28/03/2016, 18:10
Tatsuya había perdido la noción del tiempo, no se dió cuenta de que ya era la hora en la que se celebra el acto de lanzar las lámparas hacía el río. Yubiwa en persona se encontraba en aquel lugar, para decir unas palabras antes de comenzar la ceremonia, el joven Takanashi en esos instantes cayó en cuenta de que él realmente no tenía ningún deseo para pedir. Desde que tiene memoria, cada año había escrito las mismas palabras en el papel, y cada año se las llevaba la corriente, hasta que un día ese deseo se cumplió, pero no de la manera en la que él quería.
"Ya no hay guerra..."
Había varias familias juntas en la orilla, aquellas luces representaban la esperanza de la gente, que confiaba en el árbol sagrado para que cumpliese sus sueños. Tatsuya sintió algo raro en su pecho, ahora tenían la tan añorada paz... Pero las cosas realmente habían cambiado poco, ya no vivían con miedo, pero en cualquier momento una nueva amenaza podía surgir, y sería el deber de los ninjas proteger a la gente y a su aldea... En medio del silencio la voz de la joven Anzu lo sacó de sus pensamientos.
—¡Esto ha sido una pasada, socios! Me arrepiento de haberla liado tanto, ¡ojalá hubiera podido arrojar mi deseo! —se lamentó, sin disimular molestia—. Creo que voy a volver, a ver si consigo alguna lámpara a última hora. ¡Nos vemos!
-¡Anz...!- El joven ya no pudo decir lo que quería, pues la kunoichi se fue velozmente de ahí.
Tatsuya intentó entonces hablar con Hei pero este ya no se encontraba a la vista, y lo único que pudo hacer fue suspirar profundamente... Como siempre, no había logrado entablar una conversación de buena manera, pasaron tantas cosas que él realmente no pudo conocer mejor a aquellos dos shinobis, se sintió triste por quedarse solo en aquel lugar. Las familias festejaban en lo bajo, unidas, algo muy raro entre los Takanashi, sólo un par de veces habían logrado estar todos juntos y ese año no era uno de esos, pensó que quizás en esos momentos su padre ya habría mandado a uno de sus guardaespaldas por él.
Resignado, el joven Takanashi se dispuso a buscar a sus padres, le quedó una espinita en el corazón el no haber podido aclarar las cosas con Hei, y tampoco logró siquiera despedirse de Anzu. Aunque esbozó una leve sonrisa al acordarse de lo sucedido, le pareció algo divertido; fue una pequeña aventura, algo fuera de lo común en la vida cotidiana de Tatsuya. Sin más que hacer el joven ninja saltó entre las raíces, talvez intentando buscar a su familia entre los presentes a la orilla del lago, y así su silueta se perdió entre las luces y sombras, con un nuevo deseo en su corazón.
"Espero que algún día nos encontremos de nuevo..."
"Ya no hay guerra..."
Había varias familias juntas en la orilla, aquellas luces representaban la esperanza de la gente, que confiaba en el árbol sagrado para que cumpliese sus sueños. Tatsuya sintió algo raro en su pecho, ahora tenían la tan añorada paz... Pero las cosas realmente habían cambiado poco, ya no vivían con miedo, pero en cualquier momento una nueva amenaza podía surgir, y sería el deber de los ninjas proteger a la gente y a su aldea... En medio del silencio la voz de la joven Anzu lo sacó de sus pensamientos.
—¡Esto ha sido una pasada, socios! Me arrepiento de haberla liado tanto, ¡ojalá hubiera podido arrojar mi deseo! —se lamentó, sin disimular molestia—. Creo que voy a volver, a ver si consigo alguna lámpara a última hora. ¡Nos vemos!
-¡Anz...!- El joven ya no pudo decir lo que quería, pues la kunoichi se fue velozmente de ahí.
Tatsuya intentó entonces hablar con Hei pero este ya no se encontraba a la vista, y lo único que pudo hacer fue suspirar profundamente... Como siempre, no había logrado entablar una conversación de buena manera, pasaron tantas cosas que él realmente no pudo conocer mejor a aquellos dos shinobis, se sintió triste por quedarse solo en aquel lugar. Las familias festejaban en lo bajo, unidas, algo muy raro entre los Takanashi, sólo un par de veces habían logrado estar todos juntos y ese año no era uno de esos, pensó que quizás en esos momentos su padre ya habría mandado a uno de sus guardaespaldas por él.
Resignado, el joven Takanashi se dispuso a buscar a sus padres, le quedó una espinita en el corazón el no haber podido aclarar las cosas con Hei, y tampoco logró siquiera despedirse de Anzu. Aunque esbozó una leve sonrisa al acordarse de lo sucedido, le pareció algo divertido; fue una pequeña aventura, algo fuera de lo común en la vida cotidiana de Tatsuya. Sin más que hacer el joven ninja saltó entre las raíces, talvez intentando buscar a su familia entre los presentes a la orilla del lago, y así su silueta se perdió entre las luces y sombras, con un nuevo deseo en su corazón.
"Espero que algún día nos encontremos de nuevo..."