Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Daruu terminó su cena y depositó el hueso con cuidado al lado de la madera de la hoguera. Miró a Datsue, escuchándole atentamente, y sonrió luego de forma lacónica, volviendo la vista al fuego.
—¿Cuál es la diferencia? —dijo—. ¿La distancia? Creo, Datsue, que es más humano rajarle el cuello a alguien, limpio, rápido, que preferir abrasar vivo a alguien y que su vida acabe lentamente y entre un sufrimiento terrible. —Se encogió de hombros, y se preguntó cuántas de aquellas cosas se atrevería a poner en práctica con la mente fría, y cuánto de aquella filosofía era repetir palabras y pensamientos adquiridos de Kōri sin haberlos vivido aún—. Es sólo una opinión. Supongo que no había más remedio que matarlos así.
»Al final, algo hay que concederle a tu compañero Akame —añadió, para terminar—: lo que tenemos que hacer anda muy lejos de estar bajo nuestro control. Aunque tampoco creo que nuestros superiores sean precisamente libres.
Miró al cielo.
—Creo que voy a irme a dormir. Si sigo hablando de estas cosas la cena va a sentarme mal.
—Que te cuente Kaido si había más remedio o no —respondió. Todavía le daban escalofríos solo de pensarlo. Aquella panda de fanáticos religiosos les hubiesen descuartizado vivos de no haber acabado con ellos. De hecho, ni siquiera los habían matado a todos. Ni a una mínima parte. Habían tenido que poner pies en polvorosa antes de que fuesen ellos mismos los muertos.
Daruu mencionó a su Hermano, indicando que tenía razón en algo: no eran libres. Nada estaba bajo su control. El Uchiha esbozó una sonrisa lacónica. Para su desgracia, él sabía aquello demasiado bien. Y si se olvidaba ya estaba el Ichibi para recordárselo todas las noches.
Bostezó, somnoliento. A él también le apetecía dormir, al mismo tiempo que no le apetecía en absoluto. Solo de recordar su risa escalofriante…
—Sí, yo también —se obligó a decir—. Aunque antes…
Una meadita, que con tanto que había bebido tenía la vejiga a punto de estallar. Más tarde, ya liberado de toda tensión, se acurrucaría como un bebé sobre la frondosa hierba, relativamente cerca de la hoguera para que le llegase su calor. Mientras esperaba a que el mundo onírico llamase a su puerta, el Uchiha repasó mentalmente la aventura que había vivido junto a Daruu. Las dos personas a las que habían fastidiado una apuesta por empatar. Su caída al vacío. El Capitán y el barco, junto a los ribereños del norte —paisanos suyos— a los que se había tenido que enfrentar. Probablemente, tras la tormenta, todos ellos compartiesen el mismo destino que el Capitán. Tan solo Daruu y él habían sobrevivido. Y lo habían hecho para encontrarse un tesoro que en realidad era…
Se dio la vuelta y rumió por lo bajo. Prefería no pensar en ello.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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«De modo que también has tenido tu buena ración de aventuras con Kaido-kun», pensó Daruu, mientras se hacía un ovillo al lado de la hoguera, utilizando su propia chaqueta, hecha un rollo, a modo de almohada. El mundo era pequeño, muy pequeño. Daruu había oído ya más de una vez algo sobre sus compañeros mientras hablaba con algún extranjero. «Supongo que los ninjas estamos destinados a coincidir, ¿eh?»
Cerró los ojos, y no tardó en dormirse, no sin antes darle vueltas a la cabeza sobre si realmente estarían seguros alrededor de esa hoguera. Habían tenido tantas sorpresas desagradables...
· · ·
Afortunadamente, no pasó nada.
Daruu fue el primero que despertó. Arrugó la nariz: a su lugar llegó el olor de las brasas consumidas de la hoguera. Se levantó, y sintió la urgente necesidad de apartarse del claro para vaciar la vejiga. Mientras lo hacía, intentó hacerse a la idea de que tendría que mantener dos pájaros de caramelo hasta la costa, y se preguntó si tendría las fuerzas necesarias. Flexionó un par de veces las piernas.
Estaba terriblemente cansado, para qué nos vamos a engañar. Le dolía todo el cuerpo —el golpe del día anterior había sido uno de los fuertes— y si por su instinto fuese, se habría comido otro jabalí. Pero su mente estaba puesta ya en su casa, en Amegakure. En su habitación, donde sin duda dormitaría durante varios días después de aquella particular odisea.
Volvió con Datsue y le empujó suavemente la espalda con un pie.
—Eh, Datsue. Venga. Datsue. Vámonos de aquí ya. —Se dio la vuelta, se alejó a una distancia prudencial, formuló los sellos y escupió las dos masas de caramelo, una de color púrpura y la otra de color arena—. No te espero más, eh.
Cuando Uchiha Datsue entreabrió los ojos, lucía incluso más cansado que la noche anterior, cuando se había ido a dormir. Tenía las ojeras marcadas, la cara pálida y los labios secos. No, lo suyo no había sido un sueño reparador —a decir verdad, hacía meses que no sabía lo que era eso—, y aquella noche en concreta, el Ichibi se había ensañado con él todavía más que de costumbre. No le había dado ni un segundo de tregua.
Respiró hondo y trató de calmarse, de situarse. «Estoy a salvo», se dijo. «Ya ha pasado», se repitió. Dos frases, dos oraciones, que rezaba cada día al despertarse.
De pie, esperándole impaciente, Daruu junto a dos de sus invocaciones. Aunque, ahora que las veía más de cerca, más bien parecían una técnica elemental. Podría haber activado el Sharingan para ver más a fondo su composición, pero no tenía el cuerpo para ello.
—Sí, vamos —farfulló, mientras emitía un gruñido al levantarse. Le dolía todo el cuerpo.
Se acercó al pájaro de color arena, y esperó a que Daruu montase en un ave para imitarle.
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Daruu se dio la vuelta y recorrió a Datsue con la mirada, despacio. Tenía un aspecto verdaderamente desaliñado. Era como si le hubieran acabado de dar una paliza. Las ojeras, negras como el carbón, le llegaban casi a la altura de las mejillas.
—Wow, sí que te ha pegado la resaca fuerte, ¿no? —rio Daruu—. Bueno, vámonos. Venga, sube al pájaro.
Daruu rodeó su ave y se sentó encima. El animal tomó el vuelo lentamente hasta quedar a media altura, esperando al de Datsue. Una vez se colocase él también, ambos ascenderían alejándose de la isla en diagonal.
Daruu echó una última mirada hacia atrás.
—Ha sido una mierda todo, ¿eh? Al fin volveremos a Oonindo.
Los labios de Datsue bailaron de arriba abajo mientras resoplaba.
—Más fuerte de lo que parece, Daruu. Más fuerte incluso de lo que parece —le respondió, mientras se restregaba los ojos para quitarse las legañas y se aupaba al pájaro.
Le dio unas palmaditas en el cuello.
—Pórtateme bien, ¿eh? —le dijo con voz dulce, como si aquel animal fuese de verdad—. Pórtateme… ¡UaaaaaAAAAUUUUUUUUUUUUU! —No había nada más estimulante tras despertarte que verte catapultado hacia el cielo. Datsue se apretó todavía más fuerte contra el animal, temeroso de caer—. ¡Shou, SHHOOOU! —chillaba, de la misma manera que haría a un caballo para que ralentizase su galope—. Eso es, ¡tranquilo, tranquilo!
Daruu debía estar partiéndose el culo de él. No fue hasta unos buenos minutos que el Uchiha se acostumbró a la sensación de estar a tantos metros del suelo. El amejin —y él también— torció el cuello para lanzar una última mirada atrás.
—Ha sido una mierda todo, ¿eh? Al fin volveremos a Oonindo.
Datsue esbozó una sonrisa lacónica.
—¿Sabes? Si esto fuese una película… —No, esta vez no pensaba decir la frase maldita. Por si acaso—. Bah, ¡a la mierda! ¡Más alto, compañero! —gritó al pájaro—. ¡Más alto, libre como el viento! —chilló, y abrió los brazos en perpendicular a su cuerpo mientras echaba la cabeza atrás. Con el paso del tiempo, Uchiha Datsue recordaría aquel momento con morriña. Aquel instante de despreocupación. De felicidad. De libertad absoluta. De…
Daruu se divertía, riendo, viendo a Datsue comportarse como si aquellos animales de caramelo pudieran oírle. En realidad, era él quien los manejaba en todo momento, no de manera diferente a la que cualquier ninja lo haría con un clon elemental. Por eso, porque era divertido, precisamente, se entretuvo en hacer parecer que aquél pájaro de color arena estaba vivo. El animal obedeció a Datsue y se elevó hacia el cielo, más alto que el de Daruu, que le siguió despues.
En aquél entonces, Daruu se lo estaba pasando muy bien. Con un amigo. Un amigo de verdad. Si tan sólo hubiera sabido...
Daruu se encogió sobre sí mismo y se tapó los oídos.
—¡Ay, ay, Datsue-kun! ¡No chilles!
»Mira allí, a lo lejos, en el horizonte. —Señaló—. Las Cascadas del Mar. Oonindo. Casa.
»Esto ha sido una odisea, Datsue, pero en el fondo me ha servido para ganarme un buen amigo. Gracias por todo, tío. Espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse.
Las aves volaron, con los dos muchachos encima, rumbo al horizonte, donde pronto se perdieron y tan sólo parecían dos puntos de colores brillantes sobre el intenso azul de las cascadas a las que se dirigían.
Y del trueno________
al son violento,________
y del viento,________
al rebramar,________
yo me duermo________
sosegado,________
arrullado________
por el mar.________
Que es mi barco mi tesoro,________
que es mi Dios la libertad;________
mi ley, la fuerza y el viento;________
mi única patria, la mar.________