Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
«Ah, aún lo tienes», pensó, al ver a Hanabi cruzando el cielo azul como un ave fénix. Sí, aún lo tenía. La elegancia. La fuerza. El poder. Con una nueva dosis de optimismo, redobló esfuerzos en su carrera. Tenía al mejor ninja-espadachín que uno pudiese desear. Tenía a la mejor Uzumaki de toda Ōnindo. Tenía al hombre más poderoso del mundo. Los tres, a su lado, ¿qué podía salir mal así? Y, por si fuese poco, tenía…
Tenía al Desierto de su lado.
—¡Eri! —exclamó, sonriendo al verla a su derecha. Reiji también estaba allí, aunque no tardó en romper la formación en cuña con un Sunshin—. Este chico… ¡va a conseguir que lo maten! —exclamó, angustiado.
Formó el sello del Carnero y se volatilizó sobre un tejado, que le sirvió de apoyo hasta otro tejado más lejano en un mismo Sunshin. Tenía que llegar cuanto antes. No quería… No podía permitir ver más muertos descuartizados en las calles. No iba a hacerlo.
No iba a consentirlo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
En un momento, Eri decidió bajar y correr por las calles de Uzushiogakure. Mala idea. El caos podría desatarse o, mejor dicho, ya lo estaba haciendo. Pero esa decisión,por arte de magia, la guió hasta sus compañeros de villa.
Reiji y Datsue se encontraron con ella directamente.
—¡Chicos!
—¡Eri!
Reiji no saludó, no dijo nada, simplemente saltó y desapareció bajo las nubes que ya se encontraban en el cielo, el cielo que parecía augurar aquello que estaba sucediendo cerca de su posición.
—Este chico… ¡va a conseguir que lo maten! —exclamó, angustiado.
A Eri se le hizo un nudo en la garganta. Tenía razón,iba a lograr que lo mataran si iba así, pero... Un motivo parecía tener, más allá, probablemente, que el barco que se hallaba varado en el puerto de Uzushiogakure.
Eri no tardó en seguir los pasos de Datsue, probablemente llegando la última, sí, pero solo por unas milésimas de segundo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Irónicamente, la primera en llegar a escena fue Eri, y lo que encontró allí la dejó helada. Más perplejo se quedó Datsue, que llegó después. Pero sin duda, quien más helada tuvo la sangre, fue quien empezó a correr antes, y quien a la fin asomó por el puerto.
O quizás fue un soplo de calor lo que llenó su corazón.
Porque allí, donde tres ANBU intentaban luchar contra un bijū, quizás creyéndose muertos... allí, donde una genin de pelo claro intentaba frenar a ninjas de superior rango con advertencias que caían en saco roto, consciente de la poca seguridad que una extranjera podía imprimir en sus palabras... allí, donde el Uzukage se dividía entre hacer caso a su intuición o a sus ninjas de confianza...
¿Alivio? Solo al ver que ella seguía con vida. Aunque no debía de estar ahí. No tenía que haber estado ahí. ¿Alivio? Si. Al saber que Gyūki seguía con vida, y al darme cuenta que, de alguna forma, me había encontrado con el antes que Kurama. Aunque no era la mejor forma.
Sin embargo era un alivio momentáneo. Algo se que se esfumó con relativa facilidad al ver que Gyūki estaba siendo atacado por tres ANBU mientras Yuuna intentaba detenerlos con palabras que parecían no llegar a ninguna parte. Era fácil: Si ella lo estaba defendiendo era por que él no había hecho nada malo, y probablemente los ANBU le habían atacado por el mero hecho de ser un Bijuu, sin mas motivo que ése.
¿Dudar? Quizás otros si lo hubieran hecho. Quizás mi yo de hacia un año si hubiera dudado, pero el Sasaki Reiji que estaba allí en ese momento tenia las cosas claras. Era leal a Uzushiogakure, y quería serlo siempre, pero por encima de eso estába mi corazón. Y mi corazón le debía la vida a ese Bijuu. La de mi amada Yuuna, la de mi mejor amigo Katsudon, y la mía propia. Si no fuera por él, ahora mismo solo seríamos tres cadáveres vagando en el fondo de la inmensidad de los mares de Oonindo. Además, estaba seguro de que tenía razón. Estaba seguro que Gyūki solo se habría defendido por que le habían atacado por ser lo que era.
Por eso hice lo que hice. Aún sabiendo lo que me jugaba, continúe corriendo hacia delante, hacia los ANBUs que atacaban a Gyūki, hacia donde estaba Yuuna. Y cuando creí que los tenía al alcance, y que no se esperaban que alguien como yo pudiera actuar de esa forma, hice que ocho tentáculos salieran de mi espalda utilizando el chakra del bijuu que aún me quedaba, y los utilice para sujetar, sin hacerles daño, a los tres Shinobis de rango alto.
—¡Parad, Dejadlo en paz! —A ojos de cualquiera podría parecer que estaba atacando a ninjas de mayor rango de mi propia aldea, aunque solo trataba de sujetarlos. Quizás aquello tenia consecuencias, pero no era el momento de pararse a pensarlas. —¡Él no es de los malos, está de parte de los humanos! ¡Hanabi-sama! ¡Ordenales que paren. Has visto en los recuerdos de Yuuna, sabes que nos salvo la vida a ella, Katsudon y a mí. Sabes que si no hubiese llevado su mensaje a Kokuō, quizas no hubiésemos sabido nunca donde se esconde Kurama! — Quizas los ANBU se liberasen del agarre con facilidad, al fin y al cabe eran Ninjas experimentados, pero quizas pudieran sumar dos más dos y darse cuenta de que esos tentáculos que salían de mi y los agarraban eran exactamente iguales a los del Bijuu. —¡Me hago responsable de todos los estragos que Gyūki cause, y pagaré la reparación de todo lo que rompa!
Al fin y al cabo estaba seguro de que, como mucho, lo que había hecho Gyūki era defenderse. Además, si estaba allí Datsue, también estaba Shukaku, aunque no estaba muy seguro de que fuera a ayudarme aunque se tratase de su hermano.
Lo peor de todo era que, si las cosas se torcian, habría atacado a tres ANBU en presencia del Uzukage y de dos Jounin, Datsue y Eri. Y me habría puesto de parte de un Bijuu y en contra de Uzushigakure. Podía estar equivocandome. Podía estar cometiendo el mayor error de mi vida. Pero mi corazón me decía que esta vez estaba haciendo lo correcto.
23/09/2020, 18:20 (Última modificación: 23/09/2020, 18:27 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
«¡JAAAJIAJIAJIA! ¡Qué cabronazo! ¡Es Gyūki!»
Ya en los muelles del puerto, Datsue se detuvo, intentando recobrar el aliento que le había robado la visión de semejante bestia. Era como un toro gigantesco, pero con brazos de Susano’o y tentáculos de pulpo en la parte posterior. Datsue se puso como un niño pequeño a contarlos: ocho. Ocho tentáculos; ocho colas.
—Pero, entonces… —¿Acaso había sido un malentendido? El nombre de Reiji salió de aquella boca de toro, y los ojos carmesíes del Uchiha se desviaron hacia el nombrado. Acababa de atacar a los ANBU con tentáculos para detenerlos—. ¡Reiji, suéltalos! —exclamó, en un tono que no admitía réplica.
Con Hanabi al mando, recurrir a la violencia con compatriotas no era necesario. O, más bien, recurrir a la violencia con compatriotas nunca era la solución. Desvió de nuevo la mirada hacia Gyūki. Poseía tal cantidad de chakra que tenía que mantener los ojos entrecerrados. Llevaba años conviviendo con Shukaku, pero ver a un bijū en su máxima expresión y libre todavía le recordaba…
… que en aquel mundo los humanos no estaban en la cima de la pirámide alimenticia, por mucho que diese esa sensación. Con el corazón latiéndole desbocado, miró de reojo a Hanabi y, con voz tensa, dijo:
—Reiji tiene razón. —O eso quería creer.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Para su sorpresa, fue Eri la que llegó la primera al puerto y, por ende, la que vislumbró el panorama con más ainco, pues no entendía muy bien qué ocurría más allá de una pelea entre un ser que sería aquello que Datsue llamó bijū, uno que no había visto antes, pero, realmente, fuera de Kokuō, no había visto ninguno, y ni a ella misma la había visto...
¿Quién sería aquel?
Encontró a su Kage allí mismo, donde posó su vista a la par que Datsue aparecía en escena, dispuesto a quedarse en la misma posición que ella, no sabiendo bien cómo reaccionar, hasta que, teniendo miedo de que los ANBU sufrieran algún daño o, incluso, se lo hicieran a aquel que estaba allí delante alzándose por encima de todos y que su imagen imponía probablemente hasta a aquellos que veían desde lejos la escena; ella dio un pequeño paso.
Pero la voz de Reiji, ahogada, la detuvo:
—¡Parad, Dejadlo en paz!
Se lanzó, con tentáculos saliéndole desde la espalda, a frenar a aquellos que luchaban contra el ser de chakra que parecía amenazarlos. Lo defendía con uñas y dientes, dando información probablemente confidencial para detener a lo que podía considerar un amigo.
Pensó en Ayame. Pensó en Datsue.
¿Ellos también actuarían allí por aquellos seres que vivían, en contra de su voluntad; dentro de ellos?
—¡Reiji, suéltalos!
Tragó saliva, aquella orden personificada a través de la voz del Uchiha la recorrió de arriba a abajo, obligándose a quedarse allí, mirando, más al bijū que a los que discutían abajo. Sentía pánico por aquella criatura, y, sin embargo, veía que no tenía ninguna oportunidad de frenarla aun siendo una Uzumaki.
Miró a su Kage, esperanzada, mientras levantaba las manos y las entrelazaba frente a su pecho. Tenía que estar preparada, por si la hora de la acción llegaba.
Pero no podía evitar sentirse contrariada, y todavía no entendía del todo por qué.
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Sasaki Reiji se interpuso entre su propio Uzukage y sus más poderosos shinobi, utilizando un jutsu desconocido que los tomó por sorpresa. Jamás supo si los ANBU sumaron dos mas dos, pero desde luego, Hanabi sí que lo hizo. Datsue se adelantó y ordenó a Reiji que soltase a los jōnin, pero también le dijo al Sarutobi lo que él ya sabía. Uzumaki Eri miraba a unos y a otros, preparándose, pero al mismo tiempo sabiendo que jamás podría estar preparada de verdad para combatir a un bijū.
Hanabi respiró hondo... y liberó a la bestia.
—¡¡CALMA!! ¡¡CALMA TODO EL MUNDO!!
Los tentáculos de Reiji volvieron a su espalda, y el muchacho quedó rígido en el sitio. Los ANBU cayeron al suelo, y se reincorporaron con dificultad, confusos. Quizás alguno cabreado, ¿pero quién desafiaría a Hanabi justo en aquél momento? Yuuna temblaba. Eri sintió que sus manos se detenían en el sitio y sus dedos no eran capaces de moverse. Un anillo de llamas rodeó al Uzukage, fino, diminuto, alrededor de sus pies. Y caminó. Pasó al lado de Yuuna y se detuvo frente al monstruo, que agachó su enorme cabezota hasta ponerla justo delante de él. Hanabi tragó saliva y se obligó a no retroceder un paso.
—¿Quién eres tú, para tener un poder comparable al de un hermano? —pronunció la bestia, con un tono gutural.
—Sarutobi Hanabi, el Uzukage. Protector de esta villa. Suelen decírmelo.
—Me llamo Gyūki, aunque usted ya debería conocerme. Estaba teniendo un pequeño malentendido con sus shinobi. En realidad, de momento, sólo quería hablar contigo. Y asegurarme de que mi buen amigo Reiji estaba bien. —El bijū se reincorporó, y miró a Reiji—. Tranquilo, muchacho, no tienes por qué defenderme. Se te va agotar el chakra que te di.
Los ANBU se miraron perplejos. Hanabi se dio la vuelta.
—Marchaos, y anulad la evacuación. Es una falsa alarma.
—¿¡P-pero cómo que falsa!? —protestó uno de ellos.
—¡Hazme caso, quieres!
El ANBU asintió, nervioso, a Hanabi y luego hacia sus compañeros, y todos se dieron la vuelta y echaron a correr.
—¿No podrías... podría... haber avisado usted? —balbuceó Hanabi, llevándose una mano al pecho, y otra a un bolsillo del que hacía meses que no sacaba nada que le tranquilizase.
—Trátame de tú, por favor. —El bijū se dio la vuelta hacia Datsue y entrecerró los ojos—. Espera un momento... ¿Shukaku?
Datsue dio una orden clara y concisa. No es que yo la ignorase, aunque me hubiese gustado poder hacerlo, no quería soltar a esos ANBU hasta asegurarme de que no atacarían de nuevo a Gyūki. Iba a obedecer, claro que iba a obedecer a Datsue. No tenia mas remedio. Sin embargo, hubo otra orden que llegó mas clara. Más poderosa. No por las palabras, si no por la fuerte energía que se libero.
—¡¡CALMA!! ¡¡CALMA TODO EL MUNDO!!
Los tentáculos desaparecieron y los ANBUS a los que sujetaban cayeron al suelo. Hubiera preferido dejarlos con delicadeza, pero que les jodiesen, habían atacado a mi amigo. Y si me acababan odiando, pues cargaría con su odio. Estaba seguro que ellos hubiesen hecho lo mismo si se encontrasen a tres uzujines atacando a uno de sus amigos. Nadie se quedaba quieto para ver como otros atacaban a un amigo. Y si lo hacían, es que muy amigos no eran.
Y hablando de quedarse quieto, en ese momento yo me había quedado clavado en el sitio como un árbol. La sensación era muy parecida a aquella cuando Kokuō se cabreo al saber lo que tramaba Kurama. Quizás un poco menos terrorífica, ya que no esperaba que Hanabi me partiera por la mitad como Kokuō había hecho con aquel árbol. A los ANBU incluso les costó reincorporarse y Yuuna temblaba como un niño al que acababan de contarle una historia de terror y de dejarlo solo en su habitación para que durmiese. Hanabi se había acercado sin miedo alguno hasta Gyūki, pero confiaba en ambos para dialogar pacificamente.
—¿Quién eres tú, para tener un poder comparable al de un hermano?
—Sarutobi Hanabi, el Uzukage. Protector de esta villa. Suelen decírmelo.
Y no era la primera vez que había hecho algo así. Durante el ataque de Dragon Rojo en el estadio de los Dojos, Hanabi había hecho algo similar cuando saltó de golpe a la Arena, intentando asustar a los enemigos con la tremenda aura de poder ardiente que lo rodeaba. ¿Seria capaz Hanabi de enfrentarse uno a uno a un Bijuu? Tal vez. Pero las cosas no tenían que terminar en ese punto. Seria terrible para mí que la persona a la que le debía lealtad y el ser que me había salvado la vida se enfrentasen. ¿Dudaría o atacaría al Uzukage para proteger a Gyūki? esperaba no tener que averiguar la respuesta.
—Me llamo Gyūki, aunque usted ya debería conocerme. Estaba teniendo un pequeño malentendido con sus shinobi. En realidad, de momento, sólo quería hablar contigo. Y asegurarme de que mi buen amigo Reiji estaba bien. —¿De momento quería hablar con el Uzukage? ¿Asegurarse que yo estaba bien? Pero si él corria mas peligro que yo. SOBRE TODO SI HACIA COSAS COMO ENTRAR EN UNA VILLA SHINOBI DE GOLPE—. Tranquilo, muchacho, no tienes por qué defenderme. Se te va agotar el chakra que te di.
—No pasa nada, si es por defender a alguien que me importa, lo agotaría por completo.
Le dije al bijuu mientras recuperaba la compostura, para luego mirar a Yuuna. No era la primera vez que hacia algo así. Utilizar el poder de Gyūki para salvar a alguien, claro. Atacar a unos superiores de mi villa si, eso si era una primera vez, y esperaba que la ultima, aunque seguro que después me echarían la bronca por algo así. Pero no me arrepentía de absolutamente nada, estaba casi seguro que Hanabi hubiese actuado de forma similar si hubiese visto a esos tres ANBU atacando a Katsudon.
—Marchaos, y anulad la evacuación. Es una falsa alarma.
—¿¡P-pero cómo que falsa!?
—¡Hazme caso, quieres!
Los ANBU se marcharon siguiendo las ordenes de Hanabi, aunque al principio habían dudado. Yo en cuanto recupere la capacidad de movimiento corrí a abrazar a Yuuna. "Ya estoy aquí", "Todo esta bien ahora". Esas eran las palabras que quería trasmitirle, aunque en realidad, mas bien, eran para tranquilizarme a mí. Sabia que ella era capaz de defenderse solita, era mucho mas fuerte yo, pero no podía evitar sentirme de esa manera. Durante mi carrera hacia el puerto había sufrido pensando que podía ser algún aliado de Kurama y que ella podía estar herida o muerta, se me había helado el corazón por un segundo al llegar al puerto y ver allí a Gyūki, a los ANBU y Yuuna intentando detenerlos con palabras. Por suerte, para ellos, se habían centrado en atacar al Bijuu, por que si les hubiese visto atacar a Yuuna, probablemente hubiera usado los tentáculos para intentar aplastarlos. Menos mal que las cosas parecian ir por el buen camino, de momento.
—¿No podrías... podría... haber avisado usted?
¿Y como se supone que avisa un bijuu de que va a venir? ¿haciendo señales de humo con bijuudamas?
—Trátame de tú, por favor. Espera un momento... ¿Shukaku?
Yo también tenia muchas cosas que decirle a Gyūki, pero de momento era mejor dejar que tratase los temas que tuviese que tratar con Hanabi y con su hermano. Luego ya tendría tiempo para hablar con él. O eso esperaba.
Estar entre Gyūki y Hanabi era como estar entre un furioso huracán que te empujaba de frente y el abrasador calor de un incendio situado a tu espalda. En una ocasión, Reiji le había confesado que se encontraba entre la espada y la pared, y Datsue le había sugerido que usase el Kawarimi, que para algo eran ninjas. Lástima que el Kawarimi no sirviese de nada para esta ocasión. Después de todo, estar aquí o diez metros más allá no cambiaba absolutamente nada para una tormenta de fuego.
—¡¡CALMA!! —pidió el fuego al pasto—. ¡¡CALMA TODO EL MUNDO!! —pidió el incendio a las vidas silvestres.
Y se calmaron, vaya si se calmaron. Cada uno a su manera. Datsue atendió atónito a la conversación de Hanabi y Gyūki, hasta que de pronto este último se volteó para verle y entrecerró los ojos. Datsue tragó saliva.
—Espera un momento... ¿Shukaku?
«Oh… Claro.»
Datsue formó un sello muy especial y una nube de humo blanco surgió a su derecha. Como el monstruo que sale de las entrañas del Yomi, las facciones de un nuevo individuo se dejaron ver a medida que el humo se disipaba. Era muy parecido a Datsue, y al mismo tiempo muy distinto. Irradiaba el mismo carisma del Uchiha, pero uno con un tono bien opuesto. Tenía el pelo del color de la arena; los ojos dorados con un rombo estrellado como pupila con cuatro marcas redondas formando un cuadrado alrededor; y la esclerótica negra.
En sus labios se dibujó una sonrisa que nunca se había visto en el rostro de Uchiha Datsue.
—Gyūki, cabronazo. ¡Veo que has aprendido a hacer una entrada digna! ¡JIA JIA JIA JIA!
¤ Bijū Bunshin no Jutsu ¤ Técnica del Clon de la Bestia con Colas - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos:Ninjutsu 70, Amistad con el Bijū - Gastos: 50 CK (impide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: - - Sellos: Sello de clonación especial - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Técnica inspirada en el Kage Bunshin no Jutsu; sin embargo, al contrario que en esta, el usuario no divide su chakra para crear los clones, sino que tira del chakra de su Bijū y lo proyecta al exterior. De esta manera crea una réplica real del shinobi que lo usa, pero con los rasgos del Bijū en cuestión (en el caso de Datsue, el pelo del color de la arena, ojeras pronunciadas, esclerótida negra y unos ojos dorados con un rombo estrellado como pupila con cuatro marcas redondas formando un cuadrado alrededor) y su personalidad, por lo que podrán ser diferenciados sin ningún tipo de problema ni necesidad de Dōjutsu. Además tiene total libertad de movimiento con respecto a su creador.
Al realizar esta técnica, el usuario deja de tener acceso al chakra del Bijū, pues es este quien lo adquiere como reserva de energía (100 CK), y a las habilidades innatas que le otorga. Además, el clon del Bijū será capaz de realizar tanto las técnicas del usuario como las técnicas que tiene como Bijū, pero no podrá acceder a las diferentes formas de Jinchūriki (capas de chakra y demás). Sin embargo, esta técnica no replica las armas y herramientas del usuario, por lo que deberá pasárselas en caso de que necesitara utilizarlas. Al ser una réplica real y no ilusoria, también puede sangrar, aunque se dispersará ante tres golpes físicos o un ataque lo suficientemente fuerte (30 PV), o si el usuario original de la técnica sufre un daño único de más de 50 PV.
En el momento del desvanecimiento de la réplica, el Bijū volverá al interior del cuerpo del Jinchūriki en el que se encuentra sellado, y con él el chakra restante que le quedara en ese momento.
Alterador (Chibi Bijū Bunshin no Jutsu - Técnica del Clon de la Pequeña Bestia con Colas): Con esta variación de la técnica, la réplica del Bijū no adquiere la forma humana del usuario en cuestión, sino que toma la forma original del Bijū pero en una versión mucho más disminuida de tamaño. En el caso de Shukaku, pasaría a tener como máximo el tamaño de un tanuki adulto, perdiendo la capacidad para realizar las técnicas del usuario, limitándose a las suyas propias como Bijū. El uso de esta alteración de la técnica se ve limitado a uno por día.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Los dedos de ambas manos se detuvieron como el tiempo para ella, a la par que sus ojos se posaban en el Uzukage, el cual caminaba hacia el bijū con un círculo de llamas rodeándole los pies. Y habló, habló con la gran bestia que se alzaba frente a él, presentándose como el propio Gyūki estaba haciendo. Sabía que Kokuō era el nombre del Gobi, al igual que el Shukaku del Ichibi, por lo que entendería que este también tenía un nombre.
Aunque no era el nombre lo que imponía a la Uzumaki.
—En realidad, de momento, sólo quería hablar contigo. Y asegurarme de que mi buen amigo Reiji estaba bien.
Miró a Reiji, sin comprender, hasta que algo en su cabeza hizo clic. Por eso tenía tentáculos, por eso había acudido en su ayuda contra los ANBU. Esos dos ya se conocían de antes y estaban en buenos términos. Algo parecía sonarle, pero su cabeza comenzó a dolerle demasiado.
Hanabi declaró que aquello era una falsa alarma y, muy al pesar de los ANBU, salieron corriendo de su Kage sin protestar en cantidad. Ella seguía parada allí, cerca de Yuuna, sin saber muy bien qué hacer, hasta que...
—Gyūki, cabronazo. ¡Veo que has aprendido a hacer una entrada digna! ¡JIA JIA JIA JIA!
Esa risa produjo un escalofrío que la recorrió de arriba a abajo y, girando el rostro, divisó una copia casi exacta de Datsue a su lado, con ligeros matices diferentes: cabello, rostro y... Y voz.
«¿Acaso... Acaso ese es el Shukaku?» Pensó, tragando grueso.
Estaba metida en algo mucho más grande de lo que se podía imaginar.
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—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Sarutobi Hanabi, completamente ignorado. No era la primera vez que le hacían eso, pero sí era la primera vez que le hacían eso desde que había ascendido a Uzukage. El pobrecillo observaba con los hombros caídos cómo Shukaku conversaba con un Kage Bunshin de Datsue al que el bijuu había poseído.
Un momento.
—Un momento. —Hanabi se acercó de nuevo a Datsue, Reiji y a Eri, volviendo a la retaguardia. Les hizo una señal con la mano para que se acercaran—. ¿Alguien me puede explicar qué está pasando aquí? —susurró—. Porque francamente, me estoy empezando a poner NERVIOSO.
»¿Desde cuándo puedes hacer eso? ¿Lo has hecho tú, o lo ha hecho él solito? —preguntó a Datsue, mirando de reojo a Shukaku—. ¡Reiji, qué hace este bijū aquí! —Hizo una pausa y miró a Eri—. ¡Hacía semanas que no te veía, creía que te había pasado algo en el estadio, Eri!
—Un momento. —Hanabi se había alejado para dejar que los dos hermanos conversasen tranquilamente. Y con un gesto de la mano nos indicó que nos acercasemos.—. ¿Alguien me puede explicar qué está pasando aquí? —susurró. La respuesta era no. Yo no tenia ni idea de que estaba pasando.—. Porque francamente, me estoy empezando a poner NERVIOSO.
Bueno, yo habia estado de los nervios en el tramo que había desde el despacho de Hababi hasta que se había calmado el ambiente del puerto. O mejor dicho, hasta que tuve a Yuuna entre mis brazos. Ahora... Bueno, confiaba en Gyūki, así que estaba mas tranquilo.
»¿Desde cuándo puedes hacer eso? ¿Lo has hecho tú, o lo ha hecho él solito? —Yo también era la primera vez que veía a Datsue hacerlo, pero Ayame tambien sacó una copia de Kokuō, así que debía ser algo de Jinchuriki —. ¡Reiji, qué hace este bijū aquí! —¿Y yo como iba a saberlo? Ni que me enviase mensajitos telepáticos con el Bijuu—. ¡Hacía semanas que no te veía, creía que te había pasado algo en el estadio, Eri!
—No tengo ni idea de que está pasando, ni por que el Bijuu esta aquí. Yo no lo he llamado. Bueno si, pero nunca me ha contestado. —Y no seria por intentos, por que lo había intentado muchas veces, y todas habían terminado en fracaso. —¿Y tu Yuuna? Estabas por aquí cuando llegamos ¿Que has visto?
—Yo iba de camino a la forja, me di cuenta que había olvidado algo, y volví al barco. Cuándo llegué me encontré a los ANBU peleando con Gyūki e intenté pararlos, luego llegasteis vosotros.
Tras acercarse, quiso responder inmediatamente a Hanabi, pero Reiji se le adelantó. A decir verdad, lo suyo era más importante. ¿Qué hacía Gyūki allí? Por desgracia, ni Reiji ni Yuuna parecían saberlo. «Joder, en verdad es toda una suerte. ¡A saber cuánto tiempo nos hubiese llevado dar con él!».
Viendo que llegaba su turno de responder a la demanda de Hanabi, Datsue tragó saliva.
—Lo hice yo, Hanabi-sama. Quise comentarle mi nueva habilidad, pero pasó lo del estadio y… —Y bueno, ni había tenido tiempo ni se había acordado—. Es un truquito que me enseñó Ayame en el Valle de los Dojos, durante el torneo.
Y no era sino hasta hacía bien poco que había logrado dominarlo del todo. Todavía recordaba sus primeros intentos... Dioses, qué vergüenza.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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—Un momento.—Hanabi se acercó de nuevo a los últimos tres recién llegados. Les hizo una señal con la mano para que se acercaran y por ello Eri tragó grueso, sintiendo como todo el calor abandonaba su cuerpo—. ¿Alguien me puede explicar qué está pasando aquí? —susurró—. Porque francamente, me estoy empezando a poner NERVIOSO.
Entonces, todo lo qué escuchó Eri fue demasiado deprisa.
Contestó Reiji: él había intentado hablar con el bijū, pero éste no había respondido a sus llamadas, así que desconocía el motivo por el que estaba allí, en el puerto. Le tocó a Datsue, más surrealista que lo anterior incluso...
—Es un truquito que me enseñó Ayame en el Valle de los Dojos, durante el torneo.
«Ayame... Ella también se podrá clonar para que Kokuō salga...»
Y... Llegó su turno.
—Y...Yo... —balbuceó—. Cuando estaba evacuando en el estadio, Uzukage-sama, me cayeron unos escombros encima y quedé inconsciente... Hace poco que desperté y a veces incluso me cuesta recordar algunas cosas... —explicó, abochornada—. Lo siento muchísimo, debería haberlo reportado.
Cerró los ojos con fuerza e hizo una reverencia, azorada. No sabía si tenía más miedo de Gyūki o del propio Hanabi.
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Al parecer, la visita del bijū había sido una sorpresa para todos. No como la habilidad de Datsue, que había sido una sorpresa únicamente para Hanabi.
—¡Un truquito dice, un truquito! —se indignó. «Espero que Shukaku no intente nada raro, por el bien de todos»
—Y...Yo... —balbuceó—. Cuando estaba evacuando en el estadio, Uzukage-sama, me cayeron unos escombros encima y quedé inconsciente... Hace poco que desperté y a veces incluso me cuesta recordar algunas cosas... —explicó, abochornada—. Lo siento muchísimo, debería haberlo reportado.
El Uzukage se sintió mal por el mero hecho de haberlo preguntado. Negó con la cabeza, y puso una mano en el hombro de Eri.
—Sólo estaba preocupado. Me alegro que estés bien. Y ahora... —dijo. Tragó saliva, y se dio la vuelta—. Voy a hacer mi trabajo. Lloradme si me muero. —El Sarutobi caminó no con toda su decisión al encuentro de Gyūki, quedándose prácticamente al lado de Shukaku, al quien le dirigió apenas una mirada de reojo. «Santo dios. Es Datsue, pero con esa mueca parece que quiera destriparnos a todos.»
Esperaba que no fuera así.
—¡Shukaku! No era mi intención tal "entrada triunfal". De hecho, creo que he causado el efecto contrario. —El bijū miró a Hanabi—. Siento haberos asustado, pero no se me ocurría otra forma de hablar con vosotros.
Sintiendo de nuevo la mirada de aquellos dos ojos blancos, Hanabi se achantó un poquito. Pudo sentir la sonrisa burlona de Shukaku sin siquiera mirarlo.
—Y... y bien. ¿De qué querías... hablar? ¿Gyūki, verdad?
—Sí. ¿Y usted?
—Sarutobi Hanabi.
Sarutobi Hanabi dio un saltito cuando el Hachibi resopló, dejando escapar dos pequeñas nubes de vaho de entre aquellos dientes, permanentemente cerrados. Su voz, espectral, sonó tras ellos:
—Veo que mi mayor deseo se ha hecho realidad. Que humanos y bijū están colaborando.
—Algo así. Me gustaría creer que sí —dijo Hanabi, no del todo convencido. Miró a Shukaku un momento.
—No sé cómo decirlo. Pero hace unos meses, noté algo. La presencia de Kurama. Entré en pánico, pero yo me encontraba en el fondo del mar. No ví nada raro. Pensé que podría tener algo que ver con el débil vínculo que uní a mi querido amigo Reiji. —Gyūki miró a Reiji—. ¿Entregaste mi mensaje, verdad? Gracias. —Resopló—. ¿Ha pasado algo recientemente, chico? ¿Has estado usando mi chakra estas semanas?