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El pensamiento narrado por parte de la pelirroja pareció destacar entre el poco silencio del lugar, haciéndose hueco hasta los oídos de los chicos que bien entrenaban allí o bien simplemente armaban jaleo. La chica se sobresaltó un poco, debido al inesperado diluvio de miradas que la fijaron como objetivo. Pero tampoco fue un acto demasiado expresivo, tan solo una simple sorpresa que quizás quedaba en el olvido. Bajo la atenta mirada de sendos, la chica permaneció en silencio.
La chica de cabellera color azabache fue la primera en mediar palabras, logrando así cortar el incómodo silencio. Echó las culpas a su compañero, alegando que fue él quien detuvo la pelea, la cuál ni existía. Tan solo entrenaba, y éste pareció creer que peleaba a causa del ruido. La verdad, no hacía tanto ruido como para confundirla en una pelea...
Para cuando desvió la mirada hacia el chico, éste comentó que simplemente había malinterpretado la situación, así como inquirió que esperaba no haber sido una molestia. La pelirroja entrecerró la mirada mientras dibujaba una ligera sonrisa en su rostro, la verdad, había sido todo menos una molestia.
—No te preocupes, no es molestia. Pasaba por aquí y me llamó la atención, solo eso.
Aclarado todo, la chica que comenzó el intercambio de palabras volvió a hablar. Ésta vez realizó una pregunta un tanto peliaguda, aunque a la cuál se había acostumbrado con el paso del tiempo. Preguntó si era estudiante... normalmente le preguntaban si no era Chunin, o incluso Jounin, pero era una pregunta de la misma índole. Sin mesura, la catalogaba como militante de la aldea, sin ton ni son. Quizás el portaobjetos la delataba.
—Bueno... soy genin desde hace bastante tiempo. —Y tanto que sí, si tan solo llegasen a saber su edad... —No es que sea una paria ni nada... mientras ando por las calles de la aldea me gusta pasar un poco mas desapercibida, y por eso casi siempre dejo la bandana en casa.
No hacía falta que se excusase, pero así al menos no caerían mas preguntas acerca del mismo tema.
Bueno... ¿y qué entrenáis? —Se adelantó a preguntar. —¿Lanzamiento de armas? —La diana en el árbol hacía la pregunta carente de sentido, pero igual estaba dibujada desde hacía tiempo.
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Su acompañante no dudó ni un instante en disculparse por el malentendido ocasionado con la pelea que nunca había llegado a suceder en realidad. Ayame le restó importancia inmediatamente con un gesto de su mano derecha. De hecho, la recién llegada no tardó en intervenir:
—No te preocupes, no es molestia. Pasaba por aquí y me llamó la atención, solo eso.
—Esperemos que no terminemos llamando la atención de medio ejército de Amegakure —bromeó Ayame, con una sonrisa nerviosa, balanceándose sobre los talones de sus pies.
—Bueno... soy genin desde hace bastante tiempo —respondió la pelirroja, ante la pregunta que le había hecho Ayame sobre si ella también era estudiante de la academia—. No es que sea una paria ni nada... mientras ando por las calles de la aldea me gusta pasar un poco mas desapercibida, y por eso casi siempre dejo la bandana en casa.
Ayame ladeó la cabeza, con cierta curiosidad. Parecía que, por el momento, la supuesta kunoichi estaba actuando como una ninja vestida de civil. Sin embargo, aquel portaobjetos difícilmente podía pasar desapercibido así como así. Casi llamaba más la atención que el que hubiese llevado la bandana sobre la frente.
—Bueno... ¿y qué entrenáis? ¿Lanzamiento de armas? —añadió, antes de que Ayame pudiera preguntar nada al respecto.
—Sí, lanzamiento de shuriken. Estoy practicando para el examen de genin... —respondió, con cierta timidez. Pero enseguida comenzó a moverse por el campo de entrenamiento, recogiendo de manera apresurada sus armas arrojadas y fallidas—. ¡Pero ya estaba terminando! —se apresuró a añadir. Si ya le daba vergüenza fallar delante del chico, de ninguna manera quería contar con más público que fuera testigo de su nula habilidad con las armas—. A todo esto... creo que no nos hemos presentado. Yo soy Aotsuki Ayame, es un placer.
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No te preocupes, no es molestia. Pasaba por aquí y me llamó la atención, solo eso.
Al escuchar esas palabras, el joven médico hizo una ligera reverencia asintiendo a su comentario. Era bueno saber que no había causado mayores dilemas con su apresurado juicio.
Bueno... soy genin desde hace bastante tiempo
Tenía su cuota de sentido, la mujer no parecía ser ni por asomo una estudiante, a lo mejor podría pensar que era Chuunin o algo parecido.
No es que sea una paria ni nada... mientras ando por las calles de la aldea me gusta pasar un poco mas desapercibida, y por eso casi siempre dejo la bandana en casa.
Agregaría seguidamente para explicar un poco el por qué no traía su bandana, no sonaba para nada loca la idea de pasear como civil por Amegakure, muchos shinobi y kunoichi lo harían en los días que no tuviesen que atender sus deberes.
Ante aquellas palabras, Mogura asintió nuevamente aunque con un gesto más fino, sin intención de marcarlo tanto.
Bueno... ¿y qué entrenáis? ¿Lanzamiento de armas?
En ese punto prefirió mantenerse a un lado de la conversación y dejarle la palabra a la estudiante para que explicara lo que estaba ocurriendo ahí.
Sí, lanzamiento de shuriken. Estoy practicando para el examen de genin... ¡Pero ya estaba terminando!
Mientras las palabras escapan de sus labios, sus pies se movían por la cercanía recogiendo las armas arrojadizas que había lanzado, probablemente el pánico escénico ya sería demasiado y no querría arriesgarse a ser el foco de atención mientras entrenaba.
Aotsuki Ayame era el nombre de aquella muchacha, por alguna extraña razón sentía que le sonaba de algun lado ¿Lo habría escuchado antes? ¿Donde? Mogura trató de todas formas de no darle mayor importancia y evitar especular sin sentido alguno.
Mi nombre es Manase Mogura, este será mi segundo año siendo gennin. Es un placer.
Haciendo caso a las formalidades, correspondió la presentación de la kunoichi dando su nombre y su rango así también como el tiempo que llevaba ejerciendo como tal. Acompañando sus palabras con una formal reverencia mientras mantenía estable el paraguas que cargaba. Seguidamente retomó su postura inicial y espero atentamente a escuchar las palabras de la mujer, deseaba saber su nombre.
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La chica bromeó con que esperaba no llamar la atención de medio ejercito Amegakureño, a lo cuál la pelirroja sacó una sonrisa tal y como hacía la joven. La verdad, sería gracioso ver a un centenar de shinobis a las armas en pos de parar una disputa causada por unos estudiantes, a lo sumo genins. No, en realidad era algo tan descabellado que no distaba de una broma, por supuesto.
Para cuando quiso dar cuenta, la estudiante confirmó el entrenamiento. Estaba practicando para el siguiente examen genin, según informó, y concretamente practicaba el lanzamiento de shurikens. Si tenía en cuenta que la chica parecía no ser demasiado experta en el tema, podía bien ser algo complicado de masterizar. Demasiadas cosas a tener en mente, y eso sin contar de un objetivo en movimiento. Los inicios en las armas son realmente difíciles...
—Entiendo... ¿Has probado a lanzar shurikens de madera o plástico? Son mas ligeros, y puedes darle un buen uso para pillar puntería. No se clavarán, pero en si solo buscas que golpeen donde deseas... cuando vayan al sitio, entonces puedes pillar los normales. Al menos yo empecé así. —Inquirió la pelirroja, a sabiendas de que parecía haber terminado su entrenamiento.
»Ah, y si le atas al shuriken hilo shinobi, te ahorras tener que ir buscando uno por uno... solo jalas del hilo, y los recoges.
Para no ser problema suyo, terminó metiéndose quizás mas de lo debido. A todo ésto, la chica de cabellera azabache añadió un dato importante. Ninguno de los presentes se había presentado, en ese mismo detalle sobresaltaba un dato oculto; la chica y el chico no eran pareja, puesto que parecían no conocerse. La primera se presentó como Ayame, y el segundo como Mogura. Éste último con una reverencia típica y bien formulada, bajo el resguardo de su propio paraguas.
—Cierto... —Confesó la kunoichi. —Mi nombre es Watasashi Aiko, un placer.
Llevó la vista de nuevo al chico, y tras ello a la chica. Intentó controlar el impulso, pero le fue imposible luchar contra la curiosidad, debía saberlo.
—Así que no son pareja... ¿no? —Preguntó a regañadientes.
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—Entiendo... ¿Has probado a lanzar shurikens de madera o plástico? Son mas ligeros, y puedes darle un buen uso para pillar puntería —respondió la pelirroja—. No se clavarán, pero en si solo buscas que golpeen donde deseas... cuando vayan al sitio, entonces puedes pillar los normales. Al menos yo empecé así.
Ayame se llevó una mano al mentón, pensativa.
—Pues... la verdad, no lo he probado... Pero un shuriken de plástico o madera no pesa lo mismo que uno de metal, y ya me he acostumbrado a estos. A lo mejor si hago eso sería dar un paso atrás y tardaría demasiado en dominarlo... —reflexionaba, casi más para sí misma que para sus acompañantes.
—Ah, y si le atas al shuriken hilo shinobi, te ahorras tener que ir buscando uno por uno... solo jalas del hilo, y los recoges.
—¡Oh! ¡Eso sí es una buena idea! ¡Gracias! ¡No sé como no se me ha ocurrido antes! —exclamó, dando una palmada de alegría.
Se presentó a sí misma, y a ella la siguieron Manase Mogura, el chico de pelo oscuro, y Watasashi Aiko, la chica pelirroja. Ayame inclinó la cabeza ante ambos como gesto de respeto, pero se reincorporó de golpe al escuchar la repentina pregunta de Aiko. Sintió el filo de los shuriken acariciar la palma de su mano en su movimiento, pero por suerte no llegó a cortarse.
—Así que no son pareja... ¿no?
—¿¡Eh!? —balbuceó, y su rostro pronto se encendió como los cabellos de Aiko—. ¡Para nada! Acabamos de conocernos y simplemente me estaba ayudando con el entrenamiento, ¿a que sí, Mogura-san?
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Entiendo... ¿Has probado a lanzar shurikens de madera o plástico? Son mas ligeros, y puedes darle un buen uso para pillar puntería. No se clavarán, pero en si solo buscas que golpeen donde deseas... cuando vayan al sitio, entonces puedes pillar los normales. Al menos yo empecé así.
Mogura no pudo evitar imitar el gesto de la muchacha de cabello azabache, la fémina de cabellera ignea parecía hablar con conocimiento de causa, contrario a la forma en la que había aconsejado el joven médico. Él no sabía lanzar un shuriken, pero si tuviese que iniciar su entrenamiento probablemente no se le habría ocurrido hacer eso.
Ah, y si le atas al shuriken hilo shinobi, te ahorras tener que ir buscando uno por uno... solo jalas del hilo, y los recoges.
¡Oh! ¡Eso sí es una buena idea! ¡Gracias! ¡No sé como no se me ha ocurrido antes!
De los labios del joven médico no salieron palabras pero sus ojos se abrieron ligeramente, aquella mujer era oro puro en lo que a entrenamiento de shurikenjutsu se refería.
Watasashi Aiko-san, es un placer conocerte.
Respondió al momento de tener conocimiento del nombre de la mujer, a pesar de su creciente interes por ella no estaba dispuesto a dejar de lado las formas a las que siempre era fiel.
Así que no son pareja... ¿no?
Aquella pregunta pregunta cayó como un baldazo de agua helada sobre los hombros de Ayame, quien no pudo evitar reaccionar. El gesto que provocó en Mogura aquella pregunta fue el de girar su mirada en dirección a la joven Aotsuki, quizás, de alguna manera, su energética respuesta le ayudo a mantener la calma. O quizás, sería la forma en la que se habían dirigido hacía él.
¿Mogura-san?
¿Habría ganado la confianza de la joven en tan poco tiempo como para tener ese tipo de trato?
Parece que hemos dado una impresión errónea sobre nuestra relación.
Dijo para luego hacer una ligera reverencia, bastante fina. Pasaron un par de segundos y recobró la postura, una aclaración no estaría de más.
Es la primera vez que veo a Aotsuki-san, accidentalmente nos vimos involucrados en esta situación.
En el momento en que de sus labios escapó el nombre de la joven estudiante, desvió su mirada ligeramente en su dirección. A pesar de la naturaleza embarazosa de la situación, su tono de voz se volvería un poco más firme y grave al momento de llamar por su apellido a Ayame, como si quisiese resaltar algo en su forma de hablar ¿Sería lo suficientemente claro?
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La chica pareció un poco reacia a aceptar el primer consejo, alegando que si tomaba un peso que era inferior al debido seguramente estaría reculando; volver hacia atrás le provocaría mas perdida que ventaja, y eso no podía asimilarlo. Por otro lado, el consejo del hilo shinobi si que le pareció una opción mas que viable para el entrenamiento. Si no suponía mal, se habría tirado mas tiempo recogiendo metales que lanzandolos. Eso ya le pasó hacía tiempo a ella, y una chica mayor ya se lo recomendó. Sin duda alguna, realizar esa tontería le ahorraría horas de entrenamiento desperdiciado, bien lo había experimentado.
El presentado como Mogura se reclinó para asegurar la presentación, añadiendo que era un placer conocerla. Tras ello, la pelirroja les sirvió a ambos un buen vaso de agua fría directo en las caras. La chica fue la primera en reaccionar, tomando un tono mas rojo que el cabello de la Watashashi en el rostro. Inquirió que eso no era así, que recién se conocían y Mogura le estaba ayudando con el lanzamiento de shurikens. Mogura no tardó demasiado en dar crédito a las palabras de Ayame, confirmando lo que ella bien había dicho con palabras un tanto mas salvaguardadas.
La pelirroja se llevó las manos hacia la nuca, con un gesto que claramente desbordaba tranquilidad. —Oh... lo siento si incomodé, es que parecen haber tomado confianza en poco tiempo. Al verlos aquí a solas, pensé lo mas raro, quizás por pensar demasiado... jajaja.
»¿Bueno, y ya sabes cuando te examinas? —Preguntó a la chica, buscando cambiar drásticamente el sentido de la conversación. Total, no es que le molestase, pero bien se notaba tensa a la de cabellos azabache.
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8/03/2017, 23:14
(Última modificación: 8/03/2017, 23:15 por Aotsuki Ayame.)
—Parece que hemos dado una impresión errónea sobre nuestra relación —respondió Mogura, tan cordial y educado como había demostrado ser hasta aquel momento. Al verle realizar una nueva reverencia, Ayame no pudo evitar preguntarse si siempre sería así de formal—. Es la primera vez que veo a Aotsuki-san, accidentalmente nos vimos involucrados en esta situación —añadió, mirándola de reojo y poniendo cierto énfasis en su apellido.
Parecía estar intentando decirle algo, pero Ayame no pudo menos que ladear la cabeza como un perrillo que no entiende lo que le están diciendo.
—Oh... lo siento si incomodé, es que parecen haber tomado confianza en poco tiempo —intervino Aiko, con las manos detrás del cuello en un gesto tranquilo—. Al verlos aquí a solas, pensé lo mas raro, quizás por pensar demasiado... jajaja.
Ayame no pudo menos que sonreír también.
—Más bien ha sido todo fruto de la casualidad. Después de creer que había algún tipo de pelea aquí, Mogura-san se ofreció a ayudarme con los shuriken y yo acepté —aclaró de nuevo, intentando por todos los medios no dar una imagen falsa sobre sí misma.
Lo último que deseaba en aquellos momentos era que pensaran que era ese tipo de chicas que siempre se comportan de manera inadecuada... y que además disfrutaban haciéndolo. ¡Ella no era así!
—¿Bueno, y ya sabes cuando te examinas? —añadió Aiko, y Ayame salió de sus pensamientos con un sobresalto.
—B... bueno... aún no se sabe la fecha exacta. Sólo hay rumores de que el próximo intento será entre finales de primavera y principios de verano...
«Suena tan lejos... y a la vez tan cerca... ¿Me dará tiempo a dominarlo todo?» No pudo evitar preguntarse, preocupada.
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Conforme algunas cosas iban siendo puestas en su lugar correcto, las dudas se iban despejando. Aiko ante todo parecía ser una persona con cierta inclinación a la diplomacia pues sabía como manejar la conversación de forma tal que esta nunca tuviese como final un silencio incomodo.
¿Bueno, y ya sabes cuando te examinas?
Fue la interrogante que tiró sobre la mesa la mujer de cabello igneo. La examinación de la cual hablaba era la prueba por la que todos los ninjas de Amegakure tendrían que pasar tarde o temprano para recibir su bandana y el rango de genin.
Ayame parecía tener cierta certeza sobre la fecha tentativa para el examen, pero aún así parecía quedar espacio para especular sobre eso, y eso no siempre era del todo bueno, a menos a ojos de un médico.
¿Te sientes preparada para el desafió, Aotsuki-san?
Mogura intentó hacer una pregunta con la intención de que la llama de la charla no se apagara en las gotas de lluvia que los cubrían. A lo mejor podría haber intentado tener un poco más de tacto para hacer aquella pregunta, pero en aquel tiempo era lo más natural en él.
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16/03/2017, 21:18
(Última modificación: 16/03/2017, 21:19 por Aiko.)
Tal y como explicó la chica de cabellera azabache, justo había pasado como a ella. El joven había confundido el entrenamiento con un combate, o algo similar, y había acudido en auxilio. Ésto quería decir que el chico o bien tenía buenas intenciones, o bienquería disfrutar como ella de un espectáculo gratuito y fortuito. Por suerte o desgracia, no lo llegó a encontrar, y terminó por echarle una mano en el entrenamiento. Éste hecho daba claridad en cuál de las dos opciones de acudir al sitio era mas probable por parte de Mogura; el chico había acudido de seguro por ayudar o incluso separar a los supuestos afectados del supuesto embrollo.
—Entiendo. —Contestó Aiko.
Cuando la pelirroja preguntó por la fecha del próximo examen, la chica contestó que aún solo había rumores; la fecha para el examen estaba aún a espera de ser anunciada. La fecha rumoreada rondaba por finales de primavera, pero no era algo fijo e inamovible. Quizás fuese antes, o después de esa mencionada... ¡Que descontrol educativo!
El joven se había mantenido algo alejado de la conversación, evadiendo su participación en la misma quizás por no molestar. Pero antes de que el silencio reinara, o bien la pelirroja volviese a romperlo, se adelantó y cargó contra la chica con una pregunta directa y sin titubeos. «¡Que poco tacto... jajaja...!» Pensó la chica, que observaría a la morena intentando contener su verdadero pensamiento. Inocente, la pelirroja levantó un poco la ceja al mirarla, esperando la respuesta de Ayame.
—Bueno... Tan solo eran unos cuantos lanzamientos a diana, un poco de taijutsu, y mostrar una técnica a elección, ¿no? ¿En qué partes crees que necesitas mejorar?
»La verdad es que hace bastante tiempo que hice el examen... ya casi ni recuerdo de qué partes consta... jajaja. Se atrevió a bromear, aunque quizás los otros dos chicos no pillaban el chiste, pues no sabían ni remotamente la edad que ostentaba la chica de cabellera color rojizo.
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—¿Te sientes preparada para el desafió, Aotsuki-san? —dijo Mogura, y la pregunta fue certera como una saeta directa al corazón.
Ayame hundió ligeramente los hombros.
—Bueno... aún no... por eso estoy practicando... —confesó, con un hilo de voz.
—Bueno... Tan solo eran unos cuantos lanzamientos a diana, un poco de taijutsu, y mostrar una técnica a elección, ¿no? ¿En qué partes crees que necesitas mejorar? —intervino Aiko, con un nuevo mazazo. Ayame hundió aún más los hombros y agachó la cabeza con la mirada sombría—. La verdad es que hace bastante tiempo que hice el examen... ya casi ni recuerdo de qué partes consta... —añadió, con una carcajada.
Pero Ayame, lejos de reír, se estaba mordiendo el labio inferior, intentando con todas sus fuerzas no echarse a llorar.
—Bueno... el taijutsu me fue más o menos bien... —En realidad había aprobado por los pelos—. Sobre lo que necesito mejorar... —Ayame tragó saliva, tratando de deshacer el punzante nudo que se le había formado en el pecho—. El lanzamiento de shuriken o el manejo del kunai... el Ninjutsu... la escalada vertical... caminar sobre el agua... —recitó, pero a cada elemento que nombraba bajaba más y más la voz hasta que se hizo casi incomprensible. Sin embargo, enseguida alzó de nuevo la mirada. En sus ojos brillaba una auténtica desesperación—. P... ¡Pero tengo que conseguirlo! ¡Hice una promesa!
Su padre, su hermano mayor, Kiroe, Daruu... ¿Cómo sería capaz de mirarlos a la cara si volvía a suspender el examen? Más le valdría que se la tragara la tierra que volver a casa con un nuevo fracaso entre sus manos. Y Daruu la estaba esperando para hacer alguna misión juntos. ¡Tenía que aprobar como fuera!
—Pero bueno... dejemos de hablar sobre mí —Aquello sonó casi como una súplica, pero Ayame se esforzó por esbozar una sonrisa.
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Mogura no era del todo capaz de notar su propia falta de tacto para decir algunas cosas, pero de igual manera podía llegar a apreciar cuando otras personas pecaban de lo mismo. Aiko quizá no fue tan tosca cuando dejó escapar las palabras de sus labios pero sin duda alguna la reacción en la joven estudiante fue casi tan contundente como las palabras del joven médico.
¿No será mucho, Watasashi-san?
Por un pequeño momento llevó su mirada hacía la de la pelirroja, pero no tardó mucho en regresarla a la joven de cabello azabache cuando esta empezó a hablar.
Bueno... el taijutsu me fue más o menos bien...
Comenzó entonces a describir vagamente como llevaba todo el tema de la preparación de aquella prueba tan importante para muchos. En aquel preciso instante no pudo evitar recordar como fue su propia prueba, un par de años atrás cuando todavía no estaba del todo seguro de que camino tomar.
P... ¡Pero tengo que conseguirlo! ¡Hice una promesa!
Sin duda alguna Aotsuki Ayame tenía cierta motivación para lograr su objetivo, había dado su palabra a alguien. No sabía a quien exactamente, pero realmente no importaba a ojos de Mogura.
Si le has dado tu palabra a alguien debes hacer tu mejor esfuerzo, Aotsuki-san.
Aquellas palabras, acompañadas de una ligera reverencia en señal de aprobación, trataban de sonar alentadoras pero no sería incorrecto asumir que también podían poner un poco más de presión sobre los hombros de la kunoichi. Seguidamente y en el momento en que la chica pidió pasar el tema a otra cosa que no sea ella no pudo evitar sentir curiosidad por lo que había dicho la mujer de pelo ígneo.
Watasashi-san.
Pronunció, llevando su mirada hacía la fémina.
¿Cómo fue tu prueba en la academia? ¿Aprobaste a la primera vez?
Consultó intentando saciar su curiosidad.
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24/03/2017, 23:40
(Última modificación: 25/03/2017, 00:06 por Aiko.)
La de cabellera azabache fue asaltada de pronto por un camión repleto de dudas y preguntas, que, pistola en mano no tuvieron compasión alguna con la chica. El chico fue el primero, y no por ello el mas cortés, pues su pregunta iba sin filtro alguno. Sin embargo, la chica se defendió como un gato panza arriba. Aunque quizás no de la mejor manera, parecía dudar aún de sus capacidades, y eso se notaba a la legua.
La chica mantuvo la compostura, intentando no ser demasiado tosca o agresiva con su pregunta, pero no pudo evitar escupirla. Al menos intentó suavizarla con un comentario de que ella ya casi había olvidado su examen, y de hecho no era para menos. Una persona normal y corriente termina olvidando lo que hizo o comentó varios años atrás, mucho mas si fueron algunas decenas... ¿Acaso no sería aún mas lógico cuando habían pasado ya casi cuatro decenas de año? Sin duda, no. Posiblemente era mas que razonable, y mas aún siendo que la chica no pasó de las mejores épocas allá atrás.
Ayame tomó fuerzas, y comenzó alegando que ya hizo bien la parte del taijutsu —Ya había hecho el examen— y terminó balbuceando numerosos deficits, pero de nuevo en últimas instancias tomó fuerzas para bramar que debía conseguirlo, pues se lo había prometido a alguien.
Mogura se apresuró a dar entendimiento a las palabras de la morena, y la pelirroja no fue menos. Encajó una rotunda afirmación gesticulada con la cabeza, que no tardó en reafirmar con palabras. —Así es.
La chica de cabellera azabache terminó inquiriendo cambiar el tema de conversación, a pesar de todo se encontraba incómoda, y no era de extrañar. Rápidamente, el chico tomó las últimas palabras de la Watasashi para dar un giro bastante rotundo a la conversación, pero que distaba del fundamente inicial de la conversación; el susodicho examen.
—Si, aprobé a la primera... tuve un gran apoyo para pasar el examen, mi padre, así como un fantástico premio de graduación que me llevó a querer pasar las pruebas con una buena nota. Recuerdo que en esos días solo quería un tatuaje, y mi padre me dijo que solo me dejaría hacerlo si aprobaba... quién pudiese regresar a esos días...
«¿Sería quizás mala idea contar hace cuanto pasó? Inventarme un examen sobre la marcha va a quedar hasta menos creíble... pero... no sé...»
»¿Alguna vez habéis escuchado historias sobre esos seres que nunca mueren, que beben la sangre de otras personas, y se hacen llamar hijos de la noche? Vampiros... —Comenzó a narrar, cual historia de miedo. De pronto, tomo aire, y lo dejó caer en un largo y tendido suspiro. —Pues yo ando entre ellos y las personas normales. No puedo morir, ni envejecer... pero el sol no me mata, ni las estacas en el corazón o la plata, aunque por otro lado tampoco bebo sangre... es normal que con mis ciento veinte años haya olvidado mi examen de genin. ¿No creéis?
¡Zasca! Así, sin vaselina ni leches. Lo soltó como un cubo de agua fría en una helada mañana de invierno, con maldad, con cubitos de hielo y todo en el proceso. De pronto, mantuvo la palabra en su pecho, guardó un ligero silencio.
Tardó un poco, pero al final lo hizo. Realzó una mueca de burla, sacando la lengua, e incluso guiñando el ojo izquierdo. —¡Nah! ¡Es broma...! Jajaja... Hace unos años el examen constaba de un combate, y si veían si estabas cualificada para avanzar, pues te deban la bandana, ganases o perdieses. Supongo que miraban la capacidad de reacción del genin en cuestión, sin limitarse al resultado.
Quien diría a los chicos que en esa absurda y surrealista broma había gran parte de verdad...
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—Si le has dado tu palabra a alguien debes hacer tu mejor esfuerzo, Aotsuki-san —la animó Mogura, con una nueva reverencia, y ella respondió con una sonrisa nerviosa.
—Lo intentaré.
—Watasashi-san —Ante su petición por cambiar de tema, Mogura se había vuelto hacia la pelirroja. Ayame suspiró, agradecida—. ¿Cómo fue tu prueba en la academia? ¿Aprobaste a la primera vez?
Ayame gimió para sus adentros. ¿Es que no había otro tema de conversación que no girara en torno a exámenes y demás?
—Si, aprobé a la primera... tuve un gran apoyo para pasar el examen, mi padre, así como un fantástico premio de graduación que me llevó a querer pasar las pruebas con una buena nota. Recuerdo que en esos días solo quería un tatuaje, y mi padre me dijo que solo me dejaría hacerlo si aprobaba... quién pudiese regresar a esos días...
«Así que fue entonces cuando se hizo su primer tatuaje.» Meditaba Ayame, echándole un rápido vistazo a la ristra de tinta que recorría el cuerpo de la kunoichi. «¿Se haría los demás en ocasiones especiales también?»
—¿Alguna vez habéis escuchado historias sobre esos seres que nunca mueren, que beben la sangre de otras personas, y se hacen llamar hijos de la noche? Vampiros... —Continuó Aiko, y Ayame palideció de manera casi instantánea. La narradora, tomó aire, y lo dejó caer en un largo y tendido suspiro—. Pues yo ando entre ellos y las personas normales. No puedo morir, ni envejecer... pero el sol no me mata, ni las estacas en el corazón o la plata, aunque por otro lado tampoco bebo sangre... es normal que con mis ciento veinte años haya olvidado mi examen de genin. ¿No creéis?
Un denso silencio invadió la atmósfera. Tan denso que se podría cortar con un cuchillo de untar. Ayame, lívida, contemplaba con los ojos abiertos como platos a Aiko sin atreverse a mover ni un músculo.
—E... entonces...
—¡Nah! ¡Es broma...! —exclamó Aiko, con una sonora carcajada—. Hace unos años el examen constaba de un combate, y si veían si estabas cualificada para avanzar, pues te deban la bandana, ganases o perdieses. Supongo que miraban la capacidad de reacción del genin en cuestión, sin limitarse al resultado.
Ayame abrió y cerró varias veces la boca, como un pez fuera del agua.
—Entonces... ¿no tienes colmillos...? —Aquello fue todo lo que fue capaz de pronunciar.
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Si, aprobé a la primera... tuve un gran apoyo para pasar el examen, mi padre, así como un fantástico premio de graduación que me llevó a querer pasar las pruebas con una buena nota. Recuerdo que en esos días solo quería un tatuaje, y mi padre me dijo que solo me dejaría hacerlo si aprobaba... quién pudiese regresar a esos días...
Una recompensa digna de un gran esfuerzo.
Atinó a contestar Mogura ante aquel primer comentario en respuesta a la pregunta que le había hecho instantes atrás. Parecía ser que el padre de la fémina era un hombre afectivo con su hija, o que al menos sabía como demostrar cariño a través de gestos.
Lo siguiente que diría Watasashi Aiko no parecía tener mucho sentido, clamaba ser una vampiro con muchos años encima. ¿Cómo se suponía que debía reaccionar el joven médico ante un comentario así? Técnicamente podría contar como un chiste, un comentario destinado a entretener y romper la atmósfera de tanta formalidad ¿O a lo mejor la mujer estaba tratando de deslizar una verdad difícil de digerir por medio de la comedía?
Un tanto incomodo silencio invadió la atmósfera. Aotsuki Ayame parecía haber visto un fantasma juzgando por la mirada que tenía en su rostro. Mogura por su parte estaba lo suficientemente complicado tratando de interpretar ese mensaje que no tuvo una reacción particularmente visible en su rostro.
E... entonces...
¡Nah! ¡Es broma...!Hace unos años el examen constaba de un combate, y si veían si estabas cualificada para avanzar, pues te deban la bandana, ganases o perdieses. Supongo que miraban la capacidad de reacción del genin en cuestión, sin limitarse al resultado.
Aquello ya tenía más sentido, una realidad que podía percibir gracias a que él mismo había estado en contacto en su momento con una situación como esa. No pudo evitar entonces asentir con la cabeza mientras en su cabeza no dejaba de pensar en lo primero que había dicho.
Entonces... ¿no tienes colmillos...?
Miró en la dirección de la joven estudiante y pensó que sería bueno intentar seguir la broma por un instante.
Aotsuki-san, los colmillos no son necesarios ya que no precisa sangre.
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