Habían pasado dos largos años desde la última celebración del evento que congregaba gente de todo Oonindo para presenciar un evento en el que las Tres Grandes Aldeas demostrarían quién la tenía más larga para ganarse el respeto y el favor de los principales señores feudales.

De Kusagakure partió una delegación liderada por Hana Sora, la cual era seguida por un servidor, Sagisō Ranko y Tsukiyama Daigo. Llevábamos ya un par de días de viaje, puesto que llevábamos a cabo el viaje a pie, en vistas de la negativa de Sora de utilizar un tren con el que no comulgaba en lo absoluto. Pero al fin dejamos el Paraje del Bambú atrás y estábamos ya muy cerca del Valle de los Dojos, donde nos íbamos a quedar durante una buena temporadita. Lo cierto es que todo había cambiado mucho desde la última vez, nosotros y nuestros potenciales rivales habíamos crecido y nos habíamos fortalecido, además, esta vez se permitía la participación no solo de gennins, sino también de chunnins y jōnins.

— Bueno, chicos, ¿cómo van esos nervios? Creo que es tu primera vez, ¿verdad, Ranko-san?

— ¡Eh! Que también es mi primera vez

— Cierto, cierto, han cambiado mucho las cosas desde el 218, perdona Kumopansa

— Sí... algo me dice que esta vez va a ser muy diferente

El corazón de Ranko había aumentado a un sobrenatural ritmo de cinco cuartos desde que se había confirmado que participaría en el Torneo de los Dojos. Su padre la felicitó, su madre la alentó, y su hermana se emocionó con ella. Para Ranko sería una oportunidad de demostrarse a sí misma lo fuerte que era. Sin embargo, Kuumi veía en el Torneo una chispa de genialidad.

—Si tú heredaste las piernas de madre, yo heredaré las mañas de padre. Y sus telas.

—¿Eh? ¿A qué te refieres, Kuu-chan?

—¡Oh! ¡Ya lo verás! ¡Estarás al frente no sólo por Kusagakure no Sato, sino también por el Clan Sagisō! ¡Y por ti misma! ¡El Conejo Blanco de Kusagakure!

Ranko se extrañó.

—¿¿Aah?? ¿A qué te refie…?

—¡A esto! Promete que lo usarás, ¿Sí?

Kuumi le había entregado un paquete grande, una caja envuelta en tela blanca y firmemente atada con cordel verde. Luego la despidió a la puerta de la aldea.

—Ábrelo allá, léelo y considéralo, ¿Está bien, Ran-chan? ¡Buen viaje!


Y todo el trayecto a pie, Ranko no lograba quitarse a su hermana de la cabeza. La vería a ver justo antes de que comenzaran los combates, según tenía entendido, pero hasta entonces estaría incomunicada con su familia. Le alegraba, por ello, que su maestra Sora y sus compañeros Yota (y Kumopansa) y Daigo fueran con ella.

—A-ah… A-así es. Mi primer torneo. S-sí, estoy… estoy nerviosa —respondió a su maestra pelirrosa. Había sido un viaje intenso, y se le hacía raro que Sora prefiriese no tomar el tren. La de la trenza, sin embargo, lo consideró como parte de su entrenamiento. Sí, sería como un calentamiento muy largo ¿no? —. ¿Diferente? ¿P-por qué sientes eso, Yota-san?

”Me pregunto si… Si en algún momento me enfrentaré a ellos. No creo poder luchar contra Yota-san y vencer. Contra Daigo-san… tal vez. ¡Será emocionante de cualquier forma!”

2 años más tarde, la oportunidad de pelear en el Torneo de los Dojos se volvió a presentar frente a Daigo, aunque la situación se le hacía tan distinta que casi parecía tratarse de un evento totalmente distinto. Primero porque el genin ya no temblaba de miedo y se preguntaba por qué habían escogido a un inútil como él para pelear, sino que esta vez sentía una confianza inquebrantable en sí mismo; y segundo... bueno, todo el mundo conocía la situación actual de Kusagakure en ese entonces.

Pero eso no lo desanimaría. Tenía que pelear por sí mismo y por su aldea.

Ya se había despedido tanto de sus padres como de Koku y Gura, sabiendo que ninguno podría ir a verlo. Sus padres por cuestiones monetarias, y Koku y Gura porque ahora tenían una cafetería de la que ocuparse en la aldea.

Pero eso no lo desanimaría. Tenía que volver victorioso y contarles lo bien que le había ido.


Con un par de días de viaje a sus espaldas, el grupo ya se encontraba muy cerca de su destino. La verdad es que Daigo agradecía enormemente la decisión de hacer el viaje a pie. Ya había probado uno de esos trenes antes y no le había gustado nada la experiencia.

—Sorprendentemente no estoy nada nervioso, Sora-sensei —respondió, alegre.

Yota, igual que Daigo, sentía que este año todo sería distinto. En ese entonces los chicos no sabían que, en muchas cosas, este torneo se parecería al anterior en mucho más de lo que pensaban.

Lo cierto es que la única que parecía nerviosa era Ranko. Yo no voy a negar que lo estuviera un poco, pero digamos que habían otras cosas que me preocupaban más, quería hacerlo bien y dejar alto el listón de Kusagakure, así que era bueno tener esas mariposillas en el estómago que le activan el organismo a uno, pero lo cierto es que me preocupaba más llegar a aquel lugar, donde estarían delegaciones de Uzushiogakure y Amegakure con la Alianza recién rota.

—. ¿Diferente? ¿P-por qué sientes eso, Yota-san?

— Bueno... —[/sub] decía mientras buscaba la mirada de Ranko — Ya no formamos parte de la Alianza. Espero que las cosas no se pongan feas en ningún momento.

[p=crimson]Además... Jurete-kun

—Sorprendentemente no estoy nada nervioso, Sora-sensei

— Chicos, chicos, es un torneo. Se trata de un evento para que representeis a la aldea y lo disfruteis, no para que vayáis pensando lo que podría o no pasar. De eso ya nos encargamos los demás. Además, los días de los combates yo estaré en el estadio, también Kintsugi-sama y los demás. Todo irá bien, ¿vale?

— ¡Eh! qué yo también estoy aquí. A mí no me vence un cualquiera

—Oh… Cierto…

No sabía si lo había olvidado o si había algo en su interior que de negaba a aceptar aquello. Kusagakure ya no era una aldea aliada. Su padre había dicho que agradecía que los tratados y las rutas de comercio se mantuvieran, pero a Ranko eso no le importaba mucho.

Lo que le dolía a la kunoichi era que ahora había un muro entre ella y algunos sus amigos: Rōga, Ayame, Karamaru, Hana… ¿Cómo reaccionarían si se los encontraba? ¿Y si le tocaba pelear contra alguno de ellos durante el torneo? ¿La tratarían diferente? ¿O aun peor…?

"¿Los trataré diferente yo? No. No tengo razón para ello. Sé lo buenos que son, sé por qué los considero amigos, y no tiene que ver con el estado de nuestras aldeas. Aunque al fin y al cabo…"

Escuchó a Daigo decir que no estaba nervioso, a Sora decir que les dejaran los problemas a los líderes y que se enfocaran en el combate, y a Kumopansa decir que no se olvidaran de él.

"Al fin y al cabo somos ninjas."

—¿Ya… ya han participado a-antes, Yota-san, Daigo-san? ¿Qué… Qué tal estuvo?

Había escuchado de destrozos, pues su padre está siempre tan atento a todo encuentro social posible, pero quería escucharlo más… directamente.

Daigo se esforzó en mantenerse como siempre al escuchar a su compañero. Ya había pensado en todo aquello antes de salir, y era hasta desalentador.

Sentía que estaba perdiendo mucha gente. Yubiwa los había traicionado, luego Juro mató a Kenzou... y ahora, por las decisiones de Kintsugi-sama, seguramente perdería amistades como la Hana, o la de Daruu, o incluso la de Rōga...

La verdad. ya tendría que habérselo esperado, al fin y al cabo eso era parte de la vida ninja.

«Todo se resume a que somos ninjas y nos jodemos... Al final parece que tenías razón, Lobo».

Sora quiso relajar el ambiente, y Kumopansa estaba siendo Kumopansa. Por eso Daigo se esforzó en actuar con normalidad, porque no podía permitir que eso le afectara, porque tenía que pelear como lo hacía siempre.

—Oh, pues... yo perdí en la primera ronda —dijo, y sonrió.

Deseaba poder repetir aquel combate, incluso cuando unos meses atrás Daruu le había demostrado hacía unos mesesque la diferencia entre ellos era incluso mayor que en aquel entonces, pero no sabía si Daruu podría poner de lado la situación actual para tener un combate normal.

¿En qué estaba pensando? Seguro que sí. Era su amigo.

Desde luego que aquella situación nos afectaba a todos y cada uno la llevaba de la mejor manera posible, pero para mí era algo especial si cabe.El motivo era muy simple. Todo empezó con la traición de Juro, de mi mejor amigo, ahora convertido en el villano más buscado de Kusagakure y con un precio desorbitado por su cabeza. Kintsugi-sama, que había heredado su lugar como Morikage tras el asesinato de Kenzou-sama me lo había dejado muy claro. La prioridad era capturar a Jurete.

Pero había que seguir con aquello.

— ¡Oh, yo tuve algo más de suerte!

Al menos gané algún combate y no tuve que pasar por el mal trago de sentirme mal por no haber sido capaz siquiera de salir derrotado tras la primera pelea.

— Pude llegar hasta las semifinales. Allí caí contra Aotsuki Ayame de forma clara. Pero no todo es malo, pues pude vencer fácil al traidor

—Oh, qué lástima , Daigo-san. ¡E-espero que esta vez te vaya mejor! —Ranko levantó el puño y mostró una tímida sonrisa, dándole ánimos —. ¿Co-contra quién luchaste?

Le encantaría ver a esos fuertes puños en acción, ver de lo que el peliverde era capaz en una combate al cien por ciento. Yota había avanzado hasta semifinales, lo cual emocionó a Ranko. Sin embargo, las dos cosas que el rubio dijo le pusieron levemente intranquila.

—Yota-san... ¿Yota-san luchó contra Ayame-san? ¡Q-qué interesante! ¿Y cómo fue? S-sé que ella usa jutsus de agua y... ahm... ¿de música?

No tocó el segundo tema. Aunque ella no había conocido personalmente a Eikyu Juro, Yota se lo había mencionado varias veces, y sonaba a que eran muy buenos amigos.

"Era parte de este equipo, según recuerdo me contó... Aunque la traición de un Kusajin me molesta, la traición de un amigo tan cercano debe de ser incluso peor... Si Yota-san venció a Juro-san, ¿es realmente fuerte? ¿Cuánto habrá cambiado desde entonces?"

La de la trenza apartó tal pensamiento y se concentró en lo que dirían sus compañeros. En un torneo donde estarían muchos ninjas de todas aldeas, la información sobre los contrincantes era vital.

Daigo le respondió a su compañera alzando su puño y sonriendo ampliamente.

—¡Sí! ¡Esta vez irá mejor!

Cuando escuchó la respuesta de Yota, Daigo no pudo evitar recordar cuando volvieron los tres juntos al acabar el torneo. En ese entonces Juro parecía normal. El más normal de los tres, de hecho... ¿puede que ya estuviera planeando su asesinato desde entonces?

No, lo que sucedió con Kenzou no pudo haber sido planeado. No fue él, fue el Bijuu, fue el Bijuu.

Fue el Bijuu, ¿verdad?

—Ah, sí, yo perdí contra Amedama Daruu —dijo unos segundos más tarde, tras recordar que Ranko le había hecho otra pregunta.

Y entonces, la kusajin se interesó por las habilidades de Ayame. lo cierto que a pesar de ser una jinchuriki y contra con el poder de un bijuu. Todos habíamos visto de lo que es capaz un jinchuriki. Lo vimos en Uzushiogakure, lo vimos hace pocas semanas en Kusagakure. Pero más allá de eso, incluso sin tenerlo en cuenta, el repertorio de habilidades de la amejin apenas disponía de fisuras. Había llevado a cabo un entrenamiento a conciencia.

—Yota-san... ¿Yota-san luchó contra Ayame-san? ¡Q-qué interesante! ¿Y cómo fue? S-sé que ella usa jutsus de agua y... ahm... ¿de música?

— Las habilidades de Ayame son bastante variadas y la verdad es que no me gusta que se haya convertido en enemiga de la aldea por un motivo doble. Es cierto, sabe usar el suiton, pero también es capaz de licuar su cuerpo a voluntad. Genjutsus... los sabe usar. Me cuesta ver fisuras en su entrenamiento — decía mientras recordaba sobre la marcha — La verdad es que hace dos años no pude presentar mucha oposición, entonces yo no dominaba los genjutsus ni por asomo, y me sorprendió con ellos

Daigo, por su parte, trató de animar la diligencia kusajin, animándonos y dejando caer que está vez las cosas iban a salir mejor.

— ¡Claro que saldrán mejor! no sé vosotros, pero yo no me he quedado parado mientras los demás han ido progresando. Si tengo que caer será mostrando una buena resistencia

Y entonces Sora se detuvo en seco. Era el momento de las despedidas.

—Bueno, muchachos, es hora de que sigan sin mí. Ya llegamos a la frontera y en media horita, siguiendo el camino llegarán al asentamiento de los samurais. tengan cuidado y cuidense, por favor

— ¡Eh! Nos vendrás a ver el día de los combates, ¿verdad? protestó Kumopansa desde mi cabeza.

— No me lo perdería por nada del mundo — respondió la pelirosa.

—Amedama… Daruu… —Era un nombre que Ranko no conocía.

Yota le confirmó lo que ella sospechaba: Ayame era una ninja bastante bien entrenada. Podía ¿licuar? su cuerpo. ¿Qué significaba? Hacerlo… ¿líquido? ¿En serio? Además, era muy buena con Genjutsu.

”Ah… Entonces ese hermoso canto de sirena sí era Genjutsu… No sé cómo podría yo luchar contra eso…”

—No me gusta que nadie se haya convertido en enemigo… —susurró la kusajin en voz queda. Sus compañeros tenían los ánimos por los cielos, y ella no iba a quedarse detrás —. ¡S-sí! ¡Da-daremos lo mejor de nosotros y de-demostraremos lo fuerte que son l-los shinobi de Kusagakure!

Sin embargo, Sora los interrumpió. Sí, recordaba que sólo los participantes podían ingresar al Valle de momento. La sonrisa de Ranko desapareció un instante, pero luego regresó con mucha fuerza. Le regaló una reverencia a la pelirrosa.

—Gracias por acompañarnos, Sora-sensei. Y-y gracias por todo. ¡M-me esforzaré al máximo!

Tarde o temprano tuvo que llegarles a los jóvenes el momento de despedirse de Sora, pues, hasta que empiecen los combates, no podía entrar al Valle ningún familiar o acompañante de los participantes.

Dedicándole una reverencia a la Jōnin, Daigo le agradeció con una reverencia que les hubiera acompañado.

—Muchas gracias, Sora-sensei —le dijo, y luego miró a Ranko, quien había dicho algo parecido justo antes—. ¡Yo también me esforzaré al máximo!

»Quizá esta vez sí pueda ver un combate entre Yota y yo —sonrió—. En la final, claro.

— Gracias por acompaarnos hasta aquí, Sora-sensei

— ¡Ven a vernos en los combates! — reclamó Kumopansa desde su posición privilegiada.

— No me lo perdería por nada del mundo

Dejó claro que tenía previsto venir a ver a los combates. combates que también iba a presenciar la recién estrenada Morikage, Aburame Kintsugi. Tenía un especial interés en sorprenderla, deleitarla con mis habilidades. No tenía claro si llegaría lejos en el cuadro, había muchos oponentes y muy talentosos y en caso de lograrlo, sería un camino duro repleto de obstáculos, pero al menos quería ser un motivo de orgullo para la hierba.

— Bueno, bueno, eso estaría bien, ¿eh, Daigo-kun? — dije, ante la idea del epliverde de una final entre él y yo. — Por ahora concéntrate en llegar hasta esa final

Le alegraba que tanto Daigo como Yota estuviesen tan animados por la posibilidad de enfrentarse.

—¡Q-qué emocionante sería ver a Yota-san y Daigo-san combatiendo! —Ranko dio un par de pequeños y silenciosos aplausos —. Yo estoy e-en la Segunda División, a-así que es menos probable que pelee contra ustedes… ¡A-aunque me gustaría!

Tuvo un recuerdo relámpago de su primer encuentro con el rubio.

—A-aunque no estoy segura de s-si podría rendir… He mejorado de-desde nuestra pelea —Esta vez habló directamente hacia Yota —. P-pero no sé si ha sido suficiente… —Sacudió la cabeza, quitándose los pensamientos negativos —. ¡P-pero para eso venimos! ¡Pa-para comprobarlo!

Ranko se imaginó con la potente aura del conejo, haciendo que, en su mente, el viento se arremolinara a su alrededor cual superpoder.

—Ooooh, créeme que lo haré —le contestó a Yota, sonriente—. ¡Qué emoción!

Sin poder contenerse, el chico pegó un pequeño salto que bien podría haber sido suficiente para pasar por encima de un clon suyo. Simplemente no podía con la emoción.

Incluso Ranko parecía emocionada y dispuesta a comprobar en el torneo de lo que estaba hecha.

—¡Sí! —exclamó Daigo y miró a su compañero—. Yo también he aprendido algunos trucos desde nuestro combate.