— No gran cosa. Me equivoqué de tren al acabar una misión y hasta mañana no sale el siguiente para volver. Je, je, je. Quien sabe, a lo mejor fue el destino ¿Y tú? ¿Estás de misión? Si es así, no creo que al Uzukage le robe por un par de horas a la kunoichi más guapa de toda la Espiral, ¿no?

Dios, ¿qué le decía ahora? No tenía ni idea. No estaba preparada para esto y estaba abrazandola y estando tan cerca notaría sus pulsaciones y sabría que le estaba mintiendo. Tenía que calmarse y respirar.

— No, yo... eh... no... Sí... Estaba por aquí, eh, haciendole un favor a mi padre. — se quedó un segundo pensando.

Pensaba que eso era algo seguro de decir, pero no le había dicho a Ren nada de lo de su padre. De hecho, le sonaba que le había dicho que no iba a ir a verlo, y sí que fue, y ahora le acababa de decir que estaba haciendole un favor.

— Fui a verle y hablé con él y sí, tiene otra familia y tal, no quiere volver a la villa y no se lo he pedido, estoy bien y él está bien, todo está bien, es bueno saber que sigue con vida y no me molesta demasiado todo eso porque yo ya te tengo a ti, aunque no todos los días, lo cual es terrible, pero eso... — soltó toda la retahila sin parar una sola vez a tomar aire hasta el final, donde miró a Ren a los ojos desde abajo como un cachorrito asustado porque ha hecho algo malo.

Solo esperaba que no se enfadase con ella, porque además tenía la otra cosa que contarle y entonces sí que la odiaría para siempre.

¿Un favor a su padre? ¿Cuándo le había dicho explícitamente que no quería saber nada de él? ¿Cuándo le dijo que no iría a verlo? Ren arrugó un poco el rostro, desviando la mirada algo enfadada, sin saber muy bien que hacer, pero sin soltarla todavía. ¿Y qué le iba a decir? Era lo más normal del mundo, ¿no? Pues claro. Hana tenía mucho apego a su familia antes de perderla, era obvio que acabaría haciendo eso ya fuera en un momento de debilidad o de fortaleza, tan solo debía mentalizarse un poco.

No podía enfadarse con ella, pero si estaba un poco molesta por lo que le dijo. Pero cuando prosiguió con sus palabras no sentía la fuerza de recriminarle nada. Sus ojos se entrecerraron, y esbozaron una débil sonrisa ante los ojos de cachorrito de la rubia. No era eso lo que le ablandó el corazón, sino la oir que para ella era muy importante.

La cogió de las mejillas para evitar que se escapara, y le dió un gentil beso en los labios. Después pegó su frente contra la de ella, sin despegar la mirada de sus ojos dorados.

— Está bien. Tan solo ten cuidado, ¿vale? — susurró con una dulce voz. — ¿Que no me tienes todos los días? Tal vez no físicamente, pero mi cuerpo, alma y corazón te pertenecen por la eternidad, imouto-chan

— Está bien. Tan solo ten cuidado, ¿vale? ¿Que no me tienes todos los días? Tal vez no físicamente, pero mi cuerpo, alma y corazón te pertenecen por la eternidad, imouto-chan

Bajó la mirada algo apenada y empezó a darle golpecitos en el hombro a Ren con su dedo, hablando con la boca chica.

— Sabes que no es lo mismo. ¡Y deja de llamarme imouto! Ni siquiera eres tan mayor. Aunque... — dejó de darle golpecitos para agarrarle directamente el hombro y después reseguir el brazo hasta su biceps. — Te estás volviendo a poner fuerte, eh.

Apretó un par de veces el biceps, juguetona, mientras sonreía y hacia soniditos con cada apretón.

Sonrió confiada, dejando escapar una pequeña carcajada para flexionar uno de los brazos.

— Haha, ¿te has dado cuenta, eh? — ladeó un poco la cabeza orgullosa. — Lo voy a necesitar si tengo que llevarte como a un saco de patatas sobre el hombro.

Volvió a reír, para después desplazar las manos hasta las suyas y entrelazar los dedos lentamente, sin perder la mirada. Era algo raro e incómodo si ninguna de las dos hablaba, pero Ren estaba demasiado atolondrada así que no actuaba racionalmente.

— Bueno pues... Tampoco es que tengamos mucho tiempo esta vez... ¿Pero quieres hacer algo? Lo que sea, dormiré en el tren de vuelta si hace falta

Ahora el papel de cachorrita inocente lo estaba llevando ella, como si de esos mismos animales de pocos meses que lo único que quieren es jugar muy fuerte para luego dormir muy fuerte. A pleno ronquido cayendo en la cama de cualquier forma.

— Haha, ¿te has dado cuenta, eh? Lo voy a necesitar si tengo que llevarte como a un saco de patatas sobre el hombro.

— ¡También puedes llevarme como una persona! O no llevarme. Te recuerdo que yo tengo más experiencia como kunoichi que tú. — infló los mofletes molesta con la comparativa de Ren a que era un saco de patatas.

— Bueno pues... Tampoco es que tengamos mucho tiempo esta vez... ¿Pero quieres hacer algo? Lo que sea, dormiré en el tren de vuelta si hace falta

Hana no pensó ni en un momento en su separación hasta que Ren la trajo. Era bien entrada la noche y ambas tendrían que volver a casa. La ilusión y la energia desaparecieron de su cuerpo.

— No, deberíamos dormir, es tarde y si no te trastocaras el ritmo del sueño y después dormiras mal. No puedes echar por tierra tu entrenamiento. ¿Tienes habitación en alguna posada?

Ella ni siquiera había pensado en dormir, estaba convencida que le llevaría toda la noche encontrar a aquel hombre y atraparlo. Se subestimó o lo sobrestimó.

Ren bufó sus mejillas. ¿Se la había encontrado por casualidad y ahora no quería pasar un rato con ella? Si prácticamente se morían de ganas de estar la una con la otra, la propia Hana lo había insinuado hace un momento.

— No, me niego. Hagamos algo, lo que sea, me da igual dormir ahora que te he encontrado — protestó. — Dentro de nada no nos volveremos a ver en una buena temporada y me niego. Si nos pasara algo en esa estúpida guerra, ¿querrías que este fuera el último recuerdo que tienes de mí? ¿Mandándome a la cama temprano?

Aunque temprano estaba claro que no era, era noche cerrada y los comercios estaban empezando a cerrar en sus alrededores, así que tampoco es que tuvieran mucho que hacer o donde ir.

— ¿Si me convirtiera en un gusano, me seguirías queriendo?

Ren se enfadó por las palabras de Hana y Hana, incapaz de llevarle la contraria cuando tenía tremendo secreto oculto, se amedrentó un poco. De hecho, se le humedecieron los ojos por haber herido a Ren.

— Bueno, pensé que estaría bien dormir juntas. Además, no habrá nada que hacer a estas horas de todas formas, así que pensaba en cenar algo en una posada y echarnos un rato. Pero si no quieres no pasa nada.

— ¿Si me convirtiera en un gusano, me seguirías queriendo?

Aquello la sacó por completo de onda. ¿Donde estaban? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué demonios estaba diciendo Ren?

— Volvería a convertirte en humana. — contestó Hana casi de inmediato, mirandola confundida.

El rostro de Ren se descompuso, abriendo la boca y los ojos de forma apenada a la vez que sorprendida.

— ¿¡Volverme humana!? ¡Eso no vale! ¡Tu piensa que la única opción es o quererme o convertirte en gusano tu también! — replicó sin moverse del sitio.

Ren estaba empalagosa, y cuando era así lo único que salía por su boca eran tonterías y pensamientos completamente sinceros. Ya se había olvidado por completo que era de noche y de aquel tipo al que estaba persiguiendo. Ahora, en todo el universo, solo importaban ellas.

Encima Ren se ofendió de que quisiese convertirla en humana de vuelta.

— ¡¿Cómo que mi única opción es quererte o convertirme también en gusano?! Si tengo el poder de convertirme a mí en gusano, también debería poder convertirte en humana. ¿Por qué no quieres ser humana? ¿Qué harías tú si yo me convirtiera en gusano? ¿No intentarias devolverme a la normalidad?

Es que cada vez era más absurdo. Si había una forma de convertirse en gusano, debía de haber otra de volverse humana de nuevo. No existe tal cosa como un proceso irreversible. Excepto la muerte. Aunque hay gente que ha vuelto a la vida después de morir, justo después, claro. Solo tendría que convertirla de nuevo rápido y ya. Se le quitaría la gusanidad como el hipo

— ¡¿Cómo que mi única opción es quererte o convertirme también en gusano?! Si tengo el poder de convertirme a mí en gusano, también debería poder convertirte en humana. ¿Por qué no quieres ser humana? ¿Qué harías tú si yo me convirtiera en gusano? ¿No intentarias devolverme a la normalidad?

Mantuvo el rostro arrugado. Lo que decía tenía todo el sentido del mundo, nadie crearía algo para convertir en alguien en otro ser sin resguardarse las espladas de deshacer esa transformación por si por error a él le ocurria lo mismo.

— ¡Claro que quiero ser humana! ¡Pues quererte igualmente, pero la idea de deshacer esa transformación no era una posibilidad, esa era la gracia de la pregunta!

No estaba para nada enfadada, de hecho se le podía ver que se le escapaba la risa entre sus palabras.

— ¡Claro que quiero ser humana! ¡Pues quererte igualmente, pero la idea de deshacer esa transformación no era una posibilidad, esa era la gracia de la pregunta!

— ¿Entonces cual es el problema? Tú quieres ser humana y yo te devuelvo a ser humana y todo está bien. Y podemos retirarnos a una casita en el bosque con vacas y pollos a vivir lejos de los malvados alienigenas que están transformando a la gente en gusanos. Y podemos buscar un riachuelo que haga una especia de laguna para bañarnos y usar el rio para limpiar las cosas.

Hana había decidido seguir el hilo de la imaginación de Ren hasta el final, incluso un poco más allá porque sí. Si ella podía ponerse a imaginar, ella también.

— ¿Y qué harías tú si me convierto en gusano?

— Comerte — y le dio un bocado en uno de sus mofletes sin morder, baboseándola más que otra cosa.

— ¡Oye! ¡Que es mi moflete! — dijo apartandola, divertida. — Oficialmente, yo te quiero más, que te devolvería a humana mientras que tú te transformarias en una gaviota solo para comerme.

Infló el pecho con orgullo. Habiendose nombrado la princesa suprema de esa relación.

Oficialmente, yo te quiero más, que te devolvería a humana mientras que tú te transformarías en una gaviota solo para comerme.

— Puede, pero entonces serías mía y solo mía. Y pasarías a formar parte completamente de mí — dijo cogiéndola de las mejillas de imprevisto y desinflando todo ese orgullo que mostraba, juntando sus frentes y susurrando prácticamente sobre su propia boca. Su voz sonaba extraña, y parecía que sus ojos mostraban una expresión vacía y algo aterradora. Ni siquiera parpadeó una sola vez y no dejaba de esbozar una sonrisa. — Ya nadie podría apartarte de mí; no importaría la distancia, ni quien lo ordenara, ni siquiera el paso del tiempo te separaría de mí. Serías mía, para siempre, Hana-chan

Hana se quedó algo ensimismada mirando los ojos de Ren. Siguió escuchando sus palabras, pero ni el tono ni el contenido pareció tener ningún efecto en ella.

¿Se habían vuelto más azules desde la última vez que se vieron? ¿O era porque estaban en plena noche? ¿Le cambiaba de color como a los gatos y no se había dado cuenta hasta ahora?

— Tarde o temprano tendrías que hacer caca. Y nos separariamos de nuevo.

Contestó sin quitar sus ojos de los de Ren.