Tras cientos de arboles al norte de la majestuosa ciudad de Yamiria, capital del País de la Espiral, un pequeño templo se yergue sobre el terreno. Los misterios y rumores lo rodean desde años, las madres piden a sus hijos que se alejen, y ni siquiera los mas valientes hombres se atreven a tocar su puerta. Nadie conoce su interior y eso les aterra, sin embargo, este no es tenebroso si no todo lo contrario. Es un templo de oración, habitado por decenas de personas que encuentran apoyo y fuerza entre cada uno. Sus residentes tenían prohibida la salida del templo, tenían que dedicar todo su tiempo, vida y esfuerzo al servicio del "Chie no kami" o Dios de la Sabiduría, solo unos poco elegidos lograban ver los paisajes que regalaba el exterior. Los maestros del clan, los únicos capaces de manejar el Kami no Chikara en toda su plenitud, eran los encargados de elegir quienes serian los discípulos que afrontarían "El Viaje de Peregrinación".

Esta es la historia de uno de ellos. De uno de los elegidos que pasarían toda su madurez en el exterior para volver como personas renovadas y convertirse en futuros maestros del Templo de la Iluminación. Su nombre, Habaki Karamaru.

Como todos los nacidos del templo, Karamaru era de sangre pura. Provenía directamente del linaje de Yukio Hatoyama, conocido como el "Dios de la Sabiduría". Sus padres habían pasado sin pena ni gloria sus vidas apoyando al clan. Su madre era una de las jardineras, estas se encargaban de la comida para el resto de los residentes, y su padre un herrero, dueño del local que daba armas a los niños y adultos para su entrenamiento. El trabajo de auto-sustentarse sin la ayuda del exterior hacia que todos los trabajadores se esfuercen mucho mas y trabajen mas tiempo. Por este motivo, el pequeño niño calvo se crió con su abuelo, Habaki Furimaro, uno de los maestros del templo.

Hoy es día para un entrenamiento ¿No, mi niño?- recitaba todas las mañanas el abuelo a su nieto. Era estricto y obligaba a Karamaru a esforzarse mas allá de su limite. Quería que siga su camino, quería que el pequeño vea el exterior y que sea un gran maestro como lo era él. Su hijo le había defraudado, termino como simple herrero del clan pero esta vez no fallaría. Prometía todos los días que su nieto se convertiría en lo que una vez él fue. Un prodigio entre los de su clase, y conocedor precoz de las tierras exteriores. A pesar de estar cansado de escuchar las mismas palabras una y otra vez, Karamaru colocaba una sonrisa en su rostro y asintia con firmeza a las palabras del anciano.

Estoy listo abuelo. ¿Hoy toca hacer formas no?- pregunto el niño con curiosidad.

¿Formas? Te tengo una sorpresa para ti. Como mañana cumples siete años te daré un gran regalo- comento el viejo guiñando un ojo y apuntadole con el indice a su nieto- ¡A partir de hoy, comenzaras a entrenar conmigo!

La cara de Karamaru fue un poema. La boca abierta y los ojos como platos confirmaban la sorpresa del pequeño hombre.

¿Contigo? Pero... ¿No estas viejo como para moverte? Lo tuyo es dar consejos y esas cosas. ¿No puedo seguir entrenando con mis amigos?

Que inocencia la tuya- replico entre risas el abuelo- Puedo moverme mejor que tu todavía. No subestimes nunca a las personas Karamaru, es un gran error hacerlo. Podrás estar con tus amigos, pero no en tiempo de entrenamiento. A partir de hoy sera mas riguroso así que tendrás que poner el pecho al asunto y demostrar que eres digno de que te entrene personalmente un maestro.

Si claro, "entrenar" personalmente.... Eres mi abuelo, no hay anda de especial en que me entrenes un tiempito.

¿Un tiempito? Veras lo que es bueno, no creas que esto sera por unos días. Dije a partir de hoy, y eso significa que te entrenare hasta que te marches.

La cara de sorprendido de antes se le quedaba corta a la de este momento- ¿¡QUE!? Se supone que empezamos nuestro verdadero entrenamiento empieza a los 16 y podremos salir a los 21. ¿Me entrenaras 8 años?

Ya veremos mi niño, ya veremos- sentencio la conversación el anciano poniendo sus manos en la espalda y saliendo de la habitación a paso lento.


El tiempo habia pasado. Las enseñanzas que se transmitieron entre familiares fueron fuertes pero el entrenamiento no duro lo mismo que Karamaru tenia pensado. Solo cuatro años habian pasado desde el anuncio de su abuelo pero el calvo estaba preparado, para orgullo de su abuelo, para comenzar de forma temprana el entrenamiento especial. A pesar de esto, no pudo superar a su abuelo, quien no comenzo el "Camino de la Sabiduria" a los once si no que a los ocho.

Seis puntos rojos en la frente tenia el anciano que arribo junto a su abuelo una mañana a su casa. Debido a la prohibicion que recibio Furimaro para entrenar personalmente a su nieto, Kiyon fue nombrado encargado de Karamaru para su iniciacion. Era de caracter amable y simpatico, muy parecido al de su protegido. Tenia una barba en forma de candado de color blanco como la nieve.


Varios entrenamientos sucedieron a ese evento, se podria decir que hasta incontables. Kiyon era un maestro duro, y Karamaru se entero desde el primer momento. Sin embargo, el paso del tiempo dio la razon a Kiyon y los frutos que dio como resultado se notaron increiblemente en Karamaru. No solo era mas grande y con un mejor fisico, si no que tambien habia madurado. En cinco años habia completado el primer paso del largo camino. Habia terminado el "El Tiempo del Dolor" para adentrarse en "El Viaje de Peregrinacion".

Los maestros dieron su visto bueno, despues de los halagos por parte de su abuelo y su querido maestro, con el cual formo un gran vinculo durante ese tiempo, para que el pelado salga del templo. No era algo que Karamaru se tomase con calma, estaba nervioso, pero sabia que para eso se habia preparado toda su vida. Sus compañeros no habian comenzado el adiestramiento y él ya lo habia terminado.

Espera- escucho Karamaru mientras se dirigia a la puerta exterior una calida mañana de Otoño. Su primer mañana como chico de 16 años. Eran palabras de su abuelo- Siempre espere este momento. Tristemente no podre verte cuando vuelvas, mucho tiempo pasara, y por eso quiero regalarte algo. Un ultimo recuerdo mio, espero que lo lleves contigo a donde quiera que vayas y espero que te sirva lo mismo que a mi- el anciano saco una pequeña capsula de color plateado desde su cinturon y se lo entrego a Karamaru- Sera dificil dominarlo, ni siquera yo pude encontrar todos sus secretos, pero recibelo como regalo mio y de Kiyon. Era de su padre, que en paz descanse, y se lo gane a tu maestro en un desafio. Ambos queremos que lo tengas. Solo una pista te dare: "El poder puede abrir mas que solo puertas"

Finalmente, la despedida estaba hecha. Ningun maestro se presento, y Karamaru pudo irse en paz pero no primero sin recibir un grito de su abuelo.

¡Ve a tomar sakes a lo de Lee. Es la mejor bebida de Uzushio!

Ambas caras tuvieron unas sonrisas. El pelado, que ya no era un niño, dejo escapar una lagrima sabiendo que era la ultima vez que veria y escuchara a su familiar mas cercano. Las puertas gigantes bordo se abrieron lentamente y sin dar vuelta atras Karamaru cruzo el umbral. Estaba en el exterior, ya no estaba bajo cuatro paredes. Si no que estaba en el infinito mundo exterior y como primer objetivo habia que ir a la academia de Uzushiogakure, segun le recomendo Kiyon, para hacerse un ninja hecho y derecho de su ciudad natal.

Y asi fue. Algunos jonin lo esperaron en las puertas de la ciudad y lo acompañaron por orden de la Uzukage, que ya habia hecho contacto con el maximo sacerdote del templo. Un examen sencillo, una direccion de una casita simple y sencilla, y Karamaru salio del edificio con un pedazo de tela negra con una pequeña banda metalica incrustada. Se encontraba en la muñeca izquierda del recien graduado que recordando las tan valiosas enseñanzas de su abuelo fue a tratar de visitar a Lee antes de pasar por su propia casa.