Mientras Kinumi entrenaba, esta vez fue Yuki quien se fue a su habitación para cambiarse de ropa. Tan simple como habitualmente, la chica vestía tan solo una camiseta simple y unos pantalones cortos blancos y negros respectivamente, además de unas sandalias ninja. Luego de vestirse, simplemente volvería a sentarse en un sillón y esperaría en silencio hasta que Kinumi terminó de comer.

— ¿Estás lista? —Le preguntó, esperando a que Kinumi le dijese que sí—. Vamos.

Se levantaría y caminaría frente a ella, abriéndole la puerta a la Uchiha.

— ¿Cómo quieres que te llame? —Le preguntó en voz baja, justo antes de que su alumna pasase—. No tiene sentido que te tintes el pelo si te llamo por tu nombre.

— ¿Estás lista?Vamos.

Apenas le dio tiempo a asentir y Yuki ya se había puesto en marcha. No le había dado ni tiempo a recoger nada. En cuanto acabó de comer, se levantó y se fue a la puerta. Kinumi la siguió, haciendo un recordatorio mental de recogerlo todo cuando volviesen.

— ¿Cómo quieres que te llame? No tiene sentido que te tintes el pelo si te llamo por tu nombre.

Kinumi la miró extrañada un segundo hasta que cayó en la cuenta de que tenía toda la razón del mundo. Claro, realmente no había hablado con nadie así que nadie le había preguntado su nombre desde el accidente. Ni siquiera lo había pensado hasta ahora.

— Nadie me había llamado hasta ahora así que no lo había pensado. ¿Qué nombre crees que me quedaría bien? — en el mismo momento en que lo dijo se dio cuenta de a quien le estaba preguntando.

Sin embargo, no se corrigió y esperó la respuesta. A lo mejor, tal vez, podía ser, que Yuki fuese capaz de sorprenderla o de morderla, una de dos.

¿Que qué nombre pensaba que le quedaría bien? Yuki se levó la mano al mentón y miró hacia arriba durante varios segundos, pensando. Realmente el apartado creativo era algo en lo que tenía sus carencias, así que realmente no tenía ni idea de qué nombre darle.

Tras casi cinco segundos pensando, Yuki contestó.

— ¿Te gusta Fuyu?

— ¿Te gusta Fuyu?

Yuki le dio más vueltas de las que Kinumi hubiese imaginado en primera instancia. Para, finalmente, darle una respuesta realmente razonada. Tal vez había juzgado mal a Yuki y solo era una victima de su propia vida. Kinumi le sonrió calidamente.

— ¡Claro! Suena muy bien. ¿Quieres que vayamos a por algunos ingredientes también? Así puedo hacer algo de comida nutritiva para los entrenamientos. ¿Qué te gustaría a ti?

Por desgracia, entre las dotes que le habían inculcado desde pequeña, se incluía la cocina. Nunca le había hecho mucha gracia hasta que tuvo que independizarse forzosamente, ahora todo parecía increíblemente útil. La pena era que no incluyese lavar la ropa, no tenía ni idea de cómo funcionaba eso, pero podía preparar un pollo asado con su propio Katon. Prioridades Uchiha.

Yuki asintió. No sería mala idea comprar comida. De hecho, quizás deberían comprar tanta comida como pudiesen almacenar. En la situación en la que estaba Kinumi, lo mejor era que ninguna de las dos saliese demasiado a menudo para hacer la compra.

— Buena idea. —Le dijo, antes de pensar en qué podrían comprar—. Deberíamos comprar algo de pan, carne, queso, cebolla... —Antes de seguir hablando, se detuvo. Si Kinumi iba a preparar hamburguesas, quería que fuesen buenas hamburguesas—. ¿Qué tal se te da cocinar?

— Deberíamos comprar algo de pan, carne, queso, cebolla... ¿Qué tal se te da cocinar?

Kinumi infló el pecho con orgullo y estuvo a punto de decir algo de lo que se hubiese arrepentido, así que se medio desinfló para dar una respuesta realista.

— Me manejo bien en la cocina. Por eso lo he propuesto, dime qué quieres que haga y te digo. Al final, la cocina va todo de experiencia. — iba a decir que era una experta, pero si Yuki le pedía alguna receta bizarra o directamente casera, no iba a saber ni por donde empezar.

Ella era experta en su cocina. Guisos, ensaladas y en general, comidas de alta etiqueta. Dudaba mucho que Yuki fuese a pedirle nada de eso. Aunque los guisos seguro que le parecerían una buena idea, eran lo mejor para entrenar. Sopas y liquidos que absorbiesen los nutrientes rápido.

— Perfecto. —Respondió Yuki, con bastante menos emocionada de lo que en realidad estaba—. Entonces esta noche cenaremos hamburguesas.

En momentos como aquel, un buen maestro quizás se preguntaría si realmente cenar hamburguesas eran lo mejor para una rutina de entrenamiento estricta, o si cenar hamburguesas en general era lo mejor para un ninja, pero eso a Yuki realmente no le importaba mucho. Le gustaban las hamburguesas.

— Vamos. —Le dijo, empezando a liderar el paso—. Parece que tenemos más cosas que hacer de las que pensaba.

Como era lógico primero fueron a por ropa. Por suerte, no faltaban tiendas de ropa deportiva en una villa de ninjas. Una vez tenían la ropa de entrenamiento solo quedaba el resto.

— No creo que aquí encontremos pijamas ni nada. Tampoco quiero abusar de tu hospitalidad y comprar el armario entero. Puedo dormir con algo de esto, no te preocupes.

Desde lo que pasó, Kinumi había tenido que subsistir prácticamente. Sin embargo, había abrazado el paso brusco de la abundancia a la necesidad. Nunca había sido de necesitar en demasía y se sentía más libre ahora.

Pero ahora que necesitaba cosas, le sabía muy mal depender de Yuki, quién la había adoptado sin dudar. Si fuese más fuerte, podría retomar su nombre y su estatus.

Al llegar a la tienda de ropa, Yuki simplemente se limitó a comprar cualquier cosa que Kinumi le pidiese. La Uchiha podría notar que su maestra ni siquiera se fijaba en los precios. Tampoco se quejó si Kinumi decidió comprar mucho o muy poco. Solo cogió las prendas que escogió su alumna y pagó por ellas.

— Como quieras. —Le dijo, encogiéndose de hombros—. Si necesitas algo más, avísame.

Al salir de la tienda, Yuki miró a su alrededor. El ambiente en la villa era sombrío. Demasiada gente había perdido a sus seres queridos hacía demasiado poco, y ahora tanto quienes habían salido con vida de aquel infierno como quienes se habían quedado atrás tenían que vivir con las consecuencias de su derrota.

— Creo que hay una panadería por aquí cerca. —Le dijo a la Uchiha, ignorando lo que sucedía a su alrededor—. Dime. ¿Qué te gusta ponerle a las hamburguesas?

Yuki no era precisamente la diosa de las reacciones. La mayor parte del tiempo era como hablar con un muro de hormigón armado de veinte años. Fuyu empezaba a pensar que simplemente era como era, que no había un significado profundo a que le importase lo que le dijese dos pimientos.

Decidió dejar de darle vueltas a eso, con la ropa que tenía era suficiente. Podía cambiarse antes de ir a dormir y después entrenar directamente con esa ropa. Total, a Yuki solo le importaba que no usase ropa de Toshio, y eso ya estaba solucionado.

— No suelo comer hamburguesas, pero ¿no se le suele poner lechuga, tomate y mayonesa? — desde luego, las hamburguesas no eran su plato experto ni mucho menos.

Seguiría a su sensei allá donde fuese, seria y tranquila, como ella.

— ¿¡No sueles comer hamburguesas!? —Preguntó, quizás más sorprendida de lo que debería.

Fuyu podría empezar a hacerse una imagen mental de las cosas que hacían reaccionar a Yuki. Entre ellas aparentemente se encontraban: todo lo que tenía que ver con la familia Kurogane, la ética de trabajo de su alumna y, aparentemente... ¿las hamburguesas?

— Le diré a Tamao que prepare las hamburguesas esta noche. —Dijo, pero pocos paso más tarde se dio cuenta de que no era tan buena idea—. Aunque probablemente esté ocupado en el hospital... Haré yo las hamburguesas. Otro día, cuando sepas cómo es una buena hamburguesa, las harás tú.

Al llegar a la panadería, las chicas se encontrarían con que no había nada allí. La supuesta panadería de la que hablaba Yuki no era más que una pila de escombros. Llevaba siéndolo desde que La Guerrilla había atacado.

Confundida, Yuki apoyó la mano en la cadera y miró a su alrededor. ¿Había otro sitio cerca?

— Le diré a Tamao que prepare las hamburguesas esta noche. Aunque probablemente esté ocupado en el hospital... Haré yo las hamburguesas. Otro día, cuando sepas cómo es una buena hamburguesa, las harás tú.

Fuyu no entendí a qué venía tanto alboroto. ¿Qué tenía de misterioso una hamburguesa? ¿Acaso tenía ella una impresión equivocada de ese plato?

— ¿No es solo poner carne y cosas dentro de un panecillo? Puedo hacerlas yo si quieres. — comentó mientras Yuki se paraba ante unos escombros. — ¿Quieres que preguntemos donde hay otra panaderia?

No era indiferente a lo mal que lo estaba pasando la villa, pero intentaba ignorar activamente lo que pasaba. Había aprendido en los días posteriores a lo sucedido con su madre. Ella ya había perdido bastante también, solo le quedaba entrenar para un día poder proteger la villa como se merece. Hasta entonces, no había nada que hacer.

La jōnin siguió mirando alrededor, sin responderle inmediatamente a su alumna hasta varios segundos más tarde.

— No hará falta. —Le respondió, antes de empezar a caminar.

Fuyu podría entonces ver hacia donde se dirigía. No demasiado lejos había una especie de comedor al aire libre. La Uchiha podría ver a varias personas sentadas alrededor de unas mesas de madera colocadas en un suelo de madera, sin ninguna pared alrededor. Allí, podría ver a una niña de piel morena y ojos verdes que no parecía llegar a los doce años de edad moviéndose ágilmente entre las mesas, con una sonrisa en el rostro. En la cocina, que no era más que unos fogones, cazuelas y sartenes colocados tras un mostrador, una anciana de piel morena y un hombre blanco, alto y delgado preparaban los pedidos.

Justo al lado de la cocina, tras el mismo mostrador, una mujer alta, pecosa y con el cabello largo y castaño vendía frutas, verduras y pan.

— Este sitio... es nuevo.

Kinumi probablemente sí que reconocería el lugar, quizás porque lo había visitado antes, o quizás porque alguien le había hablado del sitio. Se trataba de una cafetería que había sido abierta un año atrás por unas refugiadas del País del Viento. Antes se trataba de un establecimiento con sus paredes y su techo, por supuesto, pero parecía que el lugar no había conseguido recuperarse desde lo sucedido con La Guerrilla.

— ¡Hola! ¿Mesa para dos? —Apenas habían llegado frente al local, la chiquilla que estaba atendiendo a los clientes apareció frente a ellas.

Por lo que a Fuyu respetaba, Yuki estaba dando palos de ciego a ver si tenían la suerte de encontrar un sitio. Así que no fue de extrañar para ella cuando llegaron a una especie de comedor al aire libre.

No se trataba de un local modernista ni nada, sino de una cafetería que seguramente se hubiese derrumbado por los atentados. En lugar de reconstruirlo todo, pusieron mesas y la cocina y tiraron adelante. Yuki se quedó tan sorprendida como ella.

Fuyu sonrió amargamente. Ninguna guerrilla sería capaz de detener el espíritu de los habitantes de Kusagakure, pero le daba pena toda la situación en general.

Cuando se acercaron a preguntarles, ella solo se giró a su senpai, esperando que tomase las riendas con esa inamovilidad suya.

— No. —Respondió Yuki a la chica—. Solo vinimos a comprar pan para hamburguesas. ¿Tenéis?

La chiquilla asintió enérgicamente con la cabeza.

— ¡Sí! —Dijo, antes de apuntar a la mujer alta que estaba tras el mostrador—. Aquella amable y bonita señora las atenderá.

Durante unos segundos fue obvio que la jōnin se había visto algo descolocada por la energía de la niña, pero se recompuso rápidamente para agradecerle su ayuda a la pequeña.

— Gracias...

—¡No hay de qué!

Luego de acercarse a comprar varios panecillos artesanales de hamburguesa recién hechos, las chicas pudieron continuar emprendiendo su viaje en la búsqueda de los ingredientes de la hamburguesa perfecta. Esta vez parecía que Yuki sabía a dónde se dirigían, aunque también era cierto que antes también había caminado con seguridad solo para encontrarse con un montón de escombros.

— Todo esto lo ha hecho La Guerrilla ¿huh? —Comentó mientras caminaba—. Desearía haber estado aquí para darles caza junto a los demás.

Fuyu pudo ver a su maestra apretar el puño con fuerza, pero no vio ninguna reacción en su rostro más allá de eso.