Rápidamente las niñas detectaron quien era su enemiga y se juntaron para atacar a Ren, mientras que Hana se apartaba para salir del agua y sacar la unica toalla que tenían. Mientras se intentaba secar observó la escena. No era raro que Ren hiciese cosas completamente infantiles como aquella, pero tener a Lily con ella, de repente, la hacía parecer más madura. Era una madre, una madre excepcional para aquellos momentos de alegria contagiosa.

Aquello avivó el fuego dentro de Hana. Aunque la quería muchisimo de antes, lo cierto era que desde que empezó a pensar en eso de escapar juntas ya tenía dudas sobre Ren. Era impulsiva y cabezahueca. ¿Se arrepentiría? ¿Sería demasiado para ella? Y cuando apareció Lily y Ren tuvo el ataque de panico... Pensó que realmente se iba a desmontar su pequeño paraiso.

Y allí estaba. Siendo la madre del año, con una sonrisa de oreja a oreja y siendo más sexy por momentos.

— ¡Chicas! Suficiente. Lily, ven aquí que te seque antes de que te resfries. — dijo sin perder la sonrisa, ni siquiera podía regañarlas.

Cuando Hana las llamó, y estas empezaron a quitarse de encima, Ren se reincorporó encorvándose un poco para mirar a Hana con una enorme sonrisa. El viento meció un poco sus cabellos, poniéndose en mitad de su cara y ella hizo un vago esfuerzo por apartarlos, poniendo una mano en medio para recogerlos detrás de la oreja. Se levantó con cuidado, y ayudó a Hana con las dos niñas en lo que pudo, para después ir hasta el área de pícnic designada.

Hana secó a Lily con vehemencia, mientras Tsubaki se iba a un lado y se secaba ella sola meneandose entera. Dejó marchar a Lily cuando estuvo razonablemente seca y se giró a Ren, que intentaba irse al picnic. Le agarró la muñeca y la obligó a encararla.

— ¿Donde vas tú? Ven que te seque anda, que eres la que más empapada está. — le puso la toalla en la cabeza y la obligó a agacharse con ella para darle un largo y humedo beso. — Ya hablaremos tú y yo esta noche. — le susurró antes de separarse de nuevo y empezar a secarle el cuerpo como pudo.

Era casi imposible secar nada con esa toalla, que estaba practicamente hecha una sopa, pero eso no impidio que Hana manoseara a Ren un rato antes de dejarla ir a comer.

Ren se vio sorprendido por aquel beso, y esa sorpresa fue a creciente. En el momento, pensaba que era solo una muestra de cariño, pero se convirtió en una más profunda en un rápido descuido, ejercido por la rubia.

— ¿Uuuuuh? ¿Que he hecho? Por tenerlo en cuenta y repetirlo — le respondió con una picara sonrisa, para acto seguido ver y sentir como se aprovechaba de la situación para acariciar su cuerpo más de lo debido, tanto en tiempo como limite. — Supongo que la opción de que me secara yo no estaba ni presente, por lo que veo

Pasó entonces a reírse con cierta picardía en su mirada y sus labios, dejando que la rubia hiciera lo que quisiera con ella.

Después de aquel brote de pasión, Hana no pudo evitar avergonzarse. Ren tenía la facilidad de pasar de modo neutro a provocadora y desmontarle toda la ofensiva al instante. Pasaba de ser ella la que la manoseaba a que Ren fuese la que la sedujese.

— Callate. — fue todo lo que pudo decir antes de seguir secandola.

Estaba roja como un tomate y ni siquiera podía mirar a Ren a los ojos. Finalmente, acabó de secarla y le hizo un gesto a Ren de que ya podía irse a comer. Ella tendría que esperar algo más a que se le calmase el corazón y la respiración.

Ren rio, verla de aquella forma siempre la hacía feliz, y seguir molestándola solo acrecentaba ese sentimiento. Cuando acabó y vio que Hana necesitaba un momento para ella sola, avanzó, no sin antes guiñarle un ojo.

Se acercó a las niñas, viendo que es lo que su querida Hana había preparado para aquella improvisada salida que habían hecho, con un poco de hambre, ahora que había hecho algo de ejercicio correteando y chapoteando.

El picnic no era nada del otro mundo. Lo habían tenido que improvisar así que basicamente eran cuatro bentos de arroz, tortilla y pequeños trozos de frankfurt cortados como si fueran pulpos. Después había un cuenco con más arroz, otro con una sencilla ensalada de atun, tomate y patata y unas gyozas de la noche anterior. Evidentemente, todo el arroz tenia ese toque ajado que tanto le gustaba a Ren.

— Venga, comed. Tened cuidado con la bebida que el suelo aqui no es plano y se pueden caer los vasos. — mencionó Hana acercandose poco después y sentandose al lado de Ren.

Las niñas tenían su zumo de naranja y había una pequeña botella que Ren identificaria como sake, además de una enorme jarra de agua.

Ren pasó a comer con lentitud, con una mirada que danzaba entre las niñas y de vez en cuando de reojo a Hana, que hacía intensificar su sonrisa si esta cruzaba la mirada con ella. Saboreó cada bocado con esmero, como si de una cara comida que jamás podría costearse a la que habían invitado. Vio la botella de sake en algún momento, pero aunque le apetecía un poco, decidió que no era el momento para algo así. Hubo una ocasión en la que a Lily se le quedó algo de comida en la comisura de los labios, y sería ella la que se lo quitara con delicadeza usando alguna de las servilletas que Hana había traído.

— Tenéis que comer más despacio, si no, la comida os sentará mal — dijo sin querer con un inesperado aire materno.

Seguro que después de todo lo que habían correteado de un lado para otro y seguido de aquella deliciosa comida, acabarían agotadas y deberían llevarlas en brazos, pensó Ren, dejando escapar una leve risa.

Viendo que Ren había tomado finalmente el papel de madre responsable, Hana se relajó y se dedicó a comer un poco de todo. Observó a las niñas. Tsubaki comía con angunia como comían las perras, aunque Lily no paraba de regañarla no había manera de que pudiese coger los palillos con sus patas. Finalmente, la disculpó por esta vez y empezó a comer ella casi con el mismo ansia. Ren tuvo que limpiarle la cara más de una vez ante la atenta mirada de Hana.

Verla tan maternal le estaba quitando un gran peso de encima. Con Lily era una cosa, pero si ahora iban a tener dos crias, iba a necesitar de Ren algo más que las dudas en el dormitorio. No le dijo nada, solo siguió comiendo con calma sin dejar de mirarla y sonreir.

Aunque tuvo que limpiar la boca de las crias mas de una vez, estaba tan ensimismada en aquel tierno momento que nada podía preocuparla ni molestarla. Miró a Hana en una ocasión, con una dulce sonrisa teniendo Ren también algo de comida en la comisura de los labios al estar más pendiente de las crías que de ella misma.

Le devolvió la sonrisa con ternura y cuando estuvo quieta le agarró los mofletes con cuidado. En vez de quitarle la comida con la mano se acercó cuidadosamente y le dio un pequeño beso, limpiandola con la lengua. Lily dejó rápidamente lo que estaba haciendo para taparle los ojos a Tsubaki.

— ¡Mama! ¿Qué os he dicho de hacer esas cosas? ¡Y delante de la niña! — dijo indignada.

Hana rio ligeramente.

— Solo le estaba quitando algo de comida de la cara. Es que las servilletas están muy lejos.

Ren se quedó sorprendida, con los ojos igual de abiertos que un ciervo que acababa de ser deslumbrado en mitad de la carretera, para reir en cuanto escuchó la voz de Lily. Rio ampliamente, algo sonrojada y como intentando taparse la boca con suavidad; era aquella sonrisa que siempre ablandaba el corazón de Hana y la hacía derretirse con cada carcajada, enamorandose cada vez mas de ella. Se arqueó a un lado, apoyando la cabeza sobre la de Hana, aprovechando la diferencia de altura que era presente incluso cuando estaban sentadas.

— Mirala, que buena hermana mayor esta siendo — se cruzó de brazos, volviendo a subir una de sus manos. — Va a disfrutar más ella de que la familia se agrande que nosotras a este ritmo

Se apoyó en Ren al mismo tiempo que ella lo hacía sobre ella. Respiró hondo, relajada y ya saciada. Aunque no podía decir lo mismo de las niñas, que seguían cogiendo comida de aquí y allí.

— Sí. La verdad es que ahora lo único que me preocupa es cómo vamos a explicarlo cuando Tsubaki aprenda a transformarse en humana. Pero seguro que su confiable madre adoptiva y su hermana mayor pueden apañar algo. — dijo con la misma sonrisa que no se le quitaba de los labios, mientras abrazaba el brazo de Ren y cerraba los ojos, relajada.

— Es algo común de los niños. O si no, lo aprendió hace tiempo y se olvidó de como deshacerlo — añadió risueña y sin perder la sonrisa.

Cuando acabaran de comer, las dejarían estar un rato sin molestar, sobretodo porque seguro que después de tanta acción lo que querían era pegarse un buen sueño. Ren tan solo aprovecharía aquello para tumbarse y dejar que se acomodaran alrededor de ella que seguro que era lo que acababa ocurriendo, sobretodo por parte de cierta rubia. Si era necesario, luego las llevaría en brazos a la vuelta; aunque si Hana hacia lo mismo, iba a tener un problema para llevar a tanta gente encima, no por el peso, si no por el espacio.