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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Kaido se mantuvo callado durante un par de segundos, asegurándose que no se le escapara algún sonido importante más allá de los lejanos, aquellos pertenecientes a bestias de las que por ahora no tendría que preocuparse, o el aire mismo azotando las hojas que ahora le ayudaban a camuflarse, allá en la altura.

Luego, respondió.

—Claro, el turismo. Date cuenta que es lo mismo que me dices cada vez que nos encontramos, y terminamos metidos hasta el fondo en algún charcho de mierda, con maleantes desérticos y escorpiones gigantes, o un antiguo templario al que por poco liberamos de su encierro eterno. ¿No te das cuenta? es una constante. Estamos destinados a meternos en líos, joder.

Resopló y hasta se permitió reír, un poco.

—A mí, bueno. No sé, creo que salir un poco de casa, aunque no fuera muy lejos —pero, súbitamente, Kaido cayó en cuenta de algo. Y no se comió la lengua para saciarse la curiosidad—. pero basta de hablar de mí coño. Por qué no mejor me cuentas cómo la lleváis allá en Uzushio. Se rumorean tantas cosas acerca de vuestra situación interna que, sinceramente, ya no sé qué creer. ¿Es verdad? ¿Que murió vuestro Kage? ¿Que estabais a punto de una guerra civil?
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#47
—Claro, el turismo. Date cuenta que es lo mismo que me dices cada vez que nos encontramos, y terminamos metidos hasta el fondo en algún charcho de mierda, con maleantes desérticos y escorpiones gigantes, o un antiguo templario al que por poco liberamos de su encierro eterno. ¿No te das cuenta? es una constante. Estamos destinados a meternos en líos, joder.

El peliblanco rió a la vez que lo hizo el escualo, era imposible tener más razón, siempre que se habían encontrado habían acabado metidos en líos que no se podrían haber llegado a imaginar si quiera, y, al parecer, aquel encuentro no iba a ser diferente a pesar de haber elegido ellos meterse en aquellos juegos por voluntad propia.

Desde luego que no tenemos ningún encuentro tranquilo, sentado en un lugar a la sombra y tomando algo, no. — Afirmó el Senju aún con la sonrisa en el rostro.

Lo siguiente de lo que hablarían no era un tema que le gustara tocar, ni a él ni probablemente a ningún uzunés, dado el delicado momento en el que se encontraba su aldea, y desde luego quizás no fuera la mejor idea hablarlo con un extranjero a pesar de tener confianza con Kaido.

Bueno... Digamos que Uzushiogakure ha pasado tiempos mejores, pero ahora la cosa se está calmando bastante y todo parece volver a su cauce, así que no te preocupes que no va a haber ninguna guerra... al menos por el momento. — Contestó Riko, tratando de ser claro sin entrar en demasiados detalles.

El tiempo pasaba y, dado que se habían tirado todo el día viajando por el bosque, el cansancio no tardaría en vencerlos a ambos, durmiéndose sin previo aviso. Se despertarían pronto y no de una manera agradable, se les hacía difícil respirar y, en cuanto abrieran los ojos verían como se acercaba a ellos una densa niebla, una nube espesa que, de seguro no era un muy buen presagio, por lo que Riko rápidamente se activó.

¡Kaido! ¡Tenemos que irnos, YA!
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#48
Kaido se sintió, de pronto, molesto. Enervado. Porque, él era partidario de que no había mejor escenario para construir y moldear la confianza entre dos personas que cuando la vida de ambos se ha visto puesta en peligro y durante más de una ocasión. ¿Es que no era eso suficiente para romper con las barreras entre aldeas y permitirse contarse cosas que por lo general no debías comentar a un extranjero?

Desde luego que no. Pero a él le importaba un cojón y medio. No uno, ni dos. Sino un cojón y medio. Quería saber a toda costa sobre las vicisitudes que habían afectado a Uzushiogakure y cuyos rumores se esparcieron en sinsentidos a lo largo y ancho de Onindo, y si no podía conseguir la veracidad que buscaba de boca del cabrón de Riko, conocía a alguien que con un buen incentivo seguro que soltaba la lengua. Su nombre terminaba en la E, y tenía los ojos rojos.

La cuestión era encontrarse nuevamente con el charlatán número uno: Uchiha Datsue.

. . .

No supo cuándo se durmió, ni cómo. Tampoco el cómo demonios no se cayó de aquel árbol si no se había atado con nada. Y tampoco iba a poder saber que de pronto una nube aparentemente tóxica e indudablemente peligrosa se acercaba hacia él para envolverle en un beso fraternal pues la imperante voz de mando del peliblanco le entró por un oído, y le salió por una fosa nasal tras un intenso y profundo ronquido.

Kaido dormía plácidamente con la muerte acercándose a toda marcha. Riko tendría que hacer más para sacarlo de su sopor, desde luego.
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#49
La pulsación del peliblanco se aceleraba cada vez más, unas pequeñas gotas de sudor comenzaban a perlar su piel ante la visión de aquella niebla espesa que se acercaba a ellos y cómo ésta corroía rápidamente todo lo que alcanzaba. Gritaba desesperado por despertar al amenio, primero gritó su nombre, luego algún improperio que, de estar despierto Kaido, hubieran provocado que quisiera darle una paliza y, como último recurso, le agarró de la camiseta con la zurda y con la diestra lo abofeteó, esperando que así se despertara.

¡VAMOS COÑO KAIDO! ¡Despierta de una jodida vez!

Su cara estaba roja y se estaba esforzando por no ponerse a llorar de la desesperación. Cuando Kaido abriera los ojos y mirara hacia donde se encontraba Riko, vería a sus espaldas una nube blanquecina que se acercaba cada vez más y más a ellos, y, si se fijaba, vería como las hojas de los árboles a los que alcanzaba se iban pudriendo hasta deshacerse en polvo.
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#50
¡Plaf, plaf! par de bofetadas en ambos costados de sus mejillas. Si Riko hubiese tenido algo de sentido del humor, tendría que haber gritado ¡Maldita lisiada! emulando a la famosa frase de una de las telenovelas más famosas de Oonindo, Kurawa la del Barrio.

Pero no gritó aquello, sino una perjura que evidenciaba su miedo. A la nube corrosiva, a la muerte misma.

Kaido abrió los ojos, mitad enervado mitad descolocado. Pensó en arrancarle la cabeza al peliblanco pero pronto se percataría de la podredumbre que iba carcomiendo los árboles aledaños. Las hojas caían, corroídas, y la madera cedía como puré. Desde luego que no iba a esperar que aquello le alcanzase, ni mucho menos.

—¡Joder, joder! —exclamó, lanzándose al vacío—. ¡corre Riko, corre coño!

Apenas sus pies tocaron el suelo, el escualo puso todos sus músculos a funcionar al unísono para alcanzar cualfuera la meta que les mantuviera a ambos a salvo de aquel inminente peligro, que silencioso, se les acercaba con premura. Y en el entre tanto, aún a sabiendas de que si aquella niebla les tocaba tan sólo perderían el juego, no quería sentirse tan mediocre por haberse dejado vencer por un elemento sorpresa tan rastrero como el que ahora les perseguía.

Aún si tenía que sacrificar a Riko. Su idea era ganar los Juegos de Supervivencia.
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#51
Kaido, después de todos sus intentos, reaccionó a las bofetadas, abrió los ojos y miró al peliblanco pero instantáneamente su mirada se dirigió a otro lugar, a las espaldas del Senju y, tal y como se despertó empezó a moverse.

—¡Joder, joder! ¡corre Riko, corre coño!

El peliblanco vio como su compañero se lanzaba al vacío para echar a correr huyendo de aquella nube tóxica que se acercaba a ellos lentamente y, como si fuera lo que estaba esperando, Riko se lanzó detrás de él, corriendo a su par y dejando poco a poco atrás a la niebla.

¡Joder Kaido, sí que duermes profundo, he estado un buen rato intentando despertarte! — Exclamó el uzunés mientras corría.

Cuando los dos genin llevaran un rato más corriendo, se darían cuenta de que la nube ya no estaba a su vista, por lo que habían recorrido la suficiente distancia para sentirse seguros y Riko, a punto de echar los pulmones por la boca, empezó a aminorar la marcha.

Creo... Creo que ya... podemos parar, nos... nos hemos alejado suficiente. — Un gran suspiro salió de la boca del albino que, como si no le quedaran fuerzas se dejó caer sobre la hierba.

El escenario en el que se encontraban difería poco del que se habían acostumbrado el día anterior, bosque por un lado, bosque por el otro y poco más.
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#52
—¡Joder Kaido, sí que duermes profundo, he estado un buen rato intentando despertarte!

—Lo sé tío, lo sé. Es una cosa de locos, pero soy una piedra en cuánto me pego el ojo —admitió, mientras el ritmo de su huida descendía a priori del buen tramo que les separaraba de la nube tóxica. Respiró hondo durante el hiatus y trató de recomponerse tras el mal rato que les había supuesto la casi eliminación de los Juegos—. esa mierda ha estado cerca.

Entonces, se dedicó a echarle un vistazo a su alrededor. Porque al haber corrido sin dirección alguna aparente, el escualo había perdido el sentido de dirección. Bosque y más bosque, sin saber hacia qué sector tenían que andar para llegar hasta el centro del campo de concentración. Aunque muchas opciones no quedaban, desde luego, cuando tras suyo se encontraba un muro contentivo, además de una triquiñuela venenosa cuya única función era la de...

¿Lo pillas, no? nos están arreando como al ganado. Quieren escuchar más campanadas, y nos están obligando a encontrarnos. Así que mejor prepárate, comamos algo y lo mejor será estar listo para el enfrentamiento. No creo que podamos evitarlo durante mucho más.

Lamentablemente, aún no había conseguido buenas armas. Sólo unos bol de comida y las mochilas. Ahora realmente comenzaba a preocuparse.
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#53
—Lo sé tío, lo sé. Es una cosa de locos, pero soy una piedra en cuánto me pego el ojo

El peliblanco le miró, nunca había conocido a alguien que durmiera tan profundamente, aquello podía llegar a ser un problema, sobretodo teniendo en cuenta la situación en la que se encontraban, en la que tenían que estar lo más alerta posible las 24 horas.

Riko se encontraba sentado, mirando a todas partes tratando de ubicarse después de todo el tramo que habían recorrido huyendo de la nube tóxica, pero era imposible, no había manera de saber dónde estaban por lo que tendrían que empezar a caminar con más cautela.

¿Lo pillas, no? nos están arreando como al ganado. Quieren escuchar más campanadas, y nos están obligando a encontrarnos. Así que mejor prepárate, comamos algo y lo mejor será estar listo para el enfrentamiento. No creo que podamos evitarlo durante mucho más.

El uzunés alzó la mirada nuevamente y asintió.

Sí... Se me había pasado por la cabeza, esto no puede durar eternamente, tienen que hacer algo para que nos encontremos antes o después. — Razonó el peliblanco. — Por cierto, toma, que si no me acuerdo, te la dejas. — Dijo, ofreciéndole la katana que llevaba colgada a la espalda y que le habían robado al pelirrojo que habían eliminado el día anterior.

Riko se quedó por unos minutos sentado, recobrando el aliento y pensando cuál debía ser su próximo movimiento.

Vale, sabemos que la nube es el fin de la zona de juego, si hemos corrido en paralelo a uno de los lados quiere decir que no estamos muy lejos del centro, ¿no?
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#54
Cogió la katana. Realmente se había olvidado de ella, pero ahora que la tenía...

Oyó el razonamiento de Riko, y le miró, dubitativo. También aprovechó para abrir de la comida que habían encontrado antes.

—Exacto. Viendo los límites que dibuja el gas, la única opción que tenemos es continuar hacia allá —señaló el norte y dibujó un arco con el filo de la katana—. los que nos pone en el predicamento de tener que acelerar los enfrentamientos, a lo que no creo sea mala idea. ¿Cuántos jugadores deben quedar a estas alturas si descontamos las campanadas?

No lo tenía claro, pero saber el número de participantes podría ayudarles a tener un mejor panorama del asunto.

En el entre tanto, mordió el pan.
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#55
—Exacto. Viendo los límites que dibuja el gas, la única opción que tenemos es continuar hacia allá. Los que nos pone en el predicamento de tener que acelerar los enfrentamientos, a lo que no creo sea mala idea. ¿Cuántos jugadores deben quedar a estas alturas si descontamos las campanadas?

El peliblanco quedó dubitativo, al fin de cuentas les iban avisando de la derrota de los equipos que iban perdiendo total o parcialmente, por lo que podían llevar la cuenta de cuántos eran los que quedaban vivos.

Pues empezamos veinte, si nosotros hemos eliminado a dos y antes se había eliminado otro, aún quedamos 17... — Dijo algo abatido, eran muchos.

¡GOOOOOONG!¡GOOOOOONG!

¡Equipos 3 y 6 eliminados!

Riko miró al cielo, sorprendido.

Eso son cuatro menos, ya quedamos poco más de la mitad.

Y en ese momento agarró un poco de pan, como había hecho su compañero y empezó a darle bocados para saciar su hambre.
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#56
¡GOOOOOONG!¡GOOOOOONG!¡GOOOOOONG!¡GOOOOOONG!


—¡Equipos 3 y 6 eliminados!

—Eso son cuatro menos, ya quedamos poco más de la mitad.

—Mierda —dijo, entre tanto veía a todos lados y a ninguno a la vez. Aquellas sendas eliminaciones de pronto le había puesto más nervioso de lo que debía estar y de un momento a otro comenzó a sentirse visto e inseguro, como si en cualquier momento le fuera a saltar algún equipo a por la yugular—. vamos, no podemos dejar de movernos. Veamos qué más podemos encontrar por éste lado.

El escualo tomó, de nuevo, la ofensiva. Fue adelante, esperando que el peliblanco fuera lo suficientemente atento como para proteger los laterales y la retaguardia de alguna sorpresa indeseada. Sabían que no se trataba sólo de los otros equipos, sino de también las constantes intervenciones de los organizadores a través de agentes externos como el ambiente, o incluso los animales. Ya habían escuchado aullidos antes, ¿no?

El gran problema era que moverse entre tanta maleza dificultaba el sigilo. ¿Podría alguien oírles durante su avance? ¿serían capaces de encontrar mejores herramientas de las que tenían?

A saber. Era como tirar una moneda al aire, o buscar una aguja en un pajar.
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#57
A Kaido pareció afectarle aquellas repentinas eliminaciones que, probablemente, habían sido producidas por la niebla tóxica que había alcanzado a aquellos equipos de imprevisto. Por ahora, lo único que podían hacer era avanzar tratando de no perder el rumbo y rezando porque no les atacaran desde algún punto ciego.

Realmente andar a ras de suelo no es lo más seguro, estamos bastante expuestos a emboscadas y cosas por el estilo.

Riko habló, era algo obvio pero había que decirlo, probablemente pudieran idear un plan para evitar aquello y el Senju empezaba a imaginar más o menos una estrategia válida.

Oye Kaido, ¿tú puedes usar clones sólidos? Como los míos de agua. — Preguntó de repente.
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#58
Kaido se detuvo un segundo, y encaró a Riko.

¿Por qué lo preguntas? ¿estás recabando información acerca de un posible futuro enemigo, eh, cotilla de los cojones? —rió, y comenzó a andar nuevamente—. si sé, si sé. De agua, también. ¿Qué tienes en mente?

Podía imaginarse por dónde venían los tiros, pero si Riko se lo confirmaba, mejor.
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#59
¿Por qué lo preguntas? ¿estás recabando información acerca de un posible futuro enemigo, eh, cotilla de los cojones? si sé, si sé. De agua, también. ¿Qué tienes en mente?

En cuanto Kaido comenzó a hablar Riko extendió los brazos, enseñando las palmas de las manos en señal de que aquella no era en absoluto su intención pero, en cuanto el escualo comenzó a reír se dio cuenta de que nada más que estaba bromeando y bajó los brazos y la cabeza.

¿Qué te parece si hacemos que unos clones vayan por el suelo mientras nosotros vamos por los árboles, vigilando desde las alturas? Así si nos atacan, será una trampa y podremos contraatacar. — Expuso el peliblanco.
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#60
Kaido tanteó la sugerencia de Riko con parsimonia. Viendo los pros y los contras de continuar la travesía con aquella estratagema que, quizás, les podría mantener a salvo durante un buen tiempo. Y a priori no se le ocurría nada mejor, así que terminó accediendo sin demasiada oposición. Poco usual para él, desde luego.

—De acuerdo, veamos qué tal nos funciona —dijo, mientras juntaba las manos y ejecutaba una serie de sellos manuales, correspondientes a una técnica que ambos podían ejecutar—. ¡Suiton: Mizu Bunshin no jutsu!

De su propio costado —y no así de alguna otra superficie— emergió un cuerpo de agua que adoptó su imagen y semejanza, plantándose frente a él con la misma sonrisa socarrona suya. Ambos Kaido se miraron mutuamente, alabándose el uno al otro, y luego inquirieron a Riko, quien probablemente estaría imitándoles en ese punto.

—Entonces qué: ¿subimos y ya?
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