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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
"El Agua es la calma, calma que a la mente humana le falta. El Agua es inalterable, siempre encuentra la manera de moldearse a su entorno, de cambiar para no ser destruido. El Agua puede ser agredida, pero mantendrá la compostura. El Agua puede ser impactada, pero volverá a la suavidad y a la armonía que la caracteriza.

El Agua es la calma, calma que a la mente humana le falta."


A la familia Sao le gustaba decir esa frase. No era raro, como maestros del agua y como científicos adoradores de Umi que eran, el agua era algo primordial para ellos. Creciendo con esa frase en su cabeza fue como habían logrado ser los más tranquilos del templo, los que mejor controlaban sus sentimientos, los hombres y mujeres con más calma del recinto.

Karamaru fue instruido por y para los cinco elementos, él tenía que seguir todas las tradiciones de las cuatro familias del templo y al igual que los Sao, esa frase la conocía bien. Vivía bajo la lluvia, una lluvia que lo calmaba cada vez que la veía. Pero cuando su mente se sentía perturbada, cuando sentía que se estaba incomodando, la eterna lluvia no era suficiente. Aún teniendo el mar al lado, los terrenos del Dios Umi tan cerca, necesitaba un gran impacto en la cabeza.

El País del Fuego tenía lo que buscaba. Sus largos ríos e incontables riscos le daban la oportunidad de tener cataratas, pequeñas sí, pero cataratas al fin. Eran suficientemente débiles para que uno pueda estar debajo pero lo suficientemente fuerte para diferenciarse la lluvia más torrencial.

Esa tarde de primavera el calvo se encontraba sentado bajo unas débiles y pequeñas cataratas, sobre una piedra que se encontraba justo en el cauce. Piernas cruzadas, manos juntas y ojos cerrados. Estaba cerca de un camino, no era raro que algún comerciante o transeúnte pasase por allí, pero junto al paso de comerciantes podía haber otro tipo de gente y Karamaru estaba alerta al peligro, aunque su mente estuviese en blanco.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#2
Nai se había alojado aquella noche en una posada y al despertarse había encontrado a un mercader que viajaba hacia el País del Bosque, tras estar hablando un rato con el acepto el acompañarle por aquellos senderos tan peligrosos y así evitar que pudiese haber un ataque por parte de los bandidos que poblaban aquellos bosques. La joven no tuvo reparo en confesarle que era una monje guerrera para hacer que aquel hombre se sintiese mas seguro.

A las 9 de la mañana partieron en su viaje por el bosque, la joven no tenia el menor problema en acompañar a aquel hombre, ya que este le permitía y subida a su caravana y así el viaje se le haría mas corto y se cansaría menos, eran todo ventajas para la joven, pues ella lo único que tenia que hacer era protegerle en caso de que algo sucediese era proteger al hombre y a su mercancía.

La joven y el mercader a penas hablaban, el era un hombre callado y ella también prefería el silencio, no obstante tenia un mal presentimiento pues no sabia que mercancía llevaba aquel hombre al País del Bosque y la vez que se lo había preguntado no había obtenido respuesta, no obstante tampoco le importaba demasiado.

El carromato se estaba acercando a un lugar que poseía una pequeña catarata, cosa que se podía adivinar por el ruido que hacia el agua al caer, ademas de que con tanto silencio no era difícil de escucharlo, la joven se encontraba completamente inmóvil en la parte de atrás del carromato cuando este se detuvo de pronto y el hombre la llamo a gritos, ella se bajo de la parte de atrás y fue caminando hacia la parte delantera, una vez allí se encontró con que el hombre estaba agachado, intentando quitar un objeto que entorpecía la ruda del vehículo.

- Ven aquí y saca esto, que yo no puedo.-Dijo aquel hombre antes de apartarse y dejar paso a Nai.

Ella se agachó y pudo observar un objeto, este era un palo y estaba entre los radios de la rueda del carro, no obstante le extraño la forma en la que estaba atravesado, no podía haberse colocado ahí de manera natural, alguien tenia que haberlo colocado, pero...¿Quien? La joven no pudo pensar mas pues sintió como alguien se le abalanzaba, por suerte pudo reaccionar rápido y apartarse rodando por el suelo, para después mirar en la dirección donde se encontraba antes, pudiendo observar al mercader y a otros dos hombres armados que la miraban, al parecer todo había sido una trampa.

-Ya veo...-Musito la chica observando a aquellos tres sujetos.

De repente uno cargo hacia ella gritando y blandiendo una maza entre sus manos, la chica simplemente se concentro y se puso en guardia, esperando a que aquel hombre llegase mientras pronunciaba uno de sus mantras con el fin de tener buena fortuna en aquel combate.

-Dharma protegeme hoy en mi hora mas oscura...
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#3
La calma. ¿Era de verdad que un hombre podría llegar a ser inalterable como el agua? Para el calvo en ese momento era algo imposible. Cuando por fin empezaba a relajar por completo sus respiraciones, cuando por fin empezaba a entrar en el estado de paz absoluta unas voces inundaron sus oídos. Abrió los ojos y vio un carromato, una mujer, tres hombres.

"No me lo creo...."- hombres armados de un lado, una mujer del otro. No había que ser genio para saber que ahí había problemas, más para la dama que para los muchachos armados.

Con su poco entrenamiento no era muy rápido, y volver a tierra firme caminando por sobre las piedras no era fácil, pero la situación lo hizo moverse velozmente en dirección a la escena. Lo que le faltaba de velocidad lo tenía de previsión.

Su calma se había roto, pero una faceta dejaba lugar a otra y ahora entraba en juego la buena acción que un monje tenía que realizar día a día, ayudando a otros. Si esa mujer estaba en peligro, la moral del calvo junto a su profesión ameritaban que esté allí para solventar problemas. Pensaba hablar, pero uno de los armados se le adelantó y salteó ese paso.

"Bien, allá vamos"

Cuando vio el arremetimiento del hombre, el calvo se abalanzó sobre él entre la dama y el arma. Seguramente algo inesperado para él y por eso, sin perder tiempo le lanzó un derechazo al rostro esperando acertar. Si no, lo más probable era que recibiese el golpe en vez de la mujer.


Ya que empezaste vos, dejaré que manejes a los bandidos a tu gusto Risa
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#4
Observo como el hombre que cargaba contra ella recibía un fuerte golpe de un nuevo contendiente que no se había presentado aun, al parecer Dharma la había ayudado. Nai mostró una suave sonrisa, era una sonrisa algo enigmática pero que solo significaba una cosa: “pelea”.

La peliverde rápidamente corrió hacia el otro hombre armado, este arremetió con su arma contra la chica, no obstante Nai se deslizo por debajo de el, colándose entre sus piernas y quedando en si espalda, en ese momento aprovecho su ventaja para saltar y caer sobre el hombre armado, agarrándolo por atrás y aplicándole una estrangulación, rodeando el cuello con su brazo a modo de cando el cual estaría cerrado con su otro brazo, si lo noqueaba no podría usar aquella arma.

Por su parte el falso mercader estaba haciendo algo, estaba sacando la mercancía de su carromato, pero no era mercancía normal, dentro de ese carromato había mujeres que vestían con una ropa raída y estaban encadenadas, no eran simples bandidos, eran tratantes de esclavos. Al ver esto Nai soltó al hombre que estaba estrangulando, no podía permitir que aquel hombre se escapase.

La chica intento ir hacia aquel hombre pero el bandido al que había intentado estrangular se giro y la golpeo con su porra, enviándola hacia el carromato, contra el cual se chocó. Miro hacia los lado algo desorientada, y pudo observar a aquel chico peleando, aunque al escuchar de nuevo al bandido se aparto rápidamente, evitando así ser golpeada de nuevo por su maza. Como pudo rodó por el suelo para después ponerse en pie, aun estaba algo desorientada pero sabia pelear y tenia que poder con aquel hombre, agito la cabeza y se coloco en guardia.

El hombre volvió a arremeter contra ella pero la chica no dudo y salto contra el, dando un rodillazo en el aire, pero no al atacante, sino a su arma, la cual voló en mil pedazos, después la chica cayo al suelo, algo dolorida de la rodilla, pero lo superaría. Se toco la nariz con el pulgar, como solía hacerlo cuando peleaba, la pelea acababan de comenzar.
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#5
La aparición del calvo había sido un éxito, pudiendo acertar un golpe de imprevisto a uno de los atacantes de la muchacha. El armado tambaleó y cayó unos metros hacia el costado, tomándose la cara por el dolor, aunque pequeño, que le había sido generado. El calvo se mantuvo firme, tratando de que alguien le explicará la situación, pero nadie parecía dispuesto a hacerlo.

Uno de los hombres corrió hacia el carromato, otro todavía estaba asimilando el golpe y el tercero estaba siendo atacado. La mujer que el calvo quiso proteger comenzó una arremetida con buenas dotes de pelea, como si de una kunoichi se tratará. Tenía movimientos un poco desprolijos, no parecía una completa experta en el ámbito del Taijutsu, pero lo suficiente como para arreglárselas con el hombre. Fue una sorpresa para Karamaru que prefirió dejarla sola y encargarse de su tema con el hombre que ya comenzaba a levantarse del suelo.

"Me gustaría mucho que alguien me explicase un poco las cosas"

Pero no había tiempo. Caminó tranquilamente hasta el hombre que quiso atacar torpemente al shinobi. Sin querer ni apuntando, el monje había dado un golpe duro para el hombre, tal vez en la sien. Si no, no había forma de explicar la pérdida tan brusca de capacidad de un hombre armado y entrenado.

Un desarme rápido y un golpe firme y el shinobi estaría sobre el corpulento atacante, inmovilizándolo. No aguantaría mucho, volvería a tomar compostura el hombre y se lo podría sacar de encima fácilmente, pero el calvo estaba preparado para volver a golpear y la muchacha parecía tener sus problemas resueltos dandole pelea al compañero de armas de los otros dos hombres.

"Bien por ti, mujer..."
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#6
La peliverde se dedico a observar a aquel hombre con una suave sonrisa en sus labios, este parecía estar en guardia, pero su guardia no era apropiada y se veía a la legua que este hombre no tenia conocimientos en lo referente a las artes de combate. La joven por su parte avanzo un pie, doblando la rodilla y bajo así su centro de gravedad, por otra parte sus brazos quedaron semiextendedidos con ambas palmas apuntando hacia el cielo y los dedos apuntando hacia su adversario, el brazo del pie de delante estaba mas extendido que el otro, la palma del cual se encontraba a la altura del codo del primero.

La joven esperó a aquel aquel hombre volviese a atacarla, sonriendo cuando esto sucedió. El mastodonte trato de golpearla con un puñetazo completamente recto a lo que la peliverde respondió con mínimo movimiento de brazo que desvió el golpe, tras este suave movimiento la chica aprovechó para palmear el brazo de su adversario, pegándolo al cuerpo del mimos y con un mano adelantada golpear su nariz, provocando la ruptura de esta, a continuación abrió el puño y agarro al hombre por el el rostro y empujándolo mediante este agarre hacia atrás, barriendo su pie al mismo para provocar que cayese al suelo. Una vez el hombre estuvo en el suelo cato sobre el y le propino un codazo que lo dejo noqueado. Tras esto se levantó.

Nai se giro buscando al su misterioso ayudante, al cual pudo ver con claridad nada mas girarse, parecía tener la situación controlada, por lo que la joven simplemente se agacho y se desato un cordón el cual utilizo para atar los pies y las manos del bandido que la había atacado y dejarlo inmovilizado de esa manera.

-Oye chico, esta gente comercia con personas...¿Vas a ayudarme a perseguirlos?-Pregunto Nai mientras se ponía en pie y buscaba el rastro que habían dejado aquellas personas que habían salido del carromato.
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#7

• Inferior a la media (Fuerza ~30)
Te entrenas regularmente y poco a poco vas desarrollando la musculatura de un cadete.


Siendo un gennin recién salido de academia acabas de aplastar a un mercenario, rompiendole la nariz, moviendolo como si fuese un niño pequeño (Cuando se puede suponer que siendo mercenario algo de músculo debe tener, y tú eres un gennin recién salido de la academia)

Además de que rompiste un arma de un rodillazo..... de un golpe. Está bien que puedas combatir bien, pero es que incluso tienes 10 en Taijutsu.

Consejo: Mira más los atributos, te ayudarán a rolear al PJ según su nivel y habilidades.

La mujer se desenvolvió con excelencia y a la perfección batallando con aquel hombre. Una sorpresa para el calvo que ahora se sentía estúpido por tratar de ayudar a una dama que combatía mejor que él. Después de todo tal vez lo mejor era quedarse bajo la corriente de agua, en la calma de los pensamientos.

Pero con un hombre noqueado, y el otro sin muchas intenciones de moverse, ambos estaban seguros de que podían terminar con la situación. Por alguna extraña razón esa mujer estaba luchando con unos hombres que, al parecer, traficaban con esclavos. El calvo nunca había visto un esclavo en su vida, pero dicen que siempre hay una primera vez. Ahora el problema era comenzar la persecución, atraparlo y ayudar a los prisioneros.

Oye chico, esta gente comercia con personas...¿Vas a ayudarme a perseguirlos?

Supongo- le respondió dubitativo- "Supongo que sería lo correcto"

Miró el camino por donde se había ido el tercero de los atacantes y comenzó a moverse en esa dirección esperando que la mujer lo siguiera para resolver el problema y que le explicase como era que peleaba tan bien.
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#8
La chica corrió detrás del chico calvo a toda la velocidad que le permitían sus piernas, siguiendo el rastro de aquel falos mercader.

- Por cierto, me llamo Nai.-Dijo la chica al alcanzar al calvo, lo mínimo que podía hacer era presentarse a su nuevo colaborador.

Siguieron el rastro hasta lo que parecía ser un claro en el bosque, allí se perdía el rastro de pisadas y según parecía no había nada mas, aquel lugar sin duda era el perfecto para una emboscada, pero aun así no entendía como el rastro de aquellas mujeres podía desaparecer, la joven suspiro.

Nai se sentó en el suelo, observando el terreno, buscando alguna manera de poder seguir el rastro, pero no la había, no obstante una de la pisadas se cortaba de repente por la mitad, como si se la tragase el suelo.

De pronto salieron hombres de entre los arboles, aquello sin duda era una emboscada, aunque por su parte Nai no se levanto del suelo, tan solo observo como aquellos hombres se les acercaban, no serian mas de 6 y estaban intentando rodearles.
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#9
Por cierto, me llamo Nai.

Karamaru, un gusto.- le respondió cortante manteniendo su concentración en sus pasos y respiración.

No sabían que tanto se había alejado el tercer hombre, pero si llevaba esclavos con él no podría ir muy rápido y deberían alcanzarlo pronto. Aunque en cierto punto del camino, en cuánto ya no era recto, el calvo comenzó a seguir a la mujer que parecía entender algo de rastreo por huellas. El shinobi solo era un ciego siguiéndola.

La persecución los llevó a un claro, uno donde parecía ser el fin. Nai se fue al piso, parecía haber perdido la pista, y si ese era el caso no tendrían más que hacer que marcharse. Karamaru se estaba acercando a la mujer para comunicarle su retiro cuando en los alrededores pudo ver movimiento.

No podía contar cuantos eran pero si saber que eran suficientes como para hacerlos sufrir.

"No me puedo ir, tengo que ayudarla"

Ella mantenía la calma, sentada en el suelo, pero el calvo tomó posición de combate y giraba constantemente sobre su eje tratando de ver todos los frentes posibles.
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#10
La joven suspiro desde el suelo, observando los arboles de alrededor, donde los enemigos comenzaban a moverse, rodeandoles, aquel sin duda era un truco para parecer mas que ellos porque si fuesen mas que ellos ya les habrían atacado, o al menos si creyesen que les iban a vencer, igual si eran mas, no obstante aunque lo fuesen no creían en su victoria, sino habrían arremetido ya contra ellos.

- Oye, no te muevas tanto, solo intentan parecer mas que los que son, si te has leído Combate y sus tácticas del monje Shin-Gado sabrás que este tipo de técnica la explica, parecer mas para intimidar al enemigo y así desmoralizarle, así que tu tranquilo, chico.-Dijo la chica con total tranquilidad, habría leído aquel libro montones de veces y sin duda había memorizado todas las tácticas de este.

La joven comenzó a levantarse poco a poco, tomando de puñados de tierra en su mano con la mayor discreción posible, en caso de pelea aquello le iba a ayudar bastante, se coloco de pie, completamente relajada, sin adoptar ninguna posición de guardia.

-- ¡A ver panda de imbéciles, salid y seremos buenos, no salgáis y me ocupare personalmente de romperos todos los huesos del cuerpo!- Grito Nai a pleno pulmón, la chica también conocía técnicas de intimidación y esperaba que fuesen lo bastante buenas como para que surtiesen efecto. Desvió la mirada hacia el calvo, con la intención de ver que haría este en este, la verdad es que parecía un luchador formidable, pero aun así no lo conocía y no podía fiarse de el de buenas a primeras.
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#11
"¿Shin-Gado? ¿Acaso debería conocerlo?"

El calvo se sorprendió ante la gran calma de la muchacha y su confianza en sus conocimientos. ¿Y si acaso se equivocaba? ¿Y si acaso eran de verdad muchos?

Karamaru le dirigió una mirada de duda mientras se levantaba, casi preguntandole con los ojos si estaba segura de lo que decía. La extrema confianza y la soberbia eran enemigas de un shinobi calmo y sereno, y el monje prefería seguir sus enseñanzas que los de otra persona. Ya existirían otros momentos donde aprender y compartir sabiduría, pero este no era uno de ellos.

Yo que tú me esperaría cualquier cosa.

¿Qué tal si ellos leyeron ese libro y te están haciendo creer que son pocos?
- el calvo mostró una sonrisa para mostrar que iba un poco en broma, pero que igualmente era una pregunta real buscando respuesta.

A pesar de los gritos de la mujer y de las palabras del shinobi, Karamaru seguía manteniendo su posición de guardia girando para tratar de seguir sombras a la distancia. Un poco más calmo y más cerca de su compañera, pero igualmente precavido.
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#12
La joven mordió su labio con levedad, estaba esperando a que aquellos bandidos saliesen de su escondite, pero al parecer no iban a hacerlo. Rodó los ojos y se giro hacia el muchacho.

- ¿De verdad crees que estos saben leer?- Pregunto de forma retorica mientras comenzaba a caminar en círculos buscando vislumbrar a alguno de aquellos bandidos entre la maleza.

Poco a poco comenzaron a salir de los arboles varias personas, alguna cargando armas, al parecer eran mas de los que Nai pensaba y seguramente ambos monjes estuviesen en problemas dentro de poco.

Finalmente salió todo el grupo de bandidos, no serian mas de veinte, pero aun así superaban y por mucho el numero en contra de ambos shinobis, la joven se crujió el cuello sin abrir las manos a modo de preparación para la pelea.

- Eres un gafe, que lo sepas.-Afirmo antes de mirar a aquel chico calvo.

Poco a poco los bandidos se acercaban cada vez mas, cerrando el circulo en el que estaban atrapados Karamaru y Nai, seguramente estarían en problemas dentro de muy poco tiempo.
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#13
«Dios, ¿Tan discriminadora?»

Un día de sorpresas venía teniendo el calvo, y la lista seguía creciendo. Al parecer la muchacha juzgaba de más, y para molestia del monje ya afirmaba que por ser enemigos en ese momento eran hombres incultos que no sabían leer. Un soplido de indignación salió por la boca de Karamaru que si no fuese por los esclavos que llevaba uno de los hombres, pensaría de la peliverde como una persona no tan mejor que los que los atacaban en ese momento.

Eres un gafe, que lo sepas.

Los hombres se habían revelado, y eran demasiados. El orgullo del monje lo hacía quedarse parado en el lugar, seguir la orden de nunca rendirse, pero más principal era ser sabio. En ese momento eso indicaba vivir para pelear otro día. Demasiados hombres como para seguirlos con la mirada giraban a su alrededor, ni siquiera iba a tener una oportunidad contra tanta gente.

«¿Qué me dices ahora de ese tal Shin-Gado? ¿Eh?»- pensó decirle a la mujer, pero no era un momento apropiado.

Alejandose en silencio de su acompañante, Karamaru trataba de encontrar un hueco entre los hombres y escabullirse para comenzar a correr. No valía la pena pelear, y la dama no había hecho más que apoyar esa idea en la cabeza del canobita.
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#14
La joven seguía observando a aquellos hombres con fingida tranquilidad, no quería que sus atacantes supiesen que no podía con ellos, mas bien al contrario, quería que pensasen que atacarles a ambos seria un grave error. Por su parte el otro chico no parecía estar dispuesto a pelear pues se alejaba de ella, pero no lo hacia adoptando una posición de guardia, sino mas bien buscando una salida, no obstante Nai no se fijo en esto, ella estaba centrada en pensar una estrategia para la pelea.

Aquellos hombres les estaban rodeando y cada vez se acercaban mas y mas, seguramente cargarían pronto para intentar acabar con ellos, pero si algo sabia Nai era que no eran mas ágiles que ella y que ninguno de ellos conocía ningún tipo de jutsu ni nada por el estilo, por el hecho de que eran simples bandidos, no obstante les superaban en numero y eso era algo a tener en cuenta para esta ocasión.

-¡Eh, vosotros!-Grito antes de señalar a los bandidos, mostrando bastante confianza, aunque estaba bastante lejos de sentirla realmente.- Os propongo una cosa, si atacáis ahora acabareis todos muertos, pero os puedo dar una oportunidad de derrotarnos, venido uno por uno a pelear contra mi, yo solo usare una mano y una pierna, si alguno de vosotros me derrota, me podréis vender como esclava, pero si os derroto yo os entregareis, así nadie dirá que no os di una oportunidad de vencerme...- Nai sonrió confiadamente, esperando que su treta diese resultado, pera después poner su rostro inexpresivo que tenia en casi cualquier situación.

La peliverde dio un par de pasos hacia atrás, colocándose lo mas en el centro que podía, esperando a que aquellos bandidos contestasen a su propuesta y esperando una respuesta afirmativa, porque de lo contraria iba a tener problemas, y muy graves ademas.
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#15

Perdon si no uso tildes, ni enes (e;es), o el signo de comienzo de pregunta. Estoy con una configuracion de teclado ingles que en esta PC no puedo cambiar, asi que va a haber veces que postee de esta manera.

Las palabras de una confiada mujer combatiente resonaban cada vez mas lejos mientras el calvo corria a considerable velocidad contra la muralla humana. Eran mas de diez hombres y aquella voz sonaba como si se estuviese enfrentando uno a uno con un nene de academia, sin lugar a dudas esa dama sabia pelear mucho mejor que el monje. Considerando que parecian de cercana edad, era toda una frustacion para el calvo.

Cuando se acerco lo suficiente, dio un salto para atravesar la linea de atacantes cerrando los ojos mientras lo hacia. No se habia apenas despegado del piso cuando un recibio de lleno el golpe de un cuerpo a gran velocidad en sus costillas, moviendolo en el aire y haciendolo volar unos cuantos metros.

Tras un gemido y unos segundos de dar vueltas sobre el suelo, Karamaru pudo abrir los ojos, todavia tomandose con su mano el lugar golpeado.

"Pero que...?"

Para su sorpresa, se encontraba del lado exterior del confinamiento de los bandidos. Tendido el piso y con problemas para poder siquiera levantarse, pero afuera de la ronda al fin. Ahora quedaba en manos de la mujer seguir los pasos del calvo o enfrentarse a una cantidad ingente de atacantes.
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