Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La pelirroja asintió, estaba todo perfecto, ahora solo quedaba que el plan que habían trazado, que no era demasiado complejo tampoco, diera sus frutos. Riko miró entonces el lugar donde se encontraban los maleantes, simplemente tenía que hacer algo de ruido y echar a correr como alma que lleva el diablo por lo que, tomó aire un par de veces, tratando de serenarse lo máximo posible.
— Vale creo que estoy lis... — Cuando se quiso dar cuenta, Aiko ya había desaparecido, por lo que lo único que quedaba era que el Senju alejase a aquellos hombres de allí.
«Vamos tío, tu puedes.»
Se dio un par de golpecitos en los mofletes y salió a la carrera, directo a la boca del lobo, haciendo que se tropezaba, para hacer el mayor ruido posible.
— ¡Está aquí! ¡El idiota que se escapó! ¡A por él!
Los dos hombres que estaban más alejados siguieron las órdenes y echaron a correr tras él, al igual que el hombretón que había gritado, los tres persiguiendo al pobre Riko, que rápidamente salió corriendo como alma que lleva el diablo, pasando por al lado de donde su compañera se había ocultado, recorriendo el camino que habían seguido hasta llegar allí.
El chico pareció centrarse un poco en su cometido. Tomó varias bocanadas de aire, e incluso se golpeó los mofletes con tal de ello, de mentalizarse. Quiso dedicarle unas palabras a la chica, pero para cuando lo intentó, la chica había desaparecido de su vera aparentemente, por lo cual cortó sus palabras en el mismo momento que se dio cuenta. Sin mas, corrió hacia delante, haciendo bastante ruido en su avance y chocando con varias sillas —que tocaron suelo— creando una clara distracción, una oportunidad única para que la chica cumpliese su parte del plan.
Tras armar el buen alboroto, el joven —disfrazado— salió corriendo, pasando por delante de la chica. Tras él, pasaron también los dos maleantes y el que parecía ser el jefe, o al menos parecía ser el mas fuerte. Los tres perseguían al chico frenéticamente, y éste huía a toda velocidad, siguiendo el plan.
«¡Ahora!»
Sin mas, la chica dejó atrás su camuflaje, y corrió hacia las celdas. Su carrera la llevaría rápidamente hacia la estancia de donde habían salido los maleantes, donde debía estar el resto de secuestrados —si es que el tipo decía la verdad— y las susodichas jaulas donde los retenían.
—Tranquilos, ya estoy aquí, vengo a salvarlos. —anunció sin pudor. —¡Guarden silencio y sigan mis instrucciones!
Ante todo, debían mantener la calma. La chica se impuso, dando a valer sus dotes de líder. Tras ello, daría un vistazo bien profundo a la situación, a lo que se cocía realmente en la sala. Sobre todo, debía salvarlos lo más rápido posible... debía buscar la manera mas rápida y efectiva de abrir las celdas.
La primera parte del plan había funcionado, los maleantes perseguían a Riko como locos, sin ningún tipo de escrúpulo por lo que dejaron la sala donde se encontraban los secuestrados completamente libre para que Aiko se moviera, rápida y precisa hasta llegar a las jaulas donde se encontraban retenidos.
Podría ver que los prisioneros estaban en mal estado, uno de ellos, sumamente parecido al que se habían encontrado huyendo de allí tenía la cara llena de moretones, hinchada y con restos de sangre, prueba de que le habían usado como escarmiento para el resto de los captivos.
—Tranquilos, ya estoy aquí, vengo a salvarlos. ¡Guarden silencio y sigan mis instrucciones!
Los cuatro asintieron lastimosamente, sin emitir ni un solo sonido y viendo como la pelirroja buscaba una forma de abrir las celdas rápidamente.
— A-allí, en la mesa que se sienta el jefe hay llaves. — Dijo una mujer, que abrazaba a un niño pequeño, como tratando de protegerle a toda costa.
La penitencia era realmente escasa, tanto en decoro como en espacio. La chica podía observar toda la estancia con un mero vistazo, viendo la jaula común en la que todos los prisioneros estaban encarcelados, una silla y una mesa. Sin duda alguna, aquella cárcel improvisada era un refugio provisional para aquellos presos, puesto que por ahí no se veía ni víveres para los carceleros, mucho menos para los encarcelados.
La pelirroja pudo observar como entre los presos había uno que había pagado el pato de que un escapase, un escarmiento para el resto sin lugar a dudas. Frente a la presentación de la chica, la mayoría parecieron alegrar, e incluso una mujer que abrazaba a su retoño se atrevió a adelantar su fuga, avisando a la salvadora dónde resguardaban los guardas las llaves de la celda.
—Gracias.
Sin demora, corrió hacia la mesa, y tomó las llaves que estaban sobre la misma. Apenas tomadas las llaves, la chica se dirigió hacia la puerta de la celda, buscando entre las llaves la mas apropiada. No habían demasiadas, no tardaría en encontrar la acertada.
—Mantened la calma, y seguidme, os guiaré hasta la guardia de la ciudad, y os pondré a salvo. Pero por favor, sigan todas mis instrucciones. —avisó mientras encontraba la llave que abriría la celda.
Apenas al tercer intento, la llave encajó, y abrió el cerrojo de metal. Con apuro, la chica abrió la puerta, dejando que el conjunto de presos pudiese salir. —Vamos, seguidme de cerca.
Sabiendo que llevaba a una tropa excitada por su supuesta libertad, la chica no quitaría ojo de encima a los presos, con tal de que no la liasen. Sin embargo, mantuvo un ritmo no demasiado lento y constante andando, que guiaría al conjunto de presos hasta fuera de la cueva. Obviamente, tampoco dejaba de estar atenta a si alguno de los carceleros regresaba, no podía permitirse el lujo de que la vieran haciendo escapar a todos esos presos...
La pelirroja corrió hacia el lugar que la mujer le había indicado, allí vería un juego de llaves, no demasiado amplio por lo que probando una a una conseguiría descubrir cual era la indicada en no demasiado tiempo, por lo que, rápidamente, la genin había conseguido cumplir una parte de su cometido, sacar a los presos, ahora solo quedaba llevarles a un lugar seguro y, por qué no, reunirse de nuevo con Riko, que aún estaba tratando de entretener a los malhechores.
—Mantened la calma, y seguidme, os guiaré hasta la guardia de la ciudad, y os pondré a salvo. Pero por favor, sigan todas mis instrucciones.
Todos los presentes asintieron, saliendo ordenadamente de su prisión, esperando que la chica les guiase hacia su libertad, en fila de a uno y ansiosos por salir de aquel lugar de una vez.
...
Riko corría, la vida le iba en ello pues tres hombres malos, como el hombre les había definido, le estaban persiguiendo tratando de hacerle cualquier cosa. Había recorrido la cueva entera y estaba a punto de salir al aire libre, en cuanto notó los primeros rayos de sol en la cara torció a la derecha, quedando oculto ante la vista de sus perseguidores y, con un sello del carnero, desapareció del lugar, situándose en la rama de un árbol cercano, evitando ser visto por los tres hombres, que en cuanto salieron de la cueva, pararon su carrera.
— ¿Dónde coño está? ¡Cómo se vuelva a escapar lo vais a pagar vosotros! ¡Así que poneos a buscar!
Los dos hombres, visiblemente nerviosos comenzaron a buscar al peliblanco con todos sus esfuerzos, peinando la zona inmediata a su escondite.
«Tengo que alejarlos un poco más... Pero tengo que descansar.»
La respiración del Senju estaba siendo algo entrecortada, aquella carrera le había pasado factura, pero sabía que tenía que seguir alejando a aquellos hombres, al menos para que Aiko consiguiera sacar a todo el mundo de allí.
La pelirroja continuó arrastrando —no literalmente— de las personas que había liberado, de aquellos presos cuyo motivo aún ni conocía. Igualmente, pese a la carencia de información, la tortura y la prisión de inocentes no debería estar permitida. Fuese por un motivo u otro, debían ser inocentes, no había otra posibilidad —incluso había un recién nacido—.
Decidida, la chica no tenía mas opción que tirar de ellos en pos de liberarlos. A paso lento y seguro, la chica los encaminó hasta casi la salida. La luz de la calle ya casi se hacía palpable, el aroma a libertad podía tocarse. Solo quedaban unos metros para llegar al exterior, para ser libres.
—Ya casi estamos, seguidme. —anunció la pelirroja.
Sin preámbulos, la kunoichi continuó a paso seguro hasta la salida. Ya por últimas estaba viendo el camino, y la luz del sol. El júbilo en la gente que había tras ella no tardaría en manifestarse, pero debía asegurarse de que todos huyesen en la dirección contraria a los maleantes...
—Al salir nos dirigiremos hacia la izquierda, iremos directos a la ciudad, donde los guardias nos esperan.
Al menos con esas palabras se libraba de que cualquiera de ellos saliese corriendo hacia sus raptores.
Riko seguía esperando en la rama del árbol, oculto mientras sus perseguidores se volvían loco buscándole y mientras trataba de pensar qué hacer cuando Aiko y los demás llegaran hasta allí, qué hacer con aquellos maleantes para que no volvieran a capturarlos, llevándose consigo a una kunoichi esta vez.
«Mierda.»
Desde fuera de la cueva era capaz de escuchar el ruido proveniente del interior, las persnas que habían sido capturadas no tardarían en empezar a armar algo de alboroto en cuanto vieron la luz del sol a su alcance, apresurando su paso como consecuencia, con sus ganas de salir y, aunque obedecieran las indicaciones de la pelirroja, los captores también se habrían percatado de este ruido.
— ¿Pero que mier...?
Los tres se dieron la vuelta, encarando la entrada a la cueva y dispuestos a interceptar a los que estaban huyendo.
«Venga, tengo que detenerlos...»
Dio un salto desde su ubicación y, rápidamente realizó una serie de dos sellos y de su boca salió una masa de agua viscosa que atrapó los pies de los bandidos, impidiéndoles moverse.
— ¡Vamos, seguidnos! — Dijo ya finalizada la transformación y esperando que todo el mundo fuera detrás de él y de Aiko antes de que aquellos tres se pudieran volver a mover.
¤ Suiton: Mizuame Nabara ¤ Elemento Agua: Campo de Captura del Sirope Escarchado - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Suiton 20 - Gastos: 18 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Atrapa los pies del enemigo durante 2 turnos - Sellos: Carnero → Tigre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: El chorro se expande sobre el suelo con una extensión de 3'5 metros de ancho y 6 de largo
El usuario escupe una masa de agua muy densa y viscosa, imbuida con chakra Suiton, y la esparce en un amplio área sobre el suelo. Se trata de una corriente de agua pegajosa que puede utilizarse para formar una trampa adhesiva que inhibe el movimiento de una o varias personas. Si el enemigo conoce de antemano los efectos de la técnica, o la ha sufrido con anterioridad, resulta fácil de evadir simplemente canalizando el chakra a través de los pies para andar sobre el campo de agua sin tocarla realmente, aunque esto sólo es posible si consigue hacerlo a tiempo.
Lo que la chica temía no tardó en suceder, pese a su aviso, la gente no pudo ocultar su euforia al ver la luz del día, al oler la brisa fresca que entraba en la cueva y caducaba. Como inspirados por el mismo diablo, varios de ellos alzaron la voz, e incluso corretearon hacia el final del túnel, allá donde la luz era mas intensa. La pelirroja no pudo hacer demasiado por evitarlo, pero al menos se adelantó en pos de no dejarlos en un punto vulnerable.
Conforme la chica salió, pudo avistar al grupo de maleantes a su flanco. Éstos no tardaron en descubrir lo que sucedía, y extrañados comenzaron a correr hacia donde se encontraba la kunoichi y los fugitivos. La chica dejó caer un suspiro, no esperaba del todo ésta situación...
«Éste tipo... Riko. ¿Tan solo los ha sacado hasta aquí? Vaya chapuzas de genin...»
No pudo evitar un mal pensamiento para con el chico, era imposible pensar algo mejor. Le había dejado todo el marrón, y se había ido de rositas. Sin embargo, no tardó en hacer acto de presencia. Saltó desde la proximidad, y realizó una técnica con agua que cubrió rápidamente los pies de los maleantes. Éstos, quedaron presos de la técnica, con los pies engranados en la masa viscosa en que el agua se había transformado.
—Creía que me habías dejado plantada... —confesó a regañadientes.
El chico animó al grupo a que corriese camino a bajo, dirección contraria a donde se encontraban los raptores. Sin demasiado pensar, todos comenzaron a correr dirección al rumbo marcado, aunque cada cual a su ritmo. Evidentemente, la pelirroja quedó en la retaguardia, arrastrando con ella el ritmo del mas atrasado.
Todo salió demasiado bien, los maleantes habían quedado atrapados con su técnica, los cautivos habían sido liberados y ahora emprendían la marcha hacia la ciudad, ahora que sus captores estaban inmovilizados y que no podían perseguirles, tenían que aumentar el ritmo para aprovechar este momento.
—Creía que me habías dejado plantada...
Riko miró a su compañera, con el gesto torcido.
— Debería haberlos alejado un poco más pero... mi fondo físico no es espectacular, la verdad. — Reconoció el genin avergonzado.
Rápidamente se pusieron a guiar a los recién liberados esperando para ponerse en último lugar para evitar cualquier tipo de sorpresa.
— ¡NO OS VAIS A NINGÚN LADO!
El más grande de todos estaba visiblemente cabreado, la cara se le había puesto roja, las venas esstaban completamente hinchadas y, tras un grito comenzó a hacer fuerza con las piernas, tanta que acabó por liberarse de la técnica del peliblanco, que miró impresionado la fuerza del hombre.
— ¡Aquí se acaba vuestra aventura, mocosos! — Gritó, enarbolando dos grandes espadas, una con cada mano y echando a correr hacia los dos genin.
Riko reconoció con el gesto torcido que el fondo físico no era su fuerte, al parecer la carrera no le había dado para mas. Curioso, puesto que apenas había salido de la cueva... no es que tuviese mala condición física, es que directamente el tipo no tenía condición física. Pero bueno, tampoco podía recriminarle demasiado eso, al menos no se había escurrido dejandole todo el marrón a ella.
Hasta había tenido el detalle de retener a los maleantes con esa extraña técnica... todo un caballero. Sin embargo, el efecto de la técnica no tuvo la eficacia propia en todos los maleantes, no señor. El tipo mas grande, el que parecía menos fuerte de los tres —irónicamente hablando— bramó que no irían a ningún lugar, y tras ello se hinchó como Hulk Rojo. Las venas en la cabeza parecían a punto de estallar, y con un grito de por medio, realizó una acción que hasta sorprendió a Riko. A base de fuerza bruta, arrancó sus piernas de su prisión acuosa, y tomó rumbo hacia el grupo de libertadores. El hombre, blandiendo dos espadas tan grandes como Aiko, no parecía querer tomarlos como amigos, casi parecía con intenciones de trocearlos y meterlos a todos en jaulas... o un contenedor de plástico.
La pelirroja dejó caer un suspiro, y cesó su avance. —Bueno, sigue tu con ellos Riko, yo me encargo. —anunció, para tras ello dar media vuelta y encarar al tipo. Su mirada se hincó en la del hombre, y su sonrisa se transformó en una mueca de indiferencia, casi parecía aburrida de tener que combatirlo.
—Puedes irte tranquilo a casa, o bien puedes acabar en el hospital. Tu eliges. —amenazó al tipo, apoyando su mano en la cintura y dejando caer su peso hacia el lado contrario. Sin duda, esa no era una pose de defensa, pero estaba totalmente segura de sus posibles acciones para detenerlo. Total, no tenía mas que retenerlo hasta que el resto llegasen a zona segura...
El grandullón estaba avanzando hacia ellos, con aspecto claramente amenazador, sin lugar a dudas no pensaba dejarles escapar tan fácilmente, no sabía qué quería de ellos pero no estaba dispuesto a perderlos así como así por lo que, y frente al avance del hombre, tanto Aiko como Riko se detuvieron, aunque fue ésta primera la que decidió tomar las riendas de la situación.
—Bueno, sigue tu con ellos Riko, yo me encargo.
El peliblanco la miró, algo contrariado, estaba claro que alguien tenía que asegurarse de que los presos llegaran sanos y salvos a la ciudad, pero dejar allí a la chica contra aquellos tres tipos no parecía la mejor de las opciones.
— No puedo dejarte aquí esos dos no tardarán demasiado en poder escapar de la técnica, no puedo dejarte en un tres contra uno. — Explicó el muchacho, viendo que su técnica se estaba debilitando por momentos y que los dos que estaban atrapados en ella quedarían libres de un momento a otro.
El Senju miró hacia detrás, donde se encontraban las personas que acababan de liberar.
— ¡Venga, id a la ciudad, nosotros detendremos a estos aquí hasta que estéis a salvo!
Y echaron a correr, en dirección contraria a donde se encontraban ellos, para alejarse lo máximo posible de sus captores.
— ¡Ah no! ¡No os vais de aquí — Y con sus espadas en ristre, el grandote trató de saltar por encima de los dos genin, para atrapar a los que intentaban huir.
La chica esperaba que el peliblanco huyese con el ganado, no literalmente, en pos de poner a salvo a toda esa gente. Sin embargo, éste se paró al igual que la chica había hecho, y encaró a los maleantes. Al parecer, según sus propias palabras, la técnica no duraría demasiado, y no pensaba dejarla sola en contra de tres. A su parecer, sería injusto. Pero de igual modo, el resto tenía que huir. Sin demora, el chico alertó a los fugitivos para que corriesen dirección a la ciudad, avisando de que ellos le darían tiempo suficiente para que escapasen.
«Joder... hubiese sido mas fácil que él los llevase...»
Sus ojos cambiaron de blanco, dejó de lado al chico peliblanco, para encarar al grandullón. Éste no pareció conforme con lo dicho por Riko, y pasando de los que le hacían frente, tramó saltar por encima de éstos en pos de capturar de nuevo a los inocentes. Sin embargo, eso no había sido la mejor idea que podría haber tenido, en absoluto lo había sido.
—¡...y una mierda! —bramó la chica, alzando las manos hacia el hombre.
Un centenar de hojas de papel se liberaron entonces desde las muñecas de la chica, atrapando en el mismo salto al hombre, y envolviéndolo rápidamente como a un kebab. El amasijo de papeles quedaría en el mismo aire, preso de una corriente de papeles que no se detendría con facilidad, y que dejarían al grandullón totalmente fuera de juego.
—¡No volveré a repetirlo de nuevo! ¡Lo hacemos por las buenas, o acabáis en un puto hospital! —amenazó, y volvió la mirada hacia los otros dos, dando por aclarado que también se dirigía a ellos.
Estado de Aiko
140/140
–
126/150
–
-24
–
—Objetos:
Hitai-ate [Cintura]
Retrato de Aiko [Bota derecha]
Portaobjetos (10/10)[Muslo derecho]
Kunai (2/2) [Portaobjeto]
Shuriken (1/1) [Portaobjeto]
Hilo shinobi (3/3) [Portaobjeto]
Bomba de humo (1/1) [Portaobjeto]
Hikaridama (1/1) [portaobjeto]
Sello explosivo clase C (3/3) [Portaobjeto]
Bomba explosiva clase C (1/1) [Portaobjeto]
* Ninguna AO *
Técnicas usadas:
¤ Shikigami no Mai: Kami Shibari ¤ Danza del Shikigami: Atadura de Papel - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos:
Kamijutsu 50
Shikigami no Mai activado
- Gastos: 24 CK (impide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: Inmoviliza al oponente - Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: El torrente de papeles tiene tres metros de diámetro y alcanza los 5 metros antes de perder efectividad
Usando la danza del Shikigami, el usuario arroja en línea recta un torrente de papeles sobre el oponente. En caso de hacer contacto con él, los papeles se adhieren rápidamente a su cuerpo, y lo envuelven por completo para inmovilizarlo.
Sin embargo, esta técnica es muy frágil y se deshará si el usuario pierde la concentración o si tanto él como la víctima como los papeles sufren daños.
Riko estaba dispuesto a saltar para interceptar al hombre, con un choque que, de seguro, perdería, pero que les daría tiempo para detenerlo después, pero su compañera tenía otros planes, alzó las manos y, como había sucedido anteriormente, un montón de papeles salieron disparados a toda velocidad hasta el cuerpo de éste, envolviéndolo en el aire, formando una especie de capullo.
«Vaya, ¡esta chica no lo hace del todo mal!»
Pero su alegría duraría poco, los dos hombres que habían estado inmovilizados por la técnica del peliblanco, ahora podían moverse y, a pesar de ser más débiles que su jefe, parecían ser algo más rápidos, por lo que trataron de llegar hasta donde estaban reteniendo al grandote.
— ¡Jefe! ¿Está bien?
Pero Riko no estaba dispuesto a dejarles acercarse a la zona por lo que,rápidamente y, tras una serie de sellos un potente chorro de agua salió disparado por su boca, arrollando a los dos hombres que estaban centrados en acercarse a su jefe y no lo vieron venir.
Bajo la amenaza de la chica, y con el grandullón totalmente envuelto como una momia, los otros maleantes consiguieron zafarse de la técnica acuosa. Mucho mas ágiles que su jefe, aunque puede que menos fuertes, los individuos decidieron no hacer caso a las palabras de la chica, y se apresuraron en recortar las distancias para con la chica.
«Mierda... nada, que al final voy a tener que reventarlos...»
La chica frunció el ceño, obligada a recurrir a la violencia. Pero antes de que hiciese nada, su compañero provisional se antepuso a las acciones del otro par, y con tan solo unos cuantos sellos de mano, realizó una nueva técnica Suiton que mandó a volar varios metros a los atacantes. Éstos, remojados y revoleados, no tuvieron opción a herir a la chica gracias a esa rápida intervención.
La chica se apartó un par de pasos hacia atrás, y dejó caer poco a poco con el torrente de papeles al hombre que tenía enrollado. Buscó con la mirada a los otros dos, y sonrió. Una sonrisa que para nada derrochaba amabilidad.
—Así que queréis ponerme a prueba, ¿verdad? —preguntó, retóricamente. —Pues jugaremos entonces, como vosotros queréis.
»Entre todos esos papeles que le cubren, hay cinco sellos explosivos. Son solo cinco sellos explosivos, suficientes para derribar toda esa maldita cueva, o un puto edificio. ¿Sabéis qué podría pasar con ese trozo de carne? ¿queréis descubrirlo? —su amenaza para nada era grata, iba rotunda y directa, sin dilaciones. —Como mováis un puto músculo, realizo un puto sello, y podréis recoger pedacitos de vuestro jefe con un cubito de playa y una pala por unos cuantos meses.
Torció el gesto, amenazante. —Vamos, juguemos un poco mas...
Los dos hombres salieron repelidos hacia atrás con fuerza debido a la fuerza del torrente de agua que les había impactado y, con algo de esfuerzo y bastante agua en sus ropas, se levantaron, dispuestos a seguir con aquello, no podían dejar que su jefe quedara en mal lugar y, por lo tanto, tenían que sacarlo de aquella prisión de papel pero...
—Así que queréis ponerme a prueba, ¿verdad? Pues jugaremos entonces, como vosotros queréis.
»Entre todos esos papeles que le cubren, hay cinco sellos explosivos. Son solo cinco sellos explosivos, suficientes para derribar toda esa maldita cueva, o un puto edificio. ¿Sabéis qué podría pasar con ese trozo de carne? ¿queréis descubrirlo?Como mováis un puto músculo, realizo un puto sello, y podréis recoger pedacitos de vuestro jefe con un cubito de playa y una pala por unos cuantos meses.
El Senju miró a su compañera, con cara de miedo, un miedo propio del que inspiraría cualquier psicópata de los que se hablaba en las noticias, un miedo provocado por las intenciones de la muchacha de dejar hecho papilla al hombre que, al escuchar las palabras de la pelirroja comenzó a gritar, suplicando por su vida.
— ¡NO! ¡Por favor, no me mates! ¡No mováis un puto músculo joder!
Nadie en el lugar se dignó a moverse, nadie quería comprobar si la amenia decía la verdad o si simplemente estaba tirando un farol, nadie quería arriesgarse pero, de repente...
¡POM! ¡POM!
Dos samurái aparecieron de la nada, dando sendos golpes en la nuca a los dos hombres que se encontraban de pie, frente a los genin, que cayeron inconscientes sobre el suelo.
— Señorita, por favor, deje a ese hombre, nosotros nos encargamos de ellos, no se preocupe.
Una voz sonó detrás de ellos, una voz muy serena y, tras ella, un samurai de los pies a la cabeza, con todo el equipo, armadura de color rojo oscuro, espada de las grandes y presencia imponente.
— Somos de la guardia de la ciudad, nos ha avisado un hombre de que aquí tenían presas a varias personas, a las que nos encontramos por el camino, así que imagino que habéis sido vosotros los que les han liberado, ¿no? — Preguntó manteniendo aquella calma que podía llegar a poner nervioso. — Muchas gracias de parte del Valle de los Dojos, pero, a partir de aquí, nos encargamos nosotros.
Riko se hizo a un lado, dejando que el samurai le adelantara y esperando que la pelirroja hiciera lo que les había ordenado.