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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
— Hay que hacer algo. No sale de sus cuatro paredes y está perdiendo el tiempo. Por no hablar de las fantasias esas que tiene en la cabeza.

— Lo sé, lo sé, pero... ¿Qué puedo hacer yo? ¡Tu eres su madre!

La mujer de cabellos negros azabaches y vestido también negro con detalles rojos dio un nuevo sorbo de su vaso de agua. Al otro lado otra mujer, la mentada madre, que había perdido algo de peso tras lo ocurrido en los dojos del combatiente, ahora reducidos a la nada por culpa de aquella bestia.



¡PLOF!



Una nube de humo surgió encima de la madera de aquella mesa situada en la terraza del jardín de aquella casa de Uzushiogakure. Cuando se disipó se dejo ver una araña de un tamaño bastante mayor al de una araña común, lucía exactamente igual que la conocida Kuromibojin. Todos sus ojos, rojos como la sangre, su cuerpo negro como el carbón a excepción del abdomen que lucía el símbolo de la Kuromibojin en un rojo mate un tanto oscuro, más que rojo, era carmesí.

— ¡Yeeeeey! — soltó mientras alzaba sus dos patas delanteras como si estuviera saludando — Perdonad que os haya interrumpido así de golpe. Ya sé que el chaval lo está pasando un poco chungo, os estoy vigilando por orden directa de la Kuromibojin

Ambos mujeres se quedaron mirando al arácnido poco convencidas aunque podría cuadrar, por lo que simplemente se cruzaron la mirada y volvieron a centrarse en el animal. Setsuna suspiró y apoyó su barbilla sobre la palma de su mano que, a su vez, estaba apoyada por el codo sobre aquella mesa.

— Eh, tías, ¿Qué os pasa? ¿No vais a tirarme insecticida en los quelíceros? ¿No vais a tratar de aplastarme con vuestras sandalias? ¡Yuhuuuuuuuuuuuu!

— Di lo que tengas que decir, por favor

La pelinegra, como de costumbre, directa al grano.

— Vale, vale, no te ralles. — carraspeó como si se preparase para el gran discurso y se puso sobre sus patas traseras, levantándose — Mirad, la Kuromibojin está que se le sube la mosca al quelícero, ¿Sabéis? Y cabrear a esa 8 patas no es buen negocio, os lo aseguro. Yo solo soy su mensajera, ¡LA GRAN KUMOPANSA! El caso, la Kuromibojin tiene fe en el chico, pero últimamente tras lo que ocurrió en el torneo ese está algo rallada. Así que quiere ver progresos a final de año. Haced que se ponga las pilas. Todo por el objetivo en común por qué.... ¿Lo recordáis, cierto?

— Joder, te lo dije Setsuna. Hasta ellas han venido para mostrar su preocupación. Llevatelo donde quieras, hazlo como sea, pero quiero que entrené duro para impresionar a la Kuromibojin. ¡No debemos jugar con fuego!

— ¡Así se habla, tronca! Digo... ¿Como os llamáis?

— Naomi, y esta es Setsuna

— En ese caso... Creo que ha llegado el momento. Iremos al Valle de Unraikyo. Si Kumopansa desea venir será bienvenida. Naomi, partiremos hoy mismo, procura que le permitan echarse unas buenas vacaciones-

— Sí, déjalo en mis manos

— ¡Unraikyo allá vamos! ¡¡Yeeeeeeeeeeeeeeeey!!

Aquel mismo día, tras aquella pequeña pero importante charla, Setsuna, Kumopansa y yo mismo partimos en contra de mi voluntad.
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#2
— Así que tu eres el elegido ¿Eh? No tienes mucha pinta de héroe, tío

Suspiré para no soltarle un moco. El horno no estaba para bollos precisamente.

— ¿De donde has sacado a esta araña?

*Ni hemos salido de la aldea que ya me cansa..*

—Venga, Yotita, no le hagas mucho caso y ya está. Es una enviada de la Kuromibojin, ya te lo he dicho. Están preocupados por ti, como lo estamos mamá y yo

Aquella mujer trataba de ser reconfortante, pero era incapaz de dejar de darle vueltas. Mi inutilidad ante la adversidad cuando el caos se desató en aquel estadio, lo que dijo Hagoromo... Nadie me creía, dicen que fue producto del shock pero era demasiado real como para ser mentira, ¡Él nos salvó a todos!

— ¡Eh, eh, eh! ¿Os vais a poner serios de nuevo? Qué rallada. ¿Sabes qué? Voy a ir a informar a la Kuromibojin de este viaje, seguro que al menos la reconforta, ¡Pero no hagáis el vago, eh! Os estamos vigilando...-

— ¿Qué vi..

Desapareció bajo una nube de humo y nos quedamos los dos solos.

— ¿Qué cojones? ¿Va en serio lo de Unraikyo? Joder...

— Eso me temo. Es totalmente necesario, Yotita. Superarás lo que sucedió en el torneo y te volverás más fuerte. Así podrás proteger a tus seres queridos, ¿Es eso lo que querías, verdad? Yo me ocupo del resto

Masajeó mi cabeza revolviendo mis cabellos a la par que yo me encogía de hombros, incrédulo.

— Si tu lo dices... — suspiré tratando de aliviar la carga que notaba sobre mí — Por cierto, ¿Sabes algo de Eri? Desde aquel día que no sé nada de ella...

— Me temo que no, lo siento. Pero no te preocupes por ella, ¡Seguro que está bien! Además, ahora es tu momento, conseguirás enorgullecer a tu padre, te lo prometo

*Papa.... A ti tampoco te pude ayudar...*

Bajé la cabeza, dolido. Últimamente era el gesto que más veces repetía, pero Setsuna se dio cuenta y pronto recibí su palmada en la espalda.

— Venga, vamos, no hay tiempo para ponerse triste. Nos espera un largo viaje hasta Unraikyo

— ¡Vale!

— A partir de este momento empieza el gran entrenamiento que te convertirá en todo un hombretón

La primera desde hacía mucho tiempo. Había olvidado lo que se sentía al dibujar una sonrisa, aunque fuese poco pronunciada, pero Setsuna me hizo sentir algo mejor.

En algo más tenía razón. Nos esperaba un viaje largo, jodidamente largo. Tal como 6 dias y sus 6 noches sin descanso, cargando con la única mochila, la cual casi era más grande que yo mismo y pesaba como el puto mapache que me comió. Bueno, no tanto, pero pesaba mucho. Para redondear estábamos en pleno verano y bajo aquel sol de justicia todo se hacia mucho más pesado. En fin, logramos llegar la semana siguiente y allí estábamos, en Unraikyo entre todas aquellas formaciones rocosas y alguna que otra montaña, formando un bonito valle, bañado por las nubes bajas. Aprovechamos el día de llegada para que yo y solo yo montase el campamento donde íbamos a pasar una larga temporada mientars Setsuna se limitaba a darme órdenes. Por momentos creo que llegué a odiarla. Todo por la misma excusa.

— Todo forma parte del entrenamiento
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#3
— ¿Podemos hablar ya del maldito entrenamiento?

Pregunté ansioso ya de saber respuestas.

Había pasado ya una semana tras nuestra llegada al valle de Unraikyo en la que practicamente no había dejado de correr, entre las montañas, subiéndolas. Básicamente haciendo ejercicio como un loco.


— Estás entrenando duro, Yotita. Recogerás tus frutos más pronto de lo que crees. Tienes que cree en ti mismo, el potencial lo tienes — decía la pelinegra apuntándome con la brocheta de pescado a la brasa — ¿Por qué no coges uno? Necesitas recuperar energías

— ¡Por qué es un puto pez, qué asco!

No me olvidé de enviar una mirada cargada de odio hacia el espécimen con cara de bobo que se estaba tostando encima de nuestra hoguera.

— Bueno ya comerás

— Vale, ¿Ahora puedes decirme de qué va este entrenamiento?

— Vale, vale, no te pongas así — contestó Setsuna con una sonrisa

— A veces me recuerdas a tu padre, ambos con el mismo ímpetu. Pero antes déjame contarte algo. ¿Sabías que él fue mi sensei? Antes de que pudiera ser tu sensei, Ryusuke me enseñó todo lo que sé

— ¡No jodas! ¿Es en serio?

*Tendría que haberlo sospechado..*

Setsuna asintió ante mi sorpresa, hasta se me había abierto la boca.

— Exacto, tu padre me convirtió en la kunoichi que hoy en día soy. Ya lo sabes, pero debes saber que era un gran hombre. Vamos coge tu bacalao y cometelo

— Qué pesada eres. Si lo cojo al menos te callarás y me dirás de qué va el entrenamiento

Acabé cogiendo el tronco en el que estaba clavado el pescado, mirandomelo de reojo pero todavía sin hincarle el diente.

— Vamos, pégale un bocado. Bueno, lo que te iba diciendo. antes de que tu nacieras, Ryu diseño una técnica única que solo se ha enseñado a miembros de la familia. De hecho me la enseñó solo a mí así que hoy en día soy la única que sabe usarla. Él quiso que tu la aprendieras así que esa fue una de las razones por las que hoy en día soy tu sensei. ni siquiera la conoce tu madre

— Una técnica... ¡¿ÚNICA?! — Me exalté un poco. ¿Estaba en aquel lugar dejado de la mano de Dios para aprender la técnica de papá? Inconscientemente tomé un poco del pescado entre malas caras — ¿De qué se trata? Vamos a entrenar, venga

— No tan deprisa, Yotita. Ahora necesitas descansar, ha sido un día duro. Además, antes de que nos metamos de lleno en la técnica debes aprender a controlar tu cuerpo, llevarlo al límite, prepararte para un entrenamiento duro de verdad, no como los que has hecho hasta ahora. Esta técnica requiere de un control preciso del chakra. Debes tener paciencia.

Sin darme cuenta iba dando mordiscos y a aquel ritmo pocos bocados faltarían para terminármelo.

— ¿Y cuanto tendré que esperar para que me la enseñes?

— Eso depende de ti, Yotita — contestó mostrándome una amplia sonrisa

*Joder, no ayudas, ¿Eh?*

— Ahora a descansar que mañana empezaremos con las pesas. Buenas noches

— ¿Qué? ¡Joder!

— ¡¡Yeeeeeeeeeeeeeeeeeey!! ¿Me echabais de menos troncos? Seguro que si

Me asusté de tal manera ante aquel grito que las espinas y aquella ramita de madera cayeron al suelo. Pronto las hormigas cosecharían el premio por el que habían estado esperando. Me giré y vi aquellos ojos rojos brillantes a medida que Setsuna ya estaba en la tienda de acampada, tratando de conciliar el sueño.

— ¿Qué pasa tío? ¿Has visto un fantasma? Esas cosas dan grima, tronco. menos mal que yo no lo eh visto — decía Kumopansa a medida que se acercaba y poco a poco gracias a la luz del fuego dejaba entrever su oscuro cuerpo — Bueno, ¿Qué? ¿Como va ese entrenamiento?

— Mal, no hago más que correr. Dice Setsuna que me enseñará una de las técnicas de papá, ¡Espero que lo haga pronto!
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