—¡Señorita!— El mismo muchacho de cabellos rubios llegó en su auxilio, toalla en mano. —Acompáñeme por favor— Levantó el mantel para darle paso mientras extendía la toalla. —Puede cubrirse con esto en lo que llegamos a un lugar seco— Extendió la toalla con una mano mientras le tendía la otra, aún cuando él se estaba mojando. —No hay fuego ni nada, no sabemos porqué ha ocurrido esto— Quiso excusarse con la joven.

Entre tanto, los guardias cubrieron con mantas los objetos de valor y se los llevaron lejos del sitio, salvo por uno hombre que is bien vestía igual que los demás, destacaba por su calva cabeza. Envolvió el cuadro con cuidado, y pareció dirigirse a un pasillo distinto a donde estaban llevando el resto de piezas mientras maniobraba entre los asistentes que intentaban resguardarse del incidente.

Una mujer gorda vestida en violeta, con guantes blancos y sombrero del mismo tono se acercó a donde estaban Mei y el joven mozo. Todo estaba en orden, salvo por el delineador negro que parecían ser horripilantes lágrimas negras, la sombra roja que daba la impresión de que sus ojos estaban hundidos y el lápiz labial totalmente corrido dando la impresión de ser mucho más bocona de lo que realmente era.

—¡Dame una toalla a mí también, inútil!— Exigió con las manos en la cintura.

—¡L-lo-lo siento madame! No puedo.

Y como por arte de magia llego mi caballero de melena dorada, toalla en mano, terminó de subir el mantel y ofrecerme aquel manto para protegerme, mi mano se hizo rápidamente con el mismo para luego cubrir mi cabello y parte de mi rostro. Por su parte, él se estaba mojando, pero... Era un hombre, no usaba maquillaje, ni un peinado que no pudiera arreglar con la pasada de la mano o un peine que seguro tenía en su bolsillo.

— Muchas gracias— dije tras dirigirme a la nueva sala, aunque ante mis ojos no escapó la imagen de aquel calvo que se dirigía en dirección contraria a los demás.

Repentinamente la imagen de una dama obesa, con un conjunto violeta mal amarrado, guantes largos blancos, y su rostro... Sí que era un dilema, las gotas de agua no habían tenido compasión con ella.

— Cuanto respeto demuestra la alta alcurnia— fue mi intento de defensa para el rubio —. Por otra parte, vi a un hombre llevarse el cuadro en esa dirección, no los llevó con los demás— alcé mi índice por el camino que había tomado.

Busqué con mi mirada a Kokona, no la había visto.

—¿Respeto? ¡Es lo mínimo que corresponde luego de esto!— la mujer estiró los brazos mostrando su vestido totalmente pegado al cuerpo por la humedad, resaltando las llantas de la cintura. —Qué pésima organización— Bufó para luego darse la vuelta e irse.

—No es nuestra culpa...— Dijo por lo bajo, sin atreverse a ver a la mujer. Debido a que tenían una reputación que mantener, como empleado no podía alzar la voz o contradecirle nada a un cliente. —¿Cuadro?, ¿te refieres a la pintura de las montañas dragón?, ¿cómo que no se lo llevaron con los demás?— Comentó el joven parpadeando varias veces. —¿Quién fue el que se llevó el cuadro?— Preguntó alarmado.

Antes de que ella se diera cuenta, le dio un escalofrío al muchacho, y no precisamente por la humedad.

Pasé totalmente de la bola rosada andante, un poco de agua no podría ser una amenaza, no es como sí su cuerpo fuese de sal o azúcar y se fuese a derretir. Lo único atroz de todo es que ella parecía un monstruo de pantano andante, bueno mejor dicho la burla de uno de ellos.

—El cuadro que estaba junto a los demás premios!— respondí rápidamente, no sabía sí se trataba de dragones o montañas, no porque no lo hubiera visto, sino porque mi atención fue cautivada desde un principio por la joya y el kimono de seda.

—Fue un hombre calvo, como de esta estatura, más o menos— levanté mi mano a una altura que consideraba similar a la del ladrón —, y se fue por allá!— insistí con el índice el camino por el cual huyó, que parecía ser uno de los principales.

—¿Ahora que van a hacer?— le miré fijamente, quería saber su respuesta, porque algo que me preocupaba empezaba a crecer en mi interior...

La semilla de la curiosidad empezaba a brotar, no faltaría mucho para que floreciera.

—¿Hombre clavo?— Parpadeó el sujeto. —Tal vez yo luzca joven, pero llevo suficientes años trabajando para este casino cómo para conocer a mis compañeros de oficio, y puedo asegurar que no hay ningún pelón entre nosotros. Claramente se trata de un robo— Su rostro se ensombreció. —Incluso, me atrevo a sospechar que quizás los aspersores fueron saboteados a manera de distracción. Digo, el equipo de mantenimiento se encargó de que todo estuviera impoluto para esta noche, es imposible que hallan fallado de la nada—. Sacó un peine de bolsillo y trató de arreglar algo su cabello. —Voy a tratar de alcanzar al sujeto, antes de que se salga con la suya— Si nada lo detenía, correría lo más rápido posible tras la ruta indicada por Mei. —No va a poder pasar desapercibido cargando algo tan grande en mano.

Tenía un aire de determinación bastante alto, era increíble que fuera el mismo tipo que se quedó temeroso ante el atosigamiento de Akasha.

El rubio buscó en su memoria con agilidad, no recordaba ningún compañero suyo que fuese calvo, es más, aseguró que fuese así, intuyó rápidamente que se trataba de un robo mientras su rostro se ensombrecía, hizo que un escalofrío recorriese mi espalda.

En cuestión de segundos el sujeto demostró una actitud totalmente diferente, demostraba una determinación repentina, y salió corriendo sin dudar por dónde mi índice anunciaba.

—Espera! ¿No pedirás refuerzos?— miré a mi alrededor, el caos parecía mantenerse.

«Y repentinamente un robo se planta ante mi, será mejor que vaya a ayudar, quiero saber en qué acaba todo esto»

No tardé más que unos pocos segundos para salir detrás del rubio, esperaba no ir demasiado tarde para no perder el rastro.

—HEY! VOY DETRÁS DE TI A AYUDARTE!!— vociferé en caso de ser necesario.

—¡Si me pongo a buscar ayuda perderé tiempo y el culpable podría escapar!— Le echó en cara a la Aburame mientras tiraba a correr. Sin embargo, probablemente no estaba tomando en cuenta que el criminal pudiese ser peligroso de una u otra forma y que al no contar con refuerzos de todas formas se le imposibilitaría recuperar la obra de arte. La chica decidió seguirlo, pero él no tenía intenciones de frenarse para reprocharle, así que no dijo nada y siguió con su camino a través del angosto pasillo que llevaba a la salida trasera.

Iba tan rápido, que al llegar a un cruce no pudo evitar chocar con cierta dama de ojos anaranjados que venía caminando en la otra dirección.

—¡AHHHH!— Gritó Kokona al caer abruptamente al suelo, empujada por el muchacho.

—AY DIOS NONONONONONONO— Se quedó petrificado unos segundos y sudando a mares al ver a la mujer de negro intentar levantarse. —¡¿Seencuentrabienseñorita?! Perdón, perdón, perdón— Se inclinó repetidas veces para disculparse.

—¡¿Y si mejor me ayudas a levantarme?!— Infló los cachetes, molesta. —Oh, Mei... ¡Ay!, au...— Se sobó la pierna.

Sus cabellos estaban bastante humedecidos y se le pegaban al rostro al igual que su vestido, aunque su maquillaje estaba igual de impecable que cuando la vio por primera vez.

—¡Lo siento hay prisa!— Trotaba en el mismo sitio, esperando a que se quitara de enfrente para poder seguir en búsqueda del ladrón.

Gracias a mi rápida reacción pude seguir al rubio de cerca, seguramente porque él era un civil y yo una shinobi y tenía mejores aptitudes físicas que él, o eso pensé en el momento. El trabajador se excusaría diciendo que podría perder tiempo sí lo invertía en ello y que se escaparía irremediablemente, en teoría tenía razón.

Por cuestiones del destino mi acompañante colisionó con alguna persona, pude escuchar su grito, él había quedado en pie, muy buena resistencia, lo que no sabía es que yo no había logrado meter el freno en el momento preciso, por lo que terminaría golpeando su espalda y cayendo de lleno sobre el cuerpo de aquella inocente mujer; posiblemente quedasemos los tres en el suelo.

—Auch!— me quejé mientras intentaba ponerme de pie lo antes posible —. NO frenes así— hice énfasis en aquella negación.

El muchacho no tardaría en hacer mil y un reverencias antes el desastre que acababa de ocasionar mientras perdía perdón a la afectada, quién cuando hablo reveló una voz muy familiar —¿Kokona?— Inquirí rápidamente para ser yo quien le tendiese una mano a la mujer —Te perdí de vista cuando ocurrió todo el caos— expliqué rápidamente —, alguien robó la pintura de las montañas del dragón y ha venido por aquí, ¿no has visto un hombre calvo con un paquete enorme en brazos?— cuestioné rápidamente.

AO

—Perdóname si te preocupé, cielo. Es sólo que quería evitar mojarme demasiado, pero al final no lo conseguí— Sonrió alicaída, aunque el gesto se le apagó al escuchar el asunto del cuadro. —¿Robo, aquí? ¡Eso es una locura!— Exclamó estando aún en el suelo. —Yo no he visto pasar a nadie, me dirigía a los baños a por una toalla para secarme el cabello cuando choqué con ustedes— Intentó ponerse en pie cuando Mei le sujetó de la mano, pero la soltó e hizo una mueca extraña al tratar de apoyar el talón. —Ay dios, creo que me lastimé el tobillo y quizás necesitaré una muleta. ¿Puedo pedirles que por favor que alguien me deje apoyarme en su hombro para poder caminar hasta mi cuarto?— Se cubrió la boca apoyando su dedo índice en los labios mientras observaba con ojitos llorosos a ambos.

—Me lleva la que me trajo...— Refunfuñó el trabajador. —No es que quiera ser descortés con un cliente pero, pero, pero, pero...— Se le hacía muy difícil decirle que no, en especial porque probablemente resultó lesionada pos su culpa. Sin embargo, el peso de perder una pieza de alto valor era algo con lo que no podría lidiar en su conciencia.

Y mientras hablaban, los segundos seguían su curso.

Kokona se excusó mencionando que buscó refugio en el baño después del atentado del elemento agua hacia todos los invitados, quiso recuperar un poco su imagen, cosa que yo también hubiera hecho sí me hubiese mojado.

—Ay dios, creo que me lastimé el tobillo y quizás necesitaré una muleta. ¿Puedo pedirles que por favor que alguien me deje apoyarme en su hombro para poder caminar hasta mi cuarto?—

Mi rostro se puso un poco más serio, ¿acaso era eso una distracción? «¿Hasta su cuarto?» No sabía que habían cuartos ahí, el comentario me tomó por sorpresa.

—Claro! Por dios, ¿cómo vas a dejarla ahí?— encaré al rubio, quien a pesar de decir que no quería ser descortés lo estaba siendo, obviamente él tenía otras prioridades, pero estaba apenado todavía por el incidente —. Tú has de saber en dónde se encuentran los cuartos— puse mi mano en el hombro del muchacho y lo alenté para que ayudase a la mujer.

—Lo mejor será que te apures, yo me adelantaré!— dije con entusiasmo mientras hacía uso de mi agilidad y destreza para pasar sobre ellos, a pesar de andar con una ropa no tan cómoda para la acción. Correría por el pasillo esperando haber elegido el camino correcto, o que el trabajador me echase un grito sí me veía tomar el rumbo errado.


AO: 1- Nueva, 1- Mantenida

—¡Alto ahí!— en cuanto la kunoichi empezó a correr, la voz del Yotsuki intentó frenarle asomándose desde el otro lado del cruce.

»¿Cómo pretendes tú frenar a ese sujeto? Lo escuché todo mientras venía de los baños. Déjame decirte que una civil no debería inmiscuirse en estos asuntos de esa forma, en cambio, yo si que estoy preparado para estos casos.

El agua había hecho de las suyas, removiendo el gel fijador y por consiguiente causando que su cabello volviese a ser rebelde igual que antes. Su clásica sonrisa no había desaparecido de su rostro y decidió saltar hasta alcanzar a la Aburame.

—Te estoy diciendo esto por tu bien.

No había terminado de dar tres pasos cuando una voz me hizo detener, me giré para ver de quién era porque no la reconocí.

—Aahh... Eres tú— comenté con cierta decepción al toparme con el enano.

—¿Cómo pretendes tú frenar a ese sujeto? Lo escuché todo mientras venía de los baños. Déjame decirte que una civil no debería inmiscuirse en estos asuntos de esa forma, en cambio, yo si que estoy preparado para estos casos.— comentó otorgándose todo el derecho a quedarse con la emoción de la noche.

Una sonrisa burlona se dibujó en mi rostro —. ¿Crees que me arriesgaría sin saber como defenderme?— era evidente que él no sabía que yo era una kunoichi hecha y derecha, y todavía no tenía porque saberlo, ¿o sí?

—Te estoy diciendo esto por tu bien.

Seguí la marcha puesto que estábamos perdiendo tiempo —. ¿Qué apostamos sí puedo defenderme por mi propia cuenta?— comenté dando pie a una posible competencia.

—¿Crees que me arriesgaría sin saber como defenderme?

—Pues, sí— Soltó mientras se cruzaba de brazos.

—¿Qué apostamos sí puedo defenderme por mi propia cuenta?

—Y ahí va la burra al trigo de nuevo...— Rodó los ojos. —¿Crees que puedes estar al nivel de un shinobi? En tu condición dudo que puedas superar... Algo no estaba bien en su apuesta. "Demasiada seguridad. O es extremadamente tonta o..." Afiló la mirada. —...me—. Remató tras unos segundos después. —Además, ¿que tienes TÚ que pudiese interesarme a mí?— Soltó con desdén.

Sin embargo, el mozo lucía exasperado ante la discusión de ellos, por lo que en un momento dado no pudo contenerse más y alzó el puño con firmeza, explotando en rabia.

—¿¡PODRÍAN DEJAR DE PERDER EL TIEMPO EN UN MOMENTO CRUCIAL!?— Interrumpió abruptamente. —¡Cada segundo cuenta y ustedes dos están aquí discutiendo por sepa que cosa! Me da igual quién o qué sea, basta con que alguien alcance al ladrón. Yo llevaré a la dama adentro y luego iré en busca de refuerzos para que se encuentren con ustedes luego. ¡Más ayuda el que no estorba!— Bufó molesto mientras extendía su brazo a Kokona. —Trataré de alcanzarlos si me es posible, PERO VAYAN DE UNA PUTA VEZ—. Estaba extremadamente exasperado y sonaba muchos más agresivo.

Incluso la de ojos anaranjados le observaba con extrañeza mientras apoyaba su brazo en la nuca del joven, parpadeando atónita ante lo ocurrido.

—Cómo sea— Le daba igual que dijera o hicieran ya, él partiría rápidamente ignorando a todos los presentes. Concordaba con el trabajador, así que con Mei o sin ella, iría en búsqueda del prófugo.

—¿Crees que puedes estar al nivel de un shinobi?

Aquellas palabras hicieron detener mi andar, lancé una mirada inquisidora hacia el muchacho que se jactaba de poder resolverlo todo él —¿Acaso crees que no estoy a tu altura?— dije en un tono totalmente irritado.

—Además, ¿que tienes TÚ que pudiese interesarme a mí?—

—Modera tus palabras amenio, que alguien no cargue una placa con el símbolo de su aldea no significa que no sea un shinobi— sí las miradas matasen...

—¿¡PODRÍAN DEJAR DE PERDER EL TIEMPO EN UN MOMENTO CRUCIAL!?—

Mis orbes se posaron en la figura del trabajador quien ahora estaba ayudando a Kokona, él estaba igual de molesto que yo, pero sobre todo por nuestra inacción.

Bufé ante el regaño y antes de que dijesen las últimas palabras y que Roga reaccionase, me adelanté y seguí el camino a una velocidad más rápida que la anterior, no me volvería a detener.

—Ah bueno~ Sonrío enseñando la dentadura cuando la muchacha confirmó sus sospechas, ignorando la mirada de furia asesina que Mei le dedicó.

"Pues me ahorró el trabajo de averiguarlo." Dado el atrevimiento de la muchacha, lo sospechó, aunque fue la propia Aburame quién profirió que la placa no era necesaria. Satisfecho con aquello, se apresuró para seguirla. Aunque, sabiendo aquello, no iba a dejarla tranquila luego de eso. "¿Será de Uzu o de Kusa? Aunque por la forma despectiva en la que habla quizás sea de Uzu." La sonrisa se le desapareció de los labios. Estaba consciente del resquemor que existía entre ambas aldeas y terminar en pleito con una extranjera de esa forma no sería para nada agradable. "O quizás sea de Kusa y no pase a mayores." Quiso pensar para aliviarse.

Mientras avanzaban, verían un cartel con una flecha roja que indicaba el camino hacia la salida de emergencia, siendo esta las puertas traseras del casino.

—Y entonces nena, ¿de que aldea sos?— Asumió en su totalidad que ella era kunoichi, pero su comportamiento tampoco se asemejaba al patrón de una exiliada. "Quizás no está de servicio y vino de vacaciones por aquí, no sería raro." Mientras avanzaba, desvió su mirada a algunos cruces que habían antes de llegar a la salida trasera. "¿Estaremos siguiendo el camino correcto? Es demasiado obvio que huiría donde nadie estuviese vigilando..." Meditó para sí.