La suela de las botas del joven médico de Amegakure era el único sonido que se escuchaba en la calle, además del de la lluvia, claro estaba, pero en Amegakure ese sonido normalmente se comprendía dentro de lo que se podía entender como el sonido del silencio.

Se había mojado un poco momentos antes, pero de igual manera había vuelto a cubrirse del agua con su paraguas, después de todo era la época más fría del año y realmente no tenía ganas de enfermarse.

Manase Mogura caminaba por las calles de la aldea en una dirección clara, el edificio del Arashikage. Llevaba ya un rato poniendo un pie delante del otro, había tomado el camino largo hacía ese lugar. Del encuentro con Watasashi Aiko e Inoue Keisuke había salido bastante molesto, enojado si se quería, y no podía presentarse en un lugar tan importante con esa clase de sentimientos.

Por eso, una vez se hubiese tranquilizado un poco, fue hacía donde tenía que ir.

Pero... si ya se había calmado ¿por qué necesitaba ir de todas maneras?

«Porque es lo que corresponde.»

Y de esa forma, las puertas del edificio se abrieron y por el portal ingresó el hace poco ascendido chuunin de Amegakure. Este no demoró en hacer una ligera reverencia para todo aquel que hubiese volteado a verle y seguidamente depositaría su paraguas en el receptáculo destinado a tal fin.

Seguidamente se aproximaría a la recepción, mientras realizaba esta acción, una mano se dirigiría a su cabeza para acomodar su peinado, aunque no fuese necesario.

Buenos días.

Diría una vez estuviese frente al mueble que le separaría del responsable de turno.

El encargado le observó por encima de sus gafas de media luna.

—Buenos días, esto... ¿Manase-san, verdad? —le reconoció—. Felicidades por su ascenso a chūnin. El más joven de su promoción, ¿eh?

Carraspeó, y volteó la página del periódico que estaba leyendo. Era un día con poco trabajo, al parecer.

—¿Qué deseas, muchacho?

Parecía que aún existía un último bastión en Amegakure donde los modales seguían presentes. Un detalle curioso de ser chuunin era que la gente empezaba a recordar tu nombre, dejabas de ser uno más del montón y empezaba a tener un rostro dibujado con mayor detalle entre la multitud.

Así es.

Contestó cuando preguntaron por su nombre, acompañando la respuesta con una ligera reverencia.

Parece que he llegado primero, si. Gracias.

Sabía que había conseguido el rango antes que varios de sus conocidos pero no que fuese el más joven de toda la promoción. Parecía que aquello le sumaba mérito.

Finalmente, la interrogante que estaba esperando llegó: ¿Qué deseaba Mogura? ¿A qué se debía su visita aquel día en particular?

Preciso llenar un reporte.

El encargado torció el gesto, sin saber muy bien qué decir. Finalmente, optó por solicitar algo más de información.

—Un... ¿reporte? ¿Cómo que un reporte? A qué te refieres? —dijo—. Si deseas hablar con Arashikage-sama —añadió, unos segundos más tarde—, ha bajado varias veces ya quejándose de que estaba aburrida.

»¡Ja, ja, ja!

El ninja tosió. El asma y el humor no se llevan bien.

—No creo que le importe que le hagan una visita.

Mogura aguardó en silencio un par de segundos, segundos en los que el encargado realizó su gesto de no saber que estaba pasando exactamente y no saber que contestarle al chuunin. Finalmente, reclamó más datos.

El joven médico se tomó un par de segundos más para meditar sobre lo que debería responder. Y antes de que pudiese emitir una respuesta coherente, el encargado tomó nuevamente la palabra para comentarle sobre el estado de la líder de la aldea.

—¿Te encuentras bien?

Consultó al escuchar la risa interrumpida por la tos.

«Supongo que ir a hablar con Arashikage-sama en persona será más rápido.»

Pensó echando un ojo rápido al ascensor. Aunque no estaba seguro de como sería tratar con una Amekoro Yui aburrida.

—Si no resulta una molestia entonces, pasaré a hablar con ella.

—Oh, no te preocupes, joven —dijo el encargado—. Soy asmático de toda la vida. Estoy bien, estoy bien...

El muchacho accedió a hablar con Yui personalmente. El encargado extendió la mano y señaló el ascensor.

—Adelante, pues.




Yui estaba sentada al otro lado de su escritorio, jugueteando distraídamente con un bolígrafo, cuando la puerta de su despacho se abrió.

—Oh. —Yui apoyó los codos sobre la mesa y observó al recién llegado, sonriendo con aquellos dientes aserrados por detrás de las manos. Sus ojos azules recorrieron al chūnin—. Vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí? ¿Qué hay, Mogura-kun? ¿Qué te trae por el despacho?

El encargado extendió la mano para señala el ataúd metálico que hacía de ascensor.

—Adelante, pues.

Manase Mogura hizo una ligera reverencia y se dispuso a hacer uso del mecanismo.


Al abrir la puerta del despacho, el joven médico se encontraría con una Yui sentada al otro lado de su escritorio, matando el tiempo con un bolígrafo a falta de algo mejor que hacer.

—Oh.

Exclamó la líder de la aldea cuando vio al shinobi entrar, quien rápidamente haría una marcada y formal reverencia. Mogura, al levantar la mirada, la vería con aquella sonrisa afilada que algunos Hozuki solían tener. El shinobi no podría decir que se encontraba del todo cómodo mostrándose ante la Arashikage, pero tenía que hacer un esfuerzo por esconder cualquier atisbo de nerviosismo o duda.

Vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí? ¿Qué hay, Mogura-kun? ¿Qué te trae por el despacho?

Consultó entonces la mandamás de Amegakure. Era momento de que el médico explicara la razón de su visita.

—Habría sido agradable solo pasar a saludar, Arashikage-sama.

Se lamentó el shinobi.

—Pero si le parece bien que le robe un poco de su tiempo, me gustaría contar un poco de su sabiduría sobre un asunto con unos genin.

Diría intentando tener tanto tacto como fuese posible con aquel asunto, por más tiempo libre que tuviese, dudaba un poco que fuese agradable que un chuunin llegase a tocar su puerta con un problema entre las manos.

Para ser un chūnin recién graduado, parecía que Mogura se estaba tomando demasiadas confianza con ella. Pero eso daba igual. Mientras no causaran problemas, a Yui le gustaban.

—Pero si le parece bien que le robe un poco de su tiempo, me gustaría contar un poco de su sabiduría sobre un asunto con unos genin.

Yui se recostó contra el asiento y puso los brazos por detrás de su cabeza, desperezándose.

—¿Y bien? —quiso saber—. ¿De qué se trata? ¿Fallaron la misión?

La kunoichi más importante de todo Arashi-no-kuni se puso cómoda en su asiento y preguntó:

—¿Y bien? ¿De qué se trata? ¿Fallaron la misión?

Sin duda alguna hubiese sido interesante tener conocimiento sobre ese tipo de situaciones, saber el punto de vista de su kage sobre un asunto como ese, pero no había ido para saber eso.

—Por suerte no, Arashikage-sama.

Apresuró a aclarar.

—Se trata de Watasashi Aiko e Inoue Keisuke.

Mencionó cerrando sus ojos un momento reviviendo lo ocurrido.

—En mi camino de regreso a casa me encontré con Watasashi-san, no pasó mucho tiempo hasta que Inoue Keisuke apareciera e hiciese observaciones fuera de lugar sobre mi reciente ascenso.

Comenzó a explicar, poniendo a la mujer en contexto.

—Watasashi Aiko se mostró molesta al ver a dos desconocidos argumentando frente a su persona. La situación se tranquilizó y ambos se apartaron un momento para tratar un asunto suyo.

Y es cuando Inoue Keisuke se vuelve a acercar a mi dirigiéndose de una manera que no corresponde, solicitando mi colaboración para asuntos de su propio interés.

Hizo una pequeña pausa y luego continuó:

—Me limité a contestarle que debía dirigirse a mi de una determinada manera. Y estaba por hacerlo, a regañadientes, cuando Watasashi Aiko interfirió.

Se apareció delante de mi, y me sujeto por el cuello de la ropa haciendo comentarios fuera de lugar. Cuando termino de decir lo suyo se retiró como si nada hubiese pasado.

Inoue por su parte celebró el momento, y continuó dirigiéndose de una manera inapropiada. Le advertí que llenaría un reporte por mala conducta si no se disculpaba.

Y allí se encontraba, relatando lo ocurrido delante de la superior de superiores. Mogura había dado un pantallazo general sobre lo ocurrido, seguramente la kunoichi tendría algunas preguntas para hacerle al médico, pero antes de que esta se hartase de él y lo arrojase por la ventana lo mejor que podía hacer era darle un lugar para hablar.

Yui se acomodó la espalda y sonrió de forma todavía más marcada. Se encorvó sobre la mesa, acercando los ojos todo lo que podía desde su posición a los de Mogura.

—Así que —dijo—. Lo que me estás diciendo es que te faltaron los huevos para poner en vereda a dos ninja de rango bajo tú mismo, y ahora recurres a mí para que lo haga por mí, ¿verdad?

Suspiró, y volvió a recostarse en el sillón.

—Le dije a Shanise que no me pareció buena idea tu ascenso. Eres muy inteligente, de eso no hay duda. Pero te faltan agallas, y fuerza. Si sintieran que en cualquier momento les puedes rajar la puta garganta, estoy seguro de que te tratarían con respeto.

—¡Satoshi! —llamó. Un hombre con máscara de ANBU apareció en escena de inmediato—. Watasashi Aiko e Inoue Keisuke. Ordénales que vengan. Si alguno de ellos se niega, mátalos. Avisa sólo una vez.

Satoshi hizo una reverencia y desapareció.

—Veré qué tienen que decir respecto a esto tus queridos genin, y después, tomaremos una decisión al respecto.

La pelirroja se encontraba en un serio debate, en una encrucijada mental de las que te dejan sin dormir por al menos una semana, de esas que no te dejan ni comer ni vivir en paz, de esas que o bien resuelves o te pegas un tiro...

«¿Tiburón 3 o Pirañas 2?»

Con ambas películas en emisión en el mismo momento, tenía que decidir, y no era asunto fácil. Ambas películas tenían un argumento digno de elogio, y cada cuál era mejor en efectos cinematográficos que la otra. La chica alzó la botella de ron que tenía en la mano, y le propinó un nuevo trago. El ron mas fuerte que había en toda Amegakure, el llamado "Bucanero".

Clavó la botella en la mesa, con un gesto algo forzado. Normal, estaba tirada como un trapo sobre el sofá, cualquier acción medio normal le costaba la vida. Vestida con una sudadera ancha de color carmesí, y unas braguitas blancas... su plan para pasar el día estaba mas que claro. No iba a salir de casa, se iba a emborrachar y descansar de todo, de absolutamente todo. Quizás no había sido el mejor día para tomar ésta decisión, pero eso era algo que ella aún no sabía...

En la televisión, un tiburón exageradamente grande atacó una barcaza de shinobis, atrapando a uno de ellos en pleno salto y llevándoselo consigo hasta el fondo del mar. La chica alzó el puño, eufórica ante la escena. —¡ESO POR TONTO! —la chica rió, sin duda alguna Tiburón estaba llevándose la palma. Sin mas, tomó de nuevo la botella, y le propinó otro buche.

Y corrí lo más rápido que pude, las gotas de la lluvia golpeaban de lleno mi rostro y todo mi cuerpo, mi ropa se sentía más pesada de lo normal y mi corazón latía a mil por hora, aún seguía molesto y enojado, con Mogura, conmigo con todo el mundo, no podía hacer nada más que alejarme de todo el mundo, me encontraba irritable y lo que necesitaba era claro, un poco de calma y paz.

"Aquí nadie podrá molestarme" Me dije cuando llegué los límites de la aldea y entonces busqué con la vista la plataforma más lejana.

La euforia había disminuido un poco y me encontraba un poco más calmado, pero no lo suficiente, que la tormenta hubiera cesado no significaba que había dejado de llover del todo y por ello debía tratar de recuperar el día nublado que solía tener, por mi propio bien.

Una vez hubiera ubicado la base flotante empezaría una caminata hacia ella, esta vez mis orbes se posarían en el firmamento dejando que la bendición del dios de la tormenta escurriese por mi rostro, todas y cada una de ellas escurrirían por mi cuerpo llevándose lentamente, muy lentamente lo que me molestaba. Tras varios pasos logré tocar suelo firme y, aparentemente, no había nadie a quien pudiera ver a mi alrededor, era perfecto, simplemente me relajé, me acosté sobre la plataforma y me quedé recibiendo la lluvia.

"Solo será cuestión de tiempo, relájate y cálmate."

—¡ESO POR TONTO! —La voz de Aiko se elevó y cruzó la puerta de su casa de parte a parte. Satoshi aguardaba al otro lado. Había estado apunto de irse a buscar a otra parte después de dar noticia a sus subordinados, pero ahora ya sabía que ella, al menos, estaba allí.

Eso hacía las cosas mucho más fáciles.

—¡Watasashi Aiko! —vociferó el ANBU, y golpeó cuatro veces la madera de la puerta—. ¡Arashikage-sama requiere de su presencia inmediatamente! ¡Abra la puerta y acompáñeme!

»¡No contestar a mi requerimiento será una aceptación para que entre yo mismo!




No obstante, Keisuke no llegó a salir de la aldea, puesto que el chūnin de la puerta, al requerir su nombre, le identificó como a uno de los genin que Yui estaba buscando.

—Oh, lo siento pero no puedes salir —indicó con una sonrisa—. Arashikage-sama quiere verte, Inoue-san.

La chica clavó la botella nuevamente en el suelo, pero el sonido de ésta apenas fue audible en comparación al grito pelado de alguien tras su puerta. La chica no pudo evitar mirar hacia la misma, como si poseyese rayos X o algo similar. Evidentemente, no pudo averiguar simplemente con la mirada de quién se trataba. Hizo una mueca con el labio, inconscientemente, la idea de tener que ir ahora mismo a ver a la Arashikage y perderse la película...

«Vaya tostón...»

Dejó caer un suspiro, y se apoyó con los brazos en el sofá, en pos de levantarse —La puerta está abierta —aseguró la chica, que nunca cerraba ésta del todo —Voy a cambiarme, que estoy en pijama...

Después de todo, le habían aguado la fiesta. La chica puso rumbo hacia su habitación, y tomaría las prendas del armario. Sin demasiados preámbulos, puesto que tenía un invitado esperándola. Se peinó un poco, y se enjuagó la cara. Tras ello, iría de nuevo al salón, o en su defecto hacia la puerta exterior, donde se encontraría con un hombre enmascarado.

«¿Un anbu? ¿qué coño?»

Curiosamente, con tan solo tres tristes tragos, si que había llegado a cierto puntito de calidez. Por suerte o por desgracia, no mas que eso.

—Estoy lista.

Justo en el momento en que saldría de la villa me detuve para identificarme, solo unos cuántos metros más y podría dedicarme a la relajación que tanto necesitaba, pero no todo iría como lo tenía pensado.

—Oh, lo siento pero no puedes salir —indicó el chunin con una sonrisa que no terminaba de agradarme—. Arashikage-sama quiere verte, Inoue-san.

—¿Qué?— Fue mi primera respuesta, realmente me había tomado por sorpresa, ¿cuánto tiempo habría pasado? ¿Es que acaso Mogura había ido corriendo a chismear a las faldas de Yui?

Aclaré mi garganta y rápidamente traté de dar una respuesta más acorde. —Entiendo, iré enseguida.— Di media vuelta y comencé a caminar con ritmo redular a la oficina, pero cuando estuve lejos del alcance de la visión del oficial modifiqué mi caminar a un paso lento.

"Bastardo inútil, chismoso de mierda, cabrón" Maldije de todas y cada una de las formas posibles a la Manase, puesto que no podría drenar la energía como podría sería lo mejor calmar o alivianar mi tormenta de alguna otra manera y esa sería mentando todas y cada una de las generaciones del pelinegro.


Unos cuantos minutos más tarde estaría atravesando el portal de la torre más alta de Amegakure, sequé mis zapatos en la alfombra y caminé directamente hacia la recepción. —Buenas días, soy Inoue Keisuke.— Hice una breve pausa para esperar el saludo de la persona en la recepción y volví a manifestarme. —Tengo entendido que la Arashikage me ha hecho llamar.— Comenté con tranquilidad.