30/06/2016, 23:48
(Última modificación: 30/06/2016, 23:53 por Sasagani Yota.)
— Hay que hacer algo. No sale de sus cuatro paredes y está perdiendo el tiempo. Por no hablar de las fantasias esas que tiene en la cabeza.
— Lo sé, lo sé, pero... ¿Qué puedo hacer yo? ¡Tu eres su madre!
La mujer de cabellos negros azabaches y vestido también negro con detalles rojos dio un nuevo sorbo de su vaso de agua. Al otro lado otra mujer, la mentada madre, que había perdido algo de peso tras lo ocurrido en los dojos del combatiente, ahora reducidos a la nada por culpa de aquella bestia.
Una nube de humo surgió encima de la madera de aquella mesa situada en la terraza del jardín de aquella casa de Uzushiogakure. Cuando se disipó se dejo ver una araña de un tamaño bastante mayor al de una araña común, lucía exactamente igual que la conocida Kuromibojin. Todos sus ojos, rojos como la sangre, su cuerpo negro como el carbón a excepción del abdomen que lucía el símbolo de la Kuromibojin en un rojo mate un tanto oscuro, más que rojo, era carmesí.
— ¡Yeeeeey! — soltó mientras alzaba sus dos patas delanteras como si estuviera saludando — Perdonad que os haya interrumpido así de golpe. Ya sé que el chaval lo está pasando un poco chungo, os estoy vigilando por orden directa de la Kuromibojin
Ambos mujeres se quedaron mirando al arácnido poco convencidas aunque podría cuadrar, por lo que simplemente se cruzaron la mirada y volvieron a centrarse en el animal. Setsuna suspiró y apoyó su barbilla sobre la palma de su mano que, a su vez, estaba apoyada por el codo sobre aquella mesa.
— Eh, tías, ¿Qué os pasa? ¿No vais a tirarme insecticida en los quelíceros? ¿No vais a tratar de aplastarme con vuestras sandalias? ¡Yuhuuuuuuuuuuuu!
— Di lo que tengas que decir, por favor
La pelinegra, como de costumbre, directa al grano.
— Vale, vale, no te ralles. — carraspeó como si se preparase para el gran discurso y se puso sobre sus patas traseras, levantándose — Mirad, la Kuromibojin está que se le sube la mosca al quelícero, ¿Sabéis? Y cabrear a esa 8 patas no es buen negocio, os lo aseguro. Yo solo soy su mensajera, ¡LA GRAN KUMOPANSA! El caso, la Kuromibojin tiene fe en el chico, pero últimamente tras lo que ocurrió en el torneo ese está algo rallada. Así que quiere ver progresos a final de año. Haced que se ponga las pilas. Todo por el objetivo en común por qué.... ¿Lo recordáis, cierto?
— Joder, te lo dije Setsuna. Hasta ellas han venido para mostrar su preocupación. Llevatelo donde quieras, hazlo como sea, pero quiero que entrené duro para impresionar a la Kuromibojin. ¡No debemos jugar con fuego!
— ¡Así se habla, tronca! Digo... ¿Como os llamáis?
— Naomi, y esta es Setsuna
— En ese caso... Creo que ha llegado el momento. Iremos al Valle de Unraikyo. Si Kumopansa desea venir será bienvenida. Naomi, partiremos hoy mismo, procura que le permitan echarse unas buenas vacaciones-
— Sí, déjalo en mis manos
— ¡Unraikyo allá vamos! ¡¡Yeeeeeeeeeeeeeeeey!!
Aquel mismo día, tras aquella pequeña pero importante charla, Setsuna, Kumopansa y yo mismo partimos en contra de mi voluntad.
— Lo sé, lo sé, pero... ¿Qué puedo hacer yo? ¡Tu eres su madre!
La mujer de cabellos negros azabaches y vestido también negro con detalles rojos dio un nuevo sorbo de su vaso de agua. Al otro lado otra mujer, la mentada madre, que había perdido algo de peso tras lo ocurrido en los dojos del combatiente, ahora reducidos a la nada por culpa de aquella bestia.
¡PLOF!
Una nube de humo surgió encima de la madera de aquella mesa situada en la terraza del jardín de aquella casa de Uzushiogakure. Cuando se disipó se dejo ver una araña de un tamaño bastante mayor al de una araña común, lucía exactamente igual que la conocida Kuromibojin. Todos sus ojos, rojos como la sangre, su cuerpo negro como el carbón a excepción del abdomen que lucía el símbolo de la Kuromibojin en un rojo mate un tanto oscuro, más que rojo, era carmesí.
— ¡Yeeeeey! — soltó mientras alzaba sus dos patas delanteras como si estuviera saludando — Perdonad que os haya interrumpido así de golpe. Ya sé que el chaval lo está pasando un poco chungo, os estoy vigilando por orden directa de la Kuromibojin
Ambos mujeres se quedaron mirando al arácnido poco convencidas aunque podría cuadrar, por lo que simplemente se cruzaron la mirada y volvieron a centrarse en el animal. Setsuna suspiró y apoyó su barbilla sobre la palma de su mano que, a su vez, estaba apoyada por el codo sobre aquella mesa.
— Eh, tías, ¿Qué os pasa? ¿No vais a tirarme insecticida en los quelíceros? ¿No vais a tratar de aplastarme con vuestras sandalias? ¡Yuhuuuuuuuuuuuu!
— Di lo que tengas que decir, por favor
La pelinegra, como de costumbre, directa al grano.
— Vale, vale, no te ralles. — carraspeó como si se preparase para el gran discurso y se puso sobre sus patas traseras, levantándose — Mirad, la Kuromibojin está que se le sube la mosca al quelícero, ¿Sabéis? Y cabrear a esa 8 patas no es buen negocio, os lo aseguro. Yo solo soy su mensajera, ¡LA GRAN KUMOPANSA! El caso, la Kuromibojin tiene fe en el chico, pero últimamente tras lo que ocurrió en el torneo ese está algo rallada. Así que quiere ver progresos a final de año. Haced que se ponga las pilas. Todo por el objetivo en común por qué.... ¿Lo recordáis, cierto?
— Joder, te lo dije Setsuna. Hasta ellas han venido para mostrar su preocupación. Llevatelo donde quieras, hazlo como sea, pero quiero que entrené duro para impresionar a la Kuromibojin. ¡No debemos jugar con fuego!
— ¡Así se habla, tronca! Digo... ¿Como os llamáis?
— Naomi, y esta es Setsuna
— En ese caso... Creo que ha llegado el momento. Iremos al Valle de Unraikyo. Si Kumopansa desea venir será bienvenida. Naomi, partiremos hoy mismo, procura que le permitan echarse unas buenas vacaciones-
— Sí, déjalo en mis manos
— ¡Unraikyo allá vamos! ¡¡Yeeeeeeeeeeeeeeeey!!
Aquel mismo día, tras aquella pequeña pero importante charla, Setsuna, Kumopansa y yo mismo partimos en contra de mi voluntad.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa