Lo pensó varios segundos, pero mientras caminaba consideró definitivamente que no entendía a qué se refería exactamente la kusajin con sus palabras. Al menos tenía un motivo para estar allí un poco más real y valorable que las simples vacaciones de turismo, porque sería una locura que alguien quisiese vacacionar en ese bullicio de gente.

— ¿Y qué verga es eso? ¿Qué onda? Tipo... ¿Venís a una maratón o viniste corriendo todo el camino desde dónde sea que vengas? ¿Venís a superar tus miedos tipo miedo a la gente o qué mierda? No va a mal pero no te entendí nada, tal vez podés superar el miedo a no tartamudear, te juro que pareces una bola de nervios.

Karamaru sonrió y soltó una leve risa luego de hablar. No buscaba criticarla ni ofenderla, hablaba con mucha humildad, pero no tenía filtro en cuanto a ponerse en el lugar de cómo lo podría recibir el otro.

Ranko se tornó totalmente roja. Tal vez Karamaru no tenía muy mala intención, pues rió al final de su comentario. Pero su uso de palabras malsonantes escandalizó a la chica. Sintió que el Amejin se estaba burlando de ella.

—Yo... —Puso todo su esfuerzo en no tartamudear. ¡Ni siquiera era tartamuda de verdad! No era un problema del habla, era problema de con quién hablaba —Eso. Eso in… Eso intento. Es… Es muy difícil. Para mí. No pu... —Se mordió el labio —. Tengo pro… problemas. Para… para hablar. Con otros. A-a veces… S-sólo no puedo hacerlo.

Apretó los puños y viró la mirada para un lado, sin dejar de caminar tras el Amejin. Era la primera persona en mucho tiempo que le hacía sentir mal por su manera de ser. Pero no se disgustó con él. Se disgustó consigo misma.

—Lo siento.

La sonrisa del amejin se iba agrandando a cada palabra que soltaba Ranko para terminar con una carcajada cuando terminase disculpándose. Se lo había tomado demasiado en serio para las intenciones de Karamaru y tenía que aclarar que no la estaba atacando de ninguna manera.

— ¡PERO CHE!— exclamó aún riendo— Que estoy jodiendo boluda, está todo bien, total para hablar ya me tengo a mi que habló por ochocientos. No hay drama, está todo bien, no me rio de vos, me trato de reír con vos.

Sí, era un refrán viejo y por lo general no se usaba siempre en el buen sentido, pero esta vez Karamaru lo decía de verdad. Pero como era usualmente, le costaba encontrar límites o darse cuenta de si trataba un tema que la otra persona deseaba seguir conversando.

— Pero cuchame, ¿cómo es la cosa esa? Tipo... ¿Tenés problemas para hablar con tipos? ¿Extraños? ¿Gente de Ame? ¿Es algo del bocho o se te traba la lengua? ¿O es de tímida no más? Porque yo soy re de hablar, ¿viste?, y es como medio raro tener a otro que le cueste. Osea, no sé, uno habla y que salga lo que salga y ya fue.

"¿¿Boluda??" No sabía qué voz del discurso de Karamaru le había escandalizado más. "¿¿De qué clase de bolas habla??"

El chico parecía tomárselo todo a broma. A pesar de que sus comentarios habían afectado a Ranko, insistía en que se quería reír con ella. Pero lo que confirmó eso no fue que lo dijera, sino que le diera seguimiento, pues se interesó en el problema de Ranko a la vez que mostraba lo mucho que él podía hablar.

La chica se rascó la nuca. Sentía que debía ser más precavida con Karamaru, pero no encontraba razón de peso para no contarle.

"La gente amistosa a veces cree que todos lo son, como Rōga-san…"

—Es… No sé. Con casi todos. E-excepto mi familia y… y algunos a-amigos… N-no sé a qué se debe, sólo…. —Se encogió de hombros, avergonzándose de su vergüenza —. S-sólo soy así. ¡A-aunque he mejorado! Creo. P-por eso quería… quiero enfrentarme a m-momentos así.

Se dio cuenta de que tal vez Karamaru fuese la persona perfecta para enfrentarse: un tipo cuya boca no paraba contra una tipa cuya boca apenas podía pronunciar.

Cada paso los acercaba a Notsuba, pero las estructuras a los lados del camino no eran las que buscaban. Más que nada tiendas de todo tipo: recuerdos, ropa, comida, prendas con la leyenda "Alguien fue a Notsuba y me trajo esta camiseta". Pero casi ninguna casa, y menos lugares de reunión de jóvenes.

El amejin rió de las palabras de Ranko, se tomaba a broma que fuese una persona con vergüenza y tímida, pero no había nada mejor que alguien que no puede dejar la boca cerrada para complementar esa personalidad. Porque claro, si en una conversación uno habla poco le da más tiempo a otros a hablar.

— Entonces no tenés ningún problema, che— contestó sonriendo dándole una palmadita en el brazo con el revés de la mano— Sos tímida y nada más, la re dramatizaste Sagi.

La realidad es que acercaban a Notsuba, pero eso no significaba que se dirigían hacía allí. Los puestos de venta colindantes seguían presentes, y en la lejanía se podían ver algunos edificios pero el camino que habían tomado poco a poco los iría alejando casi imperceptiblemente. Mantener conversaciones y no prestar atención en terrenos desconocidos no siempre es una buena idea.

— Al final sos más copada de lo que esperé, entonces viniste a enfrentar tu timidez, ¿no? ¿Cómo esperabas hacer eso? No sé, medio raro viajar hasta acá solo por eso. Vas a un bar en Kusa y habla con el primero que se te cruce.... aguanta, tienen bares en Kusa, ¿no?

Karamaru se había relajado ya con la idea de estar frente a una kusajin, habían hecho buenas migas y no parecía haber problemas en el horizonte. Incluso su apariencia inocente le daba un aire de ser inofensiva, aunque siendo kunoichi probablemente se equivocase.

—¡P-p-pero sí es un problema! ¡U-uno muy serio! —Las mejillas morenitas de Ranko agarraron más color. Su tono era más insistente que de regaño, pues suponía que Karamaru no decía esas cosas adrede, para molestarle. O tal vez sí lo hacía y ella era muy ingenua.

"Es como decirle a alguien que tiene… ahm… una alergia muy seria que… pues… ¡Que no es muy seria!"

—¿Co… copada? No sé... ¿Eso es… bueno? —Ranko se encogió de hombros. El de Karamaru era un buen argumento, pero le faltaba algo. "Le falta aventura. ¡No puedo convertirme en la Princesa Conejo si busco retos sólo en casa!" Aunque lo imaginó, no mencionó su sueño de volverse una ninja de leyenda al Amejin. Sólo se encogió de hombros de nuevo —No sé. D-digo… ¿Supongo que sí hay bares? N-no es algo que haya querido a… Averiguar antes…

El chico absorbía mucha de la concentración de Ranko, y pronto la dirección del camino salió de su enfoque. A pesar de que no apartaba la mirada de la senda de tierra, sólo podía pensar en lo insensible que podían llegar a ser los comentarios de Karamaru. Esto no habría sido problema estando en Kusagakure, pero allí, a kilómetros de las calles que conocía...

Karamaru se estaba divirtiendo con la vergüenza de su acompañante y su mal humor por no encontrar al amante de una noche de su prima ya había quedado un poco atrás.

— Sos buena onda, agradable— respondió al significado de "copada"—. Conmigo estás hablando todo lo más bien y no me conoces para nada, y eso que soy de Ame así que tan serio no es el problema.

Señaló su pulsera en donde el símbolo de Amegakure brillaba. La caminata los llevaba por un camino paralelo al deseado, casi imperceptible por como se acercaban a Notsuba, pero poquito a poco la altura de los caminos se iba diferenciando en una ligera pendiente. Ambos dos tomaban el descendiente.

— ¿Nunca saliste a tomar algo? ¿A cagarte de risa con tus amigos? Bueno, tampoco es que yo salga hace mucho, tampoco soy tan viejo, pero esta bueno salir a tomar de vez en cuando por ahí. Aunque en algunos lugares no me dejan entrar, pero siempre termino encontrando un dónde. Pero, sí, con tu... personalidad asumo que no sos muy de fiestas locas y noches en vela, igual tampoco sé tu edad, ¿Cuántos años tenés, boluda? Tal vez por eso todavía no te "adictaste" al chupi y las birras. Ya vas a quebrar una noche por ahí de joda en Kusa con las wachas.— Karamaru se reía de sus propias palabras.

—Gra... Gracias —dijo ante la explicación de aquel término. Sin embargo ladeó la cabeza, ligeramente confundida —E-eso n-no es cierto.

"¡Pero si acaba de decir que tartamudeo mucho! ¡Que si vengo para luchar contra mi timidez! ¿A qué se refiere entonces a que estoy hablando a todo lo más bien?" La calma de Ranko comenzaba a menguar.

—Bu-bueno... Conozco gente muy... muy linda de... de Amegakure. King Roga es uno. A-Aotsuki Ayame-san es otra.

Las palabras de Karamaru se clavaron como alfileres en Ranko. Por un lado, su extrañeza acerca de salir con amigos le hizo sentir mal. Por otra, parecía incitarle a beber. Ranko, sonrojada por el atrevimiento del Amejin, alzó la mano y la agitó frente a sí, como quitando la idea del aire.

—¡N-n-no! ¡P-para nada! D-digo… A-apenas tengo catorce. ¡No estoy e-en edad de beber… eso! Tú… ¿Tú sí?

El camino comenzaba a descender, aunque la dirección del mismo parecía apuntar a Notsuba. Una parte de la Kusajin sospechaba que era la senda errónea, pero otra pensó que tal vez la entrada de la ciudad estaba en la parte más baja. O la entrada más cercana, tal vez. Era una ciudad grande, y Ranko la desconocía por completo, así que era una posibilidad para ella.

—A-además... Además no tengo muchos... Ahm... Amigos para... Para salir.

«Roga, ni idea, Ayame, me suena. Va a terminar siendo que la loca esta conoce más gente de mi aldea que yo. Pero también...»

Pero también con el tamaño de familiares y conocidos que tenía era difícil ir recordando a tanta gente que apenas si las llegas a escuchar o ver. Pero el amejin prefirió no preguntar sobre sus compatriotas, el tema era otro y ante esa otra respuesta no pudo evitar poner un rostro de sorpresa.

— ¿Catorce? Mirá vos que jovencita, la altura te tira para arriba. Igual, mi primer... probadita fue cuando tenía... ¿diez años? ¿Más o menos?— se preguntaba a sí mismo sin poder recordarlo bien— Pero sí, a eso de los doce, trece, empecé a meterme más con mis primos más grandes y tomar más seguido. Me cuidaban bien los negros, saben controlarte para que no te pases, siempre me hacían irme temprano pa' mi casa pero al menos te incluían, ¿vite?, te hacían sentir uno de los grandecitos ahí chupando y cagandote de risa. Estaba bien, me falta gente con quien joder en Ame como lo hacía en esos momentos, pero bueno, una escapada al pueblo nunca está mal. Ah, y catorce, catorce, que me estaba olvidando, perri. Soy un toque más grande, dieciocho, recién graduado. Porque viste cómo dicen, lo bueno se cocina a fuego lento y yo me vengo cocinando con el calor de los huevos.

Tenía cosas tan normalizadas en su vocabulario que había veces que le costaba encontrar ese límite de elegancia al hablar. Sin darme tiempo a respuesta el amejin siguió con su monólogo.

— Así que estamos maso en la misma, yo tengo la flia y amigos lejos de Amegakure. Bueno... lejos lejos no pero no están en Ame, no sé si me entendés. ¿A vos qué te pasó que no tenés el grupito de rochas en casa? No me digas, no sos muy de hablar con los demás, ¿no?.— y como era ya de costumbre Karamaru se seguía riendo de sus propios chistes e imaginaciones.

—¿¡Diez!? —Ranko se cubrió la boca con la mano. No esperaba reaccionar en voz alta ante la revelación de Karamaru —. Di-disculpa… E-es sólo que… ¿S-sólo diez?

"Y si dice que tiene dieciocho… ¡Significa que lleva tomando más de la mitad de mi vida! ¡Qué horrible hábito!"

El chico no le dio tiempo a Ranko de protestar. Se le hacía un poco incómodo que un tipo tan mayor estuviese acompañándola y, aunado a ello, le estuviese hablando de lo genial que era beber alcohol. Una alarma se encendió dentro de ella. No parecía una mala persona, pero, de nuevo, no estaba de más ser precavida.

—S-sí. De niña… De niña no podía… No podía si-siquiera hablar con otros, más que co-con mi hermana. He… he crecido mucho. Desde entonces. Y-y lo… Lo sigo haciendo. Creo.

Ranko bajó la mirada. Solía admirar a quienes lograban armarse de valor para hablar con otros a la primera, como Rōga, o los que decían lo que pensaban sin dudar, como Kazuma. Pero Karamaru parecía ambas cosas llevadas a un extremo.

"¿Quién sabe? Bien podría aprender algo de él…"

Sí, solo diez confirmo el amejin asintiendo con la cabeza mientras hablaba, su lengua no iba a dejar colgada su idea solo por una pequeña pregunta. Eso estaba claro.

— Ooooohhh, así que una hermana ¿eh?— exclamó sorprendido— Mirá vos, mirá vos, y ¿qué onda? ¿El tartamudismo se lleva en la sangre o ella es el alma y fiesta de la familia? Mayor, imagino, ¿no? A mi me tocó ser el mayor, tiene sus pro y sus contras como todo pero está bien. Tengo un hermanito y dos enanas que las tenés que tener con correa porque si no son capaces de meterte en unos quilombos marca cañon. Se la extraña a la negris, la verdad.

Hizo una pausa, pensativo, esperó a que la muchacha respondiera y él pudiera continuar con su mambo.

— ¿Sabés que tenés que hacer, Sagi? Posta te digo. Grita lo más fuerte que puedas, tipo, re fuerte re sacado de adentro que te explote la garganta.

No era particularmente una buena idea, no esperaba muchos resultados, pero no era la primer persona tímida que se encontraba y sabía que por lo general se abstenían de pegar ese grito. Había que ver si la kusajin se animaba al reto.

Por alguna razón, a Ranko no se le hizo extraño que Karamaru fuese el mayor de su familia. A pesar de su actitud muy despreocupada, daba la impresión de que sería un hermano cariñoso. De cierta manera.

—Oh, no. Kuumi yo somos… somos mellizas. Madre se… se niega a de-decirnos quién nació primero. A-aunque sea cuestión d-de minutos —Ranko soltó una risita —. P-pero Kuu-chan… Ella no es como yo. ¡Al contrario! Ella es muy abierta y extrovertida y… y… se le hace fácil hablar con o-otros. Sin tra… Sin trabarse.

Casi de la nada, el Amejin sugirió algo muy extraño, al menos para la Kusajin.

—¿Aah? —Ranko se detendría un segundo. Si Karamaru no paraba, ella aceleraría el paso levemente para alcanzarlo. Sus mejillas tomaban color de nuevo —. ¿Gri-gritar? P-pe-pero… ¿Por qué?

Un rápido vistazo en derredor le haría saber que, si bien el camino no estaba cundido de personas, sí había un par más de las que le gustaría tener cerca.

—¿Y-y-y s-si… Y si inte… interrumpo a a-alguien? ¿O s-si los molesto? Creo q-que a nadie le-le gusta que griten…

La chica se encogería de hombros, mirando al suelo y pregundándose cómo funcionaría aquello del grito. ¿Le daría más ánimos o más pena?

«Si confirmado, la Kuu esa es la divertida, me podría haber cruzado con esa... aunque no me puedo quejar»

El amejin se estaba divirtiendo y se estaba haciendo más ameno el camino a Notsuba y era importante por lo largo que se estaba volviendo. Como esperaba la muchacha decidió no seguir el consejo de Karamaru.

— Que se yo, gritar por gritar, para aclarar la garganta, para tener la voz clara y animarte a largar. Lo he hecho algunas veces que estaba nervioso por hablar con alguien o así, y funcionó. Una vez estuve a un par de horas de cruzarme con una minita de mi pueblo que estaba re buena y yo estaba re nervioso y me pasé horas practicando mierdas que decir e imaginándome conversaciones. A la larga pegar unos gritos me re motivó y la encaré como un campeón. No me fue muy bien, pero al menos llegué sin el cagazo que tenía antes. A veces pensar menos te ayuda más, soy muy de hacerme la cabeza, ¿viste? Y gritando medio como que no pensás y tal vez hablando sin pensar se-se-se te-te va el-el ta-ta-tarmudismo. ¿Nunca te enojaste? ¿Nunca cagaste a puteadas a alguien re sacada que te explotaba la vena? En esas a veces es cuando gritas re loco sin pensar un carajo y mandás al otro a la mierda. Es divertido ver personas tímidas así, nada que ver a como son día a día. Te digo porque tengo un primo mas o menos igual, bueno dos, y unos cuantos conocidos. No tan re tartamudos pero maso que así.

Podía seguir con su monólogo durante ratos si estuviese caminando solo, porque nada era mejor compañía que una conversación consigo mismo, pero se acordó de que tenía a la kusajin a su lado y se golpe se calló casi avergonzado de acaparar la conversación.

Paso a paso se acercaban a una división en el camino en las montañas rodeada de varios— aunque menos que antes— puestos de venta. Un camino concurrido descendiente, otro más vacío ascendente.

Ranko se acordaría de Karamaru mucho tiempo después, cuando viese pasar al ferrocarril de Onindo, y relacionaría aquella máquina imparable, según su primera impresión, con la boca imparable del Amejin.

Intentó hacer notas mentales para digerir la información que el chico le daba.

"Gritar para animarse. Él lo hizo para con una… ¿Minita? ¿Es eso una chica? Pues le medio funcionó. Y… ¿Me he molestado con alguien? Pues… ¡Ah! Tiene familiares como yo. ¿O algo así? Okey… Creo que entendí todo. Creo."

—Yo… Ahm… S-sí. Sí me he… molestado con alguien… —Unos gritos en una hermosa habitación de Yugakure regresaron momentáneamente a su mente.

«¡Pues no todo se trata de Kuumi, la maravillosa!»

Ranko suspiró.

—M-mi hermana y yo tuvimos un… roce, hace tiempo. Ella dijo algo horrible sobre… sobre a-alguien muy querido. Y… —Ahora que lo recordaba, podía entender lo que Karamaru decía. «¡Bien! Pues… ¡Pues quédate con ella!» —. Y es cierto. No… No pensé qué decir. Yo siempre pi-pienso qué decir. Creo. Pero en ese momento, yo… ella…

Sus pies y su boca se detuvieron un momento. La vía se bifurcaba. Un camino parecía llevar a los inicios de Notsuba, pues parecía haber más gente en él. El otro ¿La rodeaba? No había muchas personas, así que no sabría si sería el camino perfecto, aunque claramente sería su preferido.

—¿Cual deberíamos tomar, Karamaru-san?

«Oooh, así que la tímida tiene un pasado oscuro a griterío a garganta pelada con la hermana.... uuuh, seguro hubo bardo ahí» Karamaru se reía de sus propias imaginaciones y terminó por quedarse con ganas de más ante un relato inconcluso.

— ¿Qué se yo boluda? ¿Parezco que sé por dónde voy? Porque si eso parezco ya como que te aclaro que no hay chance, igual de perdido que vo' ando por acá. Dame un sec'.

Se alejó de la muchacha unos pocos pasos y agitó la mano en el aire para que un hombre relativamente lejos que atendía un puesto le brindara atención.

— ¡CHE NEGRO!— gritó con ganas a un hombre de tez blanca— ¿TENÉS IDEA PARA DONDE MIERDA QUEDA NOTSUBA?

El señor dudó, dio un paso atrás ante la confusión de tener a otra persona gritándole de esa manera con tanta gente alrededor. No fueron precisamente pocos los que apuntaron su mirada a los des gennin para conocer el origen de aquel griterío.

— ¡PARA ALLÁ, ESTÁ CERCA!— respondió el buen hombre con una sonrisa apuntando con el dedo hacia el camino que ascendía.

Karamaru levantó el pulgar y agachó la cabeza para dar las gracias y le hizo un ademán a su compañera para que lo siguiera en el corto camino que les quedaba por delante.

— Dale veni Sagi, asunto solucionado, Notsuba a dos patadas. Contame que me dejaste en el aire, ¿qué onda con tu hermana? ¿Hubo piña? ¿Se cagaron a palo'? ¿Rasguños y tiradas del pelo? ¿O tipo fue ahí re tranqui dos gritos loco' y nada má'? Contame con detalle, ¿eh?, que tenés que practicar a soltar la... la labia como se dice.