Un buen par de centímetros le sacaba al shinobi pero eso parecía no ser suficiente para intimidarle, aunque sí que dio esa impresión por un instante en que el médico comenzó a mirar a su alrededor sin siquiera molestarse en mirar la reacción de su compañera de mesa que prácticamente decía que quería desaparecer en ese mismo instante de la escena. Y era una idea bastante seductora para la kunoichi que si la situación no mejoraba terminaba por usarla.
—¿Inmaduro? ¿Quién vino a molestar a alguien que solamente miraba? ¿O pretendes ir a hablar a todos en el local porque nos están mirando ahora mismo…? —Refutó el hombre bastante seguro de sus palabras. —¿Tanto te molesta que mire a la rubia? Porque a ella es a quien miraba y no parecía molesta, hasta que viniste a joder. —Agregó para redoblar la apuesta, pues él si había visto la postura de Noemi.
Muy probablemente todos estaban a la expectativa de que justamente se diera lo que pasaba por la cabeza del joven shinobi, una pelea allí mismo, algo que destruyera algún mueble, plato, o mismo que alguno de los dos saliera herido y solo por ello era que no decían absolutamente nada, incluso la rubia había desaparecido ante los ojos del público salvo por un simple empleado que pasó desapercibido con unos cuantos platos para alguna que otra mesa aleatoria. Sí, había quien daba mínima importancia a la escena y prefería seguir con su trabajo.
—Que mire a la chica, ¿te parece excusa para joder? Ve a joder a las demás mesas también, ya que estás.—Comentó claramente fastidiado por el accionar del chico.
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En momentos como esos, no podía evitar pensar en lo útil que sería saber una o dos técnicas de Katon como bien sabía su compañera y amiga, la Princesa dragón. Pero lamentablemente no tenía ninguna clase de técnica ígnea como para quemarle la lengua al sujeto aquel, quien a ojos de Mogura, no paraba de decir idioteces e excusarse por su pobre y mal educada forma de actuar.
Entonces, si me quedo sentado y te miro hasta el hartazgo va estar todo bien ¿no?
Comentó tratando de seguir la retorcida lógica que estaba planteando aquel sujeto, que parecía faltarle poco por presumirle la cantidad de copas y premios que su selección tendría como botín de ciertos torneos. O a lo mejor sacaba un cuchillo y un poncho e intentaba apuñalar al genin a sangre fría.
Y si de casualidad quieres intentar detenerme voy a decir que estas molestándome y me victimizaré.
La situación poco a poco iba perdiendo su sentido inicial, lo que habría intentado ser una reprimenda ahora se había vuelto una discusión sobre los secretos del universo, no sería de extrañar que terminase convirtiéndose en una pelea.
La situación no mejoraba y cada uno tenía sus buenos planteos, pero así mismo ninguno de los dos estaba equivocado por lo que nunca terminarían a no ser que alguno se quede sin paciencia y golpee al otro.
—Claro que lo estaría. —Respondió muy tranquilo el grandote que poco después soltó una risilla burlona. —Pero daría mucho que pensar teniendo una compañía como la que tienes. —Agregó con toda la intención de burlarse del joven genin que había errado en ese preciso instante.
~No tienes que preguntar, imbécil. ~Pensaba la Senju que ya estaba presionándose el puente de la nariz, justo al final entre sus ojos para intentar recuperar parte de la paciencia perdida. ~Siempre te responderán lo contrario de lo que quieres aunque sea una estupidez. ~Pero claro, los pensamientos de la rubia no dejarían de ser eso, un mero pensamiento que nadie escucharía.
De todas maneras, Noemi harta de aquella escenita decidió levantarse y por mera casualidad de la vida se topó con ese único empleado que seguía haciendo su trabajo y al cual terminaría recurriendo para no perder más tiempo allí.
—Cancelen mi orden, me iré ahora. —Dijo en el tono más formal que pudo concebir en aquella situación y ante el gesto afirmativo del contrario sencillamente se dirigió a la puerta de entrada.
Con un poco de suerte ella seguiría desaparecida ante la vista de todos los clientes, incluido el tal Mogura y el hombre contra el que decidió arremeter. ~¿Qué se supone que les enseñan a los de Ame…? ~Se cuestionaba en su cabeza sin dejar de avanzar en torno a la salida de aquel local.
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Aunque le hubiese costado, tenía que admitirlo. Había perdido aquella confrontación oral con aquel sujeto desconocido, desde ese punto no había mucho mas que hacer, o le daba un puñetazo que con suerte no iba a olvidar en mucho tiempo o se iba por donde vino.
Esto de la diplomacia puede que no sea lo mio después de todo...
Pensaba interiormente, en ese aspecto sentía que debía depositar su total confianza en las habilidades de la kunoichi de pelo blanco con la que solía juntarse. Pero ella no estaba en aquel momento, para bien y para mal.
Por si fuese poco, y no hubiese una gota que ya derramase el vaso de la paciencia de la kunoichi, un guerrero cargando un par de espadas en la cintura y una generosa damajuana con un par de kanjis bonitos en un color rojo muy llamativo se asomaría por la entrada del local. Si Noemi hubiese tenido alguna intención de darle una segunda oportunidad a ese lugar, la habría pateado muy muy lejos al ver a ese hombre en el portal de entrada.
Oh... ¡Qué bien! Una mesa libre.
Comentó el samurai con cierta alegría, quizás producto de aquella vasija de alcohol que estaba cargando y posiblemente deseaba comenzar a beber tan pronto fuese posible. El empleado que habría recibido la orden de cancelar el pedido de la rubia, por parte de la propia kunoichi, intentaría advertirle que esa mesa seguía ocupada, por Mogura.
Puede quedarse con la mesa, no tengo deseos de consumir nada en un local como este.
Diría para luego empinar en dirección a la puerta, por donde estaría yendo la muchacha de melena dorada. ¿Por qué estaba haciendo eso? Estaba intentando seguir a la tipa por una razón ¿Pero cuál era esa razón?
Supongo que debería disculparme...
Pensaba mientras llevaba sus pasos por el mismo camino que estaría siguiendo la chica.
—A la próxima piensa antes de acusar a nadie. —Soltaría con desprecio el hombre antes de volver a sentarse y deleitarse con la imagen de la rubia retirándose del local. Total, ya había quedado en claro que a él poco le importaba que le mirasen.
La kunoichi estaba más que convencida de que lo mejor sería retirarse de la escena, desaparecer así como había llegado y pedir en la posada que le subieran algo de comida donde tendría algo de intimidad y nadie podría molestarla a excepción de algún empleado del lugar. Además, podría desentenderse de absolutamente cualquier cosa que pudiera llegar a ocurrir entre Mogura y el grandote o librarse de una vez por todas de ese recurrente samurái que volvía a encontrarse justo cuando estaba a unos dos pasos del umbral de la puerta.
—Oh… ¡Qué bien! Una mesa libre. Soltaría el hombre claramente feliz al ver la mesa donde supuestamente tanto Noemi como Mogura comerían pero al final ambos decidieron desistir de la idea.
¿Qué hizo Noemi? Nada, sencillamente se hizo a un lado para permitir el paso y si lo veía posible sencillamente se retiraría en absoluto silencio como si no le reconociera de nada, era la mejor vía de acción según su criterio actual que estaba bastante alterado a estas alturas. ~Que no vuelva a molestarme y se quede tomando su jodido alcohol. ~Pensaba la kunoichi mientras llevaba a cabo su plan, pasando en absoluto silencio justo detrás del teórico samurái.
Lo que ella desconocía era que el de cabellos azabache le estaba siguiendo, que incluso se había tomado la molestia de desistir a toda idea de comer allí e incluso cedió la mesa al no tan agradable nuevo cliente. Pero qué más daba, con un poco de suerte nada ni nadie culparían a la Senju que no había hecho más que entrar inocentemente a pedir algo para comer. Y ni eso consiguió.
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Dejando atrás aquella escena con un final tan terrible para la comida que estaba por disfrutar tanto Mogura como Noemi. Ahora se encontraban caminando en una dirección vaya a saber con cuál destino. Lo único que sabía el joven médico es que estaba siguiendo los pasos de la bella muchacha.
Creo que debería apresurarme un poco... voy a terminar pareciendo un acosador si la sigo de esta forma durante mas tiempo...
Pensaba el muchacho de cabello azabache mientras empezaba a acelerar el paso, lo último que deseaba era ser confundido con una persona con tan cuestionable perfil. Tan solo deseaba disculparse con la chica por el mal momento que le había terminado hacer pasar.
¡Noemi-san!
Llamó a la muchacha cuando finalmente la tendría a la vista, al menos esa melena dorada y esas curvas despampanantes que parecían ser únicas de ella. No mucha gente parecía estar pasando por ese sitio, y los que pasaban realmente ni se inmutaron por como Mogura había alzado la voz para llamar a la Takigakuriense.
Un momento, por favor.
Agregaría si tenía la suerte de captar su atención mientras continuaba acercándose hasta su posición.
Por suerte para todos en el local el samurái no volvió a recurrir a esos cumplidos de obrero a la hora de dirigirse a la kunoichi, siquiera pareció haberse percatado de su presencia allí por lo que todo iría silencioso tal y como ella quería mientras cruzaba la bendita puerta sin ningún problema. ~La posada no quedaba muy lejos. ~Pensaba mientras formaba un mapa mental del circuito que había recorrido para llegar al local en el que se encontraba actualmente.
Sin más dilaciones y puesto que iba totalmente sola, comenzó la caminata rumbo al lugar donde se hospedaba momentáneamente, con un poco de suerte llegaría y muy probablemente ese mismo día tomaría un tren de regreso a Takigakure puesto que en esa ciudad no había nada realmente bueno para Noemi, o por lo menos las situaciones que se vio obligada a experimentar fueron de todo menos agradables para ella.
Pero mientras deambulaba por la calle siguiendo un objetivo más que claro, una grito la hizo frenarse en seco al mismo tiempo en que un escalofrío bastante fuerte le subía desde los pies hasta la cabeza. —¡Noemi-san! —Le costó lo suyo a la rubia no salir corriendo en ese preciso instante pero en su lugar muy lentamente se fue volteando con una expresión casi de terror.
—¿Qué…? —Soltaría la Senju con los dedos cruzados detrás suyo, rezando a cuanto dios recordase solo para pedir que con Mogura no le lleguen más problemas.
No, no le había caído nada bien el de Ame y tampoco le agradaba la idea de tenerle cerca por mucho tiempo más, pero con un poco de suerte todo se terminaría relativamente rápido y cada uno iría a lo suyo. ~Espero que no sea un acosador o se me complicará volver a la aldea. ~Pensaba la kunoichi mientras esperaba pacientemente a que el azabache dijese algo que sonase bien a sus oídos.
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El ritmo de sus pasos fue aumentando hasta volverse una pequeña carrera en cuanto escuchó la respuesta de la kunoichi. El sonido de sus botas al pisar la madera era muy característico del material, a la vez y a causa del grueso de la plataforma donde estaban el tono de aquellas pisadas era bastante grave.
Habiendo llegado hasta la muchacha de melena dorada, buscaría con su mirada los orbes esmeraldados que adornaban su rostro.
Yo...
Empezó a decir, tratando de pensar en las palabras adecuadas para expresar lo que quería comunicarle a la chica. La idea del joven médico era disculparse por la pésima actuación que había tenido en el local minutos atrás. Existirían mil y un formas de retratar ese escenario, podría haberle echado la culpa a todos aquellos que estuvieron mirando a la muchacha o al grueso de los empleados que no hicieron nada para evitarlo...
...quería pedirle disculpas por lo que pasó, no debería haber actuado de esa manera. Por mi culpa se fue sin llegar a comer nada.
Aquellas fueron finalmente las palabras que el muchacho de cabello azabache habría escogido. Por supuesto a su disculpa le siguió una correspondiente reverencia que sin duda no podría decirse que careciera de etiqueta. Las intensiones del shinobi eran totalmente sinceras, se había puesto toda la responsabilidad de aquella situación problemática sobre sus hombros.
Pero no, no iba a librarse de todos los problemas tan fácilmente, ¡claro que no! Hubiese sido demasiado sencillo que con eso se librase de absolutamente todo aunque de todas maneras el shinobi que tenía delante se le había acercado con la mejor de las intenciones. ~¿¡Por qué tan respetuoso!? ~Se cuestionaba en silencio la kunoichi sin despegar la mirada del contrario que no tardó en hacer una reverencia lo suficientemente notoria para que los pocos que pasaban por aquella calle mirasen un tanto extrañados.
En ese preciso instante Noemi lo único que atinó a hacer fue echarse unos pasos hacia atrás y mirar horrorizada al de Ame, una reacción similar hubiese tenido si un desconocido le venía a pedir matrimonio de la bendita nada.
—No importa, recordé mi dieta así que no pasa nada. —Dijo con una sonrisilla nerviosa dibujada en el rostro esperando que el azabache se lo creyera tal cual lo dijo.
Si se lo creía tan fácilmente significa que Mogura era sencillamente idiota, es decir, la chica estaba demasiado nerviosa como para ponerse a mentir y lo que menos quería era seguir siendo protagonista de escenas extrañas como la de ahora en la que tenía a un chico haciéndole una notoria reverencia al mismo tiempo que le pedía disculpas abiertamente en plena calle.
—Ahora si no te molesta me iré, un gusto Mogura. —Agregaría al cabo de unos instantes para luego intentar retomar la marcha, sola si era posible.
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Ciertamente habría generado una no muy cómoda situación para la rubia, alguna que otra mirada llegaba a desviarse hacía donde se encontraba aquel par. Mogura tratando de arreglar el desastre que habría generado momentos atrás y la muchacha de melena dorada tan solo queriendo tener un momento de tranquilidad.
Dieta...
En el momento en que la chica habría mencionado lo de su dieta, al joven médico se le ocurriría una idea que con un poco de suerte tendría un buen efecto. Posiblemente sonaría como una idea desesperada por quedar bien con la kunoichi de Takigakure, pero el "no" ya lo tenía.
Antes de que te vayas...
Dijo Mogura, con la intención de retener oralmente a la chica durante un momento más.
Probablemente me digas que no sea necesario... o que estas bien así pero si aún tienes deseos de comer algo...
Por momentos parecía que le costaba encontrar las palabras adecuadas para hablar con la muchacha, dejando notar que sus habilidades sociales podrían pulirse un poco mejor.
...creo que disfrutaría la fina compañía de una kunoichi de Takigakure. Incluso invitaría yo...
Finalmente terminó de soltar lo que tenía para decir. Básicamente su idea era invitar a la fémina a comer para enmendar su error en el restaurante. Una segunda oportunidad, eso es lo que pretendía el shinobi de Amegakure.
¿Sería posible algo como eso?
Preguntaría a lo último el chico de ojos cafés, mostrandole una expresión que con un poco de imaginación podría llegar a pasar como una suplica, como si estuviese rogarle a la rubia.
La dieta en realidad era una simple excusa para librarse de cualquier tipo de invitación por parte del médico de Amegakure y había que aceptar que la utilizaba muy seguido, en la aldea o en los lugares que solía visitar. Lo malo es que por primera vez en mucho tiempo no había sido de utilidad puesto que el chico prefirió insistir con el desayuno, afirmando que…
—No lo dijiste… —Respondió en un tono bastante bajo de voz con una mirada que mostraba sencilla seriedad.
Hay que aceptar que Noemi no es la chica más paciente, sacarla de quicio muchas veces era una tarea muy sencilla que no tomaba demasiado esfuerzo e incluso alguno que otro suertudo le atinaba a la clave del éxito en simplemente una oración. No era el caso de Mogura, estaba claro ya que por un instante la chica había aceptado la oferta de compartir mesa con él, pero ahora con su último comentario, bastante desafortunado hay que destacar, había logrado que el rostro de la kunoichi se transformase totalmente.
—No sé cómo serán las kunoichis de Amegakure, o lo que tú entenderás por kunoichi. —Diría a medida que su mirada iba adquiriendo cierta hostilidad. —Pero pedirle abiertamente algo de “compañía” como tú lo llamaste a una kunoichi de Takigakure no es la mejor de las ideas. —Agregaría casi gruñéndole.
Y por mucho que quisiera darle un buen puñetazo o al menos una bofetada, la rubia prefirió reprimir ese deseo suyo y darse media vuelta para seguir con su camino independientemente de lo que el chico pudiera llegar a decir o hacer.
Por su parte mientras emprendía la marcha a la posada decidió tomar un mechón de su cabello y comenzar a jugar con las puntas del mismo, solo para satisfacer su necesidad que llevaba buen rato sin atender. ~Hay que ver lo que una se encuentra. ~Pensaba con bastante frustración por lo que le llevaba pasando en esa ciudad.
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Realmente Mogura había estado teniendo un pesimo día para intentar hacer nuevas amistades, hubiese sido mejor para él sentarse en algún escritorio y estudiar alguno de los tantos libros a los que solía echar mano y progresar un poco mas en sus investigaciones.
Creo que no debería haberme bajado de ese tren...
Pensaba para sus adentros al escuchar las palabras de la muchacha, algo le decía que había tomado una pésima decisión al decir lo que había dicho. Ya no tenía idea alguna de que hacer para enmendar aquel problema. Ni siquiera sabía si era correcto seguir presionando para intentar sacar algo bueno de aquella situación, después de todo, si seguía molestando a la kunoichi de Takigakure probablemente terminaría viéndose como un acosador y eso serían más problemas.
...
Ante la mal interpretación de lo que quiso decir, Mogura decidió no volver a abrir el pico. Ya no había forma de remontar aquella ola, no era tan habido con las palabras como le hubiese gustado. Parecía que Noemi había interpretado la propuesta del joven médico como algo que ponía en duda su honor como kunoichi.
Dudo que esta situación vaya a mejorar...
Concluyó interiormente el shinobi de Amegakure viendo a la muchacha de melena dorada partir hacía su siguiente destino. Si alguno hubiese prestado atención a la escena, prontamente perdería la curiosidad y seguiría con sus asuntos, cosas de ciudad. Su estomago le recordaría que acompañado o no, precisaba comer algo si deseaba seguir su viaje.
Espero que la próxima vez que nos crucemos las cosas salgan mejor...
Susurró al viento después darse vuelta y caminar en una dirección distinta a la de Noemi, con la suerte de no molestarla más y buscar un lugar agradable donde comer algo.
Escuchar propuestas indecentes y ser víctima de alguna que otra acción cuestionable era algo de todos los días para la rubia, pero muy pocas veces le pedían con tanta seriedad algo como el servicio de una meretriz, fue casi como si la seriedad de la propuesta pudiera llegar a justificarlo todo pero no con Noemi, no era una de “esas” que por un puñado de monedas termina por entregarse, simplemente no lo concebía e incluso si se lo plantease, dinero no le faltaba así que de una u otra forma la idea de aceptarle queda automáticamente descartada.
Obviamente para la kunoichi era más que frustrante que la considerasen tal cosa, pero visto desde otro punto de vista, su belleza había logrado llamar la atención de un shinobi de otra aldea aunque esto no le justificaba para nada. En otras palabras, Noemi se sentía halagada pero insultada al mismo tiempo así que lo mejor sería irse lo antes posible de la ciudad porque solamente se estaba llevando disgustos.
Así fue cómo se las arregló para llegar a la posada en la que se alojaba, lugar donde no había tenido percances mayores por suerte.
Allí dentro simplemente intercambió un par de palabras con el posadero y ya de ahí simplemente subió a su habitación para sentarse al borde de la cama y comenzar a peinar su cabello con el cepillo que nunca faltaba en el interior de su portaobjetos. ~¿Qué mierda pasa con este lugar…? ~Se preguntaba con el entrecejo ligeramente fruncido y la mirada clavada en la ventana que permanecía abierta, tenía buena vista de la calle pero nada interesante pasaba allí fuera y con un poco de suerte, al finalizar el día todo seguiría igual. ~Supongo que por la tarde volveré a Taki.
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