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31/03/2017, 22:04
(Última modificación: 31/03/2017, 22:04 por Aiko.)
Cuando la charla comenzó a topar con la "broma" de Aiko, el silencio se hizo casi sepulcral. La tensión fue tanta que casi podía untarse en una tostada, y endulzarla con un poco de azúcar. Si bien la tensión no podía ir a mas, la pelirroja hizo bien en cortar los preámbulos hacia lo que venía teniendo en mente desde un principio, hacer que no sonase tan mal. Una broma, quién diría que tras ésta había retazas de pura verdad, una verdad infumable. Vamos, ni con condimentos ni leches, totalmente absurda y rozando lo inhumano; como en esas historias que bien había nombrado.
Al fin, rompió el silencio sentenciando la broma. Pero, ninguno de los dos genin se atrevió a soltar una sola palabra. Sobre todo, la chica parecía haber palidecido drásticamente, el chico no había sido menos. Hasta que la pelirroja no comenzó a datar su examen, la de cabellera azabache no fue capaz de conjurar una frase completa. Para cuando lo hizo, no fue para menos que para preguntar si tenía colmillos. Mogura por otro lado parecía haber tomado a bien la broma, o solo era fiel a las palabras de la chica; no bebía sangre, y por eso no necesitaba colmillos.
Aiko no pudo evitar soltar una carcajada, casi moría en risa. —Jajajajaja.... Ex-exacto.... Mogura lo ha pillado
»Solo era una broma, todo el mundo sabe que eso son solo historias para hacer que los asustadizos no duerman. —Hizo entonces lo posible por quitarse un par de lágrimas de los ojos, y tras ello tomó un poco de aire, el cual ya le flaqueaba.
—Además, una criatura no muerta como un vampiro, no podría tener éste aspecto.
Jaque mate, ateos. Un no muerto jamás podría igualarla en belleza.
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—Aotsuki-san, los colmillos no son necesarios ya que no precisa sangre —intervino Mogura, pero Ayame no terminó de relajarse.
—¿Seguro...? —le preguntó en un susurro. Un acto estúpido, si tenía en cuenta que Aiko estaba prácticamente frente a sus narices.
La carcajada de la pelirroja hendió el aire, sobresaltándola. La chica se reía a mandíbula batiente, y tanta gracia parecía hacerle que estaba comenzando a quedarse sin aire.
—Jajajajaja.... Ex-exacto.... Mogura lo ha pillado. Solo era una broma, todo el mundo sabe que eso son solo historias para hacer que los asustadizos no duerman.
—Ya... ya lo sabía... —murmuró Ayame, con las orejas ardiendo de pura vergüenza.
—Además, una criatura no muerta como un vampiro, no podría tener éste aspecto —añadió, haciendo gala de su atractivo como un pavo real mostrando su adornada cola.
Ayame no pudo evitar reírse entre dientes. Aunque realmente no sabía si lo estaba diciendo en serio y de verdad se lo tenía tan creído o simplemente era otra broma suya.
De repente, el sonido de una sirena rompió el silencio. Y Ayame, lívida como una estatua de mármol, se volvió en su dirección.
—¡Ay, no! ¡Llego tarde a clase de Ninjutsu! —gimió para sí, y se puso a recoger a toda prisa todos los shuriken que había desperdigados por el suelo. En un abrir y cerrar de ojos había echado a correr hacia el torreón, aunque sin detenerse del todo a medio camino se volvió por última vez hacia ellos—. ¡Ha sido un placer conoceros! ¡Muchas gracias por los consejos!
A todo correr, Ayame rodeó los muros de la academia y entró a trompicones. Sólo le faltaría llegar tarde a sus clases para que su padre decidiera colgarla de los pulgares.
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¿Seguro...?
Consultó susurrando a Mogura la joven estudiante, intentando que Aiko, quien se encontraba a pocos pasos no la escuchara. La vista del joven médico se posó un par de segundos sobre ella y luego volvió a la mirada de la bella mujer. No había necesidad de contestar esa pregunta.
Watasashi Aiko no demoró mucho mas en dejar escapar una viva risa que sin duda alguna lograba marcarse en el corazón del joven chico.
Jajajajaja.... Ex-exacto.... Mogura lo ha pillado. Solo era una broma, todo el mundo sabe que eso son solo historias para hacer que los asustadizos no duerman.
Dijo entonces dandole su merecido credito al shinobi.
Ya... ya lo sabía...
Replicó Ayame con una marcada expresión de vergüenza.
Además, una criatura no muerta como un vampiro, no podría tener éste aspecto
Mogura no pudo evitar delinear una ligera sonrisa en ese momento, no había forma de que él pudiese negar eso. La kunoichi tenía toda la razón del mundo. Un ligero gesto de su cabeza, asintiendo levemente y tratando de disimularlo arreglandose el cabello de forma innecesaria.
Un sonido que sin duda alguna era familiar para todos se apoderó de la escena durante un instante, marcando la hora de volver a clases. Ayame debía irse y por eso comenzó a juntar sus pertenencias rápidamente.
¡Ha sido un placer conoceros! ¡Muchas gracias por los consejos!
Una vez dicho aquello, se echó a correr como una gacela, una gacela que iban a carnear si no llegaba a tiempo a clases.
El placer ha sido mío, Aotsuki Ayame-san.
Contestó en un tono no mas elevado que el que venía manejando durante la conversación. Probablemente la chica llegaría a escucharle bien de todas formas.
Entonces... Watasashi-san.
Después de un momento de que Ayame dejara la escena y los dejara solos. Mogura posó sus ojos sobre la mujer de melena ignea.
¿Qué vas a hacer ahora?
Una pregunta relativamente simple pero no por eso llena de tacto, podrían haber existido mas formas de preguntar algo como eso a la chica que te interesa conocer, pero Mogura era un poco tosco con esas cosas en aquel momento.
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Para cuando la de cabellera azabache quiso entrar en razón, una alarma mas que reconocida por los allí presentes hizo alarde de potencia, dejando medio sordos a los chicos. Si, se trataba de la sirena que anunciaba el inicio de las clases, y como un resorte la estudiante tomó las armas que aún quedaban en el suelo y salió corriendo como alma que lleva el diablo. En el mismo camino, y realmente de improvisto, la chica lanzó una despedida y dio a conocer su placer de haberlos conocido, así como agradeció la ayuda por los consejos. Todo muy rápido.
La pelirroja no pudo evitar una carcajada, y terminó por alzar la mano diestra, la cual movió de un lado a otro unas cuantas veces, despidiendose de la pequeña. —¡Adioooós! ¡Encantada de conocerte, pequeña!
Sin quererlo, soltó un adjetivo que realmente no concordaba del todo con lo que debía haber sido. Tampoco aparentaban tanta diferencia de edad como para que la considerase una mocosa, al menos eso aparentaba. Si bien se viese desde un punto de vista subjetivo, ciertamente no era para menos ese sobrenombre para Ayame.
Mogura, al igual que la pelirroja, también se despidió de la chica. Al desaparecer la estudiante de la escena, quedaron el chico y Aiko. Éste no dudó un solo segundo, y comenzó a hablar, llamando la atención de la kunoichi. Sin mas, disparó. Lanzó la pregunta que rondaba su cabeza, la cuál inquiría saber qué haría ahora la pelirroja. Ésta llevó su mirada a Mogura, y se encogió de hombros. Su gesto lo decía todo, acompañado de una mueca.
—Puessss.... ni idea. —Respondió la chica, que tras ello volvió a su compostura anterior. —Quizás vaya a jugar un rato a los dardos, o... no sé, la verdad es que andaba un tanto aburrida, y eso mismo me trajo aquí... jajaja.
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Había llamado la atención de la fémina y esta reaccionaría buscándolo con la mirada, seguidamente se encogería de hombros y haría un gesto que dejaría mas que en claro su realidad. La mujer no tenía mucho que hacer en aquel momento.
Puessss.... ni idea. Quizás vaya a jugar un rato a los dardos, o... no sé, la verdad es que andaba un tanto aburrida, y eso mismo me trajo aquí... jajaja.
¿Cómo debía reaccionar el joven médico ante aquella situación? No estaba realmente del todo seguro.
Podría proponer compartir el resto de la jornada desarrollando un tipo nuevo de droga ninja...
Comenzó a decir mientras miraba a la mujer a los ojos, como si aquello que ofrecía Mogura fuese más divertido que ir a lanzar armas arrojadizas a una diana blanca y roja con números. Las intenciones del muchacho de cabellera azabache eran las mejores, conocer un poco más a la mujer, pero en un intento mal llevado de disimularlo parecía querer llevar a la pelirroja a un aguantadero a cocinar metanfetaminas ninja.
¿Sería una opción más tentadora que lanzar dardos?
Consultó finalmente el curioso chico asomándose por debajo de su paraguas.
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La pelirroja inquirió que posiblemente acudiría a echar una partida a los dardos, en consecuencia de no tener nada mejor que hacer planteado para gastar su tiempo. Sin embargo, el chico soltó una barbarie de las que pocas veces se consiguen en un buen concierto. Así, sin mas, le soltó una de que podían invertir el tiempo en desarrollar una nueva droga ninja, que sería mas tentador que simplemente lanzar dardos a una diana. La verdad, razón quizás no le faltaba, pero no es algo que se suelte así a una persona que conoces desde apenas unos minutos atrás...
La chica arqueó la ceja, un tanto incrédula ante la propuesta tan disparatada. No tardó en borrar esa expresión, y atacó con una mueca de labio desviado hacia un flanco. —No creo que sea buena idea soltar una propuesta así a cualquier persona, chico. ¿Y si fuese una chunin infiltrada? Podría dar parte de ti perfectamente a los superiores, o directamente castigarte... —Inquirió tras deshacer la nueva mueca. —¿Hacer drogas? ¿En serio?
»Tienes suerte de que no sea chunin, ni tampoco una chivata. Pero en serio, no sueltes esos disparates sin pensarlo...
La chica se cruzó de brazos, y dejó caer un suspiro, resignada.
« Tan mala apariencia doy como para que me propongan ese tipo de cosas...? »
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Podría pasar cualquier cosa en contestación a su propuesta, la mujer podría haberse reído o simplemente decir que tenía algo mejor que hacer. Lo último que esperaba es que lo abordara de esa manera, como si fuese alguna clase de criminal intentando hacer algo que no era legal.
Pero...
Aiko no parecía dar tregua a Mogura con las palabras que salían de sus labios, incluso llegó a hacerle pensar que no se había expresado del todo bien, lo cual sin duda alguna sería algo mas que acertado.
Tienes suerte de que no sea chunin, ni tampoco una chivata. Pero en serio, no sueltes esos disparates sin pensarlo...
Seguidamente la fémina se cruzó de brazos sin mucho más que decirle. El joven médico había escuchado a todo lo que tenía para decir e incluso había bajado ligeramente la cabeza como si realmente se hubiese creído que estaba mal lo que estaba haciendo. Llevaría una de sus manos hasta su portaobjetos y lo buscaría desprender para poder tomarlo con ambas manos.
Pero... Watasashi-san, yo me dedico a eso... Como parte de mi especialización me veo frecuentemente trabajando con todo tipo diferente de drogas y venenos. Por favor, confírmelo.
Su tono de voz era ligeramente diferente de hace un momento, una voz un poco apagada. Sentía que no estaba hablando con un igual sino más bien con lo que realmente era, una persona un poco mayor que él y por tanto, debía manejarse con cierta formalidad.
Si Aiko miraba dentro del portaobjetos, vería claramente un montón de frasquitos que contenían líquidos de diferentes colores, uno más peligroso que el anterior y quizá lo más peligroso de todo, es que solo había un antídoto para todos esos.
Quizá en aquel momento la mujer podría interpretar las palabras de Mogura de otra manera, en vez de que su propuesta sonara a algo como "Vamos a cocinar metanfetaminas" podría sonar más a "¿Te apetece ayudarme en mi entrenamiento?"
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El chico intentó defenderse, pero la implacable pelirroja no dejó cavidad a eso. Lo abordó con su respuesta, sin clemencia, sin darle tiempo a respirar, buscando dejarle claro su opinión acerca del tema. Se cruzó de brazos, y mostró que realmente no estaba de acuerdo con esa decisión de soltar de buenas a primeras esa clase de locuras.¿A quién se le ocurría solicitar a una recién conocida crear drogas? Aún no podía creerlo...
Sin embargo, el chico aguantó el chaparrón. Así como las palabras de la chica. Cabizbajo, eso si, tomó su portaobjetos y se lo mostró a la chica. Mientras tanto, justificó que lo había dicho porque realmente se había especializado en eso, así pues debía de tratarse de algún tipo de ninja médico o similar. ¿No habría sido mas fácil preguntarle a la pelirroja si quería ayudarlo con su entrenamiento? La chica no pudo evitar sonrojar el rostro ante su equivocación. Se encendió como un farolillo en plena noche de invierno, y se mordió el labio, mientras que su mueca reflejaba un claro arrepentimiento.
—O-ostras... lo había entendido realmente mal... lo siento mucho. —Escupió la pelirroja. —Eres un especialista en ninjutsu médico o algo similar, ¿no?
»Aunque... la verdad, no tengo experiencia ninguna con ese tipo de cosas. No sé cómo podría ayudarte en eso...
La verdad sea dicha, en pocas ocasiones había estado en contacto con venenos y cosas similares, quitando su niñez. Había llovido mucho desde aquél entonces, literalmente, y apenas había sido consciente de ese elemento dañino. Por otro lado, aún no había explicado el chico en qué podía ayudarle, puesto que si ella no era especialista en ese ámbito raramente podría hacer algo por él.
—Yo no sé ni que llevas en esos tarros, casi te voy a estorbar mas que ayudar en tu labor... ¿no crees?
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Al final del día, el joven médico había ganado aquella discusión. La kunoichi no podría meterlo tras las rejas por preguntarle una burrada sin tacto como aquella, después de todo Mogura era una especie de dealer protegido por el poder militar de Amegakure. Loco pero real, como la vida misma.
Mi capacidad para expresarme ha creado una confusión. Por favor acepte mis disculpas, Watasashi Aiko-san.
Aquellas palabras y su conjunta reverencia se manifestaron casi al instante en que la fémina se disculpó por no entender lo que estaba diciendo. Seguidamente la pelirroja preguntaría por el área especifica en la que se centraba el chico.
Efectivamente, la familia Manase se ha especializado en ninjutsu médico desde hace mucho tiempo.
Contestó mientras volvía a colocar su portaobjetos en su lugar. Las palabras siguientes de Aiko comenzaban a sonarle como a un respetuoso "No", al menos para lo que él estaba acostumbrado a escuchar en su ambiente normal.
La gente anciana y amante de las formas normalmente no iba de frente al decir las cosas, si no que buscaba una manera de no sonar grosero dando mil y un giros antes de cerrar una idea.
Yo no sé ni que llevas en esos tarros, casi te voy a estorbar mas que ayudar en tu labor... ¿no crees?
¿Qué comía aquella mujer que hacía que sus palabras tuviesen tanta razón? Si la mitad del mundo hiciese lo mismo seguramente para aquel instante estarían todos en un mejor lugar. Lo cierto es que a Mogura le hicieron darse cuenta de que no sería muy buena idea el incluir a la kunoichi en su trabajo, al menos no en esa etapa.
Debo darte la razón, Watasashi-san.
No había más que decir, la colorada lo había convencido. Aunque...
Quizá podamos encontrarnos más adelante y pueda enseñarte que hay en todos esos "trastos" que cargo. ¿Eso sería aceptable?
No podía evitar no intentarlo una vez más y encontrar la forma de volver a ver a la pelirroja inmortal de Amegakure.
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22/04/2017, 17:48
(Última modificación: 22/04/2017, 17:49 por Aiko.)
El chico se disculpó casi a la misma vez que la pelirroja, aunque éste lo hacía por el hecho de haberse explicado tan bien como un libro cerrado, lógicamente. Extrañamente, había comenzado a tratarla con cierta distancia, como si se tratase de una anciana o algún tipo de persona mayor al que tratas con cierto respeto, independientemente de si lo merece o no. La cuestión era que hacía a la pelirroja sentir hasta mayor, y no era para menos.
—¡Hey! ¡hey! ¡HEY! Para el carro, que casi parece que hables con una señora de 50 años... «Y aunque sea verdad, ofende.»
»Creía que me conservaba un poco mejor... ¿tan vieja se me ve?
Sabía que la respuesta no era ni por asomo un si, aunque mirandolo de manera subjetiva, realmente era mayor a él, y podía responderle con un incómodo si. Inmediatamente, Mogura afirmó su afinidad al ninjutsu médico, al parecer su familia siempre había servido a ése propósito, y esa especialidad era como un linaje además de la sangre y el apellido.
Aiko recalcó que ayudarle en tareas científicas o médicas sería una mala idea, por no decir nefasta, no tenía ni idea de como abordar el tema y seguramente estorbaría mas que un cangrejo en una piscina. Mogura no quiso insistir mas, le dio la razón a la pelirroja, pero eso sí, instigó que en otra ocasión quizás podía enseñarle el uso de todos esos cachivaches que llevaba en el improvisado botiquín. La chica sonrió, y afirmó con la cabeza.
—Si, estaría bien que en otra ocasión me muestres eso, pero hoy creo que ganaré la partida de dardos. —Afirmó, haciendo una mueca en que sacaba un poco la lengua, bromeando con su comentario.
»Bueno, ha sido todo un placer. Nos vemos. Se despidió la chica, pensando que la propuesta del joven había sido como su tentativa.
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No era la primera vez que le contestaban de esa forma a la etiquetosa manera de comportarse del joven médico. Debería estar acostumbrado a recibir esa respuesta pero a sus ojos, la gente debería estar acostumbrada tambien a ser tratada con un poco de respeto. ¿Qué evitaba a las tres grandes potencias ninja de masacrarse las unas a las otras sino el respeto? Y quizá también, los tratos comerciales.
Creía que me conservaba un poco mejor... ¿tan vieja se me ve?
No, Watasashi-san.
Atinó a contestar tan rápido como pudo y desviar su mirada ligeramente a un lado, evitando que se notara la ligera sonrisa que había llegado a esbozar, no en burla ni nada por el estilo, sino por vergüenza. Vergüenza que si se la dejaba germinar se volvía rubor.
La kunoichi no tardó mucho más en volver al tema de los dardos, vaya, parecía que realmente se le daban bien las armas arrojadizas si tenía tanta confianza en que iba a ganar. Mogura se repuso tras escuchar eso, parecía que el encuentro finalmente iba a concluir, y posiblemente volvería a ver a la pelirroja.
Bueno, ha sido todo un placer. Nos vemos.
El placer ha sido mío. Gane la partida de dados, Watasashi-san.
Sus palabras irían acompañadas de una formal reverencia, como Amenokami mandaba. Su frase no era otra cosa que una forma tosca de decir "Éxitos en tu partida" pero ante todo con buena intención. Sin mayor intención de demorarse ni demorar a la bella mujer en su itinerario, comenzaría a dirigir sus pasos hacía su residencia.
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Ante la pregunta de la chica, Mogura negó rotundamente, era obvio que no se conservaba tan mal después de todo. Pero, nuevamente volvió a tratarla por su apellido, como cuando un pequeño habla a un adulto, igual. Después de habérselo advertido y todo, nada, el chico seguía en sus trece. ¿Quizás no podía simplemente llamarla por su nombre? A saber qué era lo que le retenía en esa posibilidad, pero desde luego la cara de Aiko mostró una mueca que claramente hacía gala a su mermada paciencia.
Intentó pasarlo por alto, y dejó que el rumbo de la conversación siguiese hacia un desembocado final, una despedida mas que palpable. Cuando la despedida llegó, de nuevo, el chico volvió a despedir a la pelirroja por su apellido. La chica dejó caer un suspiro, tras oír que Mogura ni le había prestado atención... ¿jugar a los dados? ¿Quién había hablado de juegos de azar?
—Mogura... no voy a jugar a los dados, si no a los dardos. No me gustan los juegos de azar. Y por última vez, por favor, llamame Aiko.... no es tan difícil. —Instó de nuevo, intentado convencer al chico.
Realmente tampoco le debía dar mucha importancia al hecho, es mas, quizás hasta debiese dejarlo tal y como estaba, después de todo éste vería como el paso del tiempo le afectaba al resto del mundo, y no hacía mella en la piel de la pelirroja. Irónicamente, por su bien, debía alejarse un poco de todos, como una buena autista en potencia...
Quizás el tiempo se la llevase algún día... quizás ese fuinjutsu algún día pecase en vagueza...
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El joven médico de cabello azabache quedó procesando lo último dicho por Aiko, no era del todo consciente de lo que había dicho. Por un instante sus funciones cerebrales le habrían engañado y olvidaría como pronunciar una palabra. ¿Podría deberse a la belleza de la pelirroja? Era posible pero también era posible que las habilidades de coqueteo de Mogura fuesen muy pero muy pobres.
¿Dados? ¿He dicho dados?
Su intención de comenzar su camino a casa cambiaría totalmente, no podía marcharse así como así.
Ah... Creo que se me mezclaron un poco las palabras...
Diría entonces volviendo su mirada directo a los ojos de la fémina. Curiosamente, en ese instante el tono de voz del muchacho y su forma de dirigirse parecían sumamente informal si se comparaba con lo anteriormente demostrado. Como si hubiese estado distraído lo suficiente como para olvidarse de las formas.
Aiko-san, no nos conocemos mucho pero si esta bien me dirigiré hacía ti de esa manera.
Eso sonaba más al Mogura que había conocido ese día. Posteriormente añadiría a sus palabras una muy correspondiente reverencia, no tan marcada, pues se suponía que hablaba con alguien a quien tenía más confianza. Técnicamente estaba accediendo a los términos de la inmortal, pero inconscientemente no estaba dando el brazo a torcer del todo añadiendo esa última partícula. Puede que se requiriese más paciencia aún.
Una pregunta. ¿Dónde puedo encontrarte en el futuro?
Un dato necesario si deseaba volver a encontrarse con la kunoichi para seguir con su avance.
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Mogura se quedó un poco atascado, procesando qué había dicho quizás, o a saber. Para cuando volvió a ser persona, dejando de ser una estatua, confirmó que se le habían mezclado las palabras. Al parecer, no es que no hiciese caso a la pelirroja en absoluto, si no que se había equivocado. Quizás la presencia de la chica le sacaba un poco los nervios a flor de piel. Por otro lado, tampoco había sido su intención... ¿Debía aflojar? Bueno, eso era difícil, ¿qué mas hacer si hasta le había pedido que la tutease?
Entrando en razón, el genin aceptó tratar a la kunoichi por su nombre, aunque no terminaba de quitarse las formalidades de su forma de ser. Increíble, le habían inculcado modales a base de bien. Pero bueno, ya había hecho un buen progreso si al menos le había sacado la costumbre de que la nombrase por su apellido.
—Si, la verdad es que prefiero eso, que me llamen por mi apellido me sabe mal...
Antes de que ambos tomasen rienda a sendos caminos, Mogura inquirió saber dónde podía encotrarla, puesto que realmente ésta era la primera vez que la veía, y no sabía nada de ella. En un principio, la chica pensó en dar su dirección, pero... dar a alguien su dirección era quizás una mala idea, ¿no? ¿Qué opinaría esa persona si después de varias decenas de años ella seguía con la misma apariencia y salud? Quizás era un grave error...
Buscó rápidamente por su mente, un lugar que frecuentase ciertos días, o un sitio donde con facilidad pudiesen verla.
—Ummm... pues, puedes encontrarme seguro casi todos los fines de semana en un karaoke que se llama "el panda de neón", está cerca del centro de Amegakure, suelo estar allí al caer la tarde. Allí es donde también juego a los dardos, si algún día vas por allí, seguro nos encontramos.
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En respuesta a su comentario, la fémina de cabello ígneo diría que prefería su nombre a su apellido. Curioso, pero posible. En su experiencia administrando ocasionalmente el negocio de su abuelo se solía encontrar con gente que prefería sellar negocios con un nombre o con otro dependiendo sus gustos e historias, a fin de cuentas Aiko era una persona. Inmortal, pero persona a fin de cuentas.
El panda de neón era el lugar que la muchacha había citado como su base de operaciones, en aquel lugar iba a cruzarla tarde o temprano. Si deseaba volverla a ver tendría que empezar yendo a ese lugar. El centro de Amegakure era un lugar muy transitado y la hora en la que la mujer se metía en esa zona parecía ser una de las más concurridas. ¿Tendría éxito en volver a dar con ella?
El panda de neón, trataré de no olvidarlo.
Tras decir aquello, llevó una de sus manos, la que no estaba sosteniendo su paraguas, hasta su cabello y con un rápido gesto trato de arreglarlo. Dato curioso, su peinado estaba exactamente como cuando se lo había arreglado en la mañana, no había nada que arreglar realmente.
Aiko-san, no deseo demorarte mucho más. Si me disculpas, me retiro a mi lugar de trabajo para continuar con mi proyecto. Ha sido un gusto.
Nuevamente se despediría de la mujer y acompañaría sus palabras con una reverencia ¿Cuantas veces se había inclinado ya en ese día? Puede que ya las suficientes, y aún faltaba para que el día terminara. Si no había nada que lo limitara para cumplir su cometido esa vez, comenzaría a caminar en dirección a su hogar.
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