No sabia si estaba dormido, o aquello era el cielo, la verdad. ¿Todo lo del barco había sido una pesadilla? ¿Por que estaba tumbado en jardín de mi casa con Sakura mirándome fijamente? De hecho... ¿Por que estaba tumbado con la cabeza sobre las piernas de Sakura? Acaso...¿Me había pasado algo?

—He tenido un sueño muy raro... Y muy real...

—Has debido trabajar muy duro en la forja y te has quedado dormido

Eso sonaba bastante convincente, la verdad.

—Estaba de viaje, con un jounin y una muchacha samurái, íbamos en un barco y nos atacaban unos ninjas con una bandana rara.

—¿Rara?

—Si, si, rarísima, tenia grabado un copo de nieve, y entonces...

Me miré el pecho al recordar que había recibido una herida de gravedad. Y ahí estaba, una herida profunda y sangrante. ¿Que estaba pasando? Antes de levantar la solapa del uwagi no había nada...

—Pero...¿Que naric...

Sakura solo sonrió cuando la miré.

—Es la hora de cenar.

Me interrumpió mi padre, que salió de la casa con un enorme plato de comida, del que podían alimentarse lo menos 4 personas. Cerré los ojos y respire con calma. Todo aquello era muy raro... Pero el fuerte olor de la comida y mis tripas rugientes me hicieron abrir los ojos de nuevo y entonces...

—¡Reiji-kun! ¡Reiji-kun, estás bien!

Allí estaba, de nuevo en el barco, con Katsudon y Yuuna, que parecia alegrarse de verme despierto de nuevo. Estaba aún un poco confundido. ¿Había tenido un sueño?

—Muchacho, sé que sigues una dieta estricta, pero no te vendría mal darle un tiento a esto.

Antes de que pudiera terminar de hablar, yo ya había empezado a comer, por que mi estomago rugía mas fuerte que un dragón.

—¿Dieta?... —Alcancé a decir entre bocado y bocado. —No se de que me hablas —Seguia hablando cuando paraba para respirar. —¿Eso se come también?

Ambos se alegraron de que Reiji estuviera bien, o todo lo bien que podía estar. Lo cierto es que la herida, bien limpia pero cosida rudimentariamente, seguía doliéndole. Tardaría bastante tiempo en poder moverse con total comodidad, y debía de tener cuidado extra a la hora de luchar, si es que le convenía volver a luchar. El muchacho devoró la comida con ansia, para gozo y alegría de un Katsudon que disfrutaba casi tanto de cocinar para los demás como del mismo comer.

Claro que, no todo es alegría en esta vida. Pronto, la inquietud comenzó a caer sobre ellos. En especial sobre Katsudon, que sentenció con una pregunta clave que algo no iba bien.

—Oye... tengo una sensación agridulce. Como si se nos estuviera olvidando algo importante.

Tirada 2d10 por 20 de Inteligencia de Reiji, dificultad 5: 3, 8

Reiji también sintió esa misma inquietud. Por alguna razón, sintió que algo tenía que ver con lo que había pasado en la cabina de mando del barco. ¿Qué pequeño pero importante detalle de su situación habían pasado por alto?

La comida de Katsudon estaba tan deliciosa que, en ese momento, me importaba mas no morirme de hambre que el dolor que sentía al mover el brazo.

¿Que clase de brujeria era esa? ¿Había técnicas ninja de cocina? ¿Acaso Katsudon era un ninja cocinero? Era demasiado buena como para estar hecha por métodos de cocina comunes. Si algún día me casaba ¿Podría contratarle para encargarse del banquete?

—Oye... tengo una sensación agridulce. Como si se nos estuviera olvidando algo importante.

Si, yo también tenia una sensación extraña en el cuerpo ¿Seria acaso remordimiento por haberme saltado la dieta? No, eso no era, comer esta comida no podía ser pecado.

Entonces... ¿Me sentía mal por pensar que la comida de Katsudon era mejor que la que cocinaba la madre de Sakura? No... Eso tampoco. La realidad a veces dolía, pero mas dolia ser apuñalado.

De repente la sangre perdida volvió a mi cerebro.

—Una duda... Si todos estamos aquí comiendo, y los marineros están muertos... ¿Quien esta manejando el barco?

—Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh...
—Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh...

—¡Mierda! ¡Es verdad! ¿¡Alguno de vosotros dos sabe manejar un barco!? —exclamó Katsudon.

—¡Pero qué dices! —contestó Yuuna.

—¡Y yo qué sé, había que intentarlo! ¡Yo es que para estas cosas soy muy torpe, un día choqué un carromato de caballos contra un árbol!

—Ay, madre mía, ¿¡y el rumbo!? A estas alturas, el barco ya habrá desviado su rumbo. Podríamos acabar en el País del Rayo o peor, perdernos por el océano.

—Bueno, por el sol más o menos...

—¡Pero si no sabemos la posición actual, nos da igual!

—Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh...
—Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh...

—¡Mierda! ¡Es verdad! ¿¡Alguno de vosotros dos sabe manejar un barco!?

Claro que si, hombre, todos eramos expertos en el buen manejo de vehículos acuáticos. Había aprendido en el estanque del jardín de mi casa mientras le daba de comer a las carpas.

—¡Pero qué dices!

—Pues claro que no sé manejar un barco, es la primera vez en mi vida que salgo de la villa.

—¡Y yo qué sé, había que intentarlo! ¡Yo es que para estas cosas soy muy torpe, un día choqué un carromato de caballos contra un árbol!

—Ay, madre mía, ¿¡y el rumbo!? A estas alturas, el barco ya habrá desviado su rumbo. Podríamos acabar en el País del Rayo o peor, perdernos por el océano.

—Bueno, por el sol más o menos...

—¡Pero si no sabemos la posición actual, nos da igual!

—Un momento, por favor. —La situación estaba yendo de madre. Y Yuuna y Katsudon estaban perdiendo el control de si mismos. —Vamos a carlmarnos un segundo. ¿Por que no subimos todos a la cabina de mando, y vemos que podemos hacer? Igual podemos ver tierra cerca... —por que... A todo esto... No sabía cuanto tiempo me había tirado sobando. —¿Cuanto tiempo a pasado antes de que me despertara?

Yuuna y Katsudon asintieron.

—Apenas un par de horas. Pero será mejor que subamos, imagínate que estamos a punto de chocar.

—Oh, no, eso sería horrible.

—¡DIOS MÍO, ESTAMOS A PUNTO DE CHOCAR!

Katsudon dio un salto tremendo y entró a la cabina de mandos desde la cubierta. Unos horrorizados Yuuna y Reiji podrían ver un islote de piedra acercándose a toda velocidad. Arriba, el hombretón cogió los mandos del timón y lo movió todo a la izquierda. El barco viró inclinándose y arrojó a los dos jóvenes al suelo, y los hizo deslizar por la cubierta hasta que la barandilla los frenó.

La roca pasó de largo. Estaban a salvo. Pero seguían en mar abierto y sin lugar alguno a donde ir. Yuuna se levantó y trató de ayudar al malherido Reiji a que hiciera lo mismo. La samurai subió a la cabina de mando rodeando el casco, esperando que el muchacho le siguiera.

Arriba, Katsudon sujetaba el timón temblando de pies a cabeza. A su lado, una brújula que señalaba al noroeste y un mapa naval de Oonindo que ninguno de los tres sabía interpretar.

—Apenas un par de horas. Pero será mejor que subamos, imagínate que estamos a punto de chocar.

¡¿APENAS UN PAR DE HORAS?! ¿De verdad en "apenas un par de horas" ninguno de los dos se había dado cuenta de que nadie pilotaba el barco? Era un milagro que el barco no hubiera chocado ya...

Quise darme un cabezazo con alguna pared cercana, pero ya estaba bastante malherido.

—Oh, no, eso sería horrible.

—¡DIOS MÍO, ESTAMOS A PUNTO DE CHOCAR!

Oh no. Por todos los dioses, no. Aquella no era la muerte que me merecía. Yo tenia que morir en el campo de batalla, luchando contra algún enemigo poderoso, de forma épica y heroica.

Por suerte, Katsudon fue bastante rápido y de un salto, subió a la cabina, y con toda su fuerza bruta, dio un giro al barco que nos hizo caer a Yuuna y a mi al suelo, para seguidamente arrastrados hasta que la barandilla se interpuso entre nosotros y él mar.

El dolor me recorrió todo el cuerpo recordándome por que habíamos llegado a aquella situación. Quise morderme la lengua, pero de nuevo, ya estaba bastante malherido.

—Gracias.

Dije cuando Yuuna me ayudo a levantarme. Me hubiera gustado poder hacerlo solo, pero no estaba recuperado del todo, y sabia que forzar mi cuerpo supondría recuperarme mas lentamente.

Tras ponernos de pie, subimos a la cabina de mando. Allí Katsudon manejaba el barco, pero temblaba como si fuera una gelatina. Estaba mal, pero aquello me hizo un poco de gracia, sobretodo por que a Katsudon seguro que le gustaban los postres.

Por otro lado, había una brujula y un mapa super raro allí. Al parecer, Katsudon y Yuuna tampoco sabían utilizarlo.

—Creo que lo mas sensato seria parar en la primera isla que encontremos y buscar a alguien que sepa manejar esto.

—Cuando veamos alguna isla, sería... —Yuuna se acercó a Reiji y observó la infinidad del mar—. Porque de momento, agua a la vista.

Katsudon parecía cada vez más nervioso. Giraba el timón a un lado, y luego hacia otro. Miraba al mapa, miraba la brújula, miraba al mar.

—Ay, dioses... ¿y si nunca encontramos una isla? ¿Y si seguimos hacia el océano sin encontrar nunca tierra? ¿Y si se acaba el combustible y morimos ahogados en el mar? ¡Nunca me han gustado los barcos! —Hasta ahora, Yuuna y Reiji no habían visto aquella faceta de Katsudon. Incluso parecía haber encogido varios centímetros, con toda su envergadura. Hasta un hombre tan grande como él podía sentirse pequeño ante la inmensidad del mar.

—Cuando veamos alguna isla, sería... —Yuuna se acerco y observó el mar que se extendía ante nuestros ojos—. Porque de momento, agua a la vista.

Katsudon tampoco estaba exactamente bien. Temblaba y miraba a ambos lados. Miraba también una y otra vez el mapa y la brujula.

—Ay, dioses... ¿y si nunca encontramos una isla? ¿Y si seguimos hacia el océano sin encontrar nunca tierra? ¿Y si se acaba el combustible y morimos ahogados en el mar? ¡Nunca me han gustado los barcos!

¿Por que estaban tan negativos ambos? Katsudon incluso parecía un hombre diferente. El mar no era infinito ¿No? En algún momento tendríamos que toparnos con tierra firme.

— Venga venga, hay que ser mas positivo. ¿Eres un ninja de uzuahiogakure o solo un tipo grande y cobarde? —Dije mirando a Katsudon. —Si el barco se hunde, caminas por el agua hasta que no puedas más o nadas, lo que prefieras. —Yo animando a alguien después de mi negativa a coger la bandana, parecía una broma de muy mal gusto. —Y tu, Yuuna, se supones que era la hija del antiguo líder y de la actual líder de los samurái. ¿Qué el mar se te pone por delante? Pues lo partes por la mitad con tu espada. Un samurái, con su espada en mano, no debería temerle a ningún enemigo.

Dije aquello basándome en todo el conocimiento que tenia sobre la vida de los samuráis: Los cuentos para niños que contaba mi abuela. En realidad no tenía ni idea, pero si quería salir de aquella, tenia que hacer que aquellos dos se recompusieran mentalmente. Al menos Katsudon, Yuuna no parecía tan mal.

Señalé al lugar mas alto del barco con mi mano izquierda.

—¿Por que no subimos alguno ahí y vamos vigilando a ver si aparece tierra por algún lado?

Yuuna y Katsudon se miraron. Katsudon dejó el timón. Suavemente, empujó a Reiji hacia él y le colocó las manos en la madera.

—Si-si estás ta-tan optimista, p-por favor llévalo tú —pidió Katsudon, que salió corriendo de la cabina y bajó las escaleras a trompicones.

—¿Pero qué...? ¿A dónde...?






—Eh... ugh. Bueno, pues voy a subir allá arriba y te pego un grito si veo algo. Trata de... bueno, no sé. —Una nerviosa Yuuna salió por la puerta también, pero en lugar de bajar, rodeó la cabina. Reiji la escuchó subir por una escalera metálica de servicio. Clonk, clonk, clonk.

Bien. Y ahora, ¿cómo orientarse? Allá había un mapa de Oonindo, aunque con extraños símbolos y números que Reiji no podía entender muy bien, y una brújula. Según la brújula, el norte quedaba a 45 grados hacia la derecha de su rumbo actual.

—Si-si estás ta-tan optimista, p-por favor llévalo tú.

Antes de salir corriendo de la cabina, Katsudon, abandono su puesto en el timón para dejármelo a mí. Era hora de demostrar que mi entrenamiento en el estanque de las carpas había servido para algo. Es decir, no tenia ni las mas menor idea de manejar un barco. Pero bueno, solo había que girar el timón a izquierda o derecha para moverlo ¿No? Parecía sencillo.

—¿Pero qué...? ¿A dónde...?



Eso había sonado a que Katsudon había vaciado su estomago. Mala señal. Pero había que mantenerse positivo. Era el único que quedaba. Si me venia abajo, aun muertos, los ninjas del copo se nieve habrían logrado su objetivo.

—Eh... ugh. Bueno, pues voy a subir allá arriba y te pego un grito si veo algo. Trata de... bueno, no sé.

Yuuna también se marcho de la cabina. Si mi intención era hundirlos más, mi discurso había sido perfecto. Si quería animarlos, bueno... Quizás debía anotarme otro fracaso.

La parte positiva era que, ahora, la cabina era toda para mi.

—Yoho Yoho el peor pirata soy. —Aproveche mi soledad para ponerme a cantar. —No se navegar, ni me se guiar ni un barco manejar. —Si, estaba gastando el ingenio que me quedaba en cantar. ¿Y Que? En esa cabina solo estabamos yo y la brujula, que poco tenia que decir de mi voz. —Yoho Yoho el peor pirata soy.

A todo esto, y mientras seguía cantando mi cancioncilla, eche un vistazo al mapa y a la brujula. Vale, reconocía Oonido en los dibujos. Pero ya esta. Sabia el punto de partida y el destino, pero... ¿Donde estaba el barco ahora? Quizás la mejor idea era ir hacia el norte. Y eso fue lo que intenté.

—Yoho Yoho a tierra he de llegar.

Se donde voy, no se donde estoy ni el mapa interpretar.

Yoho yoho el peor pirata soy.

Y así, con el viento marino revolviendo sus cabellos y cantando alegremente, el Capitán Reiji domó las olas con relativa facilidad. Pronto descubrió que manejar el timón no era tan complicado, si bien quizás lo difícil sería llegar a buen puerto... literalmente. El muchacho puso rumbo al norte, virando el timón hacia la derecha. Katsudon entró a la cabina poco después con la cara blanca como si hubiese visto un fantasma. Tomó una silla cercana y se sentó cerca de Reiji, observando con preocupación el oleaje.

—Nos han atacado unos ninjas extranjeros —dijo—. O quizás un grupo de exiliados organizados. ¿Pero quién? No tenemos constancia de ningún grupo que utilice ese símbolo. —Luego añadió en voz baja—: Dame tu opinión. ¿Crees que Yuuna ha tenido algo que ver? ¿Habrá sido todo esto una encerrona?

Para cuando Katsudon, blanco como un fantasma, volvió a la cabina del capitan, ya no me quedaban mas letras ingeniosas para la canción, por lo que solo estaba tatareando y silvando.

—¿Que pasa, grumete de agua dulce? —Bromee, aunque al parecer, no todos los peces estaban hechos para el mar.

—Nos han atacado unos ninjas extranjeros —por no decir, que ni siquiera sabiamos si no venían de más allá de las tierras de Oonido—. O quizás un grupo de exiliados organizados. ¿Pero quién? No tenemos constancia de ningún grupo que utilice ese símbolo. —¿Y que simbolo usaban los exiliados que servian al señor feudal del agua que mencionó katsudon? Quizás eran ellos.—: Dame tu opinión. ¿Crees que Yuuna ha tenido algo que ver? ¿Habrá sido todo esto una encerrona?

—Al principio dudaba, por eso quise pelear con ella, mi madre dice que dos guerreros pueden conocerse a través de su espada. —No es que fuera un insensible al que no le importaba la muerte de su padre. —Pero ha tenido oportunidades de sobra para matarnos. Se ha levantado la primera de los tres, me ha dado una soberana paliza cuando hemos peleado, y me ha mantenido con vida cuando me han herido, cuando podía haberme dejado morir desangrado, culpar a los ninjas y luego matarte cuando te distraias con mi cadáver.

>>No se, me parece demasiado retorcido. No te diré que esos ninjas no vayan a por ella, pero entonces ¿Por que matar a los marineros primero? Tu dormias y ella estaba distraída peleando conmigo. Podían habernos matado a los tres, pero no lo han hecho.

Yo tenia otra teoría.

—Yo creo que no sabían que estábamos aquí, que venían a por el barco. ¿Sabes que cargamento transporta este barco? Quizás sea lo que buscaban. Quizás haya algo se gran valor. ¿Puede que sean los ninjas que me dijiste que se exiliaban para unirse al señor del agua?

Realmente, ni sabíamos donde narices nos encontrábamos en ese momento. Quizás más cerca del pais del agua de lo que nos gustaría.

Reiji confiaba plenamente en Yuuna. Para Katsudon estaba bien. Si el muchacho hablaba de ella con esa confianza, él tampoco tendría dudas.

—Oh, no, no, que yo sepa esos exiliados no se afilian con ningún símbolo, y si lo hiciesen, ¿no tendría más sentido que el Señor Feudal del País del Agua recuperase la antigua villa de Kirigakure? —dijo Katsudon—. En cuanto al cargamento, aquí sólo hay comida, especias y té. Supongo que lo que los samurai no puedan producir. Te lo digo porque registré todo el barco hasta que encontré los almacenes. —Ya, y seguro que Katsudon no se había conformado con las sobrias raciones de los marineros. Por eso había tomado prestada esa carne de tan buena calidad del propio cargamento.

De pronto, la voz de Yuuna les sorprendió, desde lo alto.

—¡Reiji-kun! ¡Tierra a la vista! ¡Lejos, pero tierra a la vista! ¡Salid un momento!

Katsudon salió por la puerta. Si Reiji le acompañaba, vería por qué Yuuna le había dicho que saliese. Había tierra, en efecto, y estaba lejos, muy lejos, en efecto. Tan sólo un par de manchas en el horizonte.

¿Y por qué un par? Porque había tierra... a la izquierda, y a la derecha.

—¿Hacia dónde irás, oh, capitán mi capitán?

—Oh, no, no, que yo sepa esos exiliados no se afilian con ningún símbolo, y si lo hiciesen, ¿no tendría más sentido que el Señor Feudal del País del Agua recuperase la antigua villa de Kirigakure? —Quizas. Pero también cabía la posibilidad que eso fuera demasiado obvio, y era mejor crear una nueva villa.—. En cuanto al cargamento, aquí sólo hay comida, especias y té. Supongo que lo que los samurai no puedan producir. Te lo digo porque registré todo el barco hasta que encontré los almacenes.

—¿Quizás buscan cortar los suministros a los samuráis?

Ni siquiera dió tiempo a que Katsudon contestara a la pregunta, la voz de Yuuna sono fuerte y clara.

—¡Reiji-kun! ¡Tierra a la vista! ¡Lejos, pero tierra a la vista! ¡Salid un momento!

¿Tierra? ¿Al fin tierra? Al final yo tenia razón. Solo teníamos que seguir navegando, era cuestión de tiempo que apareciera tierra. El mar no era infinito, ni tan grande como Katsudon lo imaginaba.

Pero...¿Por que Yuuna necesitaba que saliéramos, si simplemente podía indicarnos la dirección? Solo tuve que salir tras Katsudon para comprobarlo: No había tierra frente a nosotros, había dos zonas de tierra diferente, una a la izquierda y otra a la derecha.

—¿Hacia dónde irás, oh, capitán mi capitán?

Capitán Reiji. Sonaba muy bien, la verdad. Demasiado bien para el peor pirata de Oonido. Pero podía acostumbrarme a que me llamarán capitán.

—Pues esta clarisimo, grumetes de agua dulce, vamos a decidir el rumbo como lo haría un pirata... A la izquierda si me ganas en piedra papel tijera, o a la derecha si gano yo. —Dije muy serio mientras me ponía en posición. —¡Vamos allá! Un, dos, tres, piedra, papel...

Antes de terminar, me di la vuelta y regresé a la cabina. En realidad ya había decidido el rumbo, y solo quería bromear con ellos.

—¡Rumbo a la izquierda a toda vela!

Laa futuras generaciones se preguntarían por que elegí la izquierda. Lo explicaré para que quede grabado en los libros de historia.

Si por algún casual, hubiese sido diestro, hubiese elegido sin duda la derecha. Si hubiese sido zurdo, hubiera elegido la izquierda. Pero no, no había sido por eso. Yo me manejaba con ambas manos por igual.

Entonces ¿Por que la izquierda?

La verdad era mas obvia de lo que cabría esperar: Yo era el capitán Reiji, el peor pirata de los cuarenta y cinco mares, si es que había tantos, y como capitán, tenía el poder de elegir a donde se embarcaría nuestra siguiente aventura.

Dicho lo cual, mi nariz de pirata me decía que el mejor botin estaba a la izquierda.

Y si. Ya me había metido totalmente en el papel.

—¡Yoho Yoho el peor pirata soy!

¡No se saquear, tampoco robar, ni el barco se frenar!

¡Yoho Yoho el peor pirata soy!

Esta vez, cante a pleno pulmón. Quería, obviamente, que escucharan que no tenia ni idea de cómo parar el barco cuando llegaramos a la costa.