26/06/2015, 14:15
Pese a su explicación, el pelirrojo continuaba viendo mas que inviable esa solución tan tergiversada. Ciertamente lo era, pero sin duda era mejor opción que darle muerte a una persona. ¿Quienes eran para dárselas de jueces, jurados y verdugos a la misma vez? En éste punto podían pararse y rebatir durante años, y aun así no encontrarían una auténtica solución, así pues lo dejaron escapar con una mera broma. Quizás la mejor opción.
— Pues recuerda que yo quiero ser pescador... jajajajaja. — Dejó en la misma broma.
Yoshimitsu dio a entender que al menos debía avisar en casa de que iba a estar ausente un rato mas largo de lo habitual, o algo parecido. Básicamente iba a ausentarse durante media hora aproximadamente, tiempo que podía aprovechar el rubio para pillar todas sus herramientas y prepararse.
— Si, me parece bien. Pago la cuenta y le tiro para casa. Nos vemos aquí mismo en media hora, ¿te parece? Ya después vamos los dos al edificio del señor Morikage. —
Dicho ésto, el chico tomó su cartera, y de ésta sacó un billete. Aproximadamente el valor total de la merienda. Alzó la mano, y llamó la atención del tendero. Éste, casi al instante comenzó a andar hacia la mesa. Al estar lo suficientemente cerca, el rubio terminó de verter el té en su taza.
— ¿Podría cobrarme la merienda? — Sin preámbulos, le hizo entrega del billete. — Aquí tiene. —
Tras pagar, el chico volvió a enfocar su taza, y la tomó de un solo sorbo. Dejó de nuevo la taza, y disfrutó por un instante del sabor que ésta le había dejado en la boca.
— Cuando quieras, Yoshi. —
— Pues recuerda que yo quiero ser pescador... jajajajaja. — Dejó en la misma broma.
Yoshimitsu dio a entender que al menos debía avisar en casa de que iba a estar ausente un rato mas largo de lo habitual, o algo parecido. Básicamente iba a ausentarse durante media hora aproximadamente, tiempo que podía aprovechar el rubio para pillar todas sus herramientas y prepararse.
— Si, me parece bien. Pago la cuenta y le tiro para casa. Nos vemos aquí mismo en media hora, ¿te parece? Ya después vamos los dos al edificio del señor Morikage. —
Dicho ésto, el chico tomó su cartera, y de ésta sacó un billete. Aproximadamente el valor total de la merienda. Alzó la mano, y llamó la atención del tendero. Éste, casi al instante comenzó a andar hacia la mesa. Al estar lo suficientemente cerca, el rubio terminó de verter el té en su taza.
— ¿Podría cobrarme la merienda? — Sin preámbulos, le hizo entrega del billete. — Aquí tiene. —
Tras pagar, el chico volvió a enfocar su taza, y la tomó de un solo sorbo. Dejó de nuevo la taza, y disfrutó por un instante del sabor que ésta le había dejado en la boca.
— Cuando quieras, Yoshi. —