Kinumi había entrenado cada día desde el accidente. Había entrenado mañana y tarde, durmiendo un par de horas después de comer y entonces volviendo a entrenar. Sin embargo, nunca había siquiera intentado llegar a su limite. Corría, entrenaba técnicas, intentaba algunas nuevas, practicaba sus habilidades... Ahora sabía bien donde estaban sus limites, kilometros atrás. Yuki era mucho más intensa que ella.

Había doblado o triplicado su limite. El pequeño descanso que habían hecho para comer no le supo nada, no fue ni comer, fue ingerir. Y después de vuelta a entrenar. A pesar de todo tenía que decir que sentía, obviamente, que había entrenado mucho más. Claro que eso estaba empañado por dos o tres capas más de cansancio. Cuando llegó a casa, fue directa a ducharse, cogiendo la primera camiseta grande que había visto y una muda de ropa interior y se fue directa a la cama.

Se tiro en plancha sobre ella, no quería cenar ni pensar, solo quería dormir. Ni siquiera cayó en la cuenta de que llevaba una camiseta de Toshio y que estaba en su habitación. De hecho, ¿quien era Toshio? Ella solo conocía el sueño y estaba enamorada de él, era tan atrayente, le llamaba y ella no podía resistirse. Y estaba a punto de encontrarse con él y ambos serían felices durante aproximadamente ocho horas.

Cuando Yukiko Yuki había escuchado el apellido de Kinumi, esperaba encontrarse con algo. No con una maestra del Ninjutsu, pues no la necesitaría si lo fuese, pero sí con algo. Todo el día tuvo frente suyo a una chica inexperta, débil y muy floja. Tenía algunos puntos en voluntad, aún así, pues terminó el entrenamiento, pero en lo respectaba a talento... todavía era demasiado pronto para juzgarlo.

Al llegar a casa, la jōnin pudo ver como su alumna se marchaba directamente a dormir, en lugar de cenar primero. Una decisión de la que se arrepentiría al día siguiente, pero no sería ella quien se lo avisase. Dejaría que la experiencia se lo mostrase en su lugar, además, prefería cenar a solas. Todavía necesitaba el tiempo para digerir todo lo que le había pasado.

Kinumi tuvo una hora entera de calma, e incluso de sueño, mientras Yuki se tomaba una ducha y se vestía, pero cuando terminó esa hora...

— ¿Qué cojones estás haciendo aquí?

... Se encontraría con Yuki, que acababa de meterse en la cama de Toshio.

Kinumi se despertó ligeramente al oír las palabras de Yuki.

— Dormir. — se volteó para dejarle espacio a su compañera de cama y procedió a dormirse de nuevo.

En su cabeza no procesaba lo que Yuki por las cosas de Toshio, las cosas eran cosas. Una cama era una cama y la ropa era ropa. ¿Qué más daba si era de Toshio o de Yuki o de Kinumi? Aunque, claro, ella ya no tenía ni ropa ni cama ni nada a su nombre realmente. Tal vez por eso tenía ese desapego por la propiedad privada ahora.

De todas formas, eso era algo que pensar cuando estuviese despierta y ahora no lo estaba.

Yuki abrió la boca, ofendida por la respuesta de la Uchiha, quien no solo se había atrevido a responderle, ¡sino que ahora incluso le estaba dando la espalda! No lo iba a dejar así. Estiró la mano mano con la intención de agitarla, o empujarla de la cama, o cualquier otra cosa, pero Kinumi ya se había dormido. Estaba hecha polvo.

— Descansa. —Terminó por decirle.

Ya haría algo al respecto mañana. Solo esta vez, y porque estaba realmente cansada, Yuki lo dejaría pasar y dormiría.

Acostumbrada a dormir sola, Kinumi se movía por al cama como pez en el agua. Buscando el lado fresco de la almohada, de la cama y de la vida. Sin embargo, estaba tan cansada que Yuki solo se llevaría un par de manotazos y una patada durante toda la noche.

Normalmente se levantaba al amanecer, desayunaba y empezaba a entrenar, pero ahora que Yuki había tomado el mando de su horario y de su entrenamiento y de su vida, Kinumi se había relajado en ese aspecto. No había necesidad de despertarse ella, ya lo haría su sensei cuando lo creyese apropiado.

Así que dormiría hasta que su alarma en forma de Jounin manca la despertase, si lo hacía.

Yuki se levantó bastante temprano por la mañana. Fue lavarse la cara, a desayunar, a lavarse los dientes... ¡incluso le dio tiempo de limpiar! Y la maldita niña todavía no estaba de pie. ¿Quizás murió del cansancio? No. Eso era imposible. Nadie que se estuviese muriendo del cansancio podría moverse tanto mientras duerme, así que decidida, Yuki volvió a la habitación de Toshio.

— ¿¡Cuánto rato más piensas dormir!? —Le gritaría, mientras le arrebataba la sábana, lanzándola por los aires—. ¡Arriba!

Lo primero que Kinumi vería por la mañana, si es que no había salido volando y se había estampado con algo, sería a su nueva maestra, de pie frente a la cama y con la misma camiseta que ella llevaba.

— ¿Y qué llevas puesto?

— ¿¡Cuánto rato más piensas dormir!? ¡Arriba!

En vez de saltar de la cama, nerviosa e histerica por el griterio de Yuki, Kinumi solo se sentó y se desperezó.

— Buenos días, Yuki-senpai. ¿Qué tal has dormido? — comentó de pasada mientras se frotaba los ojos y se ponía en pie.

Cuando Yuki mencionó lo que llevaba puesto, Kinumi bajó la mirada a su propia ropa. Habían dormido en la misma cama y ella sin pantalones, ¿era eso? ¿Le daba vergüenza a Yuki dormir con una chica despantalada? Su mente estaba procesando cosas a un ritmo apropiado para estar solo medio despierta.

— Perdona, hoy me pondré pantalones cuando me vaya a dormir. — prometió mientras empezaba a andar hacia el baño, preparada para darse una ducha, entonces se volteó al armario, no podía ir a ducharse sin una muda.

Yuki pestañeó varias veces, preguntándose de qué diablos estaba hablando ahora Kinumi.

— ¡Esto no tiene nada que ver con que lleves pantalones!

Y ahora la muy desgraciada se había vuelto a girar al armario para coger una muda de ropa. Ahí, frente a ella, como si no le hubiese dicho el día anterior exactamente lo que no tenía que hacer.

— ¿Es que no tienes nada que sea tuyo o qué pasa?

— ¡Esto no tiene nada que ver con que lleves pantalones!

Kinumi la miró extrañada. ¿Entonces qué decía de su ropa? Y fue en ese instante que su cerebro empezó a funcionar. Ah, era eso. Aunque ya era tarde para parar a Yuki, que estaba en modo destrucción.

— ¿Es que no tienes nada que sea tuyo o qué pasa?

— No, se quemó todo. Excepto lo que llevaba, pero solo era una muda. Y estaba sucisima ya el segundo día y la ropa que me dio Toshio que creo que era tuya también se ensució, así que empecé a tirar de su armario. — se quedó parada delante del armario, sin saber si coger ropa o no. — Entonces... ¿cojo ropa o no?

¿Le iba a hacer entrenar con una camiseta y ya? De hecho, ni siquiera quería que llevase la camiseta. ¿Iba a hacerla entrenar desnuda? ¿Qué eran? ¿Amegakure?

Yuki suspiró, llevándose la mano a la cara. Se había olvidado completamente de que la casa de aquella chica había explotado, y que ahora era buscada.

— Sí. Coge ropa. —Le dijo, antes de empezar a salir de la habitación—. Luego iremos a comprarte ropa antes de entrenar, así que date prisa.

No esperó por una respuesta antes de irse a coger su cartera y marcharse al salón a sentarse, dejándole a Kinumi tanta privacidad como quisiese mientras tanto

— Sí. Coge ropa. Luego iremos a comprarte ropa antes de entrenar, así que date prisa.

— ¡Espera! — dijo de inmediato cuando vio a Yuki tan decidida. — Tampoco tengo dinero, no puedo comprarme ropa.

Se cortó a sí misma porque iba a insistirle que usar esa ropa era la opción más conveniente. Pero sabía que para Yuki era un tema delicado y que se pondría histerica si se lo decía, así que se cortó. Aunque de poco importaba, porque la kunoichi se había marchado sin dar respuesta.

Kinumi decidió vestirse y salir a hablar con ella.

— Yuki-senpai, no tengo dinero para comprar ropa. ¿Por qué no vamos a entrenar directamente? — aunque su estomago habló por su cuenta, ni siquiera había desayunado y Yuki ya la estaba presionando para existir, aquello era un no parar.

Mucho antes de lo que la Jōnin se esperaba, Kinumi apareció en la sala completamente vestida para proponerle irse a entrenar.

— Yo tengo dinero. —Le contestó—. Y no vas a entrenar sin desayunar. No aguantarías. Si no te vas a duchar, desayuna. Luego vamos a comprarte ropa y luego vamos a entrenar.

La chica pensó en dejarlo ahí, pues creía que ya se había explicado bastante bien, pero la Uchiha siempre necesitaba algo de explicación adicional.

— Te lo dije ayer. No te voy a entrenar con su ropa.

Kinumi torció el gesto. No había nada que negociar con Yuki. O iba con ella y la dejaba comprarle ropa y acabaría atravesada por su estaca de hielo o por su mirada helada. Y siendo casi la única persona con la que podía contar, no tenía ninguna intención de hacer eso. Sin embargo, por mucho que la Uchiha lo intentase, no era capaz de acabar de saber qué pasaba por la mente de su senpai.

— Entonces... ¿desayuno o vamos a comprar? Me ducharía pero no quiero hacerte perder más tiempo, que ya se nos ha hecho tarde. La próxima vez despiertame cuando te levantes.

Sabía que se iba a llevar una respuesta o una mirada amenazante, pero creía que era mejor eso a no decirselo.

Con tranquilidad, Yuki simplemente negó con la cabeza.

— Mañana quiero que me despiertes tú. —Le dijo—. Quiero que me muestres tu interés estando completamente lista a primera hora de la mañana ¿de acuerdo? No puedes esperar que lleve yo las riendas de esto. Es tu vida.

Se quedaría mirando a la Uchiha durante unos segundos, esperando una respuesta o la ausencia de ella, antes de seguir hablando.

— Desayuna primero y con calma. Tenemos todo el día por delante.

— Mañana quiero que me despiertes tú. Quiero que me muestres tu interés estando completamente lista a primera hora de la mañana ¿de acuerdo? No puedes esperar que lleve yo las riendas de esto. Es tu vida.

Realmente, no tenía mucho que decirle. Era su primer día y ya estaba como si llevasen un mes haciendo esto y ella hubiese sido la perra más perra de todas las perras. ¡Solo le había cogido por sorpresa! Había entrenado con su padre. ¿Se pensaba que no podía ponerse a tope con el entrenamiento? Suspiró, dejando ir todos esos pensamientos y negatividad.

— Claro. Sin problemas.

Y después de decirle que debía levantarse a primera hora para no perder el tiempo venía y le decía que fuese con calma, total, tenían todo el día por delante.

— Voy. — y sin mediar más palabra iría a la cocina a tomar un desayuno ligero.

Lo suficiente para coger toda la energia necesaria pero no tanto como para vomitar al tercer minuto de entrenamiento. De mientras, estuvo pensando en qué debía mejorar de sus dotes. Y qué tendría en mente Yuki, parecía de las que iban de frente contra cualquier obstaculo, si entrenaba así, mejoraría físico pero poco más.