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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Se hace tarde. —dijo Kizaemon. Parecía haber perdido la paciencia. Se puso de pie, y su esposa le imitó. Las Sagisō les miraron sorprendidas.

¡Oh, es cierto! —Komachi les dedicó a todos los presentes una reverencia —. A su padre le salió un imprevisto en la tarde. Hicimos un espacio para la cena, pero ambos tenemos que atenderlo antes de que partamos al frente. Una disculpa enorme, Lyndis-chan, espero que hayas disfrutado la cena y espero que descanses bien.

Meme seguía soltando risitas, pero Ranko se notaba realmente sorprendida.

M-madre...

No te preocupes, Ran-chan, regresaremos mañana temprano. Estaré lista para que ambas nos vayamos a tiempo.

Obviamente, eso no era lo que Ranko quería preguntar, pero no dijo nada más. Los padres se levantaron, y las hermanas hicieron lo mismo.

Un gusto, Zhaoren-san. —se despidió Kizaemon, aunque lo hacía más por cortesía que por querer hacerlo.

Mientras su esposo abandonaba la habitación, Komachi, se acercó a Lyndis y le susurró algo.

Eres fuerte y atrevida. Y si le gustaste a Ranko, debes tener buen corazón. Espero verte más seguido, Lyndis-chan.

Le dio una palmada en la espalda y fue tras Kizaemon.

Pues me voy a dormir. Trabajo mejor de mañana. Chau. —dijo Kuumi, partiendo también. Sólo Meme y Ranko quedaron en la habitación junto con la peliplateada así como un par de sirvientes esperando para limpiar la mesa.
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#32
La mayoria de los presentes partieron con posibles distintas direcciones. Kinzaemon fue el primero en abandonar la estancia, y Komachi le siguió antes de susurrarle un par de palabras a Lyndis. Esta solo pudo contestar asintiendo ligeramente nerviosa, pues es a lo único que prácticamente le dio tiempo. Casi en el momento, Kuumi también abandonó la estancia, y en la mesa únicamente quedaron tres personas presentes.

Lyndis sostendría un poco la mirada a Ranko y bailaría posiblemente con Meme cuando la escuchara reír o decir algo. Suspiró sin saber que hacer, así que recogió el plato y un poco la zona donde ella había comido de migas, así como cubiertos para ir ofreciéndoselo a los sirvientes queriendo aliviarles algo de trabajo, aunque fuera tan poca cosa como recoger un par de platos y cubiertos para acercárselos.

Bueeeno... Uuhm... Entonces... ¿Me enseñáis la habitación donde duermo? — esbozó una débil sonrisa, alzando las cejas.
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#33
En cuanto Lyndis quiso ayudar, los sirvientes se apresuraron a tomar sus platos y comenzaron a recoger la mesa, diciéndole que no se preocupara.

Lyndis-chan, s-siento lo de mi padre, e-es... Muy tradicional, y... Y e-esta empeñado en que la casa Sagisō siga adelante y... —le dijo Ranko apenas pudo, acercándosele y dedicándole repetidas reverencias.

Yo también quiero saber dónde dormirá Lyndis, Onee-sama. —dijo Meme con su sonrisa suave, pero maliciosa. Ranko pensó que tal vez se estaba juntando mucho con Kuumi.

Eh-eh... S-sí, claro...

Ranko le hizo un breve gesto a Lyndis y salió a uno de los pasillos, guiándola. Meme se quedó en el comedor, despidiéndose con la mano. Curiosamente, no las siguió, a pesar de haber dicho que quería saber.

¡Ay, cuánto lo siento! —comenzó la castaña, enrojecida a más no poder, tapándose la cara levemente —. ¡S-siento si mi familia te puso incómoda, Waai-chan! ¡L-lo lamento!

Llegaron a una no muy tradicional, pero preciosa puerta de madera con grabados de conejos.
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#34
Tras salir de la estancia, Lyndis resopló y soltó un pequeño agudo gemido de alivio, para que poco después Ranko no tardara ni un solo segundo en disculparse por lo acontecido durante la cena.

No te preocupes, supongo que es normal que quieran que su hija este con la mejor persona que pueda haber — añadió restándole importancia a aquellas palabras, para después sonreír confiada mirándola con picardía. — Pero bueno, creo que ha quedado claro que estás con la mejor opción de todo Oonindo ¿eh?

No necesitarían caminar demasiado hasta que llegaran a una gran puerta de madera que tenía algunos dibujos grabados en forma de conejo. ¿Era lo que ella creía? ¿Era la madriguera del conejo? Oh, Dios, se moría de ganas por comprobar que fuera así sin perder la sonrisa en sus labios y con los ojos algo abiertos de la emo
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#35
Ranko sonrió ampliamente.

Sí. Estoy con la mejor.

Ranko abrió la puerta. Era una habitación enorme, digna de una niña rica. La cama era bastante grande, y había uno que otro peluche en forma de conejo. Había un mueble donde se mostraban un par de joyas discretas y varias gargantillas de distintos estilos, aunque todas sencillas. Había un gran armario al fondo. En general, el interior estaba pulcro y en perfecto orden.

¡Oh, n-no! ¡P-pero si e-esto no es e-el cuarto de invitados! —dijo Ranko en un tono algo exagerado, como si hubiese estado practicando esa frase todo el día. Cerró la puerta tras de Lyndis y echó el pestillo —. B-bueno... Creo que tendrás q-que dormir aquí, Waai-chan...

Ranko se encogió de hombros y soltó una risita queda. Era evidente que estana mucho muy nerviosa, pero sus ojos se miraban honestos y muy contentos.
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#36
Lyndis recorrió toda la habitación con su mirada, intentando quedarse con cualquier detalle o algo con lo que pudiera "torturarla". Había varias cosas que parecían algo infantiles, pero nada más remarcable. Y tras su paso, se cerró la puerta seguida de la peor interpretación que había visto en mucho tiempo. La peliplateda sonrió, y dejó escapar una carcajada.

Oh si, ya lo veo. Un error para naaaada calculado, pero igualmente podemos ir sin problemas, ¿no? ¿O vas a dejarme aquí encerrada? — se sentó en la cama, y esta respondió con un pequeño bote debido a lo acolchada que estaba. — ¿Para siempre?

Sonrió con picardía, entrecerrando los ojos y poniendo una pierna sobre la rodilla de la otra, haciendo que el vestido dejará ver sus peligrosas piernas mientras esta mostraba sus afilados dientes.
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#37
Los ojos de Ranko recorrieron a Lyndis velozmente, luego corretearon por toda la habitación, como si buscara dónde enfocarlos para no perderse en la imagen de la chica sentada en su cama.

Oh, n-n-no, sólo... Sólo por esta noche. —dijo con un suspiro.

Ranko dio un par de pasos, primero lentamente, luego con un poco más de decisión, hasta sentarse al lado de Lyndis. Luchó como nunca por no comérsela con los ojos.

Waai-chan... S-sé que somos muy buenas e-en combate... P-pero allá en la guerra... No sé cómo resultará... Todo. No sé s-si regresaremos. Por eso... Por eso quiero... E-esta noche... —las palabras se le hacían bastante difíciles de decir —. ¿Recuerdas que... E-en Notsuba estuvimos a punto de... Y-y dije... Que n-no era el momento? Pues... Pues yo... Ahora...

Ranko se encontraba lo más apenada que había estado nunca, y lo más emocionada también.
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#38
Las palabras de Ranko eran sinceras y cargadas de sentimiento, y aunque ambas sabían que la guerra tenía prácticamente una fecha de inicio, nadie sabía cuando terminaría. Por no hablar de la gente que podría perder la vida durante esta. Lyndis se tumbó mirando al techo con las manos sobre su estómago y un semblante ligeramente serio. Tenía plena confianza en sus capacidades y sabía lo fuerte que era, y en similar medida tenía un concepto bastante claro sobre las habilidades de Ranko y sus límites; pero nunca se había parado a pensar fríamente en lo que se avecinaba hasta que ahí misma se dio cuenta de lo que podía suponer perderla a ella o a su madre. Ahora parece que si empezaba a ser consciente de las palabras de Kinzaemon. El fragor del combate le nublaban la vista continuamente, y la posibilidad de medir sus capacidades una y otra vez hasta la extenuación era algo que le encantaba. ¿Qué mejor lugar que un campo de batalla para que naciera una Diosa?

Ranko ¿hay algo que quieras hacer después de la guerra? — dijo sin apartar la mirada del techo, ni mover las manos, las cuales estaban una sobre la otra y a su vez sobre su estómago. Su tono sonaba serio, pero no había duda, preocupación ni enfado en su voz. — Algún lugar al que quieras ir, empezar algún hobby, probar algo, lo que sea
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#39
Ranko miró y remiró a Lyndis echarse en la cama, y tragó saliva. Sin embargo, notó al instante que la peliplateada se había puesto más seria de lo normal.

¿D-después...? Ahm... —alzó la mirada, pensativa, mientras se rascaba el mentón —. N-no sé... Creo... Creo que me encantaría volver a la Villa de las Aguas Termales. C-contigo. Fu-fuera de eso... N-no se le ocurre nada específico...

Ranko sonreía como boba, y se acariciaba el cabello como ida, sin querer.

¿Por qué lo preguntas, Waai-chan? ¿Hay a-algo que quieras hacer tú?
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#40
Algo que quisiera hacer Lyndis, algo que le gustaría hacer... ¿Qué quería hacer tras ello? ¿Viajar a algún lado? La idea de Ranko sonaba bastante bien. ¿Aprender a hacer algo en concreto? Como tal vez cocinar, leer... Jamás había pensado realmente en algo que no fuera entrenar para conseguir un sueño que escapaba de las manos los mortales.

La verdad... Es que no lo sé. He dedicado toda mi vida a entrenar, pelear por sobrevivir... Que realmente no tengo ninguna afición más allá lejos de combatir. Lo de la Villa de Aguas Termales suena bastante bien, la verdad — sus palabras sonaban algo tristes, pero no lo decía con esa intención e hizo una breve pausa, para pensar bien lo que quería decir. — No sé si estaremos juntas tampoco durante la guerra, cuanto durara esta o si nos toca en el mismo grupo y acabamos dispersándonos por lo extenso que se haga el campo de batalla. Por poder, cualquier parte de Oonindo podría llegar a ser una amenaza. Pufff... Y todo por un zorro estúpido que cree Dios. O sea, que yo quiero lo mismo al fin y al cabo, pero un Dios debe de ser benevolente con los más desfavorecidos, ¿no?

Ladeó la cabeza para mirarla, mientras gesticulaba algo las manos para darle más peso a sus palabras.
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#41
Ranko sonrió, afable, escuchándola con atención.

Nunca... Nunca es tarde para comenzar alguna —Buscó la mano de Lyndis y la tomó con la suya, apresando los dedos de la ogresa con los suyos. Le besó el dorso de la mano —. Sin importar a dónde nos envíen... Con quién combatamos... Cuánto avancemos o retrocedamos... Tenemos que regresar juntas. Y... Y luego iremos a las mejores aguas termales de Yugakure y la pasaremos de lo mejor.

La esperanza de Ranko se notaba en su voz y en sus ojos.

Sí. Es sólo un tirano berrinchudo. Pero uno sumamente peligroso. Aunque yo... C-con gusto adoraría a la Diosa Waai Fu. —dijo con una gran sonrisa mientras se recostaba también a su lado. No bromeaba, pues el sueño de su novia no era algo de lo cual burlarse. No sabía si era posible que lograra eso, pero podría buscar la manera a su lado.

Tendrían todo el tiempo del mundo para averiguarlo.
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#42
Rio un poco, devolviéndole el apretón de manos. Aquellas palabras sonaban tan raras y en parte como si se estuvieran riendo de ella, pero más bien era por el hecho de que era algo nuevo. Si se iba a convertir en una persona u objeto de adoración, debería empezar a acostumbrarse a que hablaran o comentaran sobre ella así. Mantuvo una sonrisa en su rostro, para posteriormente alzarse un poco soltando la mano de Ranko.

Después, se puso encima de ella, apresándola tanto con sus propias manos a los lados de la cara de esta como con sus piernas y trasero encima de la cadera y cintura de Ranko.

¿Y qué te parece si esta noche pruebas un poco de este divino cuerpo? — la distancia entre sus rostros era corta, y su mirada más afilada que sus dientes.
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#43
Ranko no pudo evitar soltar un suspiro cuando Lyndis se colocó encima suyo. Se sonrojó, pero era un rubor distinto, no de pena, sino de emoción.

Asintió, con los ojos fijos en los de su amada.

Me parece... Perfecto. Hay que... Aprovechar el tiempo... Juntas, mi... Diosa.

Sin poder resistir más, cerró el espacio que separaba sus labios, y besó a Lyndis a como no la había besado antes. Cerró sus brazos a su alrededor, y la amó y se dejó amar hasta el cansancio, hasta grabar aquella noche a fuego en su corazón y en su cuerpo.
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#44
Nada más hubiera tenido esa señal de salida, Lyndis terminaría de abalanzarse sobre ella besándole el cuello con pasión y posteriormente los labios de la chica. Lo hacía con pasión, firmeza y solo los separaba cuando le faltaba el aire o Ranko se alejaba por la misma necesidad. Una de sus manos bajó por el lateral de la chica, queriendo disfrutar todas y cada una de sus curvas hasta que llegó a la cadera, donde pasó a la zona posterior para agarrarla con firmeza de uno de sus glúteos, casi clavándole las uñas. Seguramente la castaña respondiera dejando escapar algún gemido, que ella aceptaría como que iba por buen camino, pasando a morderle uno de los hombros sin apretar demasiado sus afilados dientes.

La noche fue más larga de lo que Lyndis hubiera podido imaginar, y también más cálida, apasionada y dura de lo esperado. La peliplateada fue la primera en despertar, y por la luz parece que la mañana estaba bastante avanzada, tal vez cerca del medio día. Se irguió en la cama, dejando que sus pies tocaran el suelo y apartando las sabanas llenas de sudor a un lado. Su cuerpo desnudo todavía estaba ligeramente brillante y perlado, pero su espalda estaba completamente destrozada, llena de arañazos y mordiscos sobre los hombros u otras zonas.

Necesitaba hidratarse, y algo de agua en la nuca que le ardía, por lo que se levantó de camino al baño de la habitación.
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#45
Ranko se despertó adolorida. A pesar de despertarse mucho más tarde de lo que normalmente lo hacía, sentía el cuerpo cansado, como cuando pasaba todo el día entrenando. Sin embargo, no podía evitar tener la sonrisa más grande en sus labios.

Se giró entre las sábanas, notando que no tenía prenda alguna, y se sonrojó al instante.

¿Waai-chan? —susurró al no verla a su lado. Se mordió el labio, recordando la larga y hermosa noche anterior, y suspiró enamorada. —. ¿Waai-chan, estás allí?

Estaba segura de que no había ido a ningún lado, pero de igual manera la esperó en la cama, cubierta con las sábanas. Respiró profundamente, sintiéndose un sueño del cual odiaría despertar.
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