Mika observó como la Kaminari se reincorporaba con dificultad, antes de dar un solo paso hacia ella.

— Oh ¿te estás acercando? ¿Esta vez en lugar de huir de mí te estás acercando? —Le preguntó, sin dejar de sonreír con malicia—. Apenas te puedes mantener de pie ¿qué planeas hacer cuando llegues hasta mí? —Volvió a apartar a su hija un poco, por si acaso.

Poco a poco, el control de las piernas de Chika volvería hasta ella, y aunque la fatiga mental no se iría a ningún lado pronto, la física parecía no existir ahora.

— Oh ¿te estás acercando? ¿Esta vez en lugar de huir de mí te estás acercando? Apenas te puedes mantener de pie ¿qué planeas hacer cuando llegues hasta mí?

— Callate, no quiero oír una palabra tuya. No pienso dejar a Kimi contigo. Eres un peligro, para ella, para esos chicos, incluso para la villa. Así que sí, voy a pelear contra ti. Levantate. — dijo con total seriedad y el ceño fruncido.

¿Era valentía? No, era atenuación mental. Simplemente, no estaba pensando. No pensaba qué iba a pasar. Sabía lo que tenía que hacer e iba a hacerlo. Alzó la guardia y esperó a que la mujer se separase de Kimi lo suficiente para poder golpearla, no iba a arriesgarse a darle a su hermana por muy enfadada que estuviese.

Mika abrió los ojos, sorprendida y complacida por la respuesta de Chika, antes de ensanchar su sonrisa.

— Aquí estoy. —Respondió, y volvió a acercarse a Chika poco a poco.

La Kaminari no tenía ni idea de qué se trataba, pero por algún motivo se sentía... más. Se sentía más fuerte y más resistente, e incluso creía ser capaz de hacer cosas que solo había visto en los pergaminos que Mika había dejado antes de desaparecer.

¿Qué estaba pasando? Eso no lo entendía, pero quizás este poder le vendría bien.

Al ponerse en guardia fue como si hiciese un chequeo inconsciente de su cuerpo y notase que había muchas cosas que no encajaban. No sólo se sentía bien, se sentía bien por encima de sus capacidades. Sus músculos reaccionaban antes y se movían más rápido, a pesar de ser mucho más pesados. De inmediato supo que sabía cosas, como si siempre hubiesen estado allí.

Y su cabeza funcionó el doble de rápida que de costumbre, sacando un plan para atacar casi al momento. No era el ideal, pero era factible.

— De verdad que no quería pegarme contigo.

Fue lo que dijo Chika al darse cuenta de que esta vez, podía derrotarla. Empezó a rebosar electricidad por todo su cuerpo hasta tener una hermosa capa de pura electricidad recorriéndola entera. Pero la cosa no acabó ahí.

Chika siguió acumulando chakra en su brazo, más y más electricidad, e inició la carrera buscando penetrar el abdomen de la mujer con su mano, ahora convertida en una terrible arma penetrante. Buscando el apéndice u otro sitio no demasiado mortal.

El rostro de Mika se iluminó de felicidad al ver la convicción de Chika. "¡Por fin, una pelea!" Fue lo que probablemente había pasado por su retorcida cabeza en aquel momento.

Ambas Yotsuki activaron sus modos chakra al mismo tiempo, pero Chika no se quedó ahí, sino que siguió acumulando mucha más electricidad en su brazo.

— ¡Eso es! —Exclamó, emocionada, mientras abría los brazos de par en par. ¿Acaso planeaba recibir su ataque de lleno?

No. En el último momento, la Minami se agachó mientras daba un paso a su izquierda, yendo a agarrar la pierna derecha de Chika antes de pegar un fuerte tirón para girar con ella sobre sí misma, antes de lanzarla volando 10 metros arriba, directamente contra el techo (50 PV).

— ¡Esto es más divertido! ¿¡No crees!? —Le gritó a Chika, mientras volaba.

Entonces, de un solo movimiento Mika se puso de cabeza, haciendo el pino para utilizar los brazos para impulsarse a gran velocidad hasta Chika con ambas piernas por delante, envueltas por una masa de electricidad brillante y ruidosa.

— ¡Mika's Lightning Drop-kick!

Tanto si impactaba en la cabeza de Chika (115 PV) como si no, el pedazo de golpe sería lo suficientemente fuerte como para agrietar el techo, dejando un pequeño cráter en él.

Con una sonrisa en el rostro, de pie en el techo, la Yotsuki puso ambas manos en sus caderas y miró a la menor.

Cuando pensaba que podía tener cierta ventaja en Mika, ésta hizo gala de una extraña capa de chakra. No era como la de Chika, no era como debía ser. Era más fina, más compacta y parecía mucho menos imponente. Pero eso no era más que un engaño. Se volvió mucho más rápida de lo que era antes.

Chika no pudo hacer mas que sorprenderse y apretar los dientes mientras esa animal la agarraba y la lanzaba al techo. En su anterior forma, débil y mediocre, no hubiera podido ni ver lo que pasaba. Ahora era diferente.

Volteó en el aire, aterrizando de pie sobre el techo y pegándose solo para ver a esa psicópata saltarle detrás. Chika saltó a un lado, pegándose al techo con una mano para esquivar la patada homicida de Mika.

— ¿Puedes dejar de ser tan salvaje? — preguntó sin ninguna esperanza.

En cuanto Mika reaccionase de forma violenta, Chika se soltaría del techo para volver al suelo cuanto antes

— ¿Qué pasa? ¿No puedes seguirme el ritmo? —Le dijo, sin abandonar la pose ni su sonrisa.

No se dio tiempo de descansar ni a sí misma, antes de echarse a correr hacia Chika para intentar propinarle un puñetazo en toda la cara, pero la Kaminari simplemente se dejó caer del techo para evitarlo.

— ¡Interesante!

En lugar de dejarse caer, Mika saltó desde el techo mientras giraba múltiples veces sobre sí misma hasta alcanzar a Chika en medio del aire con una patada de tacón en la coronilla (37 PV).

Chika se soltó siendo completamente consciente de que Mika iba a seguirla como la animal que era. Se giró quedando de espaldas al suelo y de cara al techo. Cargó el chakra y en cuanto Mika entro en su rango, estampó su brazo cargado de electricidad contra la extremidad que entrase en su rango primero.

No tenía ninguna seguridad de golpearla ni de que eso le ahorrarse el golpe ni de nada en general. Pero debía intentar detenerla como fuese.

Chika consiguió golpear la pierna de Mika con su codo, pero no sin recibir ella la patada en toda la cara. Como resultado, la menor de las Yotsuki se precipitó a toda velocidad contra el suelo, mientras que la mayor salió volando mientras giraba sin control.

Toda la cueva tembló cuando ambas se estrellaron y tanto el suelo como la pared se agrietaron y se levantaron rocas por el impacto.

Hubo un segundo de descanso, no más, pues Mika no estaba dispuesta a darle un respiro a ninguna de las dos. Chika pudo escuchar sonidos de esfuerzo, antes de ver una enorme roca volar hacia ella (90 PV).

Antes de darle tiempo a reaccionar siquiera, Chika pudo ver un rayo detenerse a su lado. Era Mika, que había corrido a la velocidad del rayo hasta su costado para intentar estamparle su brazo con fuerza en la nuca y lanzarla directamente contra la roca (135 PV).

La patada fue tan poderosa como una de Ranko, lo cual decía lo poderosa que era Mika. Se estampó contra el suelo y se levantó de un salto ipsofacto. Sabía que la madre de su hermana no le daría tregua. Y no se equivocó, la muy animal estaba levantando una enorme piedra en cuanto se puso en pie. La lanzó tras enormes esfuerzos, directa a Chika.

Ésta no se lo pensó. Era una chica simple. Si veía una enorme roca viniendo directa hacia ella, la partía de un puñetazo. Se puso en guardia, preparó el golpe y lo dio en un movimiento perfecto. Le dio tiempo a todo eso porque ese era el plan de Mika, que apareció a su lado en cuando golpeó el proyectil, cargando un golpe mucho más terrible. Se trataba de un Lariat, un simple Lariat hecho con la fuerza de veinte camiones.

Lo vio venir, pero en lo que pensaba qué podía hacer, ya era inevitable. Apenas logró moverse lo justo para que no le diese en la nuca, sino en la espalda. Con suerte, solo se quedaba paraplejica y no tetraplejica. Y voló. Pasó entre medio de las dos mitades de la piedra que acababa de partir, rodando por el suelo a gran velocidad durante unos metros hasta detenerse.

Quedó tumbada boca abajo, exhausta, dolorida, con un último hilo de consciencia. Miró a su enemiga, miro a Kimi y una lágrima rodó por su rostro mientras escupía sangre. Estiró la mano, con un ojo entreabierto y el desmayo en la puerta de atrás.

— K-Kimi...

Había perdido. Porque eso es lo que era, una perdedora. Era dificil enumerar todo lo que había perdido, pues primero de todo, había perdido sus recuerdos.

Volvió a rememorar, esta vez con una tristeza infinita que le hacía estar indiferente a lo que veía. Ya no podía estar más desesperanzada. Volvió a ver cómo se llevaban a Kimi, justo en sus narices, volvió a verla destrozada en el suelo, volvió a verse a sí misma bajo la lluvia, pero esta vez no se detuvo ahí.

Vio a una niña corriendo bajo la lluvia, confusa, perdida, asustada. Era ella. Estaba huyendo de algo o de alguien, ¿de qué era? Estaba en Amegakure, pero... se veía diferente, todo parecía inmenso y ella muy chiquita. Chocó contra un hombre y éste se giró y le habló, le dijo palabras en un tono suave, pero ella estaba aterrorizada. No, mamá le había dicho que no hablase con extraños, que huyese si la veían, y la habían visto. Así que empezó a correr en dirección contraria, metiendose en un callejón oscuro pero cubierto y estrecho, se escondió allí, allí estaría bien, allí no la encontrarían. Y efectivamente, nadie la encontró.

Chika se despertó, estaba en casa, la habitación que compartía con mamá. Espera, ¿Chika? ¿Quien era Chika? Ella era...

— Emma, estoy en casa. — salió de bajo las sabanas en cuanto escuchó a su madre en la puerta.

— ¡Mamá! — la abrazó con fuerza y su madre le revolvió esa larga cabellera tan única que tenía la niña.

Todo se desvaneció rápido, como si fuese un momento demasiado feliz para mirarlo más de dos segundos. Ahora era de noche. Mamá no estaba, trabajaba de noche y llegaba de mañana, entonces enseñaba a Emma a leer y escribir antes de hacerle la comida y se echaban juntas. Mamá le decía que no saliese de casa bajo ninguna circunstancia, que se esperase siempre a que ella llegase. Ella no entendía por qué, pero hacía caso a su madre.

Por suerte, mamá siempre le traía lo que le pedía. Le pedía cuadernos de pintar, colores nuevos y comidas que probar. Ella era un secreto. Era algo que mamá le decía mucho, eso y que cuando dejase de serlo, no podría estar más con ella. Eso ponía triste a Emma, así que dejaba de pensar en ello cuando lo recordaba y se dedicaba a dibujar.

De nuevo, la escena se deshizo. Ahora era de mañana y se oían voces de la puerta. Una de ellas era de mamá, pero no estaba sola.

— Se ha enterado. Claro que se ha enterado, ¿qué esperabas? ¿Criarla hasta los dieciocho en la choza?

— Claro que no. Solo hasta tener suficiente para irme de aquí y darle una vida normal. No pensaba quedarme demasiado de todas formas, nos iremos.

— No quiere que te vayas, o mejor dicho, que se vaya ella.

Hubo un momento de silencio y la tensión se hizo casi palpable.

— ¿Qué?

— Quiere a la niña.

— ¿¡Qué!?

— Ya lo has oído, y sabes lo que pasará si...

— No te preocupes, no te pongas en ridiculo con las amenazas, la llevaré. Dame un segundo.

Mamá abrió la puerta y tras ella estaba Emma, confusa. Se acuclilló ante ella tras una honda respiración.

— Cariño, necesito que seas una chica fuerte, ¿vale? ¿Podrás hacer eso por mami?

Solo pudo asentir, aún terriblemente confundida.

— Buena chica. Ahora saldremos a ver a unos señores y cuando yo te diga, sal corriendo, no hables con extraños, no te pares pase lo que pase, ¿vale? Yo te alcanzaré más tarde.

— Pero si no paro, ¿cómo me vas a alcanzar?

— Si no paras, te alcanzaré, pero si te paras a hablar con algún extraño, no volverás a verme, y tú quieres estar con mami, ¿verdad?

Asintió con toda la energia que podía, al borde del llanto por todo lo que sucedía y no entendía.

— Bien, bien, pues...

La imagen se dobló. Se desvaneció, pero quedó retenida, difuminada por la lluvia. Llovía. Sus piececitos corrían todo lo que podía.


Le dolía respirar, le molestaba la lluvia, no paraba de golpearla, no la dejaba ver, no la dejaba descansar. Quería gritar pero no tenía energia para hacerlo, toda la que le quedaba estaba en sus piernas. Su corazón dolía mucho más que sus piernas.


No podía, no podía. Tenía que volver, tenía que ver a su madre, no quería seguir corriendo, quería dormir con ella, el exterior daba miedo, los extraños daban miedo, los edificios daban miedo.


Tropezó con sus propias piernas. Cayó de boca contra el suelo, por suerte, lo hizo sobre un enorme charco que mitigó gran parte de la caida y se levantó, lentamente, adolorida.


Gritó, los pulmones le ardían, los ojos le ardían y su corazón latía con fiereza a pesar del cansancio, a pesar del dolor. Volvió a correr, no le quedaban energias de ningún tipo. Mental, físicas... Nada. Pero siguió corriendo durante un minuto entero, antes de caer de rodillas, exhausta y después de boca.


Y una figura apareció ante ella antes de perderse por completo. La Muerte, sin duda.

Por desgracia, no era la muerta. Era... ¿Mika?, que estaba de pie a un paso de ella, llorando como una magdalena.

— Pobrecita... —Le dijo, llorosa, antes de abrazarla muy fuerte.

Chika también estaba de pie, sin ninguna herida física, y si no hubiera tenido la cara contra el pecho de Mika hubiera podido ver en aquel momento que Kimi no estaba recostada en una cama de piedra, sino que estaba en el mismo sillón que cuando llegó, dormida, que la entrada de detrás suyo seguía abierta y que no había ningún cráter ni nada roto por ahí. Casi como si la pelea nunca hubiese sucedido en verdad.

— Lo sientohohoho... —Se disculpaba, todavía llorándole—. Yo solo quería ponerte a prueba y te he hecho recordar algo tan horrible.

Chika se despertó de un sueño que no había sucedido. De repente, nada parecía suyo. Las piernas que la aguantaban de pie, su nombre, su familia, su vida, las lágrimas que le caían por las mejillas. ¿Era algo de eso suyo? Ahora... no sabía qué decir. No sabía qué pensar. ¿Quien era? ¿Chika? ¿Emma? ¿Kunoichi? ¿Niña asustada? ¿Había diferencia alguna? Como Emma había perdido tanto como Chika.

No procesó casi nada de lo que estaba pasando, estaba completamente superada por la situación. Cuando sintió a Mika abrazandola, sencillamente abrazó de vuelta. Hundiendo su cara en el pecho de la mujer y llorando en silencio. No había palabras que pudiesen expresar lo que sentía y aunque las hubiera, ella no las conocería. Todo había adquirido una capa de profundidad que no esperaba.

Hasta ahora había llevado una vida tranquila, era Chika, quería proteger a su hermana y al resto de la villa y ya. Ahora había muchas cosas que quería saber, más cosas que hacer, ¿cual era más importante? ¿Cual era real? Ni siquiera recordaba los detalles. ¿Quien era su madre? ¿Donde estaba? ¿Seguía viva? Todas esas dudas cayeron de repente en una mente ya atormentada por la culpa de haber perdido a su hermana tantas veces. Estaba destruida.

— Está bien... —Le decía Mika, acariciándole el pelo—. Está bien... todo va a estar bien.

La mujer se mantuvo abrazando a Chika todo el tiempo que hiciera falta, simplemente acariciándole el pelo con ternura hasta que se sintiese mejor. Se sentía algo culpable y tenía ganas de ayudarla. De hacer algo más que consolarla, pero simplemente no tenía tiempo de hacerlo, así que mientras estuviera allí, hacía lo único que podía hacer por aquella niña.

Tras un minuto de consuelo, Chika pareció volver un poco en sí y darse cuenta de quien estaba abrazando y qué estaba pasando. Se separó de golpe, intentando limpiarse la cara con la manga al mismo tiempo que hacia un pesimo intento de guardia.

— Espera, ¡tú! ¡S-Suelta a Kimi! Me-me has engañado para que bajase la guardia. ¡Devuelveme a mi hermana!

No necesitaba darle un segundo vistazo para saber que Chika se estaba sobreesforzando solo en parecer una persona, ya no digamos en enfrentarse a nadie ahora. Apenas podía pensar con claridad, aún menos.

— No, nononono, no estoy intentando que bajes la guardia, Chika-chan, de verdad. —Le decía, mostrándole las palmas de las manos. Parecía completamente otra persona—. Es solo que no te conocía, y te vi preocupada, y decías que eras la hermana de Mi-chan, ¿así que pensé que quizás sería buena idea ponerte a prueba? ¿A lo mejor?

— ¿Lo siento?

Tenía las manos cerca de Chika para atraparla por si se caía o algo, pero sin tocarla.