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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Tras haber pasado varias horas por la noche despierta con el objetivo de cumplir su misión, Ren tomó posteriormente un tren con el objetivo de llegar pronto a la villa. Pero estaba tan adormecida que había olvidado el hecho de que no necesitaba hacer eso, pues estaba a alguna hora caminando.

Sin embargo, tal vez por caprichos del destino, acabó en un expreso que la dejó en Tanzaku Gai, y no pudo evitar sentir la necesidad de volver al Valle de los Dojos donde perdió de vista el amor de su vida durante varios meses sin saber de ella. Pensó que aquello era una mala idea, que simplemente esperara el próximo tren que la llevara de vuelta y poco más; pero, por otro lado, quería volver allí donde, entre una desgracia y otra, acabó quedando encandilada.

Había pasado bastante tiempo, por lo que las calles habían tomado su estado y ánimo habitual. Aunque tal vez sería bastante normal qué gran parte de la población no se sintiera tan segura y se hubieran mudado a otro lugar.

Rememorando un poco su estancia, Ren vistió un kimono blanco en su interior con un haori completamente negro por encima junto a su espada en la cintura. Era como un samurai o ronin de sus libros, aunque esta llevaba una coleta lateral con un lazo de colores azuleas y blancos, y una pequeña pinza en su flequillo con una pequeña estrella de cinco puntas redondeada amarilla.

¿Donde debía ir ahora?
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#2
Cuando su padre le dijo que tenía que pedirle un favor esperaba que fuese la receta familiar de su lasaña o algo así. Lo último que esperaba era lo que le había pedido. Disfrazarse de una especie de justiciero nocturno y aparecerse en alguna ciudad lejana a su aldea para cubrir sus propias escapadas como dicho justiciero.

Al parecer, nadie podía saber que él antes era un ninja, porque eso solo trae problemas. Sin embargo, cuando aparecían rufianes se ponía una mascara tengu y se hacía pasar por un tal Vigilante Noctambulo. Ahora había gente tras su pista y, claro, aparecía siempre cerca de su aldea y tenía que dispersar las pistas.

Le había dado una descripción de un hombre que estaba buscandole y vivía en Sendoshi. Un tal Din. Pelo rojo, ojos marrones y siempre viste un sombrero de copa. ¿Un sombrero de copa? Aún le costaba creerselo.

Tendría que adentrarse en los callejones más oscuros de la ciudad para encontrarlo. Empezaba a anochecer, así que era el momento perfecto para buscarlo antes de que se hiciese de noche por completo. Por suerte, ya vestía de negro normalmente. Adicionalmente, se puso una capa negra y la mascara de tengu de justiciera para adentrarse por los callejones más oscuros. Se agarró el pelo con su horquilla habitual y empezó a moverse.

Si la cosa se ponía turbia ya empezaría a ir de tejado en tejado. De momento, iba por las calles, por donde la gente se le quedaba mirando extrañada. No le parecía raro que se quedasen mirándola, iba con una mascara tengu negra, pero eso era parte del plan, ¿no?


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#3
La noche no tardó mucho en caer, algo que la joven ya esperaba. Con el tren que había cogido, llegó bastante tarde y no saldría ningún otro de vuelta a su hogar hasta el día siguiente, por lo que debería pasar la noche allí de forma improvisada. Para variar, la kunoichi se despitaba con cualquier puesto ambulante por sus luces, ya fuera de comida, dulces, juguetes tontos que no tardarían en romperse o baratijas varias.

Para cuando se dio cuenta, en sus manos ya había una manzana de caramelo con un bocado.

No había un ambiente festivo en las calles, pero como en cualquier lugar, había movimiento en los locales de restauración y las calles en las que estas estaban. Viendo algunos de los puestos, pensó que tal vez podría comprar algún detalle, ya fuera para ella sola, para Hana o para las dos. Pero si fuera el último caso, seguro que Hana se enfadaba por no haberla avisado, por lo que la mejor opción tal vez sería simplemente no hacer nada.

Se lamentó, pero el dulce de su manzana le alivió esa pena en el momento.
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#4
Finalmente, cuando empezó a anochecer se metió por los callejones más oscuros de la ciudad. No había dado ni dos pasos cuando se cruzó con su objetivo de cara. Lo vio al final de una calle y el problema es que él también la vio. Seguramente fuese por el disfraz de justiciero enmascarado que llevaba que el hombre empezó a huir, con su sombrero de copa perfectamente sujeto a su cabeza.

Aún no se podía creer que lo del sombrero fuese en serio.

¡Eh! — tosió un poco — ¡Detengase!

¿Había sido tal vez muy formal? ¿Debía insultarle mientras le perseguía? ¿Tal vez hacer mofa de su apariencia? Tendría que pensarlo por el camino, pues el hombre de un salto llegó a uno de los tejados del lugar y tuvo que seguirle.

¡Huyendo solo lo estás empeorando!

Solo tenía que entregarlo a los guardias. Pensaba hacerlo tan por las buenas como pudiese, pero era una ingenua si pensaba que no iba a tener que combatir para ello. Así empezó una persecución por los tejados, el hombre era rápido, pero no más que ella. Tarde o temprano cometería un error y lo podría alcanzar, o tendría que lanzarle un shuriken.


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#5
Las iluminadas calles no tardarían muchas más de un par de horas en verse vaciadas salvo por gente que tal vez volvía tarde a su destino o carecía de este. Poco a poco se iban vaciando, y el barullo disminuyendo a cada minuto. Ren, quien vestía de forma tradicional con tonos blancos y negros decidió que ya iba siendo hora de volver a la habitación que tenía reservada, pero en su camino el ruido de trifulcas empezó a ir en aumento.

Seguramente eran solo un par de borrachos que se habían pasado de rosca y ahora estaban pagando por su error. En el local de Nanashi no era muy habitual, pero de vez en cuando siempre había algún listillo que se pasaba de listo con él y tenía que sacarlo a patadas. Ren decidió acercarse, con intención de prestar algo de ayuda aunque no estuviera de servicio si era necesario.

Pero cuando recortó distancias, solo vió a un hombre vestido de forma elegante corriendo y tras él un sonido que la obligó a mirar arriba. Ya había visto a ese tipo antes, apenas había pasado un día y allí estaba frente a él, como si le hubiera seguido desde un país a otro.

Ren frunció el ceño, aquel bastardo se había escapado aprovechando que estaba ocupada rompiendole los dientes a un criminal. Ahora era el momento de buscar algunas respuestas. Era tan ágil como ella, por lo que empezó a recorrer las calles apartando a la gente a empujones si era necesario para acto seguido pedirles disculpas. Y de la misma forma que hizo la otra vez, buscaría una elevación escalonada apoyandose en tejados, salientes, cajas e incluso carros si era necesario.

No era lo suficientemente rapida como para interceptarlo, pero si como para recortar distancias corriendo hacia él.

¡Eh! ¿¡Me echabas de menos, bastardo!? — gritaría una vez alcanzara su altura en los tejados. — ¡Esta vez no te vas a escapar, me debes una explicación!
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#6
Como si de una de sus pesadillas se tratase, de repente escuchó una voz a sus espaldas insultandola y al girarse vio a su novia. ¿Qué demonios hacía Ren en el valle de los dojos? No estaba ni cerca de su país. Bueno, técnicamente sí, porque el país de las tormentas ocupaba medio mapa mundi. ¡Pero estaba lejos de todas formas!

¡No sé quien se cree que soy, humilde kunoichi, pero se equivoca de persona! — intentó defenderse sin bajar la velocidad, de hecho, empezó a acelerar. — ¡El malandrín es el del sombrero de copa!

¡Que os follen hijos de puta! — gritó el sombrero de copa, que al ver que su perseguidor aceleraba, le imitó.

Ahora solo le quedaba esperar que uno de ellos se cansase para o bien dejar a Ren atrás o bien pillar al malo y dejarlo inconsciente antes de que Ren la alcanzase.


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#7
¿¡Me estas tomando el pelo!? — protestó, bajando la mirada a quien estaba persiguiendo y cuando la retomó pudo darse cuenta que el Vigilante estaba acelerando aún más su paso. — ¡Todavía me debes una explicación por lo de Shinogi-To! ¡Y tu cállate si no quieres que te rebane el cuello!

Estaba claro que aquel acechador nocturno no iba a parar en su captura, así que solo cuando tuviera a su presa podría encararlo y quiza conseguir alguna explicación aunque tuviera que sacársela a golpes. Gruñio ante la idea de tener que volver a ayudarle cuando había limpiado su honor sin un "gracias" siquiera a cambio. Tampoco es que conociera demasiado la zona, y mucho menos a donde se dirigía aquel tipo, si fuera así, podría intentar interceptarlo de alguna forma. Se limitó a correr haciendo su mayor esfuerzo por recortar distancias con el Vigilante Nocturno, pero no buscaría atraparlo, sino quedarse a su lado en la persecución.

¿¡A donde se dirige ese imbécil!? — dijo con furia en su mirada.
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#8
Hana tuvo que contenerse para no contestarle a Ren. ¿Siempre era tan violenta cuando estaba de servicio? Con ella había sido siempre un oso de peluche achuchable, ahora era un oso, pero de verdad. Siguió persiguiendo a su objetivo, que parecía estar simplemente dando vueltas sin un rumbo fijo. Tal vez buscaba algo o a alguien que le salvase de la justicia.

¡Que te den por culo, morena! ¡Jamás...! — menos acostumbrado que las kunoichis a ir saltando de tejado en tejado, el hombre de sombrero de copa dio un mal salto y se quedó corto, cayendo a un callejón.

En cuanto lo vio, Hana saltó detrás, cayendo con toda su fuerza y una poca más sobre su objetivo. Tras el tremendo golpe que abrió grietas en el suelo, Hana se quitó de encima y se agachó a comprobar el estado del hombre. Igual se había pasado.

Lo siento... — murmuró más para sí que para él mientras le tomaba el pulso.

Estaba vivo. Y creía que no le había roto nada, aunque alguna contusión tendría.


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#9
Y tras volver a ser insultada, el karma pagó a aquella persona. Puede que por esas palabras o puede que por lo que había hecho hace un rato, motivo por el cual estaba huyendo. El Vigilante se adelantó, frenando ligeramente tan solo para caer encima de aquel hombre. Ren por su parte, bajó aferrándose a una tubería cercana, usando una mano y sus piernas a modo de pinzas. Cuando estuvo lo suficientemente abajo, dio un pequeño salto y recortó las distancias cruzada de brazos.

El enmascarado le tomó el pulso, y se preocupó de que no tuviera nada más que una contusión. Fue entonces cuando se dio cuenta, era mucho más bajo que el otro día en el país de la lluvia, pero con todo el acelerón de la carrera y los nervios no se había fijado hasta ese momento de calma.

¿Es cosa mía o te has encogido? ¿Ha sido por el agua como la ropa o eres como una esponja y cuando llueve te hinchas? — respondió divertida, con picardía en la mirada entrecerrada y una sonrisa medio esbozada.
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#10
¿Es cosa mía o te has encogido? ¿Ha sido por el agua como la ropa o eres como una esponja y cuando llueve te hinchas?

Todas las posibilidades del mundo cruzaron la mente de Hana, o solo tres, pero no parecía haber muchas más a su alcance. Se levantó lentamente, alejandose a medida que Ren se acercaba y ella se decidía. Podía explicarselo y arriesgarse desvelando su identidad, podía intentar pelear con ella o podía huir a toda prisa y esperar que decidiese no seguirla. Explicarselo podía desbaratar todo el plan, pero huir significaba dejar ahí al inconsciente. Si tenía suerte...

Lleva a este individuo a las autoridades locales, es el jefe de una banda de maleantes. — e hizo un sello rápidamente.

Para cuando Ren reconociese la técnica, ella ya se encontraría en uno de los tejados a varios metros de allí. Se giraría sin dirigirle la mirada siquiera a su novia y empezaría a correr en la dirección opuesta. Después se lo explicaría todo, ahora tenía que quitarse esa cosa de encima y desaparecer un rato.


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#11
¿Que lo lleve a...? — pero antes de que pudiera terminar la frase, la persona enmascarada hizo un simple sello que fue capaz de reconocer. — ¡Oye no, espera!

Pero para entonces solo quedaban un par de hojas mecidas por una suave brisa. Ren se puso de los nervios, y pateó un cubo de basura al perder los estribos. Otra vez se le había escapado.

¡Joder! ¿¡Donde estás, a donde te has ido puto bastardo!?· — protestó alzando la mirada, mirando a los alrededores, a su espalda y a todos los lugares posibles que se imaginaba, pero no encontró nada.

Su mirada se posó inconscientemente sobre el hombre que había perdido el conocimiento. Otra vez le había tocado terminar de su trabajo y limpiar todo el estropicio que había formado. Agarró al tipo con uno de sus brazos, y haciendo uso de ambos y arrodillándose se lo puso a la espalda. Después, caminaría cargándolo, con su cara de mala hostia habitual, por lo que seguramente la gente se alejaría de ella. Solo hablaría para pedir direcciones sobre donde podía llegar a encontrar a la autoridad policial o edificio más cercano posible donde llevarlo.

Explicaría lo acontecido sin que su entrecejo dejara de mantenerse arrugada a la fuerza que le atendiera. Seguía algo enfadada, pero ahora que se había quitado ese peso de encima contando lo sucedido, y la carga que llevaba a la espalda, se sentía algo más relajada.
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#12
Hana se escabuyó rápidamente del lugar, cayendo en el primer callejón que encontrase una vez hubiese dado esquinazo a Ren, que parecía no haberla seguido. Perfecto, sencillamente perfecto. Ahora ¿qué iba a hacer? ¿Aparecer de la nada en plan, hey pasaba por aquí? No podía mentirle a Ren, si aparecía delante de ella tendría que confesarlo todo inmediatamente. ¿Y si no la creía? Al parecer había tenido otro encontronazo con alguien vestido similar. No podía ser su padre. Su padre no había salido de su aldea y las inmediaciones.

Se debatía mientras se deshacía de todo el disfraz y lo sellaba en uno de sus pergaminos aprisa. Por suerte, nadie pareció prestarle ninguna atención y fue lo suficientemente agil para hacerlo todo y salir a mezclarse entre la multitud, que era más bien escasa. Iba tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera estaba prestando atención a donde iba ni a qué horas eran.

Ren no tuvo problema en encontrar a los guardias de la ciudad y entregarles al criminal buscado. Quedaba en su mano si mencionaba al enmascarado o no. Después si salía a la calle, no le costaría reconocer una melena rubia entre las pocas personas que quedaban fuera de sus casas y sobrias.


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#13
Mientras el papeleo estaba vigente, así como los guardias preguntaban un poco, Ren pensó momentáneamente si hablar sobre su encuentro con el Vigilante cuando estaba de misión. Realmente estaba jugando al margen de la ley, y si seguía así puede que acabara teniendo algún problema. Por ello, la morena mencionó y explico brevemente lo que le había sucedido sobre aquel héroe nocturno, incluida la falsa acusación de asesinato.

Salió mosqueada, cruzada de brazos y con la cabeza en otro lado. ¿Había hecho lo correcto? Tampoco es que pudiera hacer mucho más de lo que ya había... Entonces un cabello rubio en la distancia llamó su atención de la misma forma que lo hacían las polillas con la luz de las lámparas. Se giró momentáneamente, y fue suficiente para confirmar quien era.

Sus pensamientos se despejaron en un momento, y un leve rubor empezó a adornar sus mejillas mientras corría en su dirección llena de felicidad. Para cuando la alcanzara, tanto si la había visto de camino como si no lo hubiera hecho, Ren apoyó uno de sus codos en la pared cercana y la cabeza sobre la palma de ese mismo brazo a la vez que sacaba un poco sus caderas al exterior mientras la otra mano reposaba sobre estas.

Hey guapa, ¿como tú por aquí? ¿Tienes novia? ¿Quieres pasar un buen rato? — dijo burlonamente, con una sonrisa algo picará sin poder contener mucho la emoción de volver a verla.
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#14
Iba tan ensimismada con Ren que no se dio cuenta de que tenía enfrente suya a Ren.

Hey guapa, ¿como tú por aquí? ¿Tienes novia? ¿Quieres pasar un buen rato?

Se giró a la voz para negar rápidamente.

No, gracias. Tengo pareja. — negó rápidamente y se volteó de nuevo para seguir su camino.

Justo cuando su cerebro le decía quien tenía delante. Volvió a girarse para contemplar a su novia en la postura más absurdamente comica soltando las líneas más cutres del mundo.

¡Ren! — tuvo un primer impulso de abrazarla pero recordó su postura y presentación y se empezó a reír. — ¿Qué haces aquí?

Se puso seria rápidamente, su aquí no se refería al valle sino a qué hacía enfrente suya, estaba segura de estar andando en dirección contraria a donde la había dejado. ¿O no? Había prestado la atención justa para no tropezarse y matarse.


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#15
Escucharla decir que tenía pareja la hacía más feliz de lo que la rubia pudiera imaginarse. Cuando por fin se percató en quien era, simplemente recortó las distancias sobre ella, para abrazarla poniendo las manos por encima de sus hombros.

No gran cosa. Me equivoqué de tren al acabar una misión y hasta mañana no sale el siguiente para volver. Je, je, je. Quien sabe, a lo mejor fue el destino — rio tontamente, con una sonrisa sincera embelesada. — ¿Y tú? ¿Estás de misión? Si es así, no creo que al Uzukage le robe por un par de horas a la kunoichi más guapa de toda la Espiral, ¿no? — añadió entre risas.

Todo su malestar desapareció de un soplido, como si jamás hubiera existido. Ahora solo podía pensar en Hana, y agradecer a los Dioses por haberle hecho coger por error aquel tren.
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