Riko observaba como su compatriota iba apuntando cosas en su libreta mientras él hablaba, por lo que a veces quedaba algo de tiempo en el que el Senju pensaba y reflexionaba sobre todo lo que estaba escuchando aquel día, sobre todas las tramas y tejemanejes que se había llevado a cabo para que, al final, el que había quedado como traidor había sido él.

—Así que sospechaste que Noemi ya lo sabía… Sospechaste que… ¿¡CÓMO!?

Al parecer nadie sabía aquella parte de la historia, solo se rumoreaba que él había contado lo de la votación, por que sí, sin ningún motivo aparente y con la única excusa de que le había apetecido hacerlo, o eso es lo que el peliblanco sacó en claro de la reacción de Datsue, que parecía tremendamente sorprendido ante estos nuevos acontecimientos y rápidamente se puso a elucubrar.

A cada palabra que el Uchiha decía, más sentido cobraba todo, todas las piezas iban encajando solas, como si todo se tratase de un simple puzzle que hubiera que colocar, y por lo visto su compañero era un genio de los puzzles.

— Madre mía, y pensar que llevo tanto tiempo marcado por los malditos rumores para que el verdadero culpable se salga de rositas... — Riko no se lo podía creer, a cada palabra que escuchaba todo le parecía peor, cada vez una traición mayor, y cada vez se la creía más. — ¿Qué deberíamos hacer, Datsue-san? Quiero decir, no podemos dejar que esto quede impune, ¿vas a publicar en esta entrevista todo lo que estamos averiguando?

—¿Qué deberíamos hacer, Datsue-san? Quiero decir, no podemos dejar que esto quede impune, ¿vas a publicar en esta entrevista todo lo que estamos averiguando?

«¿Qué si voy a publicarlo?» pensó Datsue, incrédulo ante la pregunta. «¿¡Que si voy a publicarlo!? ¡VAYA QUE SI VOY A PUBLICARLO! ¡Empapelaré la Villa entera si hace falta con tal de que ni un solo vecino despistado se lo pierda!»

—Riko… —Datsue se inclinó hacia él y apoyó una mano en su hombro—, confía en mí cuando te digo que no habrá ni un solo aldeano de Uzu que no se entere de la verdad. Esto ya no es solo por ti o por mí. No hablamos de limpiar tu imagen, o de conseguirme unos ahorrillos extra. No… Estamos hablando del mayor traidor conocido de la Aldea después de Zoku —afirmó, con voz tétrica— Es nuestro deber como shinobis de Uzushiogakure no Sato informar de esto… y lo haré, a su debido tiempo, Riko. Lo peor que podemos hacer ahora es precipitarnos. Publicaré la noticia en la portada, la contraportada y en todas y cada una de las páginas de la revista, créeme. Pero no podré sacarla hasta que acabe el torneo y volvamos a la Villa. Así que hasta entonces, Riko, es mejor que esto que hemos hecho aquí tú y yo… —dijo, señalando la grabadora y la pequeña libretita—, quede entre nosotros dos.

Quizás las palabras de Datsue fueran demasiado duras, quizás un poco exageradas, pero de lo que no cabía dudas era de que allí había habido una persona que había estado tramando sus planes para conseguir sus propios propósitos, sin importarle el qué o a quién se llevara por delante, y aquello no se podía permitir.

— Vale, hasta que no acabe todo el rollo del torneo no podremos hablar de nada de esto, entonces, mejor que hagamos como si esta entrevista no hubiera tenido lugar, al menos hasta que decidas publicarla. — Había que ser pacientes, no era posible informar a todos desde su posición actual, por lo que debían esperar. — Mira que no le deseo ningún mal a Akame, a pesar de todo es compañero de Villa, pero si se llevara... qué se yo, un corte en la pierna de una katana o algo por el estilo... lo tendría merecido. — Aseguró el muchacho. — Bueno, me marcho ya, que tengo que entrenar... como siempre, hasta la próxima Datsue. — Se despidió el peliblanco, ofreciendo la mano para estrecharla, y tras esto, se fue a entrenar.

—Te entiendo, compañero —aseguró, cuando Riko afirmó que, pese a no desearle ningún mal grave a Akame, sí se sentiría mejor si alguna katana lamiese su piel en el torneo—. Poco me parece lo que le deseas, si te soy sincero.

Estrechó la mano con la de Riko y se despidió de él.

—Hasta pronto, Riko.

Luego, selló la libreta y la grabadora en su antebrazo. Últimamente tenía la costumbre de sellarse cualquier cosa, por insignificante que fuese. Aquello, sin embargo, era del todo menos insignificante. Si le salía bien, no solo podía significar el lavado de imagen de Riko y la ruina de su compatriota Akame a ojos de la Villa —cosas que le importaban bien poco—, sino que podría labrarse un futuro como periodista.

A decir verdad, había empezado todo aquello para sacarse unas cuantas monedas extra, complementarias a las misiones. Pero… ¿de verdad iba a contentarse con eso? ¿Acaso la Villa entera no iba a comprarle el primer número de la revista? ¿Acaso existiría alguien en la faz de Oonindo que no se interesaría por un bombazo como aquel? De haberlo, el Uchiha no era capaz de imaginárselo. «Tengo que empezar a pensar a qué precio la venderé… Esos cinco ryos me parecen pocos ahora. ¡La gente pagaría por esto mucho más!»

Se levantó de un salto, más emocionado que un Kusareño en una cosecha, y corrió hasta su habitación… No había tiempo que perder. Tenía una revista que escribir. «Mierda, ¡y todavía no le he puesto nombre! ¿Cuáles eran las opciones? Ah, sí… Corazón Uzureño; ¿Dónde estás corazón?; Corazón corazón… Pff… Definitivamente poner títulos no es lo mío»