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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
"¡Pero joder! Tampoco podía venir y cercenarle el brazo..." Quiso defenderse en sus palabras, aunque el daño ya estaba hecho y la kunoichi se miraba muy afligida. Su intención de no lastimarla físicamente se volvió un una herida emocional para ella que a decir verdad, le sentaba muchísimo peor. "¡Kuchiuuuuuu!" Su mirada se miraba arrepentida y sus labios no podían alzarse, ni siquiera ante la despreocupación de Kizaemon o la sonrisa triste de Ranko.

Sorry. Tú mamá tiene razón y lo lamento mucho, más porque te dije que iba a esforzarme. No me gusta faltar a mi palabra pero tampoco quería ser cruel contigo— Agachó un poco la cabeza pero sostuvo el contacto visual aunque fuese con sus ojos de perro a medio morir. —La próxima vez voy a enmendarlo con un combate más digno.
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#77
Ranko bebió de su vaso, casi acabándose el líquido. Le alentaba el que Rōga entendiera su sentir. Aunque claro, le apenó que él tuviese que disculparse. Se veía en sus ojos que cumpliría su palabra para el siguiente combate, y Ranko se conmovió.

Real… Realmente te agradezco, Rōga-san. Gracias p-por entender lo importante que es para mí… Combatir.

Terminó el vaso y lo soltó sin querer. Sus ojos se cerraron y su cabeza cayó recostada contra la falda doblada, y su cuerpo entero se relajó. Kuumi se le acercó al instante, algo asustada, hasta que la chica roncó.

Falsa alarma, falsa alarma —La pelirroja colocó el dorso de la diestra sobre la frente de su hermana, pero sintió más que el calor de quien ha hecho un esfuerzo enorme, y el sudor respectivo —. Está exhausta. ¡Vaya que la llevaste al límite, chico! —Kuumi soltó una risa auténtica, sin nada de preocupación.

Komachi suspiró de alivio y acabó su vaso, tal como su hija.

Oh, vaya~ Hacía mucho que no pasaba eso. No te preocupes, Rōga-kun. Ran-chan tiene tal espíritu que hasta dormida se prepara para el siguiente combate. ¡Al despertar se sentirá mucho mejor, ya verás!

Tú también tienes cuerpo qué reparar. ¡Anda! ¡Sírvete de nuevo, las veces que haga falta! —Kizaemon hizo un gesto hacia la comida, invitando al Amejin a seguir con el banquete —. Te lo has más que ganado, King Rōga-kun.

Komachi soltaría una risita. Su esposo hablaba en serio, por haber demostrado su habilidad y su nobleza, así como por el linaje que poseía, pues eso era muy importante para Kizaemon.

Ranko, por su parte, había caído en lo que parecía un profundo sueño, como si su cuerpo hubiese presionado un botón de emergencia para ponerse en modo reparación. Su expresión ahora era muy serena, como nunca, y una tímida sonrisa se asomaba en sus labios.
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#78
Era una sensación muy rara la que tenía en el corazón, sin saber exactamente el porqué de la fuente de su congoja. "Si le pego duro es malo y si le pego suave también, pero tampoco puedo venir y dejar de pelear." El Yotsuki hizo el amago de sonreír de forma condescendiente ante las palabras de la kunoichi, aunque luego sus ojos se abrieron de par en par al verla desfallecer y caer suavemente "OH NONONONONONO" Sin embargo, fue la propia hermana de Ranko la que inmediatamente quiso auxiliarla, hasta que un simple ronquido rompió todo el drama.

—Maldita sea, que susto...— Reclinó ambos brazos hacia atrás y suspiró pesadamente mientras cerraba los ojos.

Pronto los esposos Sagisō instaron al joven a que continuara con la comida, ante lo cual el muchacho sonrió relajado.

—Supongo que un poco más no me caerá mal— Aunque ese poco se terminó convirtiendo en unas tres porciones más, raramente esperado para alguien de su tamaño. De todas formas, de quemar las calorías lo tenía. Unos tres vasos de jugo fueron necesarios para bajarse esa comida que sólo Amenokami sabe cómo era que cabían en ese estómago, hasta que finalmente pareció saciarse.

»Muchas gracias, buen provecho.

Se dio un par de palmadas en la recién formada panza. "No es abuso si ellos invitaron."
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#79
• • •

Ranko despertó un buen rato después, justo cuando el cielo perdía su color naranja tarde y comenzaba a ganar trazas oscuras. Se sentía mucho mejor, habiéndole dado un tiempecito a su cuerpo para recuperarse, y se podría decir que estaba fresca como una rosa. Después de estirarse en su lugar, se dio cuenta de que Rōga seguía allí.

Bienvenida de vuelta, Ran-chan. —Kuumi se metía una galleta a la boca y masticaba lentamente. Había decidido bañarse un rato junto con su madre, y ahora estaban ambas de vuelta sobre las mantas.

Kizaemon no había tocado el agua, sino que se había quedado bajo los parasoles, los cuales habían sido retirados ya, pues la intensidad del sol había bajado considerablemente. El señor se había levantado un par de veces para estirarse y andar un poco, para luego volver a sentarse.

¿Eh? —El rostro de la kunoichi se tornó carmesí al instante —. ¡AAAH! ¡R-Rōga-san! ¡Lo s-siento! ¡N-no fue mi intención q-quedarme dormida a-así!

La chica se cubriría ligeramente el rostro con las manos. Una cosa era hacer algo vergonzoso, como equivocarse al pronunciar el apellido del chico. Otra, de un nivel de pena unas treinta veces mayor, era dormirse en presencia de un invitado. Ranko no sabría qué habría hecho Rōga todo ese rato, aunque afortunadamente el chico había congeniado lo suficiente con su padre como para que hubiese problema alguno.

¿Q-qué pasó?
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#80
El muchacho volteó a ver a la kunoichi en cuanto esta recuperó la conciencia, para luego reír un poco ante el nerviosismo de esta. Sin embargo no era porque se estuviera burlando, sino que simplemente se la hacía divertida la situación y mantuvo las comisuras de sus labios elevadas en gesto condescendiente.

—No tienes porqué preocuparte, en lo absoluto— diría totalmente calmado. A decir verdad le daba bastante igual, pues él era la última persona con derecho moral para recriminarle por modales a alguien más. —He pasado la tarde dialogando con tu padre. Además, parece que tu cuerpo estaba muy fatigado y era necesario que descansaras luego de nuestro enfrentamiento. Es algo totalmente natural, así que no hay problema—. sentenció para luego ponerse en pie.

»Esperaba que estuvieses bien tras despertar, me alegra y basta con eso.

Volteó a ver entonces hacia las rocas dónde se habían encontrado.

—Ahora que recuerdo, dejé mi guitarra y el resto de mis cosas por allá. No es cómo si alguien se las fuera a robar, pero creo que tendré que sacudirles la arena— Se rascó la cabeza. —Iré por ellas, además que ya casi anochece y quiero ver la puesta. ¿Vienes?— Le invitó.
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#81
La chica se palpó el estómago y los muslos, como buscando heridas abiertas, y encontró que el cuerpo le dolía mucho menos. La sensación era más similar a la de haber hecho mucho ejercicio el día anterior que a la de haber recibido una paliza una hora antes. Aunque le apenaba haber tenido al peliazul esperándole, le hizo sonreír el que él hubiese estado pendiente de su bienestar.

Gracias.

Rōga le recordó que habían dejado su guitarra a lo lejos, en las rocas, y Ranko se culpó mentalmente de no habérselo recordado al momento. Pero no tuvo tiempo para sentirse culpable, pues el chico la invitó a ir por ella. Ranko asintió y se puso de pie. No necesitó ayuda, aunque se mareó levemente por un instante. Volteó a ver a su familia.

Sus padres platicaban en voz baja y reían de vez en cuando, con sendos vasos de madera en mano. Komachi comía un último onigiri antes de recostarse sobre la manta y disfrutar los últimos rayos de un sol agonizante. Más allá, un par de sirvientes comían un bien merecido bocadillo, mientras charlaban animadamente.

Vuelvo en un momento. —dijo la kunoichi mientras extendía la falda, la cual le había servido de almohada, y se la colocaba de nuevo.

Komachi asintió en su dirección, pues había estado atenta también a lo que ellos platicaban. Ranko entonces iría con Rōga de vuelta al punto donde había escuchado su guitarra.
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#82
Ambos genin se encaminaron entonces hasta las rocas, siendo que las cosas del Yotsuki se hallaban bajo la misma roca, y la guitarra titada en el sitio con algo de arena encima. "Demonios, ¿cómo pude permitir que pasara esto? Fui muy descuidado." Suspiró y tomó al delicado instrumento de formas femeninas con cuidado, sacudiendo un poco la suciedad que tenía encima.

—Hay un poco de nubes en el horizonte, pero creo que el cielo sobre nosotros es espectacular— Mantenía la vista sobre el púrpura que se mezclaba con el naranja. —En Amegakure prácticamente nunca puedes ver la luna ni las estrellas, e incluso en otros lugares de Ōnindo la experiencia es muy distinta— Le dio algunos cuantos golpecitos a su instrumento para que cayeran unos cuantos granos desde el interior de la caja. —¡Ese tipo de cosas desconocidas para mí son las que me dan inspiración para mi música!— Sonrió emocionado mientras se colocaba la correa y observa al mar.

El sol poco a poco se ocultaba.

»¿Te digo una verdad? Cuando me volví shinobi no tenía eso que la gente llama "camino ninja". Nunca le di importancia a eso, yo simplemente pensaba que era un puente para la fama que anhelo. Con el tiempo he pasado muchas cosas, y he arriesgado mi vida más veces de las que me gustaría en realidad...

Se llevó la mano diestra al brazo contrario, pasando levemente los dedos por sobre las cicatrices de su piel mientras la noche poco a poco iba cubriendo con su manto el gran mar celestial.

—Pero eso sólo ha reafirmado lo que yo creía: Soy alguien demasiado simple para vivir cargando con angustias, decepciones y demás mierdas deprimentes; aunque me digan que debo retroceder, siempre miro al presente al frente de mí, sin preocuparme por el futuro. Poco me importa que me elogien por ser fuerte o no, prefiero mil veces que me reconozcan por ser yo... Ah verga, este sitio es el típico escenario donde uno se pone sentimental.

Pronto, en el cielo oscuro, cientos, quizás miles de estrellas se bañaban en la negrura. Las nubes parecían almohadas a lo ancho del paisaje, mientras la luna desfilaba gloriosa en lo alto de su plenitud. La marea subió un poco, mientras el embravecido oleaje resonaba estruendoso, dejando una luminiscencia fantasmal en las aguas producto del brillo sin igual de los cuerpos celestes reflejados.
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#83
La guitarra y pertenencias de Rōga seguían cerca de las rocas, y el instrumento sólo había sido espolvoreado con algo de arena, la cual el Amejin no tardó en sacudir.

Rōga se abrió un poco más a Ranko: le dijo que una vista como la que estaban presenciando le inspiraba, le habló de su simpleza y de su autenticidad como persona y de su camino ninja, o falta inicial del mismo. La chica suspiró ante las luces del cielo y las del mar.

Es curioso. Yo… Yo solía tener mi… camino ninja muy presente. Bueno, lo que yo creía era mi camino. De-desde niña yo… Quería ser como los guerreros… como los ninjas de leyenda. Y-y… siempre leía su pasado. Sobre sus peleas, sus tragedias, sus enemigos… Pero yo… —Volteó hacia su familia —. Yo no he tenido mucha tragedia. Soy… En realidad soy muy feliz. Y… Y he conocido a muchas personas maravillosas. N-no digo que todo en el mundo sea sonrisas… E-es sólo que… En cierto punto pensé que no podría… Llegar a-a ser lo que quiero por esto.

Se acercó a una roca y la escaló para sentarse. Quedó frente a Rōga, con el mentón sobre las manos y los codos sobre las rodillas.

Pero eso fue tonto. Lo que tengo ahora… Debe de impulsarme, no hacerme dudar. Rōga-san es... e-es realmente fuerte, y valeroso, ¡estoy segura que llegará tan lejos como quiera, siendo Rōga-san! —Ranko se encogió de hombros y se inclinó un poco hacia atrás, como si se acabara de dar cuenta de algo —. ¡E-es cierto! ¡Este lugar sí que es inspirador, sentimentalmente!

Algo sonrojada, pero visiblemente más tranquila que en otras ocasiones, Ranko rió.
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#84


—Eres mucho más afortunada de lo que piensas...— giró su cabeza cómo un perro curioso. —Yo también he tenido, o al menos tuve una vida muy pacífica. No fue sino hasta que presencié las cosas terribles que hay allá afuera, que he podido dar gracias por la paz que Yondaime-sama nos ha dado a los habitantes de Amegakure.

El genin cerró los ojos entonces, chasqueando la lengua cuando ella le llamó alguien fuerte. Normalmente hubiese presumido, pero si quería ser sincero debía abrir un poco más algunas heridas.

—¿Fuerte? Huh. De tanto que he mordido el polvo me he dado cuenta que soy todo menos alguien fuerte— abrió los ojos y los posó sobre la kunoichi, a la vez que inconscientemente se llevaba el brazo una vez más a las cicatrices. —No le pude poner un dedo encima... Fue justo luego de que te encontré en el valle del fin. No le pude poner un dedo encima... Peleé con todo mi valor, con todo mi orgullo. No le pude poner un dedo encima—. suspiró. —Fui dejado a gritar en soledad... Yo debería estar muerto de no ser por alguien que me rescató, aquel que ahora es mi sensei— Se sacudió la cabeza apartando esos recuerdos de su cabeza. —Y aunque me pregunte si ahora habría diferencia, no sirve de nada que me frustre. Una cosa me quedó clara: yo no voy a cambiar por una sandez. Lo que sí, ayudaré si está a mi alcance. No creo que existan los héroes, sólo tontos a los que la gente cree héroes. Pero si yo puedo traer la misma alegría que yo tuve a las personas de mi aldea, entonces yo seré uno de esos tontos— sonrió confianzudo con brillo intenso en los ojos.

»Cantaré y lucharé.

Tomó la guitarra entre sus manos.

—Je. Se supone que estaba acá de vacaciones y al final siempre termino con el melodrama.
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#85
Dije que Rōga-san es fuerte… P-pero siempre hay alguien más fuerte que uno. Así como uno siempre es más fuerte que alguien más.

Ranko se encogió de hombros, aunque su relajación desapareció momentáneamente cuando el peliazul le contó que casi había muerto tiempo atrás, después de lo de Unraikyo. Tragó saliva. Colocó las manos sobre sus rodillas, apretando levemente la falda, un tanto nerviosa.

C-creo que está bien… —contestó sobre el melodrama —. A-a veces hay que permitirnos momentos así. Creo. Rōga-san —Ranko no pudo pasar por alto mucho tiempo el comentario del chico —. ¿Rōga-san casi…? ¿Habrías…? ¿Cómo pasó? ¿F-fue el Shinigami?

"Sus brazos... ¿Qué les pasó en realidad?"
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#86
El Yotsuki negó con la cabeza suavemente.

—Un traidor, uno que no le importaba pasarle encima a un camarada— Él en ese momento no lo sabía, de que existía aquella orden. Pero, aún cuando estuviese amparado en aquel entonces por ser una misión, nunca creía en que el fin justificaba los medios. Por eso, para él era un traidor de una u otra forma. —¿Sabes? Hanamura me hizo plantearme algo que antes no rondaba por mi cabeza: Y es que sólo las personas que suelen ir en contra de la corriente del mundo son los que logran cambiarlo... A nosotros los ninja se nos enseña a ver el mundo de una forma distinta; Se nos enseña a madurar, ¿está mal querer jugar? Se nos enseña a desconfiar y estar preparados en todo momento para lo peor, ¿está mal tener fe en los demás? A veces pienso, que clase de mundo torcido es este donde ser amable o inocente está mal— Empezó a ajustar las clavijas de la guitarra para tensarlas mientras daba leves toques a las cuerdas para afinarlas. —Siempre he querido que la gente me escuche cantar, que mi música de alguna manera entre en sus corazones y sus recuerdos. Pero, ¿es posible que exista otra forma? Una manera de ser la inspiración de las personas y cambiar algo en sus vidas... Antes estaba indeciso, pero ahora creo que por fin he encontrado mi Nindō: quiero ser alguien que pueda cargar en sus hombros con las esperanzas y risas de los demás, así cómo sus llantos y desilusiones. Quiero que me vean a la espalda y puedan ver a alguien en quién confiar, eso es lo que me he decido.

Sonrió para luego sonar un acorde con su guitarra.

—¡Y cuando lo consiga mi nombre será respetado por mis fans y temido por mis enemigos a la vez!— Alzó la vista al cielo. —Hoy no pude terminar de tocar la pieza que estaba preparando en la mañana cuando nos encontramos, pero creo que se me ha venido a la cabeza una nueva canción en este paisaje. ¿Quieres oírla?— Giró su cabeza.
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#87
Un… traidor… —repitió Ranko lentamente.

Aunque no fue tanto como un golpe de realidad, sí fue un llamado de alerta. Sí, había gente malvada en el mundo. Había gente capaz de dejar a sus amigos, a su patria detrás, gente capaz de hacer mucho daño. Gente que había dejado a su amigo por muerto. Tragó saliva, y un ligero temblor recorrió su psique.

”Y… ¿Y si algún día yo me topo con alguien así? ¿O con el mismo traidor? Si Rōga-san no pudo dañar a esta persona, yo… yo…”

Por un momento quiso preguntarle al peliazul el nombre de aquel traidor, para estar atenta en el futuro, pero se contuvo. En especial porque el chico mencionó a Kazuma, y cómo una persona que va en contra de la corriente es quien cambia al mundo. Y entonces una fibra más de Rōga salió a relucir: no quería volverse famoso sólo porque sí, o por la fortuna, quería ser una inspiración, compartir risas y emociones y esperanza. Ranko sonrió ante la nobleza del nindō del Amejin, aunque muy en lo profundo pensó que su propio objetivo de volverse una kunoichi de leyenda era demasiado mundano. Tal vez tendría que poner las cosas en perspectiva.

Pero eso sería después. Justo ese momento era para disfrutarse. El sol ya se había ocultado, ahora era la luna y las estrellas quienes acompañaban al conejo, el lobo y la arena. A lo lejos, la familia Sagisō había colocado unas antorchas largas para iluminar su área, y los sirvientes colocaban algunas tiendas para dormir. El mar había embravecido, pero el viento estaba más refrescante que nunca. Ranko asintió y se acomodó sobre una roca, y más que sentirla áspera, sintió que era el asiento en primera fila del mejor concierto.

¡Por supuesto, Rōga-san! ¡Me encantaría escucharte!
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#88


All Right!—Dijo animadamente con su clásica y blanquecina sonrisa del millón de ryō, posando sus dedos en el instrumento. —Vas a tener el privilegio de poder escuchar un tema inédito en primera fila de forma totalmente exclusiva. ¡Primicia de fans dedicados!— Carcajeó estruéndosamente.

Se detuvo por unos segundos, mientras la lumbrera de la luna y su séquito de estrellas desfilaban en la bóveda celeste, dando lumbrera a los dos genin que se hallaban refugiados bajo el amparo de la dama de la noche. Rasgó suavemente las cuerdas, cantando mientras las olas rompían en la costa.

Suave, suave
Revelemos nuestros secretos el uno al otro
Yo atesoraré estas memorias
La vida es una triste pero hermosa experiencia

La brisa marina se desliza entre tus cabellos, diluyendo el color de las lágrimas

Millones de estrellas caen desde el cielo, reflejándose en el océano
Yo pensaba enseñarte su azul, pero tuve que tomar un pequeño desvío.
Por eso maldigo en esta noche

Incluso estando conscientes de la gran distancia que nos separa
La luna y el mar son como nosotros

Después de decir esto, la luz de las estrellas parece iluminar tu piel.

Millones de estrellas caen desde el cielo, reflejándose en el océano
No quiero olvidar este azul, por eso quiero cerrar mis ojos por un instante
Por eso maldigo al viento

Nosotros sabemos que este es el adiós
Tú estás sonriendo, por eso no puedo llorar

Millones de estrellas caen desde el cielo, reflejándose en el océano
Siento que este azul es lo único que podemos compartir
Y por eso me desviaré un poco del camino
Por eso maldigo en esta noche

El sonido de su voz se perdía más allá de los lindes del mar, al igual que el resonar de la música. Destino o casualidad, lo que empezó como una coincidencia se terminó convirtiendo en una anécdota más, una que perduraría en sus corazones. Compartiendo recuerdos, sus anhelos. El Rey Colmillo de Lobo y la Princesa Conejo, que ante todo lo que alguien podría decir, habían forjado una amistad como pocas veces se han visto. Sus diferencias eran irónicamente, la que armonizaba la melodía de esta historia. ¿Se reencontrarían alguna vez más? Podrían apostar que sí. Así, culminó la historia de una noche casual de verano, más valiosa que una épica aventura, una moraleja la cuál guardarían en sus corazones.
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