Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Era uno de esos días fríos del otoño, de esos que uno no encuentra fuerzas para salir de la cama. Miraba por la ventana de mi habitación y las ramas ahora desnudas de los árboles se movían al son del viento gélido. Una visión que no invitaba a hacer nada provechoso, pues odiaba el frío más que nada en este mundo, aún así, reuní fuerzas suficientes para salir de casa y tratar de descubrir que me depararía el día de hoy.
"Maldito frío" Pensé malhumorado
Era todavía temprano y aún estaba oscuro, los tenderos de la aldea comenzaban a abrir sus negocios al público, tanto era así que justo salía de casa y mi madre me sorprendió cuando abría su pequeño local de comestibles que se encontraba justo debajo de nuestra casa. Mi madre, de la que heredé su pelo rojizo, iba ya ataviada con su uniforme de trabajo, y antes de que me perdiera de vista me llamó con esa voz tan delicada, tan característica de ella.
-Hijo, ¿Te marchas de nuevo? Preguntó melancólica. Cierto era que desde lo que sucedió con mi abuelo, estaba un poco distante con ella.
"Que pesada..."
-Si madre, me marcho, no se cuando volveré. Le respondí con cierta indiferencia, ya que no tenía nada de ganas de entretenerme a hablar con ella.
-Si tal vez, quién sabe...quizás cuando regrese, me quede más tiempo por aquí.
"A ver si me deja ya en paz!"
-¿En serio? Que alegría oír eso!. Parecía que esa noticia fue del agrado de mi madre, le cambió la cara, se le notaba en la voz. Iba a decirme algo más pero la interrumpí.
-Ya...bueno, ahora debo marcharme. Hablaremos cuando regrese, te lo prometo.
-..., ten cuidado, donde quiera que vayas.
-No te preocupes por mí, se cuidarme bien solo. Continué mi marcha y me despedí alzando un brazo.
Seguía caminando con cierta idea de a donde quería ir, hacía unas semanas que deseaba hablar con Kenzou-sama, pero como era costumbre, siempre estaba muy ocupado y no quería interrumpirle con tonterías mías. Aún así, seguí mi rumbo hacía el edificio del Morikage para tratar de averiguar si podía ser de utilidad, llevando a cabo alguna tarea, puesto que para eso me había graduado.
"Desde que me gradué, no he sabido noticias de los ANBU y compañía..."
Y una vez más, las casualidades de la vida, fui sorprendido por aquello que andaba buscando. De repente y de la nada, se materializó un ANBU que me agarró por el cuello. al principio me alarmé, pero pronto me di cuenta de que ese agarré me resultaba familiar
-Estás muerto, otra vez!. Dijo me agresor con voz ronca, claramente con la intención de ocultar su tono de voz real.
"Esa voz... me resulta familiar..."
Miré de reojo y reconocí aquella máscara tan característica, una máscara demoníaca de color rojizo. Se trataba de Kintaro, uno de los ANBU que me ayudó hace tiempo con mi Kinjutsu, era el mejor especialista en asesinato, sin duda.
-Algún día te cazaré antes de que me atrapes. Salió de mi boca con convencimiento.
-Ey!, ey!, sigue soñando chaval. Dijo con tono burlón mientras me liberaba.
Me giré hacía él y le contesté con alegría. -Cuánto tiempo sin verte, ¿Cómo va todo?
Ante mi pregunta, Kintaro se llevó las manos a los bolsillos y tomó una pose despreocupada. -Bien, bien, cortando gargantas como siempre.
-Ahmm..."Que tío más chungo..." Una respuesta obvia a la par que inesperada, al oírle, no pude evitar una mueca al imaginarle en plena faena.
-Vengo de parte del Morikage, era consciente de que querías verle y me ha dado esta nota para ti. Sacó su mano diestra del su bolsillo y me dió una pequeña nota. La cogí y comencé a leer por encima, parecían unas instrucciones. "De qué tratara" Estaba tan entusiasmado que no era capaz de asimilar aquello que leía, pero Kintaro me echó una mano con ello.
-Bueno, como verás es una especie de misión, lo que pasa es que no habrá en esta ocasión ninguna remuneración económica. ¿Te interesa? Preguntó con un tono de intriga.
-El dinero es lo de menos!, yo solo quiero demostrar que ya estoy preparado para llevar a cabo misiones!. No me interesaba el dinero, solo quería demostrar que era útil para la villa.
-Bien, bien, esa respuesta le agradará a Kenzou-sama.
Kintaro tomó una pose más seria y dio paso a explicarme el contenido de aquel papel. Por mi parte, presté toda la atención que me fue posible. Quería llevar a cabo dicha misión a la perfección.
-Hay un pequeño pueblo fronterizo con el país de la Tormenta, en el paraje del Bambú llamado Buraitoribā. Tienen problemas con los bandidos y con una desaparición. Como no pueden pagar nuestros servicios, Kenzou-sama prometió a los habitantes que mandaría alguien capaz para solucionar el problema. "Oh!, Kenzou-sama me considera capaz..."
-Oh! ha pensado en mi...
-Si Yoshi, Kenzou-sama te tiene en buena estima, puedes sentirte orgulloso. Eso si, debes saber que la Arashikage también enviará a otro shinobi. Y tendréis que cooperar juntos para solucionar el problema. ¿De acuerdo?
-Me parece bien, no habrá problema, supongo...
-Debes hacer un esfuerzo y cooperar, para mantener el pacto ¿Si?
-Lo se, lo se, no os preocupéis. Podéis contar conmigo.
-Muy bien entonces. Dijo con los brazos abiertos. -Puedes partir cuando quieras, en el documento que te he entregado hay más detalles. De repente, cuando acabó de hablar, desapareció delante de mis ojos.
-Partiré ahora mismo.
Y así fue, el camino al paraje de Bambú me resultaba familiar, por lo que llegué sin problemas a mi destino. Después de casi un día de viaje. Me encontré ese pequeñito pueblo del que me habló Kintaro. Puesto que a la entrada del mismo, encontré un poste que ponía lo siguiente "Bienvenido a Buraitoribā"
"Bandidos y una niña desaparecida...Iré a hablar con la máxima responsabilidad del pueblo para que me ponga al día"
Entré al poblado por un camino que atravesaba el pueblo de punta a punta, se veía bastante solitario. Y con claros signos de a ver sufrido ataques recientes.
La joven kunoichi se disponía a dar buena cuenta de su desayuno, sentada frente a una pequeña mesa que hacia las veces de comedor en aquel diminuto estudio que le había cedido Amegakure para residir. La mesa se encontraba pegada a un pequeño tabique que separaba la cocina del dormitorio-comedor, con la puerta principal justo a su espalda.
Frente a ella, se disponía sobre una bandeja varios cuenquitos en los que repartía la comida. En uno de ellos tenía arroz, en otro una mezcla de verduras pasadas a la plancha, en otro unos edamames y por último, sobre un plato independiente y rectangular, yacía un par de sardinas.
La pelinegra se preparaba ya para dar buena cuenta de sus viandas, cuando una figura se coló por la ventana que tenía abierta junto a su cama. Tomoe ni siquiera se inmuto, sabía perfectamente quién era así que siguió que sin más dilación tomó con sus palillos un poco de pescado y se lo llevó a la boca.
La figura por su parte, dio un par de pasos hasta sentarse sobre la esquina de la cama que quedaba casi a la altura de donde la chica se encontraba sentada.
—Que madrugadora— dijo una voz femenina levemente amortiguada por aquella siniestra máscara blanca con dos simples gestos curvos de pincel a modo de ojos
—¿Qué quieres?— se limitó a responder la chica antes de llevarse el siguiente bocado de su desayuno hasta su boca
—Tan amable como siempre...— se lamentó la enmáscarada mientras ladeaba la cabeza en señal de disconformidad con su comportamiento —Deberías de tratar de ser más simpática o morirás sola— le advirtió medio en broma medio en serio
—Gracias por el aviso— la Uchiha lanzó una mirada no muy agradable a su interlocutora —pero creo que es un riesgo que asumiré—
—Ya veo— respondió la mujer entre risas —¿Cómo te encuentras?—
—¿A parte de aburrida?— la kunoichi volvió a tomar otro bocado de su desayuno
—Eso ya lo suponía— admitió la mujer —pero sabes a lo que me refiero...— esta vez se notaba que hablaba de algo más serio
—Sigo con la misma dosis...— respondió la chica sin darle mucha importancia —Hace más de un mes que no he necesitado subirla—
—Eso son buenas noticias— se notaba que la respuesta la había dejado mucho más tranquila
—¿Eso es todo?— apremió la muchacha que deseaba terminar de comer sola
—Gruñona— replica que seguramente acompaño Mitsuki con una mueca en su rostro, pero jamás se sabrá —No, no estoy aquí solo por eso—
—Eso ya es más interesante— tuvo que admitir la joven que sin embargo, prosiguió con su desayuno
—Me alegro que te lo parezca— comenzó la ex-anbu con tranquilidad —La Amekage me ha pedido que encontrase a alguien para realizar un pequeño encargo...—
—¿Una misión?— le cortó la chica que ahora sí atendía a su interlocutora al cien por cien
—No y sí— fue la respuesta de primeras
—Eres muy ambigua— protestó la joven
—Déjame hablar y te lo explicaré— se quejó Mitsuki
—...— Tomoe quiso replicar, pero decidió que su silencio podría ser más productivo
—Así me gusta— se regodeó un poco más en el silencio antes de continuar —Al Sur, lindando con el País del Bosque hay una pequeña Aldea. Es tan pequeña que ninguno de los grandes países la han reclamado como suya. En parte por que no tienen nada que ofrecer— informó a la joven —Se llama Buraitoribā y vive de lo que sus aldeanos cultivan. Hace unas dos semanas, una chica desapareció en el Bosque de Bambú próximo a la Aldea. La buscaron pero no lograron encontrarla—
—Así que nos han pedido ayuda para encontrar a una niña— se lamentó la kunoichi cuyas ganas de atender iban disipándose con cada palabra
—Sí, pero como no tienen suficiente dinero y ninguno de los señores feudales quieren hacerse cargo de su protección, no podemos atenderla por la vía ordinaria— contestó Mitsuki con tranquilidad —Sin embargo, tanto Kenzou-sama como Amekage-sama, decidieron enviar un shinobi de baja graduación pero con aptitudes para ayudar—
—Y me a tocado a mí ¿no?—
—No, te estoy dando a elegir si quieres o no cumplir este encargo— apuntó la ex-anbu para dejar bien claro que no la estaba obligando
—¿Y si me niego?— inquirió la chica
—Buscaré a otro— la repuesta fue rápida y sincera —Pero me gustaría recodarte, que en esta aldea hay mucha gente que piensa que debimos de haberte matado el día que te encontramos y considero que sería una buena oportunidad para demostrarles que están equivocados— argumentó la mujer para tratar de convencer a su testaruda protegida
—...— Tomoe guardó silencio
—Sabes también como yo que Yui-sama te aprecia, al igual que te aprecio yo— comenzó la mujer — Sé que este encargo es una maldita basura y igual que sé que seguramente lo único que harás será localizar un maldito cadáver... pero es una buena oportunidad para ti—
—Esta bien...— Tomoe suspiró al tiempo que elevaba la cabeza levemente hacia arriba —Lo haré... ¿Dónde dices que tengo que ir?—
—Así me gusta— celebró la mujer mientras se levantaba de la cama y sacaba un viejo mapa de entre sus ropas
La joven kunoichi hacia un rato que se había adentrado en el País del Bosque, ataviada con su vieja capa de viaje que la mantenía a salvó del viento otoñal que recorría todo aquel bosque de bambú.
Tomoe seguía el viejo sendero que le había indicado Mitsuki, según le dijo le llevaría directamente hasta la aldea y sería más seguro que atravesar aquel laberinto de bambú. Así que la muchacha una vez en la buena dirección, decidió sacar el pequeño pergamino donde estaba el resto de las instrucciones sobre aquel inusitado encargo. Desenvolvió con cuidado el papel y lo extendió. Apenas había unas cuantas líneas, las cuales leyó a toda velocidad.
"Así... que colaborar..." fue lo primero que se clavó en su mente "Maldita Mitsuki... si me llegas a decir esto..." se lamentó la chica mientras apretaba el pergamino con fuerza en su puño derecho "Pero bueno... ya estoy aquí y dije que lo haría..." se recordó. Guardo el pergamino de nuevo en su porta objetos y siguió caminando tratando de asimilar que le tocaría trabajar con alguien "Al menos espero que sea competente"
Sus pasos no tardaron mucho en llevarla hasta la entrada de la aldea, que no era más que una decena de casas alrededor de una pequeña plaza. Todo de aspecto muy tradicional y algo anticuado para gusto de una Amegakuriense... pero la verdad es que le importaba bien poco, ella solo quería llegar, encontrar a la niña o su cadáver y largarse de allí lo más pronto posible.
La kunoichi se detuvo en medio de la plaza, junto a un viejo pozo con abrevadero. Todo parecía estar tranquilo y no veía a nadie fuera de sus casas, así que decidió pasear la vista por los edificios tratando de localizar alguno que pareciese mejor que los demás (tarea bastante complicada)
La verdad que era un pueblo de mala muerte, algo que me hacía pensar ¿Que motivo podría tener la gente de éste pueblo en vivir aquí? Pero después recapacité y borré esas cuestiones de mi cabeza que no venían al caso. Seguí caminando por aquella carretera improvisada, las casas eran muy parecidas entre sí, y si quería encontrar al alcalde no tendría más remedio que preguntar.
"¿Están todos atrincherados en sus casas o que pasa aquí?"
-¿Hola?¿Hay alguien aquí? Grite por si algún aldeano me oía y salía de su escondite.
Finalmente el camino me condujo lo que vendría a ser una especia de plaza, con un humilde pozo en el centro. Forcé la vista y resultó que había alguien allí.
"Mira tu por donde!, preguntaré a ese mendigo"
-Disculpe! Exclamé.
Inicié una pequeña carrera hacía aquella persona, y cuando más cerca estaba de él, me extrañé, porque aquel semblante me resultaba incómodamente familiar. Tragué saliva, esa capa roída y pasada de moda la había visto en otro lugar.
"Ostias no jodas!, si es Tomoe la amargada"
Intenté disimular mi desilusión cuando me di cuenta de que ella era la enviada de Amegakure para la misión. También sabía que a ella tampoco le haría gracia verme de nuevo. Intenté decir algo ingenioso.
-Hola de nuevo Tomoe. Curioso ¿Verdad? El mundo es un pañuelo. Terminé la frase con una breve risa nerviosa.
"Pufff va a ser un estorbo en la misión de cuidado"
La kunoichi rastreaba el lugar buscando algún indicio de vida o alguna casa que tuviese posibilidades de ser la del alcalde de aquella pequeña villa, pero por más que miraba no acababa de encontrar ni la una ni la otra.
"Parece que no hay nadie en todo el pueblo" fue a la conclusión que llegó la chica, pues no era natural que en un pueblo tan pequeño y justo antes del mediodía, no hubiese tráfico de personas por los alrededores. Además las chimeneas desvelaban que no había fuegos encendidos en ninguna casa y eso, justo antes de comer, era aún más extraño "Debe de haber ocurrido algo para que estén todos fuera de sus casas..."
Sin embargo, la joven no tendría mucho tiempo para seguir con sus deducciones, pues se vió interrumpida por los gritos de un extraño que corría hacía ella. La chica se volteó y con, una sola mirada, comprobó que no se equivocaba. Aquel pelirrojo tan familiar se dirigía hacia ella, trotando suavemente
"Le falta venir saludando con la mano para quedar como un retrasado total..." fue lo primero que pensó antes de reconocer a aquel pelirrojo de ropas, cuanto menos, llamativas "Mierda... no me jodas... ¿él?" el peso de la decepción casi la hace estamparse contra el suelo, ¿Cómo podía haber tenido tanta mala suerte? "Me han enviado al más tonto de toda kusa... me las pagarás Mitsuki"
El chico llegó hasta su altura, deteniendo su carrera y saludándola un poco contrariado. Tomoe no sabía muy bien si intentaba romper el hielo, ser amable o simplemente era estúpido, pues aquella sonrisilla al final casi la sacó de quicio.
Quizás fuera por el incidente anterior, pero el humor de la pelinegra había caído en picado.
"Maldito sea el día en que dije que sí..." se lamentó la chica mientras clavaba su mirada en el recién llegado "Bueno, no importa. Haré lo que he venido a hacer y me largaré. Cooperar no es obligatorio... mientras encuentre a la niña"
La kunoichi se dió la vuelta sin ni siquiera dirigirle la palabra, echando a caminar hacia una de las casas para comprobar que no había nadie.
Tomoe me ignoró por completo, se giró con desprecio sin decirme absolutamente nada, solo le faltó escupirme en la cara.
"Ainssss, que difícil es ganarse el corazón de una mujer..."
Me quedé al lado del pozo observando como Tomoe curioseaba las casas, supongo que estaría buscando a alguien con quién hablar, ya daba por sentado que conmigo no quería nada de nada, y eso que yo la trataría como a una reina. Pero que se le iba a hacer, siempre eran las mujeres quienes decidían en estos temas del amor.
-Pero será terca...Susurré fustrado para que no me oyera, mientras le daba una patada a una piedra.
Tomoe, ya se había acercado a inspeccionar unas tres casas, todas muy similares entre sí. Se acercaba a la puerta principal, tocaba a la puerta, nadie contestaba. Miraba por las ventanas y pasaba a otra. Habían algunas ventanas que estaban tapadas con tablones desde dentro. Y el silencio era sepulcral a la par de inquietante.
Finalmente, Tomoe se acercó a una nueva casa en donde se podía observar, que habían arrancado un tablón justo en la fachada de la vivienda. Era obvio por que se podía apreciar el contraste de la madera y cuatro orificios, que en su momento irían los clavos. Iba a proceder a llevar a cabo el mismo ritual, pero como era de esperar en Tomoe, aquella nueva pauta le hizo sospechar, ya que tocó a la puerta ésta vez y, se echó hacía un lado.
"¿Que habrá descubierto?" Pensaba expectante.
De repente la puerta se abrió con brusquedad, tan brusco fue que la puerta se soltó de las bisagras cayendo al suelo, levantando una polvareda. Detrás de ella, estaba el causante, era un hombre alto y fuerte de pelo oscuro, ataviado con un pañuelo en el rostro para ocultar su identidad. De un solo brazo, cargaba a un anciano famélico de coronilla calva, y los pocos pelos que le quedaban era canosos, con un prominente mostacho, que lo tenía sujeto del cuello con su poderosa mano.
-Vaya, vaya, vaya...¿Pero que tenemos aquí? Mira carcamal. Exclamó el gorila imponente, haciendo un juego de muñeca para que el pobre anciano cruzara la vista con su agresor. -Una princesa vino a salvarte. La cara del pobre anciano rozaba ya el azulado a causa de la falta de aire, que sollozaba sin consuelo.
-PUES HAS LLEGADO TARDE ZORRA!! Gritó a los cuatro vientos, causando un estridente eco por las abandonadas calles de aquel humilde poblado. Yoshimitsu pudo observar desde su posición como dos individuos aparecieron a carcajada limpia en los tejados, y se posicionaron armados con arcos. El gorila, mostró su mano libre, portaba un puñal de tamaño considerable y comenzó a asestarle puñaladas en el pecho con ensañamiento a aquel anciano, en el que poco a poco, su vida se iba desvaneciendo, con su mirada perdida inerte, fijada en el vacío.
Cada puñalada provocaba un reguero de sangre que si Tomoe no se apartaba recibiría de lleno.
Yoshimitsu iba a posicionarse para ayudar a Tomoe, pero sabía que estaba muy enfadada él, esperaría preparado por si pedía ayuda, de lo contrarío, se quedaría viendo como se desenvolvía en acción.
El instinto de la Uchiha no había fallado, desde el interior de aquella casa surgió un coloso si se comparaba con la altura de aquella cría de tan sólo doce años. Aquel tipo debía de rondar el uno noventa y quintuplicar el peso pluma de la pequeña. Ocultando su rostro con un pañuelo, el tipo salió desde el interior sosteniendo con una facilidad pasmosa a un pobre ancioano agarrado por la garganta.
El gigantón clavó su mirada en la kunoichi y dio por sentado que esta venía al rescate de aquel pobre viejo, nada más lejos de la realidad. La Uchiha le devolvió la mirada con frialdad, no le importaba lo más mínimo lo que estuviese sucediendo allí, su misión era otra. Sin embargo, algo le hizo sospechar que no sería tan fácil evadir aquella confrontación pues seguramente su misión y aquello estaría relacionado
"Parece que esto va estar más interesante de lo que parecía en un principio" el tipo por su parte seguía burlándose de la pequeña, pues a su altura esta no era más que un humilde insecto... al menos en tamaño.
El tipo lejos de relajarse, comenzó a gritar que había llegado tarde y con la misma intensidad que la de su voz, comenzó a trinchar al anciano a puñaladas como si de un pollo el día de acción de gracias se tratase.
La Uchiha ni siquiera se movió del sitio, se había quedado allí quieta. El sonido del puñal atravesando la piel, la sangre derramándose a borbotones y los gemidos de dolor del anciano les eran extrañamente familiares. Había escuchado aquello hacía mucho tiempo, tanto tiempo que no podía siquiera recordar "¿Por qué me siento así?" ella no lo sabía, pero cuando tan sólo era un bebé había presenciado la muerte por apuñalamiento de varias personas y aquel sonido se había quedado grabado en su subconsciente.
La sangre del anciano cayó sobre su rostro y sus ropas, estaba aún cálida y era espesa, resbalaba perezosamente por su piel. El sonido de las puñaladas resonaba junto con las risas del asesino y dos secuaces que parecían estar sobre el tejado.
"¿Por qué...?" Tomoe notaba una sensación extraña, era un sentimiento lejano como los ecos de aquella vieja cueva que había visitado con Ishimura. Aquel anciano no le importaba lo más mínimo, no le conocía de nada y sin embargo, algo dentro de ella clamaba justicia. Una furia contenida por el tiempo comenzaba a desatarse dentro de ella.
La chica decidió hacer caso a su corazón, deseaba luchar y es lo que haría. No le importaba no tener ninguna razón, sólo sabía que debía de luchar. Llevó lentamente su mano derecha hasta la empuñadura de su wakizashi, la cual ocultaba bajo su capa, enfundada y atada a su espalda. A la vez, acercaba su mano izquierda hasta su portaobjetos mientras flexionaba levemente el cuerpo. Era muy consciente de que su rival era bastante más fuerte que ella físicamente, pero su tamaño y aquella musculatura seguramente le harían bastante más lento que ella. El único problema eran los dos tipos del tejado
"La única opción es pelear cerca de la pared..." la chica clavó sus ojos violeta antes de lanzarse al ataque. Como si de una tigresa se tratase, de repente se abalanzo hacia su oponente. Con la mano izquierda lanzó un shuriken directo al pecho de su oponente, forzaría el movimiento mientras ella aprovecharía para atacar las piernas de su rival con su wakizashi. Pues la joven corría en dirección a la pierna derecha, aún sin desenvainar su espada. Esperando estar a la altura de su objetivo y con un giro de cuerpo, desenvainar la espada para herir la parte posterior de la rodilla de su oponente y retirarse hacia el interior de la casa.
Aquel grotesco gorila, siguió apuñalando a aquel desgraciado anciano con cara psicótica mientras clavaba su mirada en Tomoe. Cuando se dio cuenta de que aquel espectáculo truculento no sirvió para intimidar a la joven kunoichi, comenzó a reír como un sádico, apreciando como Tomoe se bañaba en sangre.
-JA ja JA ja, contigo me voy a divertir mucho princesita.
Cuando Tomoe reaccionó y fue en busca del arma que llevaba a su espalda, el brutal asesino dejó de apuñalar al cadáver, y lo arrojó a la joven kunoichi como si de un pelele se tratara. El lanzamiento iba directo hacía ella, y a causa de la fuerza del lanzador se dirigía a bastante velocidad, dando poco margen a maniobras.
-No, no, no, princesita. ¿No irás a hacerme daño? ¿Verdad? JAjajaja. Siguió riendo como un auténtico chalado.
Por otro lado, no había rastro de Yoshimitsu. Tomoe tendría que lidiar con aquel armario humano, vigilando sus espaldas, pues estaba siendo acechada por dos arqueros. La única suerte sería que fueran pésimos francotiradores.
Estado bandidos
• PV arqueros: 60 • CK: ?
• PV asesino jefe: 125 • CK: ?
Daño ataques
Flechazos de los arqueros -15 PV
Gran machete oxidado del asesino jefe -25 PV
Explicaciones
Los arqueros cargan sus arcos y comienzan a apuntar
El grandullón arroja a Tomoe el cadáver del anciano (-10 PV por impacto y derribo posterior)
El tipo se preparó para lanzar el anciano contra Tomoe, cargando el brazo. La chica intuyó rápidamente lo que pretendía su oponente, así que desenvainó a toda velocidad para golpear el cuerpo inerte del anciano con la empuñadura de su wakisashi en el aire y desviarlo lo suficiente como para evitar el impacto, a la vez que ella se desviaba hacia su derecha, quedando justo pegada a la pared. De esta manera había evadido el ataque de su oponente y se resguardaba bajo el filo del tejado, ocultándola de los tiradores.
"Si lo derribó todo será más fácil..."
La chica aún sostenía en su mano izquierda el shuriken que no le había dado tiempo a lanzar, mientras en la derecha mantenía su wakisashi en guardia, entre ella y su oponente. Sin más dilación de la estrictamente necesaria para recomponerse, la chica lanzó el shuriken hacia el brazo que sostenía la espada, a la vez que se abalanzaba hacia su oponente velozmente, buscando de nuevo dar un golpe certeró en alguna de las dos piernas de su enemigo
"Acabemos con esto rápido..."
Mientras tanto, el otro chico parecía esperar a que algo remotamente probable sucediera. Si el muchacho esperaba que Tomoe pidiese ayuda, era algo más que un iluso
El cadáver del difunto anciano fue directo hacía Tomoe que gracias a su fuerza, muy poco frecuente en una niña de su edad, logró interponer en su trayectoria la empuñadura de su wakisashi, desviando lo suficiente el proyectil humano para que saliera ilesa, a la par de desplazarse hacía la pared logrando cobertura frente a los arqueros.
Pero el asesino no se quedó esta vez contemplando la reacción de la muchacha y fue en su busca con paso firme y emitiendo bufidos, y con su gran machete aún ensangrentado en la vanguardia. Sus intenciones eran claras, se acercaría lo suficiente a Tomoe para asestarle un tajo horizontal a la altura de su pecho con un grácil y potente barrido de brazo seguido de un fuerte gruñido. Aún así surgió algo inesperado, el gorila jamás imaginó que rebosara tanta determinación en la kunoichi, que le arrojó antes de que comenzará su maniobra un shuriken que fue directo al brazo en el que blandía su arma, y a continuación saltó hacía él, precipitando los acontecimientos todavía más.
El arma arrojadiza fue directo en el blanco, se oyó un golpe seco que demostró que el corté no solo atravesó sus ropas, sino algo más que simple piel. Pero gracias a su imponente físico, solo sirvió para que emitiera un leve quejido y siguió su camino hacía su presa.
De mientras, afuera de la casa ocurrió algo repentino, se oyó una fuerte explosión, tan fuerte que retumbó hasta en los cimientos de la casa en donde ahora se encontraba Tomoe, la explosión fue acompañada por un estridente grito desgarrador de dolor y de tablones resquebrajándose violentamente.
-AHHHHHHhhhhhhhhhhhhhhhh!!!
Después se oiría como algo pesado e inerte abrazó el suelo violentamente con un sonido brusco y seco, acompañado de tablones que caían del cielo. Después de aquel espectáculo se oiría a un bandido horrorizado huyendo por mantener su vida a salvo.
-Aaaah! Yo me voy de aquí! no quiero morir!!!
Luego cuando todo aquel alboroto del exterior se calmó haría acto de presencia un Yoshimitsu sereno que se quedó al pie de la casa observando a Tomoe manejar la situación, en caso de necesitar ayuda movería ficha.
"Ese tipo es realmente grande ¿Podrá Tomoe con él?"
Estado bandidos
• PV asesino jefe: 125 -12 = 113 • CK: ?
Daño ataques
Gran machete oxidado del asesino jefe -25 PV
Explicaciones
Un arquero muere a causa de la explosión, el otro huye asustado.
El grandullón recibe un impacto directo del shuriken de Tomoe en su brazo diestro (-12 PV). Seguidamente el grandullón asesta un barrido con su machete a Tomoe para impedir su avance (-25 PV a Tomoe)
El shuriken pareció no ser suficiente para detener a aquel gigantón que seguía aproximándose hacia ella, mientras la chica hacia lo propio. El envite era inminente, cuando todo se volvió aún más caótico. De repente, una explosión provocó durante unos instantes el caos, humo, maderas volando y un cuerpo cayendo. Aquello provocó la retirada de uno de los enemigos, pero no hizo dudar a ninguno de los dos contendientes. El bandido estaba dispuesto a acabar con Tomoe y ella estaba dispuesta a derribarlo a toda costa.
El gigante lanzó un fuerte barrido horizontal para detener el avance de su oponente pero la kunoichi sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Sabía que su fuerza no bastaría para bloquear un golpe así directamente, por lo que optó por una cobertura en diagonal, dejando que la espada de su rival recorriese toda la hoja de su espada hacia arriba gracias a un movimiento de palanca. El impacto fue mínimo pues el gesto técnico fue simplemente un desvió suave que le entregó todo el dorso izquierdo gracias a la inercia del golpe.
Tomoe aprovechó la apertura para descerrajarle un corte en todo el muslo izquierdo con su wakizashi, antes de volver a alejarse con un salto hacia atrás lo suficientemente amplio como para evitar un nuevo envite de su oponente
La chica clavó sus ojos violeta en el gigante, sentía el impulso de acabar con aquello por la vía rápida... pero recordó su misión
"Lo necesito vivo..." se recordó mientras esperaba a que su oponente diese el siguiente paso
El encuentro entre ambos era inminente e inevitable, Tomoe interpuso su arma para desviar hacía arriba la trayectoria del arma de su oponente con una magistral maniobra de palanca, y en cierto modo funcionó, pero la fuerza de aquel psicópata era algo más que la simple fuerza de su exuberante físico. La joven kunoichi dotada también con una fuerza poco común, no pudo hacer nada por sostener su arma, que salió disparada y quedó clavada en la pared de madera.
-He! Exclamó el gorila, que con su mano libre y aprovechando la corta distancia que los separaba, le asestó a Tomoe un demoledor puñetazo en la cara con su mano zurda, que sonó como si se hubiera golpeado un tambor de guerra. Fue tan potente el golpe que Tomoe notó como su mandíbula se resentía, retrocediendo unos pasos hacía atrás.
A Yoshimitsu no le agradó que ese excremento abominable golpeara a Tomoe, y entró a participar en la pelea, interponiéndose entre ambos, mientras introducía sus manos en sus portaobjetos y sus bocas comenzaban a mascar arcilla a toda prisa.
-Te arrancaré ese brazo!! Basura!, ya lo verás!.
-Ah si mocoso!? Me gustaría ver como lo harás cuando me coma TUS TRIPAS!!!
Mientras Tomoe se recuperaba del fuerte golpe, Yoshimitsu recibía los ataques del gorila que evadía con gracia. Cuando intentaba apuñalar a Yoshimitsu, le sobraba tiempo para colocarse detrás de él. Algo que sirvió para enfurecerlo todavía más.
-Quédate quieto PERRO!!!
Estado bandidos
• PV asesino jefe: 125 -12 = 113 • CK: ?
Daño ataques
Gran machete oxidado del asesino jefe -25 PV
Explicaciones
El grandullón no consigue alcanzar a Tomoe, pero la desarma. Después le asesta un fuerte puñetazo en la mandíbula (12 PV + (Fue/10) -(Res Tomoe/10) -17 PV)
La chica sintió como la wakizashi se escapaba de sus manos por culpa de la fuerza del impacto de la espada de aquel gigante. El arma salió disparada hasta clavarse en la pared de la casa, la chica trató de sobreponerse pero el enemigo anduvo más rápido y le asestó un fuerte puñetazo en el rostro lanzándola hacia atrás.
Tomoe cayó de espaldas, rebotando, para finalmente terminar cayendo de boca contra el suelo. La boca se inundó de un cálido sabor metálico, típico del sangre que comenzaba a brotar en un fino hilo por la comisura de sus labios.
"Mierda..." la pelinegra apoyo ambas manos sobre el suelo para despergar el rostro de aquella dura superficie, aquel gesto provocó que la sangre se deslizará desde su rostro hasta el suelo mientras ella se elvaba.
Mientras tanto, el pelirrojo se había interpuesto entre ella y el gigante, comenzando a combatir para tratar de cubrir a la herida. Sin embargo, esto, lejos de alegrarla la hizo enfurecer. Con fuerzas renovadas por la ira, la Uchiha, recuperó la verticalidad
—¡Apartate!— rugió la chica mientras abría sus ojos, dejando sus rojas pupilas clavarse en su oponente —¡Es mío!— se limipió la sangre con el puño derecho, antes de volver a prepararse para el combate. Sacó dos shurikens desde su portaobjetos, uno para cada mano y se preparó para lanzarse al ataque
Tomoe se recuperó del golpe, se le veía bastante enfadada, pero con el carácter tan fuerte del que hacía gala, no era de extrañar en absoluto, yo por mucho menos, quedé estéril dos semanas al menos. Por otro lado el gigantón al que nos estábamos enfrentado estaba como una puta cabra, parecía una bestia desbocada. Su aspecto no era normal, hiper musculado, piel enrojecida, ojos inyectados en sangre, ¡además bufaba como un toro!. Daba verdadero miedo, casi tanto como Tomoe cuando se cabreaba.
Después de que Tomoe se lamiera las heridas me gritó que me apartara, justo cuando estaba apunto de ponerle unas bombas en él y olvidarnos del grandullón para siempre. Pero la cosa no acabó ahí, gritó que era suyo.
"Por los Dioses habidos y por haber, son tal para cual..." Mi rostro era un cuadro, daba igual lo que hiciera por ella, que todo lo hacía mal.
Pero si era lo que deseaba no iba a impedir satisfacer su deseo, el problema era que el tipo estaba bailando conmigo y no sabía que hacer para convencerlo para que cambiara de pareja. Desde mi posición veía a Tomoe cargar un par de shurikens e ir a la carga a por nuestro adversario. Esperaría a que el grandullón centrara su atención en la joven kunoichi nuevamente para quitarme del medio.
-Si lo quieres, ¡quítamelo! Exclamé, mientras me centraba en evadir los ataques.
-¡NO! os mataré a los DOS! Dijo el gorila entre gruñidos.
"Lo mejor sería que te rindieras...zoquete psicópata"
Cuando el grandullón se percató que Tomoe se dirigía hacía él por un flanco, se puso en guardia para tenernos a ambos a la vista. Momento que aproveché para apartarme, finalmente se centró en ella. Al gigante, como buen grandullón que era, no se le ocurrió otra cosa que colocar su hombro hacía adelante y cargar hacía Tomoe, con la intención de arrollarla.
La Uchiha se preparó para enfrentar a aquel gigante que ahora sí, volvía a estar frente a ella. La chica clavó sus ojos rojos en aquel tipo que comenzaba a cargar contra ella.
"Inmovilizar..."
Tomoe lanzó ambos shurikens con dirección a los tobillos del bandido que corría como un pollo sin cabeza hacia la kunoichi, la chica esperaba que dos heridas en los tobillos fuesen más que suficiente para provocar que su oponente cayera al suelo desestabilizado. Instantes que ella aprovecharía para recuperar su Wakizashi que seguía clavada en la pared de la casa.
"Recuperar..."
La chica se movió rápidamente, de un sólo salto se encaramó a la pared para finalmente envolver la empuñadura de su espada con la mano derecha. Los shurikens hicieron su trabajo, el tipo caía al suelo mientras la chica recuperaba su arma y daba el siguiente paso en su plan
"Ejecutar..."
Lanzándose desde la pared con un poderoso salto sobre la espalda de su oponente, la chica le apuñaló en el hombro con fuerza. Atravesándolo con toda la hoja de su espada, cuya punta se hundió en la tierra. Lejos de detenerse, sacó el arma de la herida para rápidamente apoyarla contra la nuca del gigante
—Yo que tú no me movería— le advirtió la Uchiha fríamente mientras se apoyaba en la espalda de su rival con la rodilla diestra para asegurar la inmovilización —Trae algo para atarlo, quiero hacerle un par de preguntas—
El gorila corrió en busca de Tomoe con la intención de sobrepasarla, en la carrera, abandonó la cobertura de la casa y salió a la calle principal. Antes de que se materializasen las intenciones del ogro, Tomoe lanzó con una precisión sublime ambos shurikens que tenía preparados.
La joven kunoichi materializó en su mente donde debían impactar sus proyectiles que dieron de pleno milimétricamente, como si hubiese un hilo invisible que los hubiera guiado. Al igual que el lanzamiento anterior, los shuriken se clavaron violentamente, provocando un traspié al grandullón, que intentó aprovechar su desdicha para alcanzar a Tomoe en un intento fútil. En el momento del tropiezo, intentó de un salto y con ayuda de su inercia alcanzar a su presa, pero esta ya se encontraba encaramada en pared junto a su Wakizashi que rescató sin muchos problemas.
Cuando aquella mole de carne cayó al suelo, emitió un gutural quejido. -!UUUUAAAHHHHH¡ Se desató una leve polvareda y el grandullón parecía que había sobrepasado la delgada línea que separaba la cordura de la locura. No le dio tiempo a incorporarse que la Kunoichi ya había movido ficha, desde su posición saltó con su Wakizashi por delante, sobre la espalda de su adversario, clavando hasta el fondo su arma en su hombro.
Cuando el grandullón recibió la puñalada, no hizo más que bufar, gritar y convulsionarse violentamente, como si fuera más bestia que humano. Haciendo imposible que Tomoe pudiera permanecer encima de él. Se levantó con brusquedad del suelo, provocando que Tomoe cayera de su espalda, y quedó de pie, tratando de extraerse el arma de su omóplato, como si no hubiera nada más importante en este mundo que aquello.
Yoshimitsu estaba expectante y sorprendido de como se estaba llevando aquel encuentro tan dispar. Veía algo extraño en aquel asesino, que se movía de forma antinatural. "Joooooooooderrrr....que tío más zumbado. Parece que esté poseído o algo peor" A pesar de todo, parecía que Tomoe dominaba el combate. Por lo que seguí a la espera hasta que se posó sobre su espalda, confiada de que lo tenía sometido, me pidió que fuera en busca de algo para atarlo, aunque apenas terminó la frase y cayó de nuevo al suelo cuando aquella mala bestia se incorporó. -Mientras terminas iré en busca de algo para atarlo...
Yoshimitsu se introdujo en la casa en donde salió nuestro amigo en busca de "algo". -Con lo fácil que hubiera sido si me hubiera dejado ayudarla.... Me lamenté.
Gran machete oxidado del asesino jefe -25 PV (Desarmado)
Explicaciones
El grandullón recibe el impacto de dos shurikens (-24 PV) cae a tierra sin recibir daño y es apuñalado en el omóplato por el Wakizashi de Tomoe (-30 PV). El gradullón está fuera de sí, tratando de extraerse el arma de Tomoe. Además al caer, perdió su machete oxidado que ahora yace en el suelo.