No hay otra cosa que defina más la apariencia de Haskoz que sus ojos. Son del color de la miel, claros y vivos, expresivos y profundos, pero que por momentos transmiten cierta inestabilidad, como si el alma que reflejasen sus iris fuese a volverse loca en cualquier momento. Por otra parte, su cabello es de un blanco puro. El pelo de arriba le cae hacia adelante, si bien siempre se lo aparta hacia un lado para que no le tape los ojos; por los laterales, de una longitud parecida; y es atrás donde lo deja más largo, llegando incluso a rozar los hombros.

Su rostro es de facciones suaves y piel clara, nariz recta y no muy larga, y labios finos. Su estatura es de alguien normal para su edad, sin llegar al metro setenta, y es de complexión delgada a excepción de sus piernas, anchas. Pese a que tiene la genética de alguien fibroso, su musculatura, por el momento, brilla por su ausencia.

Con la llegada de la primavera, Haskoz se decanta por ropa ligera. Acostumbra a llevar camisas de tiras, combinadas según la temperatura con alguna sudadera abierta con capucha. Bajo la cintura, un chándal cómodo y ligero, más suelto arriba, y más ajustado a partir de la rodilla.

Finalmente, unas getas del color propio de la madera suelen ser su elección como calzado.

Si algo coinciden todos los que conocían bien a Haskoz antes de su desaparición, es que el Uchiha ha cambiado. Sigue siendo el mismo chico gracioso, abierto y sociable, con las mismas ganas de aventura y la misma curiosidad de antaño. Sin embargo, ahora una sombra cubre sus ojos en los momentos más insospechados, dándole una imagen de inestabilidad… como si en cualquier momento fuese a hacer algo impredecible. Su gusto por el dinero y la ambición permanece, si bien da la impresión de estar dispuesto a ir un paso más allá para conseguirlo.

Por lo demás, es un chico competitivo en cualquier faceta de la vida. Le gusta especialmente el shogi —así como cualquier otro juego de habilidad o estrategia—, y se siente atraído por las mujeres con carácter. Su estancia fuera le hizo abrirse de mente, y si bien siente un profundo amor por su Villa, quien le amamantó y crio como a un hijo propio debido a su orfandad, el rechazo que sentía normalmente por todo lo extranjero ahora se transformó en mera curiosidad.

Le gusta la sensación de camaradería que tiene con sus compañeros, y si algo detesta más que nada en el mundo es la traición. La traición a la amistad. La traición al camarada. Irónicamente, la infidelidad no la mete en el mismo saco, siendo para él más entendible, y, hasta cierto punto, perdonable —especialmente si es a él a quien tienen que perdonar—.

Por otro lado, aquella inestabilidad emocional con la que regresó a la Villa le vuelven una persona más impulsiva y menos calculadora, cosa que, para su desgracia, le ha traído y traerá más de un problema.

¤ A contracorriente (gratuito)

¤ Permutador de técnicas (coste de 1 punto)

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