— Oh ¿de verdad? Por mi encantada entonces Aunque prefiero acompañarte hasta donde sea posible, yo tampoco es que me oriente muy bien, y no me gustaría que te volvieras a hacer daño.

— Claro, contigo iría al fin del mundo. — el cerebro de Hana se paró un milisegundo tras soltar la bomba, ¿qué acababa de decir?

Tan rápidamente como se le subieron los colores a las mejillas ella reaccionó para aclarar el entuerto.

— Quiero decir que es fácil hablar contigo, lo cierto es que apenas he conocido más genins. En la villa me paso el día con Jounins o con Genins veteranos y no sé cómo encajo yo en todo eso. Es como que todos están en otro mundo y yo solo soy una niña, en cambio, contigo me siento yo. — hizo otra breve pausa y suspiró — No me estoy explicando, ¿verdad? Mejor me callo.

¿Por qué no dejaba de meter la pata? Normalmente siempre tenía un manejo más o menos certero de la conversación, sabía por donde meterse y por donde no. Con Ren era como si caminase por un camino al que le han arrancado las señales, improvisaba y salía mal.

Ren se detuvo por un instante, y en su cada se dibujo un gesto de estupefacción, que por momentos se iba ruborizado más y más, hasta que tuvo que girar bastante la cabeza para ocultar su vergüenza, apenas oyó lo que a continuación estaba diciendo Hana, ahora mismo solo tenía una cosa en mente.

«H-H-Hasta e-e-el f-f-f-gbfxjxhfjfjdj» apenas podía mantener en orden su cabeza.

— H-Hana vamos a parar un momento. M-Me encuentro un poco mareada — dijo apoyándose en un árbol, queriendo organizarse un poco con aquella mala excusa, rehuyendole la vista a Hama.

— H-Hana vamos a parar un momento. M-Me encuentro un poco mareada

Ren le rehuía la mirada, habiéndose parado tan pronto como su bocaza se había pasado tres pueblos. Por los dioses, qué vergüenza. ¿Por qué no podía hablar como una persona normal? Encima después le había soltado un discurso, para rematar a la pobre amejin.

— Vale. ¿Estás bien? — se apoyó en el mismo árbol.

Se dio la vuelta como pudo, encarando a Ren, esperando discernir si estaba bien o le había dado un golpe de... ¿frío? ¿Existía eso siquiera? ¿Tal vez le había dado una bajada de azúcar? ¿Se habría forzado de verdad cuando había cargado con ella? Buscó la mirada de Ren hasta que la encontró, la genin estaba roja y no tenía buena cara, Hana la miró preocupada y acercó la mano con la que no se estaba apoyando a la frente de la chica.

— ¿No te habrás sobreesforzado? ¿Te duele algo?

—E-Estoy bien — respondió respirando largo y tendido; pero sus ojos se encontraron con los de Hana.

Un rayo de sol se coló entre las nubes y las densas copas de los árboles, proyectandose en el rostro de Hana; sus cabellos dorados así como su rosada piel, brillaban por la luz que se dividía entre las gotas de agua. Sus ojos tenían un color anaranjado cristalino que acompañaban a los múltiples destellos. El pulso de Ren se aceleró tras observarla embobada durante un tiempo, y el rubor la acompaño.

—P-Pero creo que deberíamos volver cuanto antes, creo que estoy algo febril porque creo que estoy empezando a ver visiones...

«Mierda es preciosa»

—E-Estoy bien

Hana suspiró aliviada, aunque las palabras de Ren no eran muy creibles, ella se las creyó momentáneamente, hasta que dos segundos fue la propia Ren la que las desmintió.

—P-Pero creo que deberíamos volver cuanto antes, creo que estoy algo febril porque creo que estoy empezando a ver visiones...

En vez de enfadarse, le dedicó media sonrisa a la morena.

— ¿Cómo se compagina estar bien con ver visiones? ¿Qué ves? ¿Quieres que nos sentemos un rato? No me importa la lluvia... — si estoy contigo

Decidió callarse la última parte para no abrumar a su acompañante.

"Ángeles" quiso decir, pero no quería empeorar la situación, y tampoco quería que ambas siguieran más tiempo bajo la lluvia; a ella le costaría más pescar un resfriado ya que se asemejaba a su clima habitual, pero Hana tal vez solo necesitaría un par de minutos más.

—V-Veo un poco borrosa. S-Sera mejor que nos demos prisa, o cogeremos las dos un resfriado — se llevo una mano a la frente, para gritar en sus interiores que debía calmarse.

—V-Veo un poco borrosa. S-Sera mejor que nos demos prisa, o cogeremos las dos un resfriado

— No sabía que las amejin os podíais resfriar. — dijo Hana intentando suavizar la tensión en el ambiente, así como la preocupación que ella misma sentía por cómo estaba Ren. — Muy bien, pongámonos en marcha, no creo que nos quede mucho ya. Si quieres, puedo intentar caminar por mi misma, no quiero que te presiones y acabemos ambas peor. — no había tardado mucho en volver a preocuparse, pero el intento había sido valeroso.

Volvió a mirar a Ren, insegura.

Trago saliva para suspirar de forma larga y tendida.

— Si me veo con necesidad, te lo diré y pararé ¿vale? — dijo con algo de rubor todavía, volviendo a dejar que Hana se apoya en ella.

Ren se lamentaba un poco de haber retrasado la marcha por su propia culpa; lo primero era la salud de la joven que cayó por aquel árbol, si hubiera sido en aquel momento, ahora si que pensaría que se trataba de un ángel caído desde los cielos.

— Si me veo con necesidad, te lo diré y pararé ¿vale?

No es que Hana no se fiara de Ren, es que no quería que se forzase de más porque ella estuviese coja. Claro que ella no es que tuviese mucho que decirle, le había sentado mal que la viese en su peor momento, aunque con el trato que le había dado la morena, empezaba a plantearse tirarse de árboles siempre que Ren estuviese cerca. Se sonrojó y negó con la cabeza, ¿en qué demonios estaba pensando?

— Está bien, pero no me ocultes nada. — le advirtió Hana

Volvió a apoyarse en Ren y volvieron a andar. No tardaron en dar con el camino principal, lo cual solo podía significar que estaban llegando a Notsuba, también significaba que perdían la protección de los arboles contra la lluvia.

— Bien, mi posada estaba en la misma entrada, he pagado una semana, así que no creo que tengan problema en cambiarlo a un día en una habitación doble. — comentó mientras pensaba en pasar la noche, acababa de asumir que Ren y ella iban a pasar la noche en la misma habitación. — Quiero decir, en dos habitaciones, si tú no quieres, lo entiendo, es solo que... bueno... yo no...

No, no sabía qué quería decir. Se estaba trabando a la misma velocidad a la que se sonrojaba. Mantuvo la mirada clavada en el camino, esperando ver la figura de Notsuba en el horizonte en cualquier momento para olvidar lo que acababa de pasar.

— Está bien, pero no me ocultes nada. — le advirtió Hana. Ren simplemente asintió.

— Bien, mi posada estaba en la misma entrada, he pagado una semana, así que no creo que tengan problema en cambiarlo a un día en una habitación doble. — comentó mientras pensaba en pasar la noche, acababa de asumir que Ren y ella iban a pasar la noche en la misma habitación. — Quiero decir, en dos habitaciones, si tú no quieres, lo entiendo, es solo que... bueno... yo no...

Ren pensó que todo esto comenzaba a ser una pesada broma del destino; su posada también estaba al comienzo de la aldea, podría haber estado todo el día prácticamente comparando precios y locales, sabiendo lo indecisa que podía llegar a ser, así que simplemente cogió el primero que encontró.

—V-Vaya... Q-Que casualidad... El mío también esta casi al comienzo... — Hizo como que no escucho lo último, bastante tenía con pensar como iba a salir de aquel embrollo.

—V-Vaya... Q-Que casualidad... El mío también esta casi al comienzo...

Hana supuso que esa era la forma sutil de Ren de decirle que ya tenía alojamiento y que no se calentase la cabeza.

— Vaya, qué suerte, ¿no? Menos que hay que andar. — comentó la rubia viendo lo positivo en aquel aluvión de casualidades que se estaba dando.

La lluvia parecía enfadada más que aliviada de que las kunoichis estuviesen llegando a la ciudad, pues empezó a apretar más en vez de ir a menos. Incluso empezaban a verse destellos en el cielo.

— No parece que vaya a parar. — apreció Hana empezando a tiritar por el frío

Por fin ya más concentrada en alcanzar su objetivo, las vibraciones de su compañera la alertaron. Ren pensó que definitivamente iba a enfermar, en mayor o menor medida, pero lo haría. Una de sus manos se aferraba en el costado de Hana, dio un suave tirón y aligeró la marcha, yendo un poco inclinados para llevar parte del peso de su amiga.

— Ya casi tenemos que estar

Algunos destellos cruzaron el cielo, y la lluvia no aflojaba; no tenía tiempo de pensar en sus cosas, la salud de Hana estaba en juego y eso era más importante para ella, que cualquier cosa que se le pasara por la cabeza.

— Ya casi tenemos que estar

Ren había apretado la marcha al comprobar que la lluvia iba a más y Hana estaba haciendo su mejor esfuerzo por seguirle el ritmo aunque era obvio que la estaba retrasando. Se agarró con más fuerza a su compañera y no tardaron en llegar a la entrada de la ciudad.

Hana señaló un cartel que se veía un par de calles abajo.

— A-a-ahí es. — no pudo evitar que le temblase la voz, pues ella misma estaba temblando entera.

Sin embargo, a pesar de la palidez de su rostro y el tono apagado de sus labios, su mirada parecía serena cuando miro a Ren para confirmar que la había oído.

«Si, es el mismo, esto es como una broma»

La voz temblorosa de Hana la hizo alertarse; no es que tuviera una piel excesivamente clara, pero era obvio que se veía más apagada, sus labios comenzaban a tener un mal color, Ren no pudo evitarlo. En su cara se dibujo un gesto de frustración y deslizo su otra mano por la parte trasera de Hana y comenzó a correr con ella en brazos sin pensárselo dos veces; apenas tenía conocimientos de medicina, pero no podía seguir así cuando vio su aspecto.

Cuando alcanzo el negocio, irrumpió en el de golpe y porrazo; ambas estaban completamente empapadas, Ren no dejaba de jadear tras aquel último esfuerzo que acabaría repercutiendole al día siguiente.

—Toallas... Algo... Esta helada... — dijo entre largas bocanadas bastante alterada.

— ¿R-Ren? — preguntó confusa Hana cuando la morena la cogió en brazos sin avisar ni nada.

Sin embargo, lejos estaba Ren de contestarle o hacerle caso alguno. La rubia se apretó contra el pecho de la amejin todo lo que pudo, en busca de calor.

—Toallas... Algo... Esta helada... —

La voz de su compañera la hizo fijarse en los alrededores, ya no estaban fuera, así que se había deshecho de esa fastidiosa lluvia. También había luz, mucha más luz de la que había antes. Pudo ver el rostro de Ren como no había podido en el resto del día, estaba pálida, más de lo que recordaba. Su expresión no era de enfermedad, sino de preocupación.

Pronto otro rostro entró en su campo de visión, se trataba de la mujer mayor que regía el lugar. Sintió su mano arrugada y caliente en su frente y después dijo algo a Ren, Hana se volvió a acurrucar contra el pecho de la amejin.

— Mira que os lo tengo dicho, nada de paseitos en el bosque cuando se acerca tormenta. Pero nada. — tras eso salió en dirección al pasillo como una flecha. — ¿A qué coño esperas? Sigueme, niña.

Caminaba a toda prisa con un bastón de madera, vestía un kimono de color claro con detalles verdes y apenas medía lo mismo que las dos chicas. Llevaba el pelo, medio marron medio cano, recogido en un apretado moño. Si Ren la seguía la llevaría a un cuarto austero donde había una cama y un armario con bastante espacio detras de un biombo.

— Desnudala y déjala encima de la cama, ahora traigo las toallas y ropa. Espabila.