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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
Durante unos largos y silenciosos segundos, Daigo no podía hacer más que preguntarse qué clase de persona —o ser, o cosa— abriría la puerta, por supuesto, ese largo silencio tan solo duró hasta que la puerta empezo a abrirse con un chirrido de ultratumba que sin lugar a dudas debía tratarse de los lamentos de un espíritu.

O quizá no, quizá solo había dejado que su imaginación volara demasiado.

—¿Quien demonios sois y qué coño quereis?

Daigo se sobresaltó, pero rápidamente recuperó la calma al comprobar que quien sacaba la cabeza por aquella puerta era solo un hombre mayor, no un fantasma o algun espíritu vengativo.

—¡Hola! —Saludó, sonriendo amigablemente a pesar de la cálida bienvenida—. Esto... siento molestar, pero nos hemos perdido. ¿Conoce el camino hacia el Valle de los Dojos?
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¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!

Team pescado.


Canal 5 con Uzumaki Eri hasta verano del 222.
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#62
El chirrido de la puerta logró ponerle los pelos de la nuca de punta a Ranko. Se imaginó que un escalofrío pasaba por toda su trenza de manera caricaturesca. Una bola de pelos, a la cual Ranko no tardó en encontrar forma de cabeza, se asomó y les preguntó de mala manera quiénes eran.

La de la trenza, aunque no había soltado el miedo del todo, sí relajó su mano y la alejó de su espada envainada.

"Es… ¡Es una persona! Y estoy seguro de que todos lo vemos. Y abrió una puerta. ¡Es una persona y ya!"

Le dirigió una breve mirada y una suave sonrisa a Hana, como confirmando que no había nada espectral que temer.

Di-Disculpe la i-i-interrupción —dijo tímidamente Ranko después de Daigo, con una marcada reverencia —, n-n-nos dijeron q-que aquí podrían… podrían ayudarnos a… a… ubicarnos. A e-encontrar el camino. U-un chico, Kiyoshi-san, n-nos guió aquí.

"Espero que sí tenga razón y nos indique hacia dónde ir. Es… Creo que es una situación frustrante… y ta vez peligrosa..."
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#63
El hombre esperó a que ambos kusajin dijesen lo suyo para después dedicar una larga mirada a cada uno, pasando por último a la uzujin, que no había abierto la boca siquiera. Tras aquella mirada empezó a reirse alocadamente, enseñando su dentadura con alguna que otra ausencia.

Sois muy graciosos, pero ya podéis largaros por donde habéis venido. — entonces se puso serio de golpe, abandonando cualquier rastro de amabilidad o de risa — Y como volvais a nombrar a mi hijo, le haréis compañía en el infierno.

Dicho eso, cerró la puerta.

Y ya está. No hubo más viento aciago, ni siquiera una leve brisilla, el trío se quedó en silencio con una puerta cerrada y más preguntas que respuestas.

Hana no dijo nada, aún estaba procesando lo que acababa de ocurrir. Sin embargo, se le hizo un nudo en la garganta y seguramente otro en el cerebro porque no podía pensar, o tal vez no quería pensar en qué había querido decir el hombre. Esperó a que Daigo o Ranko dijesen lo suyo. Que aquello era algún tipo de confusión, habían malinterpretado al hombre o sencillamente, Hana había oido mal y el hombre les había indicado el camino sin problemas en vez de mencionar a un hijo muerto.


Avatar obra de Sagiso Ranko


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#64
Totalmente sin palabras, el chico se quedó boquiabierto ante la reacción, que se rio en sus caras antes de amenazarlos con hacerlos acompañar a su hijo al infierno si lo volvían a mencionar.

La puerta se cerró y Daigo se giró. Querría haber dicho que todo era mentira y que Kiyoshi definitivamente no estaba muerto, pero cuando se lo habían dicho tan claramente... era un poco difícil.

«Me da igual por dónde salgamos, pero tenemos que salir de aquí» era obvio, pero tenía que mantener la calma.

De hecho, quizá ni siquiera había dicho lo que creía que había dicho, quizá solo había escuchado mal y simplemente los estaba invitando a pasar el invierno junto a él y su hijo, aunque eso sería muy extraño, porque el invierno ya había pasado.

Aún así tenía que preguntar. Solo tenía que calmarse. Todo había sido un malentendido.

—¿Ha-ha-han e-escuchado lo mismo que yo? —Misión cumplida.
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#65
"¿Su hijo? ¿En...? ¡¿En el infierno?!"

Ranko sintió claramente cómo un exagerado escalofrío recorría todo su cuerpo, trenza incluida (claro, al menos ella lo imaginó así).

"AAAAAAHVIMOSASUHIJOMUERTO"

Ah... E-eh... Ah... —Alcanzó a decir apenas —. S-sí... C-creo... S-S-Sí...

Tragó saliva, asustada y confundida, como un gazapo en... ahm... en un bosque después de ver un fantasma. Miró a Hana. Había estado intentando mantenerla calmada, que no se dejase llevar por el miedo. ¿Qué podía hacer ahora que el supuesto padre del supuesto Kiyoshi decía que estaba supuestamente muerto? ¡Oh! ¡Ahora Hana caería en una espiral de desesperación y terror!

"Bueno, no exactamente, pero... Pero..."

Le regresó el recuerdo de Ayame, mencionándole que había entrado a una casa embrujada con Eikyuu Juro. ¡Ojalá le hubiese preguntado cómo lograron salir!

T-T-Ta... Tal vez n-no es e-el... el infi... el infier... no —dijo con voz bastante temblorosa —. N- no literal... Literalmente. Di-digo... Ahm... ¡E-es como...! ¡Es como cuando la-la gente dice "Vete a-al infierno"! T-Tal vez Kiyoshi-san s-se escapó o... o lo abandonó y... y qui-quiere que n-nosotros nos vayamos también. N-no dijo que estuviese... Que estuviese...

No terminó su frase. Olvidó momentáneamente que el mismo Kiyoshi les había dicho que vivía en esa casa. ¿Por qué decir eso si había abandonado a su padre? Después de su débil intento de normalizar la situación, Ranko dio un paso tímido hacia la puerta y tocó una vez más. Su voz temblaría, entre la pena y el miedo, o la incertidumbre. Menos que un grito, pero lo suficientemente alta para que se pudiera escuchar tras la puerta.

D-Di... Disculpe... P-P-Perdón. N-nos... Nos i-iremos tan rápido... Ta-Tan rápido como sea posible, p-pero no sabemos e-en qué dirección... S-si nos indica... Por favor... Si nos i-indica e-el camino al Valle, n-no lo molestaremos más. Por favor.
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#66
—¿Ha-ha-han e-escuchado lo mismo que yo?

Ah... E-eh... Ah... S-sí... C-creo... S-S-Sí...

A diferencia de sus compañeros, Hana no dijo nada, ni siquiera abrió la boca. Ni el intento de decir algo tenía en el cuerpo. Se quedó pálida, probablemente más pálida de lo que habían visto al muchacho confirmado como muerto. No podía ni siquiera empezar a pensarlo. Si tanto Daigo como Ranko pensaban que era cierto, las personas más aferradas a la calma que había conocido hasta ahora. ¿Cómo iba ella a mantener la calma?

La calma de Hana se había ido para tal vez no volver nunca más. Su mirada se cayó al suelo, ni siquiera escuchaba a la chica de la trenza, aunque apreciaba su intento de consolarla. Solo podía pensar en que habían cruzado la delgada linea que separaba la vida de la muerte. Claramente, no se había dormido en el bosque antes de encontrarse con Daigo, no. Había muerto. Se le habría caído un árbol encima o algo. Ahora su espiritu estaba condenado a vagar eternamente por el bosque con esos dos kusajines.

Si con eso me dejais en paz, seguid los árboles marcados en rojo, llegaréis a la tumba de Kiyoshi, desde ahí veréis el camino que sale del bosque. Espero que os haya valido la pena hacer todo el caminito solo para soltar una bromita de mal gusto. Asco de juventud. — el hombre le contestó desde el otro lado de la puerta, igual que como Ranko le había preguntado

Al fijarse, se darían cuenta que casi todos los arboles tenían marcas. Pequeñas lineas horizontales de colores. Había de color verde, blanco, rojo y azul. Parecía un sistema sencillo para poder orientarse en medio de un bosque y todas nacían en un lado de la casa. Los árboles con lineas rojas empezaban en el lado derecho de la casa.

Muertos, estamos todos muertos... — susurró Hana sin apartar la mirada del suelo.

Quería gritar, llorar, coger al hombre y preguntarle qué demonios quería decir, ir a buscar a Kiyoshi y decirle que la devuelva a la vida. Y aunque sabía que era estúpido lo que pensaba, pensaba que era igual de estúpido que pensar que un espiritu había aparecido para ayudarlas cuando estaban perdidas. Aún sentía el frio en la nuca. Sentía su mirada entre los arboles. Estaba tan nerviosa y tan tensa, que aparentaba estar tranquila solo porque se había cortocircuitado de tantas cosas que quería hacer.


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#67
Sí, sí, Ranko debía tener razón. Porque una persona esté en el infierno no significa que deba estar muerta, ¿verdad?

¿A quién engañaba? Claro que lo significaba ¡Por supuesto que lo hacía! Había un fantasma en el bosque y estaban en graves problemas. Hasta ahora no les había hecho daño a ninguno, claro, pero, ¿y si en realidad era un fantasma maligno? No creía poder golpear a un fantasma.

¿Podían los fantasmas golpear a las personas?

Ranko se acercó valientemente a la puerta de la casa para preguntar por un camino, mientras Daigo observaba a Hana, que no solo se había quedado muy callada, sino que hasta parecía que se había muerto de la impresión.

Viendo eso, el chico se tomó unos segundos para relajarse. Aparentemente tenían que pasar por la tumba de Kiyoshi para salir de allí, el lugar más embrujado de todos. Así no había manera de que él no estuviera asustado también, pero en una situación como esa era necesario que alguien mantuviera la calma, y no planeaba permitir que Ranko cargara con toda esa responsabilidad.

—No estamos muertos, Hana-san —le dijo y sonrió, intentando calmarla—, y no lo estaremos. Nadie morirá hoy, te lo prometo.

A menos que Kiyoshi hubiese muerto aquel mismo día, no había manera de demostrar lo contrario.

»¡Ya tenemos un camino! Solo tenemos que seguirlo.
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#68
”La… La tumba. La tumba de… La tumba de Kiyoshi. La tumba. De. Kiyoshi. AAAAAAAAAAAH”

Gracias. —respondió con un hilo de voz. Podría estar asustada, pero no olvidaría sus modales.

”LA TUUUMBAAA”

La Uzujin comenzó a susurrar que estaban muertos, tan muertos como el Kiyoshi que vieron, mientras el boxeador intentaba calmarla. Ranko miró sus manos, sin querer, como si esperase ver a través de ellas cual espectro. Pero no, se encontró con que seguían tan sólidas como siempre, aunque sí muy temblorosas. Tragó saliva.

”¿Y si al estar muertos nos vemos como vivos porque no sabemos que estamos muertos? Momento… ¿y si sabemos ahora que estamos muertos, no deberíamos vernos como fantasmas ya? ¡Ay, deberían de enseñar esto en la Academia!”

Apretó sus puños. Temblaba.

”No. No puedes ceder al miedo. ¡Una heroína no debería temer de algo así!” Pero su miedo no disminuyó. "¿Verdad?

Daigo entonces puntualizó algo: ya tenían un rumbo. ¡Y era cierto! ¿Qué más quedaba que seguirlo, muertos o no? Ranko asintió y dio un primer paso de gelatina hacia los árboles marcados con rojo. Se giraría y extendería su mano a la de Hana. Daigo, a pesar de notarse nervioso, no parecía estar tan al borde del derrumbe como la rubia.

Da-Daigo-san tiene razón. S-sigamos el camino —Esperaría unos segundos y, ya fuese que la chica le diese la mano o no, seguiría a los árboles indicados, a pasos muy cautos. Algo le llegaría repentinamente desde la parte trasera de la memoria, y comenzaría a hablar sin parar debido a los nervios —. Ha-hace un tiempo f-fui a Yachi y m-me topé con una chica. Bu-bueno, ella se topó conmigo, a-apareció de detrás de un árbol y ca-casi me da un infarto, je. S-su nombre era… ¿es? Aotsuki Ayame-san. Y-yo no conocía e-el pueblo, p-pero ella fue amable y me-me mostró una posada m-muy bonita. P-podría haberme dejado s-sin rumbo, o-o podría haberme atacado detrás d-de ese árbol…

»Pero me mostró el camino.
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#69
—No estamos muertos, Hana-san,y no lo estaremos. Nadie morirá hoy, te lo prometo.

No supo si fue el tono, la confianza, las palabras en sí o la sonrisa del kusajin, pero Hana se tranquilizó casi del todo. Aunque seguía inquieta, ya estaba lejos del shock inicial en que había entrado por las palabras del hombre. Asintió a Daigo y aceptó la mano de Ranko, aunque se sentía como una niña pequeña rodeada de gente tan calmada y responsable. Tal vez era ella la infantil por creer en fantasmas, pero es que hay cosas que no se pueden explicar, cosas sobrenaturales.

Sin embargo, se infló de valor gracias a Ranko y Daigo. No podía estar todo el rato lloriqueando por detrás, pero no soltó la mano de la kunoichi, se sentía más segura agarrada a algo humano. Claramente los espiritus no podrían llevarsela si estaba cogida de otro ser vivo.

. Ha-hace un tiempo f-fui a Yachi y m-me topé con una chica. Bu-bueno, ella se topó conmigo, a-apareció de detrás de un árbol y ca-casi me da un infarto, je. S-su nombre era… ¿es? Aotsuki Ayame-san. Y-yo no conocía e-el pueblo, p-pero ella fue amable y me-me mostró una posada m-muy bonita. P-podría haberme dejado s-sin rumbo, o-o podría haberme atacado detrás d-de ese árbol…

»Pero me mostró el camino.


No sabía muy bien qué quería decir Ranko, ¿había cambiado de tema sin más? ¿O había un mensaje oculto? Igual era simplemente para obviar que estamos en el punto de mira de un fantasma.

Hana solo asintió.

Siguieron andando, de árbol marcado a árbol marcado, no tardaron en perder de vista la casa. Unos minutos más tarde, llegarían a un punto en que no se veían más árboles marcados. Simplemente había una marca en rojo y no había más colores ni más árboles marcados delante, solo detrás los que ya habían pasado.

¿Y... y ahora qué? — no estaba asustada, o eso se decía a sí misma, pero tenía los nervios a flor de piel, moviendo una pierna ritmicamente de los nervios. — ¿Dijo algo de cuando acabasen las marcas?

Miró a Ranko con esperanza. Con esperanza de que no dijese lo que ella sabía. La tumba del fantasma. Eso es lo que había al final de las marcas. Tragó saliva. La tumba de Kiyoshi debería estar por allí. Y si estaba su tumba...

Hana miraba de un lado a otro, esperando ver algo. Algo sobrenatural.


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#70
Daigo se alivió al ver a Hana un poco más calmada. De alguna forma el saber que había conseguido que alguien se relajara hacía que él mismo llevara mucho mejor su miedo.

Ranko también ayudaba en gran medida en aquello, aunque lo hacía de forma totalmente opuesta a Hana: la calma natural que desprendía le recordaba que, en verdad, todo saldría bien siempre y cuando no cayesen presas del pánico.

Así, luego de superar momentáneamente sus temores, el grupo se puso en marcha hacia su objetivo mientras la Sagisō les contaba una historia.

. Ha-hace un tiempo f-fui a Yachi y m-me topé con una chica. Bu-bueno, ella se topó conmigo, a-apareció de detrás de un árbol y ca-casi me da un infarto, je. S-su nombre era… ¿es? Aotsuki Ayame-san. Y-yo no conocía e-el pueblo, p-pero ella fue amable y me-me mostró una posada m-muy bonita. P-podría haberme dejado s-sin rumbo, o-o podría haberme atacado detrás d-de ese árbol…

»Pero me mostró el camino.


—Te mostro el camino... —dijo—, si Kiyoshi-san hizo eso probablemente también sea una buena persona, como Aotsuki-san —razonó, pensando que esa era la conclusión a la que pretendía llegar Ranko.

Hablando de llegar, luego un rato caminando el grupo finalmente llegó al final de las marcas rojas, aunque todavía no habían encontrado la tumba de Kiyoshi.

Al llegar Hana preguntó si les habían dicho lo que debían hacer ahora.

—Sí... —djo y miró a su alrededor. No había ningún fantasma a la vista, pero tampoco veía ninguna tumba—, no te preocupes. El camino debería estar claro a partir de ahora.
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#71
Ranko se alegró de que Hana hubiese aceptado su mano. Asintió repetidamente. Daigo había dado en el clavo, a pesar de que la kunoichi de la trenza había soltado aquella anécdota casi sin querer.

"¿Qué tal que Kiyoshi-san es un fantasma? Eso no significa que sea un fantasma malvado, ¿No? Podría ser un fantasma amigable. ¿No?"

La Kusajin contuvo ese comentario, pues parecía que Hana estaba muy receptiva al miedo a lo espectral. Prefería que los ánimos no bajasen. Un rato después, llegaron al punto donde no había más que una última marca roja. La rubia preguntó sobre lo que estaría al final de la senda.

"Significa que la tumba de Kiyoshi-san está aquí." Se mordió la lengua cuando Daigo habló. ¡Eso! ¡Era en eso en lo que tenían que enfocarse! No en fantasmas ni espectros ni parcas, sino en el camino, que, según aquél hombre, debería de verse en las cercanías.

A-atenta a s-si ves el camino, Hana-san.

Comenzó a buscar, intentando descubrir la senda detrás de uno u otro árbol. Se sentía nerviosa por salir al fin de aquel lugar, pues nunca un bosque le había puesto tanto los pelos de punta. Se moría por encontrar la salida y regresar a su posada en el Valle .
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#72
Los Kusajin parecían estar de acuerdo en que el camino se les aparecería en algún momento. Lo cual Hana no tenía tan claro, a un lado había bosque y en el otro... bosque.

Entonces de detrás de un árbol sin ningún tipo de señal que pudiese anunciarlo, apareció el chico del momento. Kiyoshi. Exactamente igual que como lo habían dejado la última vez.

¡Hey, chicas! — saludó en un tono mucho más alto del necesario para la distancia a la que estaban. — Y señor. Veo que ya habéis encontrado el camino.

Hana apretó el agarre con Ranko, incapaz de decir nada. Miró a Daigo y después a Kiyoshi, como diciendole, ¿ves? Ahí está. La camiseta blanca, los pantalones del azul más claro que podía verse y descalzo, pero con los pies limpios. Por no hablar de la larga melena negra y los ojos igual de negros. Si eso no era un espíritu, ella era Arashikage.

Sonrió con inocencia y meneó la mano para saludar.


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#73
Por mucho que los chicos quisieran concentrarse en otras cosas, uno no podía simplemente huir de un fantasma cuando se encontraba en un bosque embrujado. No era así como funcionaban las cosas, no. Eso sería demasiado fácil.

Ahí estaba Kiyoshi con su ropa blanca y azul, caminando descalzo por ahí, pero sin ensuciarse en lo absoluto como si su cuerpo se hubiera paralizado en el tiempo y ya no pudiera ser alterado por ningún elemento del entorno.

«¿¡Señor!? ¿No "chico"?» Pensó, sintiéndose de pronto al menos treinta años más viejo.

Por la normalidad con la que hablaba el chico Daigo jamás podría haber adivinado que se trataba de un fantasma, o así sería si fuera ciego, claro, porque todo lo demás gritaba "llevo muerto desde antes de que tú nacieras" tanto que no podía ignorarlo.

—¡Buenas! —contestó—. ¿Es usted Kiyoshi-san?

Que la persona con la que hablabas tuviera uno o dos pies en el otro mundo no significaba que pudieras olvidarte de ser un poco educado, ¿no?
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#74
Buscaban ya sea la tumba o el camino, pero encontraron al fantasma. Ranko sintió la mano de Hana aferrándose a la suya, a la vez que un escalofrío recorrió hasta su trenza. Tragó saliva. Después de hablar con su padre, la apariencia del chico se le hacía incluso más espectral.

”E-es él… Y está… Hablándonos… Entonces… ¿e-está muerto… de verdad?”

Daigo fue el primero en hablar, aunque Hana le saludó antes con una mano, muy temerosa. Ranko le dedicó una levemente temblorosa reverencia. Fuese fantasma o no, Kiyoshi les había indicado cómo volver a su camino. Y no había razón para no agradecerle.

K-K-Kiyoshi-san. M-Muchas gracias-s p-por guiarnos. A-a tu casa. Y-y hasta aquí. L-L-La-Lamentamos ha-haber d-dudado al i-inicio.

No quería mencionar ni preguntar si el chico era en realidad un ser del más allá. ¿Qué tal que eso sí lo molestaba? No tenía entrenamiento cazafantasmas, así que no sabía si su taijutsu le haría daño al chico. Además, no había hecho nada para perjudicarles, así que no quería molestarlo por nada del mundo. Su curiosidad tendría que quedarse en sus sentidos.

Y sus sentidos le decían que sí lo era.
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#75
—¡Buenas!¿Es usted Kiyoshi-san?

Hana se giró de inmediato a Daigo, entre asombrada por la normalidad del chico ante la situación y asustada de que fuese tan imprudente. Kiyoshi movió lentamente el rostro hasta encarar a Daigo también y entonces se llevo una mano a la nuca, sonriente.

Sí, perdona, tú debes de ser Daigo, ¿no?

K-K-Kiyoshi-san. M-Muchas gracias-s p-por guiarnos. A-a tu casa. Y-y hasta aquí. L-L-La-Lamentamos ha-haber d-dudado al i-inicio.

Bueno, yo no os he guiado, aunque me alegro de que al final hayáis ido, lo último que querría es que os pasase nada malo por estar perdidas en el bosque y veo que habéis encontrado a vuestro amigo y el camino. ¿No deberíais estar yendoos? Sino se os hará de noche, y nunca se sabe lo que puede pasar de noche

Kiyoshi siguió con la misma sonrisa todo el rato, sincera e inocente.


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