24/05/2019, 16:38
(Última modificación: 24/05/2019, 16:40 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
En cuanto consiguió salir al exterior, el Uchiha empezó a dar pequeños saltitos hacia atrás para ir alejándose de la entrada sin despegar la vista de ella. Riko, más descuidado, le siguió.
—¡Mantén un ojo, Riko! ¡Mantén un ojo! ¡No sabes la de desgraciados que hay ahí dentro!
Riko, conocedor de la faceta exagerada del Uchiha, tenía dudas de que fuese para tanto. Aunque la visión de varias viviendas sin techo le hizo replantearse su primer pensamiento.
—¿Qué pasó?
—Muchas cosas, Riko. Muchas cosas. Te las explico por el camino, compañero. La Villa estará empezando a echarnos de menos y hay que volver cuanto antes.
Los clones, a todo esto, siguieron a ambos a una prudente distancia, dejando a Roga, Kid y Shunsuke solos. El Uchiha los hubiese dejado allí, vigilando mientras ellos se iban, pero por desgracia no eran como los Kages Bunshin. No tenían conciencia propia, no pensaban por sí mismos, y había un límite de distancia a los que el Uchiha podía controlarlos.
Fueron corriendo hasta el establo, donde cogieron sus monturas —los camellos—, y los espolearon para ir al galope. Confiaba en que el suyo ya descansase lo suficiente como para que tuviese la energía necesaria para correr un poco.Fue en ese momento cuando Datsue hizo desaparecer sus dos clones de fuego, que estallaron en una violenta explosión en medio de un camino, alejado de las casas para no causar daño alguno.
—A ver, Riko, a ver. ¿Por dónde empezar? Es que creo que te perdiste demasiadas cosas, compañero. Estuviste en celo toda la semana con esa Homura. ¿Te la ligaste al final al menos, o qué?
—¿Qué? Yo… No, ¡qué va!
—Mejor. Porque vas a alucinar con lo que te voy a contar…
Y así, Uchiha Datsue procedió a contarle todo lo que había pasado durante aquellos días. Una historia con tragedias, con muchos y numerosos giros, con sorpresas tanto desagradables como bellas. Le contó cómo Roga le traicionó por la espalda, impidiéndole ver cómo era esa famosa arma de la que tanta gente estaba obsesionada. Le contó cómo se deshizo de Shunsuke en su primer encuentro. Cómo acabaron con Asobu. Cómo se apartó de Homura en mitad de la carrera para proteger a su yegua. Cómo la rescató de las zarpas de Shunsuke. Cómo salvó a Roga de este mismo.
Le contó todo, aunque como había tantas cosas, era lógico que se olvidase de algunos detalles menores. Por ejemplo, los makibishi que había usado contra Galante. O la patada que le había proporcionado a Roga cuando se reencontraron. Lo de que el alguacil fuese quien envenenó las aguas nunca quedó muy claro, según sus palabras. Probablemente solo era una artimaña de Bando para intentar huir, le dijo.
—¿Sabes, Riko? Un día me gustaría ponerme a escribir sobre todos los eventos importantes que han ocurrido en mi vida —le confesó—. Y creo que a este capítulo de mi vida lo llamaría...
»El mito del oeste.
—¡Mantén un ojo, Riko! ¡Mantén un ojo! ¡No sabes la de desgraciados que hay ahí dentro!
Riko, conocedor de la faceta exagerada del Uchiha, tenía dudas de que fuese para tanto. Aunque la visión de varias viviendas sin techo le hizo replantearse su primer pensamiento.
—¿Qué pasó?
—Muchas cosas, Riko. Muchas cosas. Te las explico por el camino, compañero. La Villa estará empezando a echarnos de menos y hay que volver cuanto antes.
Los clones, a todo esto, siguieron a ambos a una prudente distancia, dejando a Roga, Kid y Shunsuke solos. El Uchiha los hubiese dejado allí, vigilando mientras ellos se iban, pero por desgracia no eran como los Kages Bunshin. No tenían conciencia propia, no pensaban por sí mismos, y había un límite de distancia a los que el Uchiha podía controlarlos.
Fueron corriendo hasta el establo, donde cogieron sus monturas —los camellos—, y los espolearon para ir al galope. Confiaba en que el suyo ya descansase lo suficiente como para que tuviese la energía necesaria para correr un poco.Fue en ese momento cuando Datsue hizo desaparecer sus dos clones de fuego, que estallaron en una violenta explosión en medio de un camino, alejado de las casas para no causar daño alguno.
—A ver, Riko, a ver. ¿Por dónde empezar? Es que creo que te perdiste demasiadas cosas, compañero. Estuviste en celo toda la semana con esa Homura. ¿Te la ligaste al final al menos, o qué?
—¿Qué? Yo… No, ¡qué va!
—Mejor. Porque vas a alucinar con lo que te voy a contar…
Y así, Uchiha Datsue procedió a contarle todo lo que había pasado durante aquellos días. Una historia con tragedias, con muchos y numerosos giros, con sorpresas tanto desagradables como bellas. Le contó cómo Roga le traicionó por la espalda, impidiéndole ver cómo era esa famosa arma de la que tanta gente estaba obsesionada. Le contó cómo se deshizo de Shunsuke en su primer encuentro. Cómo acabaron con Asobu. Cómo se apartó de Homura en mitad de la carrera para proteger a su yegua. Cómo la rescató de las zarpas de Shunsuke. Cómo salvó a Roga de este mismo.
Le contó todo, aunque como había tantas cosas, era lógico que se olvidase de algunos detalles menores. Por ejemplo, los makibishi que había usado contra Galante. O la patada que le había proporcionado a Roga cuando se reencontraron. Lo de que el alguacil fuese quien envenenó las aguas nunca quedó muy claro, según sus palabras. Probablemente solo era una artimaña de Bando para intentar huir, le dijo.
—¿Sabes, Riko? Un día me gustaría ponerme a escribir sobre todos los eventos importantes que han ocurrido en mi vida —le confesó—. Y creo que a este capítulo de mi vida lo llamaría...
»El mito del oeste.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado