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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Despedida, año 219.

Era una tarde nublada más. Una ligera llovizna regaba las grandes plantaciones de calabaza. Los transeúntes del pueblo, ya acostumbrados la ignoraban como si no existiera y caminaban por la calle haciendo sus quehaceres diarios. Varios hombres cargaban un carro con enormes calabazas mientras los caballos aprovechaban para descansar del árduo trabajo que se les encomendaba aquella mañana. Algunos niños correteaban por las calles, ligeramente embarradas. Parecía como si aquel perdido pueblo fuese de otro lugar, la paz que se respiraba en aquella zona era admirable y, tan agradable, que el genin de Amegakure se detuvo en aquel pueblo en su largo periplo. Era un perfecto lugar para descansar y estaba seguro de que allí no se perdería, como le ocurría continuamente.

Entró a la taberna local. No era demasiado grande y tenía un aire familiar y frugal que llamaba bastante la atención. No había mucha gente a esas horas, pero sí un hombre con gesto preocupado dándole vueltas con la cuchara a su taza de té mientras la miraba fijamente. El tabernero parecía somnoliento, limpiando algunas de las mesas que había en el establecimiento, mientras las únicas otras dos personas que había allí, terminaban sus desayunos y se disponían a salir del establecimiento azada en mano y poniéndose la kasa de paja.

El lugar estaba hecho casi completamente de madera. A la entrada, podían verse varias mesas ajadas y rajadas por el tiempo, acompañadas de un puñado de sillas cada una. Algunas tenían dos, otras cuatro... No había un número ni un orden exacto. Al fondo, estaba la barra, la cual no tenía ningún taburete. Era un lugar bastante humilde, cosa que se podía esperar siendo un lugar así.

El genin se puso en la barra al lado de aquel hombre. Esperaría a que el dueño del local le atendiera, sabía que de buena mañana no era la mejor de las ideas meterle prisa al tipo, estaba claro que tenía sueño y que le hubiera gustado quedarse otro rato en la cama. Mientras, el hombre que tenía al lado, levantaba la cabeza y miraba hacia adelante, como buscando a alguien, pero al no ver al tabernero simplemente volvió a agachar la cabeza y siguió revolviendo su té con gesto sombrío y sin decir nada. Era bastante evidente que aquel hombre tenía demasiadas cosas en la cabeza, o que algo le estaba torturando, porque podían vérsele unas ojeras inhumanas en el rostro. Tanto, que hasta el propio Kisame se preocupó por él. Hacía varios días que no dormía, eso estaba claro.
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#2
Achi, con suerte una de sus últimas paradas para volver a Amegakure. Tras el largo viaje que hicieron al país de la espiral, comenzó su viaje de vuelta. Nanashi no podía dejar desatendido durante mucho más tiempo y Ren la retrasaría un tiempo, como también iba a ser un viaje para que ella aprendiera a orientarse fuera de la villa y lo peor ya había pasado, este le ofreció que volviera por su cuenta pero que no se retrasara durante mucho, o saldría en su búsqueda y lo peor sería cuando diera con ella. Le esperaría un buen rapapolvo

Ren pensaba que Yachi era un pueblo bastante afable, un buen lugar para jubilarse o retirarse. La gente trabajaba duro durante el día, pero el trabajo en la tierra les resultaba realmente satisfactorio cuando comenzaban a salir sus famosas calabazas. Tras llegar a la escarpada aldea; Ren no pudo evitar sentirse maravillada por el gran río que cruzaba metros abajo, junto al empinado cañón; y eso que ni siquiera lo estaba viendo desde lo alto de este. Al adentrarse, no perdió el tiempo y entró a una taberna loca; no era excesivamente grande, pero exhalaba un aire cariñoso y como casi familiar.

Se dirigió a una de las mesas para dejar tanto su saco de viaje como el gorro de paja que llevaba sobre una de las sillas, y se sentó un momento a pensar que podría pedir. No tenía muy claro que podría estar dentro del menú, así que tras meditarlo durante un rato; recogió sus cosas y se sentó al lado de la barra, con la esperanza de poder preguntarle de forma más cercana al camarero. Tampoco había mucha gente, lo que la hizo sentirse más cómoda ya que no supondría una molestia para el dueño.

Buenas. ¿Podria ponerme un bol de arroz y algo de tonkatsu? — preguntó con una cálida sonrisa, mientras su bandana se meció suavemente alrededor de su cuello.
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#3
El tabernero pareció sobresaltarse por un momento con la entrada de otra shinobi. Durante unos instantes, miró alternativamente a Kisame y a Ren atónito. Seguramente hiciera mucho tiempo que no veía a dos ninjas juntos en su local, así que se apresuró a acercarse a la recién llegada una vez pidió su comanda. Con movimientos algo torpes que denotaban su somnolencia, hizo una leve reverencia en señal de respeto a la shinobi.

-Perfecto, en un rato se lo sirvo -El hombre caminó hacia la barra y se puso a preparar los cubiertos y útiles necesarios antes de entrar a la cocina, momento en el que giró su mirada a Kisame -Deseaba algo? -Preguntó con tono gentil.

-Sí, un té verde, por favor -Pidió con gesto inexpresivo.

Al parecer, en aquel establecimiento, al ser pequeño, la cocina estaba situada en la misma barra, tras el mostrador, por lo que el tabernero se puso a preparar la comanda que le habían pedido rápidamente sin prestar atención a nada más. El hombre que estaba al lado de Kisame comenzó a darle vueltas a su té aún mas rápido, como si estuviera nervioso. Pasó así unos instantes hasta que, irremediablemente estalló y tuvo que hablar.

-No me lo puedo creer Hinosuke, esta noche el zorro ha vuelto a matarme dos ovejas, ya no sé que hacer... -comentó el hombre mirando al tabernero con gesto apenado.

-Venga hombre... Otra vez con esa patraña? El año pasado dijiste lo mismo y no te había pasado nada, la bondad de los vecinos tiene un límite, Iroshi -Respondió el tabernero con gesto enfadado sin apartar la vista de la cazuela.

-Esta vez va en serio, si sigue así mucho más tiempo creo que me voy a quedar arruinado, ya apenas tengo cabezas de ganado para ordeñar... -Replicó el hombre algo afligido.

-Eso creo que ya lo he escuchado antes... -Dijo el tabernero mirándole brevemente -Si lo que quieres es un par de cabritos pidelos, pero déjate de mentiras, ya estamos cansados de escuchar tus cuentos -Zanjó el cantinero dando un suave golpe a la barra con la palma de la mano.

El amejin escuchaba la conversación atentamente. No sabía qué decir, al parecer aquel hombre tenía un problema, pero algo le decía que eran patrañas por cómo le hablaba el dueño del establecimiento. Conocía bien a ese tipo de personas y odiaba muy fuertemente a los mentirosos y embusteros, por lo que no quiso tomar parte de aquella discusión. Por otra parte, lo que si le interesaba era el ninja que había entrado en la taberna. Era de Amegakure, como él, y no tenía ninguna placa identificativa, por lo que rápidamente pudo adivinar que era una genin también. Realmente le sonhaba de algo, hubiera sido extraño que no hubieran coincidido en la academia o por las calles del pueblo, pero estaba casi seguro de que nunca habían mediado palabra.
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#4
La conversación de el tabernero con otro de sus clientes, llamó su atención. Por lo que alzó la cabeza levemente con curiosidad, intentando percatarse mejor de lo que entraban por sus oídos. Aquella persona parecía realmente en apuros, pero las palabras del tabernero sugerían lo contrario; Ren no conocía mucho del pueblo, y meterse en medio a discutir por ello cuando era realmente una extraña en aquel humilde pueblo, no era la mejor de las ideas, pero si realmente tenía problemas, era su deber ayudar a los necesitados.

¿Quieres que intente ayudarte? Me llamo Himura Ren, de la villa la lluvia. Tal vez pueda serte de utilidad. — se incorporó un poco por encima de la barra, apoyándose con una mano en esta, y con la otra agitándola suavemente en señal de saludo.

Si luego al final resultaba una estafa, tampoco perdería mucho. Tal vez algo de tiempo en su viaje de vuelta, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados, y de esa forma también ayudaría a aquel tabernero; el cual estaba ya algo cansado de escuchar día y noche las quejas de aquel hombre.
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#5
Iroshi se volvió sorprendido hacia la chica. Su rostro revelaba la sorpresa que tenía. Desde luego, no se esperaba que alguien desconocido se fuera a proponer para ayudarla tan fácilmente, así que se acercó un poco a ella dando pasos lentos, aún sin apartar su vista de ella. Por otro lado, el tabernero chasqueó la lengua y comenzó a negar con la cabeza varias veces mientras preparaba la salsa y se volvía a sumir en su comanda de nuevo.

-En... En serio? Me ayudarías? No sabes como te lo agradezco! Estoy desesperado, ya no sé que hacer... -Dijo con una sonrisa en la cara que contrastaba con una preocupada mirada.

Hinosuke sacó la tetera del fuego rápidamente y la colocó frente a Kisame, para rápidamente colocar delante de él una vieja taza de peltre con un puñado de té en el fondo, y un terrón de azucar al lado, para posteriormente llenarla del hirviente agua y taparla con un plato de madera, con una cucharilla encima.

-Aquí tiene, muchas gracias -Dijo el camarero con diligencia y volvió a su salsa.

Kisame se apresuró a poner unas monedas en la barra, a modo de pago y se volvió para observar la conversación entre la shinobi de su aldea y aquel peculiar pastor mientras su té estaba listo para tomar. Parecía de buen corazón, tanto, que hasta se había propuesto voluntaria para ayudar a aquel hombre en su extrañ problema. Francamente, no se creía para nada lo que decía, pero si ella iba a ayudarle, no iba a dejarla sola. Daría una imagen pésima de Amegakure que uno de sus shinobis colaborase en eso y el otro que está justo al lado se quedaba de manos cruzados. Menos aún si pensaba que existía la remota posibilidad de que fuese cierto. Y si era verdad, o ese zorro era enorme, o había varios, en cuyo caso quizás fuese peligroso para una sola persona principiante.

-No quiero molestarla mucho, mi casa está a la otra punta del pueblo, la que está mas lejos del río. Es la última casa, así que no le será difícil reconocerla. Allí la esperaré, desayune tranquila -Indicó el pastor con sumo respeto para después acabarse el té de un trago y encaminarse hacia el exterior del establecimiento una vez hubiera escuchado la respuesta de la susodicha ninja.
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#6
En... ¿En serio? ¿Me ayudarías? ¡No sabes como te lo agradezco! Estoy desesperado, ya no sé que hacer...

Iroshi, que era como se llamaba aquel aldeano en apuros, se levantó de su asiento, acercandose a Ren con una sonrisa que chocabaca con una mirada de preocupación. Lo hizo de forma lenta, y su tamaño y musculatura solo ayudaron a hacerlo estremecedor; lo que hizo sobresaltar a Ren de su asiento, intentando disimular como pudo con una pequeña sonrisa.

«¡¡Pero no te acerques así!! ¡Me das todo el miedo del mundo!»

El camarero pareció algo disgustado; aquel comensal había conseguido reclamar la atención que quería de una vez por todas. Seguramente solo esperaba que no acabase de mala manera o suponía una mala reputación para la humilde aldea. Por otra parte, terminó de servir la comanda anterior la de Ren, a un joven que no dudo un segundo en soltar algunas monedas por su pedido.

No quiero molestarla mucho, mi casa está a la otra punta del pueblo, la que está mas lejos del río. Es la última casa, así que no le será difícil reconocerla. Allí la esperaré, desayune tranquila -Indicó el pastor con sumo respeto para después acabarse el té de un trago y encaminarse hacia el exterior del establecimiento una vez hubiera escuchado la respuesta de la susodicha ninja.

C-Claro. S-Sin problemas. — suspiró al verlo marchar. — Me he metido en un lio de nuevo ¿verdad?

Dijo esperando la respuesta de quien también era cocinero.
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#7
El tabernero terminó el arroz y lo sirvió en un cuenco de barro, acompañado de otro algo más pequeño, en el cual estaba la salsa. Quizás no era el mejor arroz, ni la mejor salsa, pero desde luego la mano de aquel hombre era bastante buena. El aroma que desprendía era apetitoso y no dejaría indiferente a casi nadie. Aun así, la presentación en una vieja bandeja de peltre y dos cuencos de barro dejaba mucho que desear. El hombre la tomó y comenzó a caminar hacia Ren, pero a medio camino recordó algo y volvió a la barra, para colocarle unos palillos artesanales y una taza como la del té del otro shinobi, pero llena de agua fresca. Hecho esto, si que se encaminó hacia la mesa y posó la bandeja frente a la chica.

-Aquí tiene, buen provecho -Le dijo con gentileza, pero después, poniéndose totalmente erguido, volvió a mirarla e hizo un gesto como para quitarle importancia a lo que iba a decir -No, no creo que tanto como un lío, pero de lo que estoy casi seguro es de que te van a hacer perder el tiempo, muchacha. Mi consejo es que no le dediques demasiado, bastante tenéis que hacer ya vosotros como para prestarle atención a ese viejo mentiroso -Comentó, para luego volver a su barra, en la cual se puso a fregar algunos cacharros de los anteriores clientes.

Momentos después, el pelinegro destapó su tñe y le dio unas cuantas vueltas, dejando el terrón de azúcar en la barra. Con pasos calmados y, sosteniendo su taza con la mano derecha y el plato bajo ella con la izquierda se acercó a la mesa en la que estaba la su compañera.

-Puedo sentarme aquí? -Preguntó con tono frío. Si ella accedía, se sentaría y, tras darle otro par de vueltas al té, la miraría a los ojos -Taka Kisame, quizás nos hayamos visto alguna vez por la aldea... En fin, solo quería decirte que te quiero acompañar, la aldea quedaría en muy mal lugar si no lo hago -Concluyó dándole un trago a la taza.
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#8
-Aquí tiene, buen provecho -Le dijo con gentileza, pero después, poniéndose totalmente erguido, volvió a mirarla e hizo un gesto como para quitarle importancia a lo que iba a decir -No, no creo que tanto como un lío, pero de lo que estoy casi seguro es de que te van a hacer perder el tiempo, muchacha. Mi consejo es que no le dediques demasiado, bastante tenéis que hacer ya vosotros como para prestarle atención a ese viejo mentiroso -Comentó, para luego volver a su barra, en la cual se puso a fregar algunos cacharros de los anteriores clientes.

¡Eshtoh ehsta dhe vihchio! — dijo sin ningún tipo de delicadeza, con comida en la boca. — Tal vez; pero la reputación de la villa quedaría mal si negásemos ayuda a cualquier necesitado...

Su tono se fue enmudeciendo, acabando la frase casi como un susurro, poco después un joven se acercó hasta ella; su cabello era de color oscuro y portaba una bandana similar a la de Ren con el mismo simbolo.

Puedo sentarme aquí? — Ren asintió cono la cabeza, mientras continuaba devorando su plato, ya no se distinguía el hambre de la gula. —Taka Kisame, quizás nos hayamos visto alguna vez por la aldea... En fin, solo quería decirte que te quiero acompañar, la aldea quedaría en muy mal lugar si no lo hago

¿¡Vherdah!? — tragó lo que le quedaba y carraspeo un poco, avergonzada de lo que acababa de hacer. — Si alguien nos pide ayuda ¡es nuestro deber! Es un placer, yo me llamo Himura Ren; tal vez fuéramos a clases distintas. — finalizó con una suave carcajada.
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#9
La observó con un poco más de detenimiento. Seguramente fuera un par de años más pequeña que él. Es posible que, incluso ni siquiera coincidieran en la academia, pero le resultaba familiar, posiblemente de haberla visto por la aldea, no era tan grande al fin y al cabo y todos los shinobis se habían visto alguna vez aunque fuera. No quiso alardear de su padre como otros harían, simplemente quiso ir al meollo de la situación. Aquel tipo quería que le echáramos una mano, aunque sus paisanos mantuvieran que era un patán y un mentiroso.

-Seguramente ni siquiera coincidiéramos en la academia, pero bueno, eso no es importante. He pensado varias cosas mientras se iba, pero la más fácil creo que va a ser esperar a la noche, por mucho que él diga, los animales salvajes atacan de noche. También podemos intentar buscarlo, pero eso es mas trabajoso. Soy un shinobi rastreador, así que podemos contemplar esa opción -Expuso con voz pausada y carente de cualquier sentimiento o sensación.

Se puso a comprobar las cosas que había en su portaobjetos, por si lo tenía todo. Algo muy común en él, pensar que quizás hubiera perdido algo o se lo hubieran robado. Al ser tan despistado y estar tan inmerso en sus pensamientos o cavilaciones, a menudo se le escapaban cosas pues prestaba toda su atención a muy pocas cosas. Dió un sorbo a su té y volvió a mirar a su nueva compañera para escuchar lo que opinaba sobre el rumbo de la operación. No iba a meterle prisa, parecía que estaba disfrutando de su comida que, a decir verdad, tenía una pinta deliciosa. Aquel tabernero seguramente no tuviera los mejores ingredientes pero si parecía tener experiencia en eso de alimentar a gente hambrienta. Era lo que se podía esperar de un pueblo agricultor como aquel. La cosecha no llegaría hasta pasado el verano, pero en aquel momento había algunas personas recogiendo algunas tempranas plantas por miedo al frío clima del invierno, o como consecuencia de él, por lo que durante el día sería peligroso actuar, si es que realmente era un peligro aquel animalito.
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#10
«Puede ser, tal vez fuéramos de distintas promociones; o cualquier cosa semejante. » Procedió a escuchar detenidamente todo lo que su nuevo compañero de aldea le comento; mientras comía trozos de tonkatsu con los palillos.

Tienes razón; los animales cazadores suelen salir por la noche a por comida. O algo así me suena haber oído. Pero si eres rastreador... Buscar su madriguera también es una opción.

Ren cogió el último trozo que quedaba en el plato, rebañando en lo poco que quedaba de la salsa marrón que lo acompañaba, era de un sabor dulzón. Con este en la boca, se apoyó sobre una mano, intentando decidirse por cual era la mejor opción.

Supongo que intentar tenderle una trampa es una buena idea; y si se nos acaba escapando, siempre podemos perseguirlo. — dijo tras haber acabado, mirando a su compañero.
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#11
La escuchó detenidamente mientras se terminaba su té. Simplemente le parecían bien sus ideas, por lo que no quiso añadir más. Eso estaba bien, parecía que iba a sumir el lideradgo de la operación nuevamente, así que respiró hondo y, una vez ambos hubieron acabado sus refrigerios, se levantó de la mesa. Esperaría a que su compañera pagase antes de encaminarse hacia la puerta, simplemente levantando su mano izquierda a modo de despedida al cantinero, pero sin decir palabra alguna, una vez fuera, si su compañera le seguía, intentaría localizar aquella casa. No era demasiado difícil, dado que aquel pueblo era lo suficientemente pequeño como para que no se perdiese nadie.

Mientras se acercaban, se podía ver que era una casa pequeña, que más bien tenía aspecto de cabaña. Era de planta baja y realmente de reducido tamaño. Completamente cuadrada y hecha casi completamente de madera, con un pequeño tejadillo frente a la entrada, que daba directamente al camino. A su derecha, mirándola desde alante, había un receptáculo rodeado de vallas de madera en el que se podían ver un puñado de ovejas, pero quizás no mas de treinta. O bien aquel pastor era realmente humilde, o simplemente su rebaño se había visto muy diezmado por aquel animal. Al acercarse, dos perros de tamaño enorme se acercaron a la valla, saltando, para intentar saltarla y ladrando con fuerza.

-Si siempre tiene estos perros con el rebaño, me resulta difícil creer que un zorro haya podido hacerles nada a las ovejas... -Apuntó el amejin deteniéndose a pocos metros de la casa, mirando después a su compañera.
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#12
Tras acabar su comida, pago religiosamente lo estipulado, dejando algo de propina. Le agradeció además de alagar por su deliciosa comida y siguió a su compañero de aldea hasta la salida. Parecía llevar la voz cantante, y Ren nunca había tenido competitividad por esas cosas; además, solía acatar las ordenes de sus superiores y mayores sin discutir palabra alguna, aunque a veces su mente se fuera a las nubes y se distragera de sus obligaciones, teniendo que pedir perdón una y otra vez avergonzada.

Tras una breve caminata, llegaron a una humilde casa en lo alto de la colina; debía ser la casa de aquel pastor, pues un modesto rebaño acompañaba a la casa tras una verga, junto a dos perros.

¡Hoooooooooooooooolaaaaaaa pequeñooooooooos! — dijo sin perder un instante acercándose a la cerca donde estaban los perros, con intención de acariciarles detras de las orejas.

-Si siempre tiene estos perros con el rebaño, me resulta difícil creer que un zorro haya podido hacerles nada a las ovejas... -Apuntó el amejin deteniéndose a pocos metros de la casa, mirando después a su compañera.

Oh, tienes razón. Eso es muy raro — respondió mientras acariciaba las cabezas de ambos animales. — Los perros deberían ser más que suficientes para espantar a unos depredadores tan pequeños.
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#13
Los perros la ladraron con fiereza mientras se acercaba, pero una vez que vieron sus buenas intenciones y reconocieron su jovial expresión, se le comenzaron a arremolinar junto a la valla para ser acariciados. Parecían no ser tan peligrosos después de todo, al fin y al cabo, cualquier animal bien educado es amable con los humanos, y estos parecían serlo, y mucho. Lo cierto es que el semblante de la casa era muy humilde pero había ciertos detalles en la decoración de la casa que denotaban que quizás la vida de aquel pastor no siempre fue tan sencilla.

El genin se acercó a la puerta para avisar al hombre, pero cuando estaba a la altura de su compañera, la puerta se abrió y tras ella apareció a quien buscaban, algo acelerado por haber escuchado los ladridos. Estaba claro que aquellos perros hacían también de alarga además de cuidar sus ovejas cuando él no estaba. Rápidamente se apresuró a cojer su viejo palo de pastoreo y se acercó a ellos haciendo una reverencia.

-Vaya no sabía que vendríais tan pronto... De verdad me siento muy agradecido por que estén aquí -Su rostro se ensombreció por un momento -Ya casi nadie me cree, es una suerte que vosotros si lo hagais -Añadió, para luego volver a cambiar su expresión a la que tenía inicialmente, una gran sonrisa de gratitud -Tenéis permiso para curiosear el patio trasero o lo que necesitéis, un poco más adelante, al lado del camino tengo un cercado, aún siguen allí los cadáveres de mis ovejas, quizás os interese echarles un ojo -Terminó, mirándoles alternativamente a ambos.

Realmente Kisame no acababa de creerse lo que había ocurrido, no hasta que no lo hubiese visto, así que se limitó a asentir sin decir nada y miró a Ren, esperando ver su respuesta. Era más que claro que era una chica dulce y simpática y realmente estaba mucho mejor que hablara ella, a que lo hiciera él...
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#14
Ren asintió escuchado lo que el pastor les contó, tras una última caricia final con algo de ímpetu, le devolvió una mirada a su compañero de aldea, para dirigirse posteriormente al cerco donde debían estar los restos de los animales. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, se acercó a Kisame, para hablarle en un tono bajo; solo por la distancia no deberían de ser escuchados, pero quería asegurarse.

Son perros bastante grandes, casi cualquier animal debería de verse espantado ya solo por su tamaño. De hecho ¿que raza son? Hay algunos que incluso espantan a los osos, según he oído. — dijo girando con cuidado la cabeza, intentando volver a mirar los perros sin exito alguno.
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#15
Caminó junto a ella unos metros en dirección al cerco. No tardaron mucho en llegar pues estaba bastante cerca, ya se podían ver incluso algunos cadáveres de ovejas. Desde allí apenas se podían ver dos o tres, pero al parecer, según el pastor, había muchas más. Empezaba a creerse un poco de lo que le había dicho aquel señor, por lo menos si era cierto que alguien o algo le había matado las ovejas, tendría que examinarlo con detenimiento para asegurarse.

-Creo que son Tosa Inu, por lo que parece es una de las razas más grandes, me resulta raro que no pudieran pelear juntos incluso contra un oso. Tendremos que ver los cadáveres. Si es cierto que fue un animal habrá soltado pelo por la refriega -Apuntó brevemente en el mismo tono que ella había utilizado, seguramente no quisiese alarmar al pastor, lógico.

Continuaron caminando hasta llegar al cerco. Parecía bastante grande y desde allí mismo ya se podían ver decenas de ovejas muertas, seguramente más de veinte, aunque Kisame no se puso a contar el número exacto. Estaba descolocado. Un zorro solía matar más de lo que se iba a comer, eso era verdad, pero nunca tantísimo, ni aunque fuesen una manada de ellos y además, sabiendo que había perros y que son animales pequeños y generalmente buscan presas más pequeñas... Se giró a su compañera.

-Esto no lo ha hecho algo normal, mínimo han tenido que ser una manada de lobos. Ya no sé si confiar en este hombre, su fama le precede y puede habernos mentido sobre lo que vio -Anunció en tono frío, algo molesto.

Se puso a observar el suelo lleno de abono de las ovejas. Parecía que había algunos pelos de color rojizo desperdigados por todo el lugar. En efecto, había signos de lucha, pero los perros estaban totalmente sanos, todo eso le extrañaba tanto que, sin consultar con su compañera, comenzó a hacer unos sellos, tras acabar, se mordió el pulgar de su mano derecha y, abriendo las piernas, la colocó con la palma apuntando al suelo, dejando caer los hombros, cabeza y pelo hacia adelante.

-Kuchiyose no Jutsu! -Exclamó, en un tono no demasiado alto.

Bajo sus piernas, se formó una leve nube de humo blanco, tras la cual apareció un tanuki de tamaño mediano, que le miró directamente, tras ver los cadáveres y sin entender mucho. El Amejin cogió un pelo entre sus manos y se lo dio a oler, para que entendiera que debía seguir aquel rastro...



[Imagen: tosa-inu-3.jpg]



¤ Kuchiyose no Jutsu
- Requisitos: Ninjutsu 40
Permite al usuario utilizar técnicas de invocación. Como técnica no sirve de nada, pero da el derecho a aprender y ejecutar invocaciones propiamente dichas, por evolutivas o por pacto animal. Para realizar la invocación correctamente se necesita realizar la serie de sellos correspondiente: Jabalí, perro, pájaro, mono, carnero; y después efectuar el sacrificio de sangre necesario.


¤ Kuchiyose: Futsū no Dōbutsu
¤ Invocación: Animal Ordinario
- Tipo: Criatura
- Requisitos: Senjutsu
- Gastos: 20 CK
- Daños: 10 PV por golpe con las garras (Taijutsu animal) y 8PV por mordisco.
- Resistencia: 20 PV (rompe el contrato), 40 PV (vitalidad total)
- Chakra disponible: 40 CK
- Duración del contrato: 10 días on-rol (máximo 3 al mismo tiempo)
- Máximo número de usos: 3 por día (dormir unas horas on-rol se considera como descanso válido).
- Dimensiones: Las de un animal común de su especie, o más pequeño, dentro de lo razonable
El usuario obtiene la habilidad de invocar animales shinobi comunes, que poseen las características típicas de un animal de su especie, pero que son capaces de hablar, empuñar y lanzar armas y objetos. Resultan extremadamente útiles para recopilar y transportar información, puesto que el tiempo de contrato de estos animales es muy largo y les permite viajar durante días. Un usuario que disponga de animales cuyas dimensiones son muy grandes debido a su especie, puede invocar crías o adultos jóvenes de menor tamaño, siempre dentro de lo que es razonable. Asimismo, los animales pequeños podrían llegar a tener versiones de treinta centímetros, o incluso cincuenta. La descripción de estos animales es libre, y el usuario lo interpretará como desee cada vez que los invoque.

«Se trata de tanukis de aspecto común, de unos 30 o 40 centímetros de alto y unos 60 o 70 centímetros de longitud. De pelaje grueso y de colores pardos, negro y blanco con larga y gruesa cola. Suelen caminar sobre cuatro patas. Son seres bastante rápidos y considerablemente sigilosos. Cuentan con una agilidad natural bastante grande, sin embargo tiene sus limitaciones, al igual que la capacidad de sus saltos. Pueden transportar pergaminos de tamaño mediano dentro de su cuerpo, utilizando 5CK para ingerirlos y 10CK para expulsarlos. También pueden ocultarse a la vista común durante unos minutos mientras permanezcan estáticos, esto les costará 10CK. Podrían rastrear a una persona en un rango de 500m si pueden oler antes un objeto personal de la persona en cuestion.»


Bueno, llegados a este punto voy a incluir una mecánica que me ha parecido curiosa y he utilizado en algunos post que me ha llevado Akame. Vas a tirar tantos dados de 10 caras como tu percepción/10 y me dirás el resultado, la dificultad es 7. Cuantos mas éxitos tengas, más cosas verás. Cuando tengas el resultado consúltame por privado para que te diga lo que ves exactamente. Puedes utilizar dados físicos o esta página. No es necesario que incluyas pantallazo en el siguiente post o me lo envíes, me fío de tu buena fe.

PD: Si sacas menos de 7 en todos los dados dímelos igual, también puede que veas otras cosas.
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