Ante la emboscada de Inuzuka y compañía Eri cambió su semblante a uno más relajado, dejando caer ambas manos a los lados de su cuerpo para, tranquilamente, ocultarlos detrás de su cuerpo entrelazando sus dedos.

—Hola chicos, ¡hola Juro! —saludó al kuseño que se encontraba más alejado —. Ahora mismo discutía con Ryu sobre por qué me había dejado durmiendo en vez de poder estar con vosotros, pero él insiste en que debía descansar, ¿os lo podéis creer? ¡Somos ninjas! —exclamó, hinchando ambos mofletes —. ¡Sobreprotector! —le espetó a su hermano mayor.

—¡Disculpa por preocuparme por ti! —exclamó éste, visiblemente ofendido —. Si tuvieses una hermana menor lo comprenderías, es más, Hotaru hacía lo mismo conmigo hasta que se encerró en el hospital —le dijo ya algo más calmado —. Así que ahora, te aguantas.

Le sacó la lengua.

—Bueno, ya que estás con tus amigos voy a terminar lo que me queda por hacer aquí, luego nos vemos, ¡hasta otra chicos! —se despidió el Uzumaki mayor mientras desaparecía calle abajo. Eri lo miraba con los ojos entrecerrados, sin capaz de comprenderle.

—Perdonad a mi hermano, a veces es demasiado... Agobiante —alegó, exasperada —. ¿Qué habéis hecho en mi ausencia? —preguntó, curiosa.

Cuando Juro fue a hablar, Nabi, sin embargo, ya se había metido de lleno en la pelea. Juro se llevó otra vez las manos a la cabeza. Nabi era protector, con Eri, si, pero también parecía muy cargante. Había algunos lugares donde era mejor no meterse...

—Hola chicos, ¡hola Juro! Ahora mismo discutía con Ryu sobre por qué me había dejado durmiendo en vez de poder estar con vosotros, pero él insiste en que debía descansar, ¿os lo podéis creer? ¡Somos ninjas! ¡Sobreprotector!

Juro se acercó, junto a Nabi, y le saludó, aunque no se atrevió a hablar en ese mismo momento.

—¡Disculpa por preocuparme por ti! Si tuvieses una hermana menor lo comprenderías, es más, Hotaru hacía lo mismo conmigo hasta que se encerró en el hospital. Así que ahora, te aguantas.

« ¿Hospital? ¿Qué le pasa a esta familia? »

El chunin finalmente se despidió, con la excusa de que Eri ya estaba con ellos. Juro se despidió de él, aunque en el fondo se preguntó que clase de cosas tendría que hacer ese hombre tan raro.

—. ¿Qué habéis hecho en mi ausencia?

— Seguro que solo se preocupa por ti — murmuró Juro, quitandole importancia —. Bueno, estuvimos trabajando para esa misma anciana, en un local de aquí al lado. Ya hemos pagado nuestras deudas, y hemos hecho felices a muchas personas... O eso espero, al menos.

Juro se encogió de hombros. ¿Cómo les iría a las personas que habían emparejado? ¿Serían felices? ¿Se casarían? ¿Surgiría el amor? No podían saberlo. Pero le gustaba pensar que sí.

—Hola chicos, ¡hola Juro! —

Yo no existía, solo era parte de un plural, en cambio, Juro era Juro. Si no me había quedado claro que era basura ignorante y estúpido, ahí lo dejó claro. Solo soy la s en chicos, sin nombre propio, sin pensamiento propio ni nada que resalte mi individualidad. Aunque peor era lo de Stuffy, que él no era ni una idea. Pobre Stuffy. Pobre yo.

—. Ahora mismo discutía con Ryu sobre por qué me había dejado durmiendo en vez de poder estar con vosotros, pero él insiste en que debía descansar, ¿os lo podéis creer? ¡Somos ninjas!

—¡Disculpa por preocuparme por ti! . Si tuvieses una hermana menor lo comprenderías, es más, Hotaru hacía lo mismo conmigo hasta que se encerró en el hospital. Así que ahora, te aguantas.

—Bueno, ya que estás con tus amigos voy a terminar lo que me queda por hacer aquí, luego nos vemos, ¡hasta otra chicos!

No tenía ni idea de qué estaba pasando, cuando Ryu se fue, sin más. Y nos dejó con Eri que se había desmayado hace un momento y medio. Me acerqué a ella y le tiré de los mofletes con ambas manos.

— Pero, ¿qué haces de pie? ¡Deberías estar descansando! Ni ninjas ni hostias. ¿¡Al menos habrás comido algo!?

— Seguro que solo se preocupa por ti Bueno, estuvimos trabajando para esa misma anciana, en un local de aquí al lado. Ya hemos pagado nuestras deudas, y hemos hecho felices a muchas personas... O eso espero, al menos.

— Pero, ¡Juro! Somos nosotros los que hacemos las preguntas aquí, no le contestes nada hasta que conteste ella.

Viendo que el kuseño había hecho algo mal, Stuffy actuó, sin ninguna señal en el cielo, sin ninguna alarma silenciosa, su heroísmo interior le hizo actuar. Pisó un pie a Juro con todo su peso de perro medio-grande adolescente.

— Pero, ¿qué haces de pie? ¡Deberías estar descansando! Ni ninjas ni hostias. ¿¡Al menos habrás comido algo!?

Otro sobreprotector.

—A ver, ¿para qué crees que os buscaba? ¡Tenemos que desayunar juntos! —exclamó ella, encarándose al chico.

Juro explicó el por qué habían estado fuera toda la mañana, y ella asintió mientras él se lo contaba. Aunque eso de hacer felices a muchas personas y pagar deudas... Sonaba más a misión no-oficial que otra cosa.

— Pero, ¡Juro! Somos nosotros los que hacemos las preguntas aquí, no le contestes nada hasta que conteste ella.

Eri soltó una carcajada, claramente divertida por aquellos dos. Eran como el día y la noche, y todavía no entendía cómo se habían hecho amigos. Se acercó a ellos y los tomó por los hombros, acercándolos a ella.

—Venga, esta vez invito yo, todavía tengo algo ahorrado del viaje — «Y mi hermano me ha dado más...», pero aquello no lo diría en voz alta. Luego se acercó a Stuffy y lo tomó, como si fuese un bebé para dormir —. ¿Quién es el perrito más mono? ¿Quién? ¡Tú! —le decía mientras acariciaba su negra cabeza.

Antes de que se diese cuenta, Eri pasó de estar discutiendo con su hermano el chunin a estar discutiendo con Nabi. Este se le encaró, diciendo que debía comer algo e incluso que no debería estar ahí de pie.

—A ver, ¿para qué crees que os buscaba? ¡Tenemos que desayunar juntos!

«Ahora que lo dice, no hemos desayunado... » — pensó Juro, mientras le rugían las tripas.

— Pero, ¡Juro! Somos nosotros los que hacemos las preguntas aquí, no le contestes nada hasta que conteste ella.

— ¡No me digas lo que tengo que hacer!— protestó Juro.

Eri pasó el brazo por el hombro de ambos, relajando un poco la "tensión". En ese momento, Juro solo podía tomarse a risa. La situación era demasiado graciosa. Después, se puso a conversar con el perro de Nabi, haciendole caricias.

—Venga, esta vez invito yo, todavía tengo algo ahorrado del viaje.

— No hace falta. Yo tengo mi dinero ahorrado — protestó Juro —. Pero me muero de hambre. Así que vamos a desayunar.

—A ver, ¿para qué crees que os buscaba? ¡Tenemos que desayunar juntos!

— ¡Pero si te hemos encontrado nosotros!

— ¡No me digas lo que tengo que hacer!

— ¡A mi no me grites, jovencito!

—Venga, esta vez invito yo, todavía tengo algo ahorrado del viaje.

— No hace falta. Yo tengo mi dinero ahorrado Pero me muero de hambre. Así que vamos a desayunar.

— Juro, estirate e invitanos con los 1000 ryos de la anciana. Tomatelo como mi comisión por haberte acompañado a pagar tu castigo.

Stuffy se removió ante el agarre de Eri hasta quedar con las patas mirando hacia el suelo pero aún en sus brazos y empezó a emitir sonidos de felicidad como ronroneos perrunos. A la vista estaba que de allí la que tenía las riendas era la Uzumaki, así que yo me limite a ser el señalador que dejase claro quien era la líder suprema.

— Pues venga, Eri, ¿donde quieres ir a desayunar con el dinero de Juro?

— No hace falta. Yo tengo mi dinero ahorrado. Pero me muero de hambre. Así que vamos a desayunar.

La joven se encogió de hombros, una cosa era ofrecerse a pagar y otra era insistir cuando quizá el rumbo de la conversación se volvería más incómodo. Lo mejor era parar cuando la oportunidad se te presentase a favor.

— Juro, estirate e invitanos con los 1000 ryos de la anciana. Tomatelo como mi comisión por haberte acompañado a pagar tu castigo.

—¿Os han pagado? ¿Pero esto lo sabe la aldea? —preguntó Eri, mirando con los ojos llenos de duda a Nabi, quién le había afirmado no haber realizado muchas misiones desde que llegó —. Seguramente sea algo guay hacer misiones conjuntas entre aldeas, fomentaría la unión, ¿no creéis? Después de...

No quiso continuar, por temor a meter la pata.

— Pues venga, Eri, ¿donde quieres ir a desayunar con el dinero de Juro?

—La verdad es que me gustaría tomar algo dulce, pero nunca he estado aquí ni sé qué comidas sirven, podemos mirar por las calles comerciales, a lo mejor encontramos algo —sugirió la kunoichi.

— Juro, estirate e invitanos con los 1000 ryos de la anciana. Tomatelo como mi comisión por haberte acompañado a pagar tu castigo.

Juro miró a su compañero, sin entender lo que le decía. ¿Los 1000 ryos? ¡Si todo había sido para pagar el tratamiento que ella le hizo! Sin embargo, parece que quería aparentar delante de Eri.

—¿Os han pagado? ¿Pero esto lo sabe la aldea?— Juro ya no se percató en nada más, pues estaba demasiado metido en la venganza por la malinterpretación.

— Pues venga, Eri, ¿donde quieres ir a desayunar con el dinero de Juro?

«...»

Bueno. Él lo había pedido.

— Lo que el idiota este quiere decir, es que hemos trabajado por lo que serían 1000 ryos. No hemos ganado una moneda, porque todo es para pagar el tratamiento médico que me hizo la anciana el día que la conocimos — aclaró Juro —. El tratamiento de urgencia que recibí por la herida que Nabi me hizo.

La kunoichi también sugirió el dar un paseo por la calle comercial para ver si encontraban algún puesto, ya que ninguno sabía mucho de la zona.

— Me parece bien — dijo Juro, asintiendo.

— Lo que el idiota este quiere decir, es que hemos trabajado por lo que serían 1000 ryos. No hemos ganado una moneda, porque todo es para pagar el tratamiento médico que me hizo la anciana el día que la conocimos El tratamiento de urgencia que recibí por la herida que Nabi me hizo.

— Qué rápido pierden las maneras los jóvenes de hoy en día. Además, fue todo un desafortunado incidente causado porque tú usaste un Ninjutsu mortal en medio de un combate de entrenamiento. ¡Aquí el loco eres tú!

Una vez aclarada y defendida mi inocencia, a pesar de que poco efecto iba a tener mis palabras en el resultado final, decidí pasar al tema importante de todo esto, donde íbamos a comer. Como no, esta gente quería ir al happy flowerismo a ver qué encontramos. En una ciudad del País del Bosque, al lado de Kusagakure, en un pueblo hecho de arboles... Si encontrábamos un solo sitio que no fuese para conejos iba a tener suerte.

— Yo solo quiero un sitio con carne. ¿Se puede siquiera encender fuego en esta ciudad? Porque no tiene pinta.

Me crucé de brazos esperando la reacción de los otros dos.

Juro rápidamente explicó el por qué habían tenido que trabajar prácticamente gratis. Entre ellos —suponía que el día que se conocieron— habían tenido seguramente algún tipo de encuentro donde el de la Hierba acabó herido, necesitando cuidados de una mujer a la que no pudieron pagar.

—¿Pero ya estás bien, no? ¿O necesitas más cuidados? —preguntó la kunoichi, claramente preocupada por el menor —. Entiendo que si estábais combatiendo os podáis hacer daño, pero... Nabi —llamó, con el ceño fruncido —. ¿Tu también fuiste herido?

Omitiendo el hecho de que él fuese el que hirió a Juro, se interesó por la salud de ambos, zanjando el tema de quién invitaría a la comida.

— Yo solo quiero un sitio con carne. ¿Se puede siquiera encender fuego en esta ciudad? Porque no tiene pinta.

—Pues yo me muero por un tazón de fideos —alegó la chica, cruzándose de brazos —. Lo único que he comido en días ha sido pan y trozos de pan con mermelada, cortesía de una chica muy amable, por lo demás, me muero de hambre.

Cuando terminó de hablar y de suspirar de forma cansada, una voz se escuchó a lo lejos.

—¿Pero todavía estáis aquí? ¿No deberíais ir a curiosear o algo por Tane-Shigai? El lugar es grande, pero agradable —regañó el chuunin con el ceño ligeramente fruncido —. Y seguramente ni habréis desayunado, es que... ¡Tenéis que alimentaros bien!

—Hermano Ryu... —llamó la joven, poniendo ojos de perro abandonado a su hermano mayor —. ¿No sabrás de algún lugar para comer cerca? —preguntó, luego de parpadear varias veces.

—Esto... Sí, claro —tartamudeó él ante la forma de actuar de su hermana —. ¿Qué queréis comer, chicos? —preguntó a los otros dos acompañantes de su hermana.

Nabi tampoco se mantuvo en silencio, si no que se puso a protestar acerca de como Juro había usado un "ninjutsu mortal" y que él le había hecho eso como defensa. Realmente podrían haber discutido toda la mañana y la tarde, pero Eri finalmente intervino, con su voz de mediadora.

—¿Pero ya estás bien, no? ¿O necesitas más cuidados? Entiendo que si estábais combatiendo os podáis hacer daño, pero... Nabi ¿Tu también fuiste herido?

— Yo estoy bien, y dudo que Nabi no se haya recuperado a estas alturas de mi "ninjutsu mortal" — comentó Juro, zanjando el tema por él también.

El segundo problema venía para decidir el lugar a donde irían a comer. Aunque tuvieron que mediar, apareció el hermano de Eri otra vez. Tan servicial como siempre, se les ofreció a ayudarles en algún lugar, después de que Eri le convenciese con una mirada de cordero degollado.

—Esto... Sí, claro ¿Qué queréis comer, chicos?

— Creo que queremos un lugar que vendan fideos y carne — murmuró Juro, con un amago de sonrisa.

— Yo estoy bien, y dudo que Nabi no se haya recuperado a estas alturas de mi "ninjutsu mortal" —

— Desde entonces siento que soy incapaz de comer tanto como antes, creo que aún tengo un agujero en el estomago o algo.

Y era verdad, desde aquel día, por algún motivo, no había tenido la oportunidad de pegarme un buen atracón de los que te dejaban atontado y lleno durante un par de días mínimo. De repente, como invocado por la falta de orientación del grupo, el hermano de Eri apareció de nuevo.

—Esto... Sí, claro ¿Qué queréis comer, chicos?

— Creo que queremos un lugar que vendan fideos y carne

— Vamos a algún restaurante de fideos y ya me pediré algo con carne para mi. Si Eri-chan quiere fideos, fideos le daremos.

Dicho eso solo nos quedaba esperar a que el hermano de Eri nos guiara con una sonrisa y el simbolo de Uzushiogakure al viento.

Ryuusuke se encogió de hombros.

—Si seguís recto por esa calle de allí, en breves encontraréis un lugar donde sirven fideos tradicionales típicos del País del Fuego —explicó, señalando la calle mencionada con el dedo —. No tiene pérdida, se llama Las Lianas de Fuego, aunque... —se giró hacia Juro —. Siento decirte que no están especializados en carne, así que venderán poca, lo siento.

Eri sonrió a su hermano y le dio palmaditas en la espalda, de forma reconfortante.

—Con eso nos vale hermanito, muchas gracias —agradeció la kunoichi levantando el dedo pulgar a modo de aprobación, él sonrió de vuelta, revolviéndole el cabello.

—Anda, id pronto y comed algo —sugirió el Uzumaki mayor —. Nos vemos más tarde, Eri.

Y tal y como había aparecido, volvió a desaparecer. Su hermana movió la mano a modo de saludo hasta que lo perdió de vista, yéndose por donde había venido. Luego se giró a ambos chicos y les indicó con la mano que empezasen a andar.

—Vamos o al final os arrancaré una mano a bocados.

Podía sonar a broma, pero sus tripas cada vez rugían más por comida.

Nabi finalmente accedió a ir a un restaurante donde solo hubiese fideos, aunque no hubiera carne. A Juro realmente no le importaba, él solo quería comer. Ryuusuke les recomendó un local llamado "Las Lianas de Fuego". El Hermano de Eri también se disculpó con Juro por lo dicho.

— No pasa nada, no me importa — comentó Juro, encogiéndose de hombros.

Tras eso, aclararon todo y el hermano de Eri se despidió.

— Esta bien, vamos entonces. Solo sigamos las indicaciones — comentó Juro.

Los tres chicos, sin el hermano de Eri — al menos, que ellos pudieran ver — avanzarían recto por la calle, hasta toparse con un antiguo local, con un enorme letrero en rojo: "Las lianas de Fuego". Era un edificio grande, de paredes pintadas de rojo, y una puerta negra.

Al lado había un cartel que rezaba "especialistas en fideos y platos típicos del País del Fuego".

— Este debe de ser...

El hermano de Eri, ignorandome por completo, se giró para decirle a Juro que no había carne. ¡Como si yo no existiera! Vamos, como me pasaba siempre. Pero que un superior de Uzushiogakure hablase con un inferior kuseño antes que conmigo era algo inédito para mi corazón. Estaba claro que lo de que Eri me ignorase le venía de familia. ¿Qué clase de maldición nos echaron a los Inuzuka para ser invisible para los Uzumaki? Espera, ¡si yo soy medio Uzumaki! ¿Es por eso que no me quieren ver? ¿Soy una existencia deshonrosa para su clan?

De nuevo, el hermano de Eri nos obvió a ambos, despidiéndose solo de su hermana. Al menos ahora también había odiado profundamente a Juro en su despedida.

Eri nos instó a ponernos en marcha siguiendo las indicaciones de su hermano, y Juro fue el primero en andar. Un extraño escalofrío recorrió mi espalda, me removí un poco sin entender muy bien a qué había venido ese acontecimiento, tal vez mi cuerpo intentaba advertirme de algo. Pero lo ignoré.

Por suerte, haciendo algún tipo de mecanismo capaz de saltarse las normas preestablecidas de espacio llamado andar nos plantamos ante un edificio que se autoproclamaba "Las Lianas del Fuego". Era grande, era rojo y de puerta negra, lo cual, en un sitio donde todo eran arboles verdes y marrones, resaltaba más que un pollo en medio de gallinas.

— Pues esto va a ser

Regla numero uno, nunca entrar el primero en un restaurante. Así que esperé a que alguno de mis queridos compañeros se ofreciese voluntario.