Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Daruu entrecerró los ojos e hinchó los carrillos como un niño pequeño cuando se enfada. Probablemente para no hincharle la boca a hostias a la examinadora.
Mientras ella se levantaba, entrecerró los ojos, dejó escapar el atesorado aire con un largo suspiro, agachó la cabeza, abatido, y dijo:
La examinadora sonrió, pero estaba de espaldas a Daruu, así que este solo podría sospecharlo. Se paró ante la ventana y habló sin girarse.
— Dicen que si disfrutas tu trabajo no trabajas ni un solo día de tu vida, sin embargo,...
Pero antes de poder acabar de hablar, abrió la ventana para airear la estancia. En cuanto la abrió, una fuerte explosión tumbó toda la cristalera y el muro que la sostenía, enterrando en escombros al mismo examinador y dejando al shinobi aturdido tras caer hacia atrás violentamente.
Tras unos segundos, o unos minutos, el shinobi volvió en sí, apenas oía por el zumbido que le había dejado la explosión en las orejas, tenía varias rascadas superficiales y ante él la pared derrumbada encima de su examinador, al que ahora solo se le veía un brazo inerte. Detrás de él la puerta se abrió y una voz sonó a tal volumen que la pudo escuchar perfectamente.
—¡Aquí hay uno vivo! ¡Hey, chaval! ¡Tiene que salir de aquí ahora mismo! ¡Nos atacan!
Si se giraba vería al mismo manco que les había atendido en primer lugar. Era cierto que se escuchaba todo tipo de sonidos típicos de combates shinobi. Choque entre metales, el silbido de armas arrojadizas e incluso explosiones causadas por todo tipo de choque de ninjutsus. Y cada vez los oía más cerca. A un lado tenía al hombre, que parecía estar vigilando que nadie entrase por el pasillo, al otro, la pared derribada, que ahora dejaba ver uno de los patios interiores de la academia.
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Todo sucedió tan rápido que apenas unas horas más tarde, Daruu ni siquiera recordaría el enfado que sintió hacia la examinadora, ni la pregunta que le dedicó, ni la respuesta, inconclusa, que le dio a dicha pregunta. Una explosión de gran intensidad tumbó el muro, sepultando a la mujer, y derribando la silla en la que el muchacho se hallaba sentado. Daruu cayó al suelo y se golpeó la cabeza contra la madera. Un pitido horrible resonaba por todo su cráneo. Trató de taparse los oídos, pero ya no se iba, no se iba. Su cabeza daba vueltas y tenía la visión borrosa.
Se apoyó en el suelo y se levantó con dificultad. Sólo el brazo de la examinadora sobresalía por encima de los escombros.
«Mierda...»
Escuchó un portazo a sus espaldas, pero no se dio la vuelta.
«Espera, espera espera. ¿Esto es de verdad? Quiero decir, esto podría ser un Genjutsu, esto podría seguir siendo esa maldita ilusión...»
«O ella podría estar herida, herida de verdad...»
—¡Aquí hay uno vivo! ¡Hey, chaval! ¡Tiene que salir de aquí ahora mismo! ¡Nos atacan!
«¿Acaso importa? ¿Qué harías si fuera verdad?»
—¡Aún podría estar viva! ¡Podríamos salvarla! ¡Vamos!
Lejos de hacer caso al examinador, Daruu dio un paso al frente. Se agachó y se mordió el dedo pulgar. Lo arrastró sobre los tablones de madera del suelo, y luego se acercó corriendo a la mujer sepultada bajo los escombros. Se tumbó al lado de ella y colocó el brazo que sobresalía encima de su vientre. Juntó las manos, realizó una serie de sellos. Luego una palmada.
Y trató de teletransportarse con ella hasta el centro de la habitación, donde había dejado la marca.
¤ Chishio Kuchiyose no Jutsu ¤ Técnica de la Invocación Sanguínea - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Ninjutsu 70 - Gastos:
30 CK (20 metros)
60 CK (3 cuadrantes del mapa o menos)
(Inteligencia 60) 80 CK (de 4 a 6 cuadrantes del mapa)
(Inteligencia 80) 100 CK (distancia superior a 6 cuadrantes del mapa)
- Daños: - - Efectos adicionales:
Se invoca a uno mismo a un rastro de su sangre (ver descripción)
Invocar personas o a sí mismo tendrá penalización de 10 puntos al Aguante durante los próximos 5 turnos
(Ninjutsu 100) El usuario puede invocar objetos y personas marcadas por su sangre a su posición
(Ninjutsu 100) o (Nivel 30) Carnero → Pájaro → Palmada
(Nivel 40) Palmada
- Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: (ver tabla de gastos)
Mediante un profundo estudio de las técnicas de invocación, el usuario firma un pacto de sangre consigo mismo. De esta forma, consigue la habilidad de invocarse a cualquier lugar donde se haya dejado un rastro de sangre (por herida o deliberadamente, reciente o una marca seca). Una buena marca de sangre puede tardar años en desaparecer (2 años onrol), por eso esta técnica es útil si se utiliza discretamente en enclaves estratégicos seleccionados por el usuario. Los rastros accidentales de sangre, producidos por heridas o cortes, sólo duran el tiempo que dure la trama en el que se producen. Las marcas duraderas son marcas dibujadas deliberadamente con el kanji de caramelo.
Normalmente, las técnicas de invocación utilizan una nube de humo para camuflar la táctica y sorprender y amedrentar al oponente. En este caso la discrección es clave y se opta por un efecto mínimo de "distorsión" en el ambiente, tras el que el usuario aparece y desaparece. También se produce un pequeño tinte rojo en la distorsión. Cuando la invocación finaliza, el rastro de sangre objetivo desaparece, consumido por la técnica. Si el usuario desea mantener una marca que había dejado, deberá volverla a dibujar.
Por un coste adicional de 10 CK por persona, el usuario puede llevarse consigo a otros seres vivos, siempre y cuando le toquen en el momento que éste de la palmada. Cabe destacar que tanto el gasto como el efecto de llevárse a otra persona consigo no es voluntario, es decir, un adversario podría perseguir al ejecutor si conoce el efecto de la técnica.
Cualquier clon resultado de una técnica de clonación que consiga replicar sangre (como los clones de sombra) puede invocar al usuario a su posición. Asímismo, el usuario puede invocar a su posición a cualquiera de estos clones.
(Ninjutsu 100) Esta técnica puede aprovecharse del concepto de invocación inversa para invocar hacia el usuario objetos o personas marcadas por su sangre. En el caso de los objetos, no deberán pesar ni ser más grandes que un ser humano. En el caso de las personas o los animales, deben responder a la llamada de la técnica voluntariamente, o ésta fallará.
Solo tocar la mano inerte de su supuesta examinadora, volvió a pararse todo. Un momento más tarde volvería a estar sentado exactamente en el mismo sitio, con la misma mujer sentada en frente.
— Enhorabuena, Amedama Daruu. Has llegado hasta el final de la segunda prueba. Cuando conteste a tu pregunta, habremos terminado. Sí, me gusta lo que hago, la verdad es que contigo me he ensañado un poco, pero todo sea porque quedes bien en el examen, claro está.
El tono de voz de la mujer había cambiado, ya no le sonaba absolutamente de nada, pero seguía teniendo el mismo retintín.
Al mirar por la ventana, ahora abierta, del aula, vería que estaba empezando a atardecer. En la ilusión le habían parecido apenas unos minutos, pero la realidad era que habían pasado varias horas desde que entró al aula. Si el Sol no le parecía suficiente prueba del tiempo transcurrido su estomago exigiendo comida sería mucho más convincente.
Hasta aquí llega la segunda prueba, espero que hayas disfrutado y aprendido mucho.
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Y sin embargo, cuando la piel de Daruu entró en contacto con la mano de la examinadora, el tiempo volvió a congelarse. Fue sólo un instante. Y en un instante comprobó que había estado en lo cierto.
Todo era mentira.
Estaba sentado de nuevo en el cojín, frente a ella. Daruu sintió aquella sensación ya tan familiar, como cuando uno sale de golpe de estar sumergido bajo el agua. Y como si esa hubiera sido su situación, tomó una bocanada de aire.
—Enhorabuena, Amedama Daruu. Has llegado hasta el final de la segunda prueba. Cuando conteste a tu pregunta, habremos terminado. Sí, me gusta lo que hago, la verdad es que contigo me he ensañado un poco, pero todo sea porque quedes bien en el examen, claro está.
Daruu entrecerró los ojos un momento.
—Ya, por supuesto.
«Entonces, todo ha acabado...»
Sin saber muy bien si debía levantarse o no todavía, acabó por hacerlo y se dirigió hacia la puerta. De camino, echó un vistazo por la ventana, y se detuvo un momento.
—¿Cuánto tiempo...? —dijo—. Bonito Genjutsu —concedió y salió definitivamente del aula.
«Bien, Uzushiogakure, dámelo todo. Dame tu pizza más grande y más grasienta.»