Pese al bullicio del local, el pequeño e improvisado avión de papel, se coló viajando con delicadeza por toda la sala, hasta sutilmente, posarse en la cabeza del aniñado joven de ojos azul cielo.

— ¿U-Uh?... — Se acarició la cabeza, quitandose algunas lagrimas, para coger el avioncito de papel. — ¿Un avión de papel?... Que coj-... — Él mismo se interrumpio, al dislumbrar algunos trazos en el papel, para posteriormente darse cuenta de que habia una nota escrita en él.


Arrugó el papel, nada mas terminar de leerlo, para salir corriendo del lugar en busca de la kunoichi a la que no habia molestado, si no que basicamente le habia estropeado una posible preciosa velada con sus tonterias. Habia casi olvidado por completo que seguramente estaria agotada por lo sucedido. Tras recorrer varias veces los callejones sin suerte hasta una hora bastante tarde; acabo por tirar la toalla, se poso en una calle cercana al lugar al que habia estado y se dejo caer hasta sentarse en el suelo. Miró nuevamente la nota, con un profundo arrepentimiento hacia su comportamiento y al no haber respetado a Katomi, para por "sorpresa", volver a llorar; empapando parte del papel con sus lagrimas pero esta vez sin el gesto de frustración que habia tenido antes.

— En fin... No importa... Espero no volver a serle demasiado molesto la proxima vez que nos veamos... Y por supuesto compensarla... — Acarició su propia cabeza con una mezcla de resentimiento y tristza.

Para cuando el chico había salido del local, la kunoichi se había tomado la libertad de quitarse de en medio. Era algo lógico, tampoco le apetecía que ahora el chico se pusiese sentimental, o pesado, o ambas cosas a la misma vez. Ni por asomo, de ninguna manera.

Bueno, había sido una experiencia mas, una lección aprendida.

Tomó rumbo a casa, donde posteriormente podría cenar relajada. Sola y tranquila, como quizás debería de haber sido desde un principio. Pero dado el caso, tampoco era para arrepentirse. Había olvidado al menos por un rato su eterna guerra con el mundo, con ella misma, y con todo. Tras el entrenamiento, no se había centrado en estudiar económicas como de costumbre, había salido al menos un poco de la tremenda rutina.

« Al menos no fue todo en vano... »

Pero lamentablemente, no todo lo bueno dura. Era hora de retomar la rutina, pues si faltaba a ésta, jamás llegaría a cumplir sus objetivos.