reveló, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

—Yo también lo creo... Y no conozco a Daigo, así que no debería decirlo, pero Ayame... Es mucha Ayame.

"Y Daigo mucho Daigo..." pensó Hana mientras miraba los diferentes contrastes que podía tener su vaso transparente, dandole vueltas sin parar en las manos. Realmente solo apoyaba, bueno, "apoyaba" a Daigo porque era conocido. Ayame no. Además, Ayame era la mejor amiga de Eri. ¡Ella debía ser la mejor amiga de Eri! Eso las convertía en enemigas aferrimas.

— A todo esto, ya sé qué pasó con Yume y esa carta de Akame.

Alzó la mirada de inmediato, clavandola en Datsue. Entonces recordó que era Datsue, iba a dar más vueltas que una peonza antes de ir siquiera cercanamente al grano.

—Uchiha Raito me lo contó todo hace un par de días

Le importaba cero quien se lo había dicho. Como si se lo había dicho una ardilla hasta arriba de cafeína. Lo importante era el mensaje.

— ¿Y...? — inquirió Hana a sabiendas de que hasta que no insistiesen ella o Eri o ambas, Datsue no iba a soltar prenda.

Todo se focalizó en un tema de conversación: Akame, de nuevo.

—A todo esto, ya sé qué pasó con Yume y esa carta de Akame.

Eri miró a Datsue, posando sus acuosos ojos en los oscuros de él, esperando por conocer aquella información que él tenía y las otras dos chicas no.

—Uchiha Raito me lo contó todo hace un par de días.

Se le secó la garganta. Venía de su propio sensei, así que era real, verídico... Hana instó al Uchiha que continuase, y ella solo lo miraba, esperando su respuesta como agua de mayo.

Suspiró.

—Yume se lo contó a Hanabi —dijo, con cierto alivio. De lo contrario, Yume ahora mismo estaría en serios aprietos—. Iban a elaborar un plan para intentar cazarle, pero entonces se produjo esa famosa explosión que hizo descarrilar un tren entero y, bueno, todo fue un poco caótico. Quizá por eso, quizá por otra cosa, pero Uchiha Akame nunca se llegó a presentar a la cita.

Datsue hablaba, por supuesto, de la más que misteriosa explosión producida en las ruinas abandonadas de la Planicie del Silencio, que tantas incógnitas había levantado.

—Yume se lo contó a Hanabi . Iban a elaborar un plan para intentar cazarle, pero entonces se produjo esa famosa explosión que hizo descarrilar un tren entero y, bueno, todo fue un poco caótico. Quizá por eso, quizá por otra cosa, pero Uchiha Akame nunca se llegó a presentar a la cita.

Hana sumó dos y dos, pero le dieron decimales.

— Entonces... ¿Akame murió en la explosión o la provocó él porque sabía que le habíamos pillado?

Preguntó inocentemente mirando a Datsue. Si no se había presentado a la cita, igual estaba en el tren yendo hacía allí justo cuando explotó y murió. Aunque tal vez asumir que un criminal de ese calibre está muerto porque no se presentó a una cita era arriesgado. Pero...

El hecho era que Yume había acudido directamente a Hanabi pero nunca se habían encontrado. Querían tenderle una trampa, y no funcionó. Eri suspiró, de nuevo, todo quedó en cenizas. Como si realmente Uchiha Akame estuviera muerto.

Pero no lo estaba, y ellos lo sabían.

¿Y si él fuera el causante de la explosión?

— Entonces... ¿Akame murió en la explosión o la provocó él porque sabía que le habíamos pillado?

Hana pareció leerla el pensamiento.

—Puede ser, quizá lo había previsto... No tengo ni idea, la verdad, pero todo apunta a que no se presentó y causó la explosión él —añadió Eri, mirando a Datsue por si tenía más información a cerca del tema.