La noche había llegado a los Dojos del Combatiente, una noche clara, si mirabas al cielo podías ver todas las estrellas que quisieras claramente, al igual que la luna, una luna inusualmente grande y prácticamente redonda al completo. Pero la noche no era algo que pareciera impedimento para que la gente estuviera en la calle, disfrutando de la buena temperatura que acompañaba.

Y allí, como uno más, se encontraba Riko, paseando con sus padres por las calles de la ciudad, suficientemente iluminadas por los típicos farolillos de papel y por las luces de los locales que estaban abiertos, que al parecer estaban haciendo el agosto con aquel torneo.

— Papá, ¿os importa si me voy a dar una vuelta por ahí un rato? — Preguntó el muchacho, cansado de estar entre tanta gente.

Sus padres se miraron y el rastas pudo ver como su madre asentía con la cabeza mientras esbozaba una ligera sonrisa.

— Claro hijo, pero no llegues muy tarde al hotel o duermes en el pasillo. — A pesar del tono bromista de su padre, Riko pudo notar que aquellas palabras estaban cargadas de la más pura verdad.

— ¡Claro! — Respondió rápidamente el chico, con una enorme sonrisa mientras de un salto se subía la techo de una de las casas que delimitaba la calle. —¡No os preocupéis, no llegaré tarde! — Gritó para hacerse escuchar entre el bullicio.

Y el muchacho continúo avanzando por los tejados, intentando alejarse un poco de la zona más concurrida de la localidad, pues tanta gente junta le ponía algo nervioso y necesitaba respirar. No mucho más tarde, llegó a una pequeña placita, donde también había gente, pero en mucha menos cantidad, y la gran mayoría de las personas estaban agolpadas en torno a algo que el muchacho no podía ver bien desde donde se encontraba.

Bajó al suelo y se acercó, al parecer no se trataba de más que de un puesto de comida ambulante, pero, ahora que lo pensaba, aún no había cenado nada y las tripas comenzaron a rugirle, por lo que, sin demora alguna, se hizo un hueco entre el corro de personas, tratando de avanzar lo máximo posible.

Una típica noche primaveral con una agradable brisa.

Una de esas típicas noches en las que el cuerpo te pedía ir a echar algún garbeo que otro, desfilar por las calles y simplemente disfrutar del agradable clima que ofrecía la noche. Aquello era precisamente la gran mayoría de gente. Todos menos los que estaban en el hospital recuperándose, gente como Habaki Karamaru. El pobre debía estar recuperándose todavía de la pelea inaugural del torneo que se celebraba en aquella pequeña localidad durante aquellas fechas.

Y ahí me encontraba yo, en el centro neuralgico de la actividad nocturna de la aldea samurai, sin un rumbo fijo, simplemente me dejaba llevar, de tejado en tejado, observando a la gente, la aldea; en definitiva, era un mero espectador.

Hasta que vi un tipo... ¿O quizás era una tipa? Parecía más un chico pero vete tu a saber, cosas más raras se habían visto. Lucía unas rastas opacas y largas, incluso más que mi coleta. Me puse de cuclillas en el límite del tejado, apoyando la mano sobre la madera observando como se mezclaba entre la muchedumbre y accediendo a aquel local en solitario.

*Salgamos de dudas*

Planté una telaraña en la superficie y descendí con cautela dejándome caer y extendiendo el filamento progresivamente hasta que toqué el suelo. Luego me acerqué hasta el local buscando el tipo de cabellos particulares, no me resultaría difícil.

Hasta que dí con él y me puse justo a su espalda.

-Pues se ha quedado buena noche, ¿Eh?-

Riko se fijó en lo que aquel puesto de comida ofrecía y, quizás fuera todo marketing, pero las imágenes de las comida que servían tenían una pinta exquisita, todas y cada una de las comidas que tenían, que tampoco eran muchas, pero sí las suficientes como para ofrecer una oportuna variedad de alimentos. Rápidamente, los ojos se clavaron en uno de los alimentos, había decidido que iba a cenar aquel día.

— ¡Oiga jefe! ¡Póngame un par de pinchos morunos, por favor! —

El hombre que estaba encargándose del puesto le miró y sonrió.

— ¡Oído cocina! — Y rápidamente se centró en la parrilla que tenía, añadiendo algo que, personalmente, Riko no pudo observar, al menos no hasta que el hombre decidió que estaban suficientemente bien hecho y los sacó, ofreciéndoselos al muchacho, al que se le hizo la boca agua.

— ¡Qué buena pinta! ¡Tome el dinero! ¡Muchas gracias, jefe! —

En cuanto hubo pagado, el muchacho lanzó la primera dentellada llevándose prácticamente la mitad de uno de los pinchos morunos a la boca, justo en este instante, alguien le habló a sus espaldas.

-Pues se ha quedado buena noche, ¿Eh?-

Riko se dio la vuelta con la boca llena de aquella deliciosa carne marinada a medio masticar. Un muchacho de pelo carmesí y ojos del mismo tono cromático estaba allí parado, esperando una repuesta por parte el rastas.

— Fí, la vefaf que fe ha quefafo buema nofe — Contestó el rastas, aún sin tragar los pedazos de carne que tenía en la boca. Rápidamente se fijó en la bandana del muchacho,que llevaba atada en la frente. — ¡Eh! ¡Fomof de la mifma aldea! —

En cuanto se dio media vuelta, envuelto entre toda aquella multitud, que por cierto empezaba a resultar molesto - mucho murmullo, mucho ruido, mucho agobio - pero bueno, al caso, que aquello estaba a reventar cuando se dio emdia vuelta y parecía que alguien le había dado tal hostia en la boca que le había inflamado todos los dientes a la vez. No contento con ello y tras haber roto el hielo, el tipo de las rastas se dispuso a hablar.

— Fí, la vefaf que fe ha quefafo buema nofe — Contestó el rastas, aún sin tragar los pedazos de carne que tenía en la boca. Rápidamente se fijó en la bandana del muchacho,que llevaba atada en la frente. — ¡Eh! ¡Fomof de la mifma aldea! —

Mi ceja se fue arqueando a una velocidad razonablemente lenta, al igual que el gesto de mis labios, que se fue torciendo por segundos.

*¿Qué mierdas le han enseñado a este?*

Pude llegar a ver la carne troceada y apestosa entre sus muelas como si de una fiesta se tratase al mismo tiempo que apuntaba que éramos de la misma aldea. Lamentablemente, así parecía ser. Lamentablemente por qué desde luego, alguien tan vulgar costaba creer que fuese Uzushiogakuriense. En el Remolino éramos gente con buenos modales.

-¿Quieres hacer el favor de tragar antes de hablar con la puta boca llena?- escupí de mala gana -En vez de ser de Uzushiogakure pareces ser de cualquier lugar vulgar del mundo-

Apoyé mi mano sobre la barra y apartaba la vista de mi interlocutor, ya había tenido suficiente de aquel grotesco espectaculo el cual se desarrollaba entre sus fauces.

*Parece que también es un shinobi de la aldea, pero no le recuerdo del torneo...*

-¿Como te llamas?-

Pregunté sin rodeos.

Riko pudo observar como el muchacho iba torciendo el gesto cuanto más hablaba el de rastas, en un principio no sabía el por qué, hasta que se dio cuenta de que le estaba hablando con la boca completamente llena de los pedazos de carne que se acababa de comprar, algo que, de seguro, no causaría una muy buena impresión.

-¿Quieres hacer el favor de tragar antes de hablar con la puta boca llena? En vez de ser de Uzushiogakure pareces ser de cualquier lugar vulgar del mundo-

''Tampoco hacía falta ser tan desagradable...'' Pensó el joven Riko ante la dureza de las palabras de su compañero de aldea mientras, al fin, tragaba los pedazos de carne ya masticados.

— Perdón. —

Su interlocutor se apoyó en la barra del lugar, mirando a cualquier parte en la que no tuviera a la vista al genin de rastas, presumiblemente esperando a que éste tragara para poder hablar de una manera normal y cuando creyó que ya le había dado tiempo suficiente, habló.

— Me llamo Haiso Riko. — Se presentó de manera amable. —¿Y tú? ¿Cómo te llamas? —

Le extrañaba no recordarlo de la aldea, pero no tenía ni un vago recuerdo sobre quién podía ser aquel muchacho.

— Perdón. —

Finalmente el tipo había terminado de masticar aquel montón de carne que estaba por ser engullida entre sus fauces y no solo eso, sino que además pidió disculpas. No todo estaba perdido, aún habían modales en aquel tipo.

— Me llamo Haiso Riko. — Se presentó de manera amable. —¿Y tú? ¿Cómo te llamas? —

-Un placer, Riko. Yo soy Yota, Sasagani Yota-

¿Me reconocería por el nombre? Ya sabes, el niño araña ese del que tan mal se había hablado en la aldea, ¿Habría oído historias o cotilleos sobre mí? Probablemente no iba a decirlo, no después del moco que le solté cuando le dije que no hablase con la maldita boca llena de comida.

-Oiga, tráigame unos dangos, por favor-

Aproveché que el camarero pasa justo por delante de nosotros en el otro lado de la barra. Al tipo se le veía atareado y las gotas de sudor descendiendo por su frente eran un claro sintoma de ello, aunque quizás el calor de aquellos días también tenía algo de culpa.

Asintió sin mediar palabra.

-Joder, los dangos son mi maldita perdición-

*Eso y los caramelos*

-Por cierto, no estás en el torneo, ¿Verdad?-

De pronto caí en que no me sonaba haberle visto en la vuelta de reconocimiento de la ronda inaugural, pero la verdad es que tenía toda la pinta de ser un gennin, lo cual me resultaba extraño, ¿Tan malo era para que Shiona-sama no el recomendase?

El joven parecía complacido ante la disculpa del rastas, quizás sí hubiera sido de mala educación, pero tampoco pensaba que fuera algo tan grave, pero bueno, cada uno tenía sus cosas, no iba a ser él quién juzgara.

-Un placer, Riko. Yo soy Yota, Sasagani Yota-

''¿Sasagani Yota? No me suena en absoluto...''

Riko quedó por unos instantes parado, con la mano en la barbilla y mirando a ningún sitio, tratando de hacer memoria sobre el nombre de su compañero de villa, después de todo, podía sentarle mal si no le conocía, al fin y al cabo, eran paisanos, no era de extrañar que se conocieran, aunque fuera, de haberse cruzado momentáneamente por las calles de la aldea, pero no, nada, ni un ligero recuerdo sobre su cara, ropa, pelo... Ni de su nombre...

— Mmm... Siéndote sincero... Creo que no te conozco, aunque debería, ¿no? Deberíamos conocernos todos los de la villa, ¡qué menos! —

El pelirrojo aprovechó el momento en el que el camarero pasaba justo por delante suya para pedirle unos dangos, para acabar especificando que le encantaban.

— Mmm... A mi no te creas que me hacen especial ilusión... — Añadió el pelinegro encogiéndose un poco de hombros, ya lo decía la gente, para gustos colores.

Y en ese instante, Yota tocó un punto que, aunque ya había pasado un tiempo aún seguía tocándole un poco la moral al rastas, su no invitación al torneo, era algo que le comía por dentro, quizás no fuera algo malo, simplemente era un toque de advertencia para que se esforzara más, pero aún así, el joven estaba un poco molesto.

— No... Por desgracia no, no recibí la invitación para participar, pero bueno, al menos pude venir a verlo, aunque llegué tarde y me perdí la primera ronda... ¿Tú no sabrás algo, verdad? —

El tono del muchacho había ido pasando de uno triste y apagado a uno que denotaba esperanza ante la posibilidad de que el pelirrojo pudiera darle alguna explicación de cómo se había desarrollado el torneo hasta ahora.

No tenía muy claro si era bueno o malo que no supiera absolutamente nada de mí. Aunque no dejaba de sorprenderme conocer gente de Uzushio que no supiera de mi condición y los cotilleos que nacían entre las calles del Remolino, pero así no tendría prejuicios. supongo que era un alivio para mí.

Los dangos no tardaron en llegar. el tipo aunque ahogado por la demanda de la noche, rendía como el que más y no pasó ni un minutos que tenía ante mi aquellas dulces bolitas que me hacían la boca agua.

— No... Por desgracia no, no recibí la invitación para participar, pero bueno, al menos pude venir a verlo, aunque llegué tarde y me perdí la primera ronda... ¿Tú no sabrás algo, verdad? —

Segunda duda resuelta. Era tan poco experimentado, su nivel debía dejar mucho que desear para que Shiona-sama no le hubiese recomendado para participar en el evento de forma activa, en la arena de combate, bajo la atenta mirada de los señores feudales, de los propios líderes de las aldeas y de la gente sedienta de vibrantes batallas, y de sangre por supuesto.

-¿Algo de qué?- pregunté confuso. No acabé de entender a qué diantres se refería exactamente -Si no te recomendaron para participar en el torneo, creo que ya es un poco tarde. La priemra ronda ya se ha disputado. Afortunadamente todavía tenemos algunos candidatos que no representen, entre los cuales está servidor-

Me hinché como un maldito pavo en celo. Estaba orgulloso de mi pequeña e insignificante hazaña. había superado el primer escollo cuando no tenía claro qué narices iba a encontrarme, así que para mí fue toda una prueba de fuego y la superé con nota, batiendo a Karamaru prácticamente sin despeinarme.

El de pelo carmesí pareció no comprender del todo la pregunta de Riko sobre el desarrollo del torneo, aunque, probablemente sin saberlo, había resuelto parte de las dudas que el de rastas tenía acerca del mismo.

-Si no te recomendaron para participar en el torneo, creo que ya es un poco tarde. La primera ronda ya se ha disputado. Afortunadamente todavía tenemos algunos candidatos que no representen, entre los cuales está servidor-

Riko se sintió hasta algo herido por el comentario acerca de su no recomendación para la participación en aquel torneo, pero, por su orgullo, no iba a dejar que éste se viera reflejado, en su lugar, trató de excusarse, probablemente sin motivo alguno, ante uno de sus compañeros de villa.

— Bueno, soy un recién graduado, es normal, me imagino... —

Ante la segunda parte del comentario de Yota, no pudo más que expresar alegría, aún sin conocerle absolutamente de nada, no dejaba de ser un compañero de villa, y esperaba que, ya que él no había podido asistir, sus compatriotas dejaran el nombre de Uzushiogakure bien alto.

— ¿En serio? ¡Me alegro un montón! ¿Sabes si algún otro compañero de Uzu se ha clasificado también? —

Aquello no dejaba de ser una demostración de la fuerza de las generaciones venideras de cada villa contra el resto, y estaba convencido de que Uzushiogakure tenía unos genins dignos de llegar a rondas finales sin demasiado problemas.

— Bueno, soy un recién graduado, es normal, me imagino... —

La verdad es que el que no se consolaba era porque no quería y Riko era un claro ejemplo de ello. Mostraba una total resignación por lo que no podía dejar de pensar que si no estaba en aquel torneo era porque simplemente no daba la talla, sus habilidades debían ser tan justas que Shiona-sama no debía querer exponerlo a un más que probable ridículo espantoso. Sentía pena mientras trataba de comprender lo que debía estar pensando.

— ¿En serio? ¡Me alegro un montón! ¿Sabes si algún otro compañero de Uzu se ha clasificado también? —

-¡Jeh, pues claro que no soy el único! de los 4 clasificados, 3 somos del Remolino. Aunque también hay alguno que no ha sido capaz de estar a las más que posibles expectativas de Shiona-sama. Otros han tenido que luchar contra camaradas y por tanto era imposible que todos pasaramos ronda, pero bueno, en resumidas cuentas, estamos teniendo un papel destacado-

En efecto, todos aquellos que habían venido a apoyarnos desde las tierras del este, en las playas de Uzushiogakure, así como todos aquellos ciudadanos de los dominios del País del Espiral debían estar orgullosos de los jóvenes que les representábamos, empezando por Shiona-sama o el mismísimo señor feudal.

Mientras tanto en aquel antro la actividad nocturna se iba sucediendo y se podía apreciar a más de uno que había superado el límite de copas para superar la cordura.

-Si quier..-

-Oye guapa, ¿qué hace una chica tan guapa tan sola?-

Un maldito borracho con una barriga cervecera de casi un metro de diámetro nos interrumpió con un aliento sacado de un matarratas que provocó que tuviese que ahogar una arcada - o puede que alguna más - y mostró especial interés en Riko ya que se había acercado hasta él, infló sus pectorales que la propia gravedad hacía descender de forma bastante lamentable y puso su grasienta mano sobre la madera de la barra, interponiéndose entre ambos.

*¿En serio le ha confundido con una chica?*

Desconocía como reaccionaría el joven gennin pero lo cierto era que quería llevárselo al huerto. El mundo no dejaba de sorprenderme y la verdad es que daba la sensación de que nos había ido a molestar el más borracho de todo el lugar.

-¡Jeh, pues claro que no soy el único! de los 4 clasificados, 3 somos del Remolino. Aunque también hay alguno que no ha sido capaz de estar a las más que posibles expectativas de Shiona-sama. Otros han tenido que luchar contra camaradas y por tanto era imposible que todos pasaramos ronda, pero bueno, en resumidas cuentas, estamos teniendo un papel destacado-

Aquella noticia alegró de forma tremenda a Riko, quizás no tuviera ningún sentido pues él no había ayudado en absoluto en aquel triunfo de su villa, pero, de cualquier forma, en aquel torneo había quedada retratada la eficacia del adiestramiento que se daba en Uzushiogakure, y aquello no dejaba de ser algo de lo que enorgullecerse.

La conversación seguía su curso y justo cuando el pelirrojo se disponía a hablar, un hombre de una talla enorme se interpuso entre ellos, y de inmediato un terrible hedor a alcohol se adueñó del lugar, no cabía duda, aquel hombre iba como una cuba, completamente borracho, y al parecer se había fijado en el chico de rastas.

-Oye guapa, ¿qué hace una chica tan guapa tan sola?-

En un inicio, Riko se quedó completamente parado, meditando si se estaba refiriendo a él de verdad, y miró hacia atrás, pensando que quizás la mujer con la que estaba hablando aquel hombre se encontraba allí, cuando comprobó que, efectivamente, se estaba refiriendo a él, trató de contenerse y actuar de una forma educada ante aquel hombre.

— Lo siento señor, pero se equivoca, no soy una mujer, soy un chico, así que, por favor, está interrumpiendo una conversación. — Le costaba hablar debido al fuerte olor a alcohol que desprendía el del barrigón, pero trató de disimular y mostrarse educado.

Madre mía.

Había confundido a Riko con una chica a la cual podría profanar. Era lo único que se me pasaba por la cabeza y ahora que me fijaba en él, tenía serias dificultades por mantenerse en pie, su vaivén de derecha a izquierda, tímido y no muy pronunciable le delataba y, aunque deseaba meterme entre ambos y armarla, sentía una profunda pena pro aquel desgraciado.

Fue entonces cuando el rastas le contestó.

— Lo siento señor, pero se equivoca, no soy una mujer, soy un chico, así que, por favor, está interrumpiendo una conversación. —

Vaya, Riko había pensado como yo. Aquel borracho era ciertamente lamentable.

Justo cuando daba la sensación de que iba a salirle la primera arcada — aquel trago de saliva parecía ciertamente revelador — eructó en la cara del pobre gennin moreno, embadurnándolo de aquel hedor de antro mugriento.

-Oye tío, ¿qué te parece si vamos a dar una vuelta?-

Me comí el último dango y jugueteaba con el palillo que previamente sostenía aquel manjar a medida que esperaba por la réplica de mi camarada.

Aquel panzudo maloliente no parecía enterarse de mucho, su estado de embriaguez no le permitía el lujo de mantener una conversación algo civilizada. Riko observaba el balanceo del hombre, que parecía mantenerse en pie por obra y arte del dios de la suerte, ya que tenía toda la pinta de ir a caer de un momento a otro.

Ante las palabras del joven de rastas, el hombre no tuvo más que aportar que un indescriptible eructo, con una peste que echaba para atrás al más pintado, y por supuesto, Riko no fue menos, tuvo que taparse la nariz y dar un par de pasos hacia detrás, tratando de poner la mayor cantidad de tierra de por medio.

-Oye tío, ¿qué te parece si vamos a dar una vuelta?-

El joven pelinegro se aferró a aquellas palabras como la salvación que estaba esperando, por lo que no tardo ni un segundo en rodear al gordinflón para ponerse a la altura de Yota.

— Sí, por favor, no se cuanto más aguantaría con este hombre... — Dijo el rastas, tratando de que el borracho no le escuchara. — Vamos por ahí — Sugirió haciendo un gesto con la cabeza hacia una calle que salía de la plaza y se dirigía al centro de la ciudad.

— Sí, por favor, no se cuanto más aguantaría con este hombre... — Dijo el rastas, tratando de que el borracho no le escuchara. — Vamos por ahí — Sugirió haciendo un gesto con la cabeza hacia una calle que salía de la plaza y se dirigía al centro de la ciudad.

Premio a la decisión sensata de la noche.

No medié ni una sola palabra solo asentí con la cabeza pero el maldito borracho seguía empecinado en llevar la contraria. cogió a Riko del hombro con toda la fuerza que podría emplear alguien en sus condiciones mientras en nuevo eructo fétido retumbó nuestros oídos.

-T..tu no te vaz a ningún lado, boooombón- rechistó el hombre, embriagado que achinaba sus orbes para poder mejorar su escasa visión.

-Pero vamos a ver, gilipollas, déjale en paz de una vez si no quieres meterte en problemas- solté, ya sin ánimo de esconder mi mala leche a la par que cerraba mi puño derecho.

*No debo liarla* me dije para mis adentros *Solo si es absolutamente necesario*

-Y y y, ¿Si no quero qué?-

Resoplé y aparte la mirada, cansado de aquella situación tan lamentable.

*Puto baboso*

El hombre tiró con fuerza del rastas haciendo que sus cuerpos impactasen. Riko pudo notar algo que se movía por detrás. No, noe ran las manos grasientas y gordos de aquel desgraciado. Era otra cosa.

Riko había conseguido aguantar estoicamente la pesadez de aquel hombre, tratando de evitar todos los problemas, por lo que, rápidamente decidió que era hora de marcharse con su compañero de villa, a cualquier lugar en el que no hubiera aun borracho tratando de ligar con él.

Cuando ambos genins estaban dispuestos a marcharse del lugar, el borracho le agarró con fuerza del hombro, impidiendo que se marchara.

-T..tu no te vaz a ningún lado, boooombón- rechistó el hombre, embriagado que achinaba sus orbes para poder mejorar su escasa visión.

''No me lo puedo creer... Al final esto acaba mal.''

-Pero vamos a ver, gilipollas, déjale en paz de una vez si no quieres meterte en problemas-

Las palabras de Yota no hicieron más que envalentonar aún más a aquel desgraciado, que rápidamente, tiró de Riko, atrayéndolo hacia él y haciendo que colisionaran, y rápidamente, notó como algo se movía, no queía ni averiguar que era aquello, por lo que, ya enfurecido, actuó con toda la fuerza y velocidad de las que disponía.

El joven rastas, se elevó de un salto, a la par que giraba, lanzando una patada a la altura de la cabeza de aquel gordo apestoso, tratando de dejarlo K.O y así conseguir que le dejaran en paz, al fin y al cabo, aquello podía considerarse defensa propia, ¿no?