—¿¡C-cóooomooooo!? ¿Qué ya no eres shinobi?

Esa era la reacción que nunca debía haber sucedido. ¿Que por qué había sucedido? Pues muy sencillo. Mi mala fortuna. Mi madre había sugerido ir a la playa, y había tenido que aceptar, pues ella no admitiría un no por respuesta, la conocía muy bien.

La segunda razón había sido Sakura. No podía culparla, ella que iba a saber que yo no quería que nadie lo supiera. Sin embargo, los planetas se habían alineado para que a ella se le escapase la información, y en ese punto ¿Que podía hacer yo?

Ya no había muchas opciones de distracción. Por mucho que intentase desviar el tema, esa información tenia demasiado peso como para ignorarla.

Definitivamente, o bien simplemente era un mal día, o definitivamente los dioses me odiaban. Y tenía razones para pensar que se trataba de esto ultimo.

—. Pero, ¿qué ha pasado, Reiji?

No sabía como reaccionar. No sabia como contestarle. Había estado evitando a Datsue y evitando el tema por que no sabía cómo abordarlo. Y por que no tenia ganas de abordarlo.

—Te lo cuento todo, pero si no te importa, ¿podríamos hablar en otro sitio? A solas si es posible... Todos se han girado a mirar y eso lo hace más difícil... —Realmente no me apetecía hablar del tema, pero mucho menos con la gente mirandonos. —No mas mentiras, te diré la verdad, lo juro.

—Claro tío, cómo no —dijo, cada vez más intrigado por lo que le había sucedido—. Solo dame un momentito, voy a darme un chapuzón. —Lo necesitaba. Con tanto sol y lucha consigo mismo, estaba empapado en sudor—. Te dejo aquí mi okunai. Échale un vistazo, si quieres. A ver qué te parece. ¡La forjé yo mismo!

Dejada el arma sobre la arena, el Uchiha corrió hasta la orilla a tirarse de cabeza contra una ola. Ah, aquello era vida. La playa de Uzushiogakure no Sato era capaz hasta de limpiar almas. Sol, arena, agua bien fría para refrescarse… ¿Qué más se podía pedir?

Luego, a la vuelta, recogió la mochila y se la colgó a la espalda.

—¿Vamos, entonces? —preguntó a Reiji, tras recoger su arma—. Demos un paseo por la orilla y me vas contando.

—Claro tío, cómo no. Solo dame un momentito, voy a darme un chapuzón.

—Claro, sin problema

Así tendría un poco de tiempo para despejar y aclarar mi mente antes de contárselo todo y confesarle que le había mentido a la cara. Iba a ser duro, o al menos, eso creía.

—Te dejo aquí mi okunai. Échale un vistazo, si quieres. A ver qué te parece. ¡La forjé yo mismo!

Aunque tenía curiosidad por la forja de ese arma, no tuve tiempo de observarla. En cuanto Datsue nos dio la espalda y se zambulló en el agua, la voz de Sakura captó toda mi atención.

—Lo...lo siento mucho...

Aunque no había hecho nada de nada, parecía realmente arrepentida. Y nadie excepto yo podría saber por que se sentía de aquella forma.

—No te preocupes Sakura-chan, no tienes la culpa de nada, no tienes que disculparte

—Pero...

—No hay peros. —La interrumpí. —Soy un cobarde, lo he hecho todo mal desde el principio, ni siquiera he tenido aun el valor para...

En fin, era mejor no seguir. Todas las dicisiones de mi vida no parecían mas que un cúmulo de errores, desde decidir entrar en la academia a sabiendas de mi condición, hasta memtirle a Datsue en la cara. Quizás lo único acertado que había hecho nunca había sido entregar la bandana.

—Yo no creo que seas un cobarde.

Sin decir nada mas, a sabiendas que era un cabezón y que hacerme cambiar de idea era complicado, colocó suavemente su mano sobre mi hombro.

Tal vez había hecho mas de una cosa bien en la vida.

Solo hubo silenció hasta que volvió Datsue, pero estaba bien.

—¿Vamos, entonces? Demos un paseo por la orilla y me vas contando.

—Esta bien. —Dije mirando a Datsue, luego mire a Sakura. — Vuelvo en un rato, dile a mis padres que estoy con un amigo.

Me levante y caminé por la orilla junto a Datsue hasta que estuvimos lo suficientemente alejados del gentío. Entonces empecé a hablar.

—Antes de nada, tengo que disculparme. Te he estado mintiendo todo el rato. Te he ignorado a propósito por que no quería tener esta conversación contigo. Hanabi nunca me echó la bronca por exponerte a Kusa.

Yo había ido a hablar con el uzukage por otras razones, pero él nunca me había mencionado nada sobre lo de Datsue y lo de Kusa. Quizás el shock de mi renuncia hizo que se olvidara.

—Yo mismo renuncié a mi bandana, no estoy preparado para ser un ninja. Hanabi estuvo de acuerdo al final, aunque intentó convencerme. Ahora soy un simple herrero.

¿Qué Hanabi no le había contado nada? Eso era raro en él. Había insistido en saber su nombre para, más que echarle la bronca, hacerle ver que debía tener más cuidado para la próxima. Por otra parte, no podía culparle. Habían pasado muchas cosas en el Chuunin. Y, una de ellas, era que…

—¿¡Que qué!? —exclamó, sorprendido, deteniendo su paso—. ¿Qué has…? Pero… —Tan solo había conocido a Reiji por un día. Un día parecía muy poco tiempo para conocer a alguien, pero cuando se hacía en las circunstancias que ellos lo habían hecho, la cosa cambiaba. A Datsue sí le parecía que estaba preparado para ser un ninja. Más que preparado—. ¿Por qué renunciaste? —quiso saber.

—¿¡Que qué!?¿Qué has…? Pero…

Me detuve de golpe por que Datsue también detuvo su paso al escucharme. Suponía que era normal esa reacción en alguien cuando le contabas que habías dejado de ser un ninja.

—. ¿Por qué renunciaste?

----Por que es lo mejor para todos. —Al menos ese era mi punto de vista. —Es lo mejor para Uzushiogakure y es lo mejor para mí. Piénsalo, yo no puedo hacer ninjutsu. ¿Presentarías a alguien como yo a un torneo o un examen de chunin? Seriamos el hazmerreir de las aldeas: "Mira, tienen un ninja que no puede hacer ninjutsu".—Por si el propio hecho no fuera lo suficiente humillante para un ninja.—Además, es lo mejor para mi supervivencia. Yo no puedo cortar por la mitad una bola de fuego gigante que viene a por mi, y tampoco puedo reaccionar con otro ninjutsu por que... No puedo hacerlo. No hay espadas que corten ninjutsu por la mitad, y si las hay, yo no soy digno de ellas.

Datsue se quedó atónito. Si era verdad lo que decía, si en verdad el chico no podía utilizar ningún tipo de ninjutsu... Bueno, estaba jodido. No iba a ser él quien le diese falsas esperanzas. Estaba jodido de verdad. «Pues quizá sea lo mejor, sí… Si no sabe usar Ninjutsu, menos Genjutsus, que son más jodidos. Aunque podría dedicarse al Taijutsu, claro. Yo en varios meses entrenando he cogido bastante fuerza. Pero… ¡Un momento!»

Un recuerdo lejano le abofeteó. Cuando iban a enfrentarse a Kaido, en el examen Chuunin, antes de que Eri les pidiese ayuda, Datsue le había contado las habilidades del amejin a Reiji. Y Reiji, si no recordaba mal, le había dicho que…

—Oye, ¡pero si puedes usar ninkenjutsu! ¡Con Raiton, nada menos! ¡Pero si eso es una puta pasada!

—Oye, ¡pero si puedes usar ninkenjutsu! ¡Con Raiton, nada menos! ¡Pero si eso es una puta pasada!

Claro, si, una verdadera pasada. Hasta que te das cuenta que casi cualquier ninjutsu te puede sobrepasar y que ese era tu limite: Cubrir la espada con electricidad. Por que del resto... Mejor ni hablar.

—Si, cualquier shinobi con afinidad al Raiton puede cubrir su espada de electricidad, la diferencia es que el resto puede seguir evolucionando y aprendiendo técnicas nuevas. Yo no. Ese es mi limite. Cubrir la espada de rayos.

Al principio no me había importado, pensaba que con eso podia avanzar hacia delante sin mas. Pero era evidente que no.

—¿Y que puede hacer una espada electrificada contra una ola de agua gigante o una bola de fuego enorme? Al final solo sirvo de escudo de carne, una víctima extra en el campo de batalla, un cadáver mas que contar.

¿Una espada electrificada contra una bola de fuego enorme? Poca cosa. A simple vista, poca cosa. ¡Pero el chico estaba siendo muy extremista! Seguro que sabía usar algo más que aquello. ¡Seguro!

Aunque, de ser el caso, algo limitado sí que estaba, no iba a decir que no. Mas no era eso lo importante. No, lo que de verdad contaba era: ¿cómo sabía él que…?

—¿Y cómo lo sabes? —preguntó, serio, mientras una ola moría en la orilla bajo sus pies—. ¿Cómo sabes que ese es tu límite?

—¿Y cómo lo sabes?¿Cómo sabes que ese es tu límite?

Por que llevaba desde la infancia lidiando con ese "defecto". Por que la vida que había vivido no era mas que un cúmulo de mala decisiones. Por que desde un principio jamás debía haber sido un shinobi. Por que era un cobarde y un cabezón.

—Por que no he parado de entrenar ni un solo día, no parado de intentar mejor nunca, pero tengo un muro delante y no puedo escalarlo, ni tirarlo abajo, tampoco puedo hacer un agujero o rodearlo. No hay forma de pasarlo.

Todos en nuestros día a día pasamos por dificultades, unas mas faciles y otras más difíciles de superar. La vida era eso, super obstáculos. Pero había algunos que eran insuperables. La mejor forma de lidiar con ellos era caminar hacía detrás y buscar otro camino.

—No se si es un defecto se nacimiento, la maldición de un dios, que esta claro que me odian, o quizás simplemente nunca debí plantearme si quiera ser un ninja.

Pero no importaba realmente. Era un hecho mas que probado que el camino del ninja no estaba hecho para todos. Y desde luego, no estaba hecho para mi.

Joder, le sentía. Vaya que si le sentía. Él también se había pasado los últimos meses hundido en el abismo más absoluto. Con la muerte de Akame, el abandono de Aiko… Todo se le echó encima y él se creía la mayor mierda del mundo. Sin ganas de entrenar, de trabajar, de hacer nada. Lo único que le había mantenido a flote era la venganza, esa gasolina capaz de revivir brasas aparentemente apagadas.

Y era precisamente por su experiencia, que sabía que, con la ayuda adecuada, o la constancia, uno lograba salir de ese pozo.

—Vamos, vamos. ¡No te flageles tanto! —trató de animarle—. ¡Eres muy joven todavía! ¡Aún te queda mucho camino que recorrer, joder! Si no progresas entrenando… entrena más. Si aún así no ves resultados… entrena mejor. A veces nos empeñamos en repetir una y otra vez lo mismo, sin darnos cuenta que hay otras formas.

»¿Se te dan mal los ninjutsus? Bueno, ¡llévalo a tu terreno, tío! A ti se te da bien manejar katanas, ¿no? La mayoría de ninjas está demasiado acostumbrado a luchar a media distancia con ninjutsus. ¡Apriétales! ¡Cómeles terreno! ¡Pégate a ellos y no les dejes respirar! ¡Menos formar un puto sello! Y entonces, la tortilla se habrá dado la vuelta, amigo mío. En ese momento, estarán jugando en tu terreno, en tu punto fuerte, y serán ellos los que la pasen putas.

—Vamos, vamos. ¡No te flageles tanto! —trató de animarme—. ¡Eres muy joven todavía! ¡Aún te queda mucho camino que recorrer, joder! Si no progresas entrenando… entrena más. Si aún así no ves resultados… entrena mejor. A veces nos empeñamos en repetir una y otra vez lo mismo, sin darnos cuenta que hay otras formas.

—Si, tienes razón, hay otras formas.—Siempre había otra opción, ahí no podía quitarle la razón. —Cuando no puedes seguir avanzando por un camino, puedes darte media vuelta y elegir avanzar por otro.

Tenia la certeza de que Datsue era lo suficientemente espabilado para saber que no pensaba darle del todo la razón. ¿Quien podia decír qué el nuevo camino que había elegido no era el correcto?¿Él? Si apenas sabia nada se mi. No sabia nada de lo duro que había sido para mi recorrer el camino del ninja.

—¿Se te dan mal los ninjutsus? Bueno, ¡llévalo a tu terreno, tío! A ti se te da bien manejar katanas, ¿no? La mayoría de ninjas está demasiado acostumbrado a luchar a media distancia con ninjutsus. ¡Apriétales! ¡Cómeles terreno! ¡Pégate a ellos y no les dejes respirar! ¡Menos formar un puto sello! Y entonces, la tortilla se habrá dado la vuelta, amigo mío. En ese momento, estarán jugando en tu terreno, en tu punto fuerte, y serán ellos los que la pasen putas.

—Claro, para ti es muy sencillo. Es muy fácil decirlo. Pero... ¿Acaso no hay ninjutsu de movimientos instantáneos? ¿No hay gente que se puede teletransportar? El ninjutsu te abre un enorme mundo de posibilidades. Sin ir mas lejos, te puedes cambiar con una piedra, o engañarme con un clon. ¿Crees que no he pensado en lo que dices? Vale que no era el mas listo de clase, para tampoco soy tonto del todo...

Desde la perspectiva de alguien que, a parte de entrenar, había nacido con la bendición del talento, todo debía parecer muy sencillo. Pero no lo era. Los dioses no se portaban bien con todos.

Y desde luego, yo no había recibido su bendición.

Datsue no pudo evitar reírse con su comentario.

—¿Sencillo para mí? Oh, Reiji. Si supieses cómo empecé yo… —Le daba pena. Le daba pena perder un activo como él.

Sí, quizá solo le conocía de unas horas. De un solo día. Pero aquel día había hecho la diferencia. Se había puesto a su lado, frente a un grupo de malnacidos kusareños y un tiburón, y no le había temblado el pulso al hacerlo. Ni siquiera lo había dudado.

En la Academia salían un montón de gallitos que aseguraban comerse el mundo, pero cuando les tocaba su primer duelo, se meaban por los pantalones abajo. ¡A él mismo le había pasado, aunque nunca lo reconociese ante nadie! ¡Se había cagado vivo en más de una ocasión! Pero, ¿Reiji? A la hora de la verdad, había demostrado valor. Y eso, al igual que un don para el ninjutsu, o se tenía, o no.

—Pues es una pena, Reiji. A mí me parece que la Villa necesita shinobis como tú. Solo dime una cosa... ¿Por qué sigues entrenando cada mañana? —Oh, no. No le había pasado desapercibido lo que había comentado Sakura—. Si lo tuyo es la herrería, si tan convencido estás… ¿Para qué perder el tiempo?

—¿Sencillo para mí? Oh, Reiji. Si supieses cómo empecé yo…

Es verdad, yo no sabía realmente nada de él. Quizás su vida tampoco hubiera sido fácil. De hecho, no lo había sido. La Muerte de Akame debió ser dura para él.

Pero una cosa no quitaba la otra.

—Ya, muchos dicen que la vida puede ser un camino de rosas, y ni se equivocan, pero olvidan que las rosas tienen espinas. —Dije mientras acariciaba el tatuaje de mi brazo derecho. —La diferencia radica en la capacidad que tiene cada uno de evitar pisar esas espinas. Algunos tenéis talento para aprender a evitarlas, al principio os pinchareis, pero al final, aprendeis a evitarlas. Otros simplemente tenemos que aguantar el dolor. ¿O me vas a negar que el talento no ayuda?

No. No podía. Era un hecho innegable que el talento facilitaba la vida. Para un shinobi, el ninjutsu era crucial. Alguien como yo... Solo marcaba la diferencia numérica. Solo era el blanco fácil al que eliminar primero. Solo un escudo de carne mas en el campo de batalla.

—Pues es una pena, Reiji. A mí me parece que la Villa necesita shinobis como tú.

La villa necesita shinobis. No un tío que solo sabe empuñar una espada y por un momento creyó que podía estar al mismo nivel que cualquier otro shinobi.

— Solo dime una cosa... ¿Por qué sigues entrenando cada mañana? Si lo tuyo es la herrería, si tan convencido estás… ¿Para qué perder el tiempo?

—Por que tengo dos razones para hacerlo. O mejor dicho tres. La primera es por que la herrería de mi padre solo admite el resultado perfecto, hacer una espada requiere de buena forma física, aunque parezca mentira, hay que ser capaz de aguantar las condiciones de la forja. La segunda es por que tengo algo que proteger. Una familia Y... —Seguia siendo un cobarde, por que aunque había dicho que no le mentiría, seguía omitiendo información. —Y por que tampoco estoy seguro de querer ser un herrero, pero eso no quiere decir que quiera ser shinobi.

Simplemente, no tenia claro cual quería que fuera mi camino. Igual que no tenia el día qué abandone la bandana. Pero ahora si tenia unas cuantas cosas mas claras.

—Para serte mas sincero no sólo fui a Hablar con Hanabi para renunciar a la bandana. También le pedí que me permitiera marcharme de Uzushiogakure. Quería viajar en busca de respuestas, quería averiguar cual era mi camino, o si debía volver al camino del ninja. Pero no me lo permitió. No si dejaba de ser shinobi. Pero no puedo hacer esa búsqueda siendo algo que no se si quiero ser.

No esperaba que me entendiera. Tampoco me importaba realmente. O quizás si. Tal vez sus palabras si que me afectaban.

— Ahora... No sabría si querría marcharme

No, claro que no iba a negar que el talento ayudaba. Los había superdotados, considerados genios, que alcanzaban auténticas proezas a una edad muy corta y sin despeinarse. Ahora que lo pensaba, él podía ser considerado uno. Siempre lo había dicho para fanfarronear, pero… ¿Qué Uchiha era capaz de invocar a Susano’o a su edad? ¿Qué ninja lograba revertir la mismísima muerte?

Solo conocía a uno. Lo creía haber conocido, más bien. Ahora ya no sabía nada de nada.

—Ya veo… —dijo, cuando Reiji profundizó en sus motivos—. Yo estuve un mes trabajando como herrero, ¿sabías? Por una misión de infiltración. Lo llegué a disfrutar, pero el calor… El calor, tío, se me hace insoportable.

»Pero te entiendo, ahora que me dices esto, te entiendo. ¿Sabes? Yo compartí por mucho tiempo tus dudas. Joder si lo hice —sonrió al recordarlo—. ¿Sabes por qué me alisté yo? Por la pasta —rio—. Sí, sí. Por el dinero. Ese era mi camino. A mí me consideraban uno de esos listillos de clase que decías tú antes, pero en realidad era el más estúpido de todos. Hacerme rico siendo shinobi… Pff… ¡Cómo si no hubiese formas mucho mejores y seguras de ganarse la vida! —Aunque tenía que reconocer que no le había ido mal. La venta de armas a través de su socio, y gracias a la Marca del Hierro, le habían reportado muchos beneficios. Beneficios que ahora se transformaban en una casita al lado del mar—. Quería hacerme tan rico que pudiese comprarme un gran velero e ir viajando de costa en costa, en unas vacaciones eternas, sin volver a dar palo al agua en mi puñetera vida.

»Pero entonces, llegó un día, donde me di cuenta. Me di cuenta que ese ya no era mi camino. ¿Puedes imaginarte por qué motivo, Reiji?

—Ya veo…Yo estuve un mes trabajando como herrero, ¿sabías? Por una misión de infiltración. Lo llegué a disfrutar, pero el calor… El calor, tío, se me hace insoportable.

—Te comprendo perfectamente, en verano el calor de la forja es... Puff. Pero hay un dicho entre los herreros:"El acero mas fuerte se forja en las llamas del infierno. Se golpea el metal una y otra y otra vez antes de volver a sumergirlo en las llamas. El fuego le da poder y flexibilidad, mientras que los golpes le dan fuerza y firmeza. Esas dos cosas hacen que el metal sea capaz de resistir todas las batallas que tenga por delante".

Nunca había llegado a comprenderlo del todo. Quizás otras personas con mas capacidad lo pillaran de inmediato. En lo que seguro no mentía aquel dicho era en que la forja era un maldito infierno.

—Tal y como lo interpreto yo, viene a decir que para que la espada sea buena, tiene que aguantar unas condiciones muy duras. Imaginó que lo mismo podría aplicarse a las personas. Pero claro, tampoco he sido nunca muy inteligente

Pero si, un metal capaz de soportar aquel calor y los golpes del martillo, tenia que terminar siendo una buena espada. Lo mismo con las personas, aquellas que podían soportar lo peor, acaban siendo las mas fuertes.

—Pero te entiendo, ahora que me dices esto, te entiendo. ¿Sabes? Yo compartí por mucho tiempo tus dudas. Joder si lo hice ¿Sabes por qué me alisté yo? Por la pasta

Datsue se rió. Pero yo no entendí muy bien por que. Quizás por que siempre había tenido dinero suficiente. Entendía el por que la gente amaba el dinero y lo deseaba. Pero no el porque le hacia gracia. La riqueza y la fama eran un motivo tan bueno como cualquier otro para volverse shinobi.

—. Sí, sí. Por el dinero. Ese era mi camino. A mí me consideraban uno de esos listillos de clase que decías tú antes, pero en realidad era el más estúpido de todos. Hacerme rico siendo shinobi… Pff… ¡Cómo si no hubiese formas mucho mejores y seguras de ganarse la vida!

Pues si. Mi padre era un claro ejemplo. Aunque la forja no es que fuera un oficio seguro del todo. Pero cualquiera podía tener un accidente, incluso un leñador. Y ahora que lo pensaba, no había probado ese oficio, quizás podría talar arboles y cortar leña con la katana...

—. Quería hacerme tan rico que pudiese comprarme un gran velero e ir viajando de costa en costa, en unas vacaciones eternas, sin volver a dar palo al agua en mi puñetera vida.

Datsue hizo una pequeña pausa.

»Pero entonces, llegó un día, donde me di cuenta. Me di cuenta que ese ya no era mi camino. ¿Puedes imaginarte por qué motivo, Reiji?

—Quizas. Hay varias razones para abandonar un sueño, pero conociéndote lo poco que te conozco no creo que una de ellas sea un muro que no pudieras superar. Si tuviera que elegir, en tu caso, diría que encontraste algo o alguien que te hizo plantearte seguir otro camino.

Eso si que podría entenderlo. Ahora si. Pero quizás me equivocaba. Tampoco le conocía lo suficiente.

—Supongo que habría perdido si hubiésemos apostado. ¿Verdad?