Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Hubo un instante de duda. ¿Miedo? Quizás. Kurama se relamió en el conflicto interno de su hermana, a la que creía acorralada ante una realidad irrefutable. Oh, sí, ella se negaba a colaborar, así que le mostraría la verdad. Mataría a Aotsuki Ayame y...
¡¡BAAAAAM!!
¡La segunda fase de la capa de bijuu! Kurama retrocedió, por la presión del aire, cubriéndose con los brazos. «¡¡ESTOY EMPEZANDO A CANSARME DE TI, HERMANA!!» De la espalda de Ayame surgieron cuatro brazos de chakra, que se abalanzaron sobre Kuroyuki, buscando su final. Kurama flexionó las rodillas y saltó rápidamente hacia atrás, pero los cinco brazos, no llegando a golpearle, rozaron su piel, abrasándola.
Aterrizó acuclillado, con la mano extendida. Un peligroso chakra rojizo comenzó a acumularse.
—¡¡OS HABÉIS REBAJADO AL NIVEL DE LOS HUMANOS, Y OS HABÉIS OPUESTO A MI LEGÍTIMO DERECHO DE REINAR SOBRE ELLOS!!
«S-señor... K-kurama... algo no va...»
»¡¡KOKUŌ, ESPERO QUE PIENSES BIEN TUS SIGUIENTES PASOS CUANDO RENAZCAS!! ¡¡AHORA, ESCORIA HUMANA, MUEREEEEEEEEEE!!
Kurama lanzó un láser gigantesco, incandescente, que arrasó con Ayame, Kokuō, y lo que había más allá. Un chakra que atravesó paredes, pasillos y muros, que viajó más allá del estadio. Todo retumbó, y quizás Kurama no se dio cuenta, pero no había sido el único que había causado una destrucción de tamaño calibre.
Cuando la bijūdama cesó, allí no quedaba nada. Ni rastro de su hermana, ni de su jinchūriki. Lo había hecho. Se lo merecía. Ella se lo... merecía.
«¿Estás bien, Kuroyuki?»
Kuroyuki tardó un tiempo en contestar.
«Kurama-sama. Abandonemos este lugar. Por favor.»
Kurama asintió, y volvió a ponerse la capucha de la túnica. Kuroyuki tenía razón. Su cuerpo estaba muy debilitado. Hora de largarse. Shukaku tendría que esperar.
Para el uso con Hyōbuki no Jutsu:
- x9 Uchigatana
- x20 Shuriken
- x20 Senbon
- x5 Kunai
Portaobjetos, muslo derecho:
- x2 Kemuridama
- x2 Hikaridama
- x2 Antídoto
- x1 Juego de ganzúas
- x1 Esposas supresoras de chakra
- x1 Píldora estimuladora de sangre superior
- x1 Sello explosivo de rango A
Los brazos de chakra se abalanzaron sobre Kuroyuki, buscando defenderse de la que sabían que sería una muerte segura, buscando golpearla, buscando, como mínimo, retrasar el momento lo máximo que pudieran. Pero la mujer del hielo negro saltó rápidamente hacia atrás, y los brazos de energía sólo llegaron a rozarla lo suficiente como para abrasar su piel nívea.
—¡¡OS HABÉIS REBAJADO AL NIVEL DE LOS HUMANOS, Y OS HABÉIS OPUESTO A MI LEGÍTIMO DERECHO DE REINAR SOBRE ELLOS!! —bramó Kurama, alzando una mano hacia Ayame.
Una mano en la que comenzó a acumularse un extraño chakra rojizo.
«Y lo dice el que amenazó a mi hermano con sellarlo en una vasija y el que nos está aniquilando uno por uno por no seguir sus ideologías.» Escupió Kokuō, con asco acumulado.
«Ahora sí... esto es el final.» Un escalofrío recorrió a Ayame de arriba a abajo al reconocer aquella energía destructiva: la Bijūdama. Si hubiese podido mover sus manos, podría haber intentado teletransportarse a la primera señal de sangre que se le hubiese ocurrido. Pero si reaprender cómo debía mover un brazo era una tarea titánica en aquellos momentos de estrés máximo, entrelazar los dedos en una serie de sellos ya era algo imposible. Se le formó un doloroso nudo en la garganta cuando lo comprendió. Cuando no vio luz alguna al final del túnel. «Kokuō... Gracias. Por todo. La próxima vez que regreses, intenta que no vuelvan a capturarte...»
—¡¡KOKUŌ, ESPERO QUE PIENSES BIEN TUS SIGUIENTES PASOS CUANDO RENAZCAS!! ¡¡AHORA, ESCORIA HUMANA, MUEREEEEEEEEEE!!
Y justo en el momento en el que Kurama lanzaba el mortífero láser contra ella, lo sintió. Fue como una especie de tirón, el tirón de un hilo invisible atado a ella. Pero un tirón tan débil que se quedaba a medio camino, sin alcanzarla. Ayame cerró los ojos y tendió su propia mano, aferrando el hilo rojo. Y se dejó arrastrar, lejos de allí.
Una pequeña mariposa agitó las alas por última vez y se enganchó a la espalda de Kuroyuki justo en el momento en el que la mujer echó a andar para salir de aquel pasillo que amenazaba con derrumbarse en cualquier momento.
Kintsugi no había intervenido en ningún momento, pero había estado allí y lo había visto todo. Su intención inicial había sido entrar en el edificio para sacar de allí a sus shinobi, pero después de ver allí a la jinchūriki de Amegakure y con la llegada del Nueve Colas, sus planes habían dado un brusco giro de ciento ochenta grados. Y había sido testigo de todo: del enfrentamiento y del intercambio de opiniones entre los dos bijū, de cómo el Nueve Colas congelaba hasta el tuétano a la mujer enmascarada y después erradicaba de la faz de Ōnindo a la jinchūriki de Amegakure. Lo había visto todo. Y pensaba seguir haciéndolo, la situación lo ameritaba. Pero su tiempo se había acabado. Con las dos sucesivas explosiones, el pasillo no tardó en venírsele encima y el Kage Bunshin desapareció con una ligerísima nube de humo que enseguida se vio eclipsada por los escombros y el polvo levantado por el derrumbe.
No había conseguido salvar a sus shinobi, pero esperaba que hubiesen sido capaces de valerse por sí mismos.
- PV:
0/30
–
- CK Clon:
22/156
–
-22 CK
–
1 AO revelada
–: Kintsugi había dejado una mariposa espía con Ayame, colgada en el techo (36 CK)
- Técnicas:
¤ Kanchōchō no Jutsu ¤ Técnica de la Mariposa Espía - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos:Aburame 60 - Gastos: 36 CK (impide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: (ver descripción) - Sellos: - - Velocidad: Lenta - Alcance y dimensiones: Ilimitado
Kintsugi libera una única mariposa que se desplaza hasta un punto determinado por el usuario. El punto a ser espiado debe ser conocido por el usuario de antemano al haber estado en él y saber dónde se encuentra, de otra manera la mariposa no encontrará el camino. La velocidad a la que se desplaza la mariposa es, aproximadamente, la mitad de la velocidad que alcanza una persona normal (esto sería, a efectos prácticos, media casilla del mapa al día).
Kintsugi está ligada al insecto en cuestión por medio de su chakra, pudiendo escuchar y ver a través de sus ojos todo lo que perciba su insecto espía mientras esté activa la técnica.
Los ojos rojos de Kurama desaparecieron en el interior de Kuroyuki, quien, fatigada, se llevó la mano a la frente y se arrodilló, impotente. Ante ella, el vacío más absoluto. Una pradera en calma. Una plácida lluvia que era arrastrada por el viento y le salpicaba. Recordó el frío del océano y se le pusieron los pelos de punta. Antaño le gustaba dicha sensación. Ahora...
La mujer negó con la cabeza y saltó, hasta tocar la hierba. Debía marcharse de allí, más pronto que tarde. Salió corriendo a toda velocidad en dirección a la salida del Valle de los Dojos, tras arrancárse la capa, la mariposa enganchada en ella, que había pasado desapercibida, y su falsa identidad. Con un sello, se transformó en una ANBU de Amegakure.
Debía volver al hogar. Refugiarse. Y repensar los siguientes movimientos de los Generales de Kurama.
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