Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ante la reacción de Datsue, pensé, pues es verdad que nunca lo había comentado. Pero eso tal vez se debiese al minúsculo e inapreciable detalle de que SIEMPRE ESTÁBAMOS HABLANDO DE LO QUE ACABABA DE CARGARSE ÉL. PORQUE SIEMPRE HABÍA LIADO ALGUNA. Sin embargo, aquí, el pacifico y tranquilo Nabi, debía imponerse.
— A ver, no lo dije porque yo no lo recuerdo. Pero un día aparecí en la puerta de mi casa sin una sola memoria de qué había pasado durante las diez últimas horas más o menos y Stuffy aseguró y perjuró que nos habíamos encontrado a esa tal Ayame tomando algo que no era suyo y tuvimos que intervenir. Aprovechando la ocasión para pedirle amablemente que te dejase en paz. A lo cual ella se pilló un rebote que no te menees y empezó a sacar chakra blanco, en plan yogurt caducado y entonces, patapum, inconsciencia y aparición en casa. Así que legalmente esto es una historia de Stuffy, el perro tuerto.
Ladró alegremente al mismo tiempo que yo le señalaba con ambas manos.
— Y a ver Juro, lo único que hacen los bijuus es intentar deboraros a vosotros los jinchurikis desde dentro. ¡Eso es de primero de jinchurikilogia! ¿Qué iban a hacer si no esos bichos? ¿Comer palomitas y ver vuestras vidas de culebrón? No. Quieren sangre y destrucción.
Juro escuchó el relato de Nabi, aunque sin mucho interés. Por lo general, no sabía si era algo objetivo, y tampoco había indicios de que antes del torneo hubiese habido un ataque de un bijuu. No dudaba de su palabra, pero sonaba... ¿extraño?
— Lo dices como si alguien me hubiera enseñado sobre cómo ser jinchuriki — murmuró Juro, claramente protestando.
No le gustaba que la conversación no fuera por dónde quería, pero aun así, no pudo evitar intervenir sobre lo que estaban hablando de Ayame, y su supuesta pérdida de control.
— Si Ayame hubiese perdido el control, la gente se habría dado cuenta. Porque un maldito bijuu habría aparecido en la aldea. Además, estarías muerto — dijo Juro —. Si eso es cierto, alguién debio de intervenir, para contener a Ayame, y para evitar que te fueras de la lengua.
Ah, nada, entonces Datsue había sobrerreaccionado por completo. ¡Y él que pensaba que había sido algo más grave! Nada, nada, simplemente que Ayame casi revienta a Nabi y de paso al resto de la Villa por decirle un par de cosas. Pero que oye, una nimiedad, eh. Sin importancia.
¡Si es que le entraban ganas de retorcerle el pescuezo a Nabi, joder!
—Han pasado… —Datsue hablaba casi sin voz, como si le hubiesen dado una puñalada en el pecho y estuviese emitiendo sus últimas palabras—. Mínimo medio año de eso. ¿Y me lo cuentas ahora? ¡¿Y me lo cuentas ahora, malparido?! —se levantó, echo una furia, voz recuperada por completo.
Pero aquel era mal plan. Allí estaba Juro, presente —de alguna forma—. Mejor esperar a cortar conversación para que él y Nabi tuviesen sus palabras.
— Si Ayame hubiese perdido el control, la gente se habría dado cuenta. Porque un maldito bijuu habría aparecido en la aldea. Además, estarías muerto — dijo Juro —. Si eso es cierto, alguién debio de intervenir, para contener a Ayame, y para evitar que te fueras de la lengua.
Que Nabi decía la verdad era algo que no dudaba. Juro no le conocía como Datsue lo hacía. Nabi no mentía ni para hacer sentir mejor a la otra persona, en una de esas típicas mentiras piadosas. Menos para malmeter o librarse de algo.
Y sinceramente, quería a Stuffy, pero no le tenía por un perro con semejante imaginación para inventarse algo así. Por tanto, solo quedaba…
—Esperaesperaesperaespera… —Las piezas empezaban a encajar—. ¿Cómo que perdiste la memoria? Me estás diciendo que… —Datsue sumó dos y dos—. ¡Me estás diciendo que esos hijos de puta te dejaron inconsciente! —¿Qué otra posibilidad había?—. ¡¿Y que luego se atrevieron a borrarte la memoria?! ¡Aquí, en mi JODIDA VILLA! —Datsue se estaba desgañitando mientras se daba fuertes palmadas en el pecho con cada final de frase—. Pero, ¿¡y esto lo sabe Hanabi!?
No daba crédito. Sencillamente, no daba crédito a lo que oía.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
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— A ver, Datsue, lo pensé. Pero ir a un kage que no conozco todavía a decirle "Oye, querido kage, que mi perro dice que Ayame perdió el control porque es una delincuente y nosotros intentamos detenerla." ¿Qué crees que me hubiera dicho? Cosas malas, seguro. Pensaba decirselo para que supiese que Ayame era la jinchuriki y poder probarlo, pero la loca volvió a liarla en tu combate y dije, ¿para qué? Entonces iba a decirtelo a ti y que tú, segundo al mando de la villa, se lo dijeras a él. Pero claro, siempre me haces lo mismo y nunca me preguntas por lo que tiene que contar mi perro.
Datsue se estaba poniendo todo loco como si la culpa fuese solo mía, pues un poco. Pero solo un poco, el resto era suya y de Stuffy.
— Y Juro, sí, esperaba que os diesen un manual del buen jinchuriki que no pierde la cabeza o algo. No se puede meter un bicho de esos dentro de alguien y luego no avisar.
Datsue parecía ponerse cada vez más nervioso conforme la conversación continuaba, y las contestaciones que Nabi le estaba dando no le parecían para nada utiles. De hecho, eran lo más inutil del mundo, puesto que un no jinchuriki no iba a ayudarle absolutamente en nada.
Si Datsue no le ayudaba, entonces, no hacía mucho ahí, al verdad.
— Em... ¿Quereis discutir ésto en privado? — preguntó Juro, dandose cuenta de que empezaba a sobrar ahí.
Poco podía decir. No le gustaba cotillear conversaciones ajenas.
¡La madre que le había parido! ¡Aquello era indignante! No la facilidad con la que Ayame se descontrolaba, ¡sino que hubiesen manipulando el cerebro de Nabi y le hubiesen atacado en su propia Villa! ¡A su Nabi! ¡Por tratar de defenderle impulsado por la conversación que habían tenido en casa de Eri!
¿Qué más necesitaban los amejines hacer para que ellos le diesen la espalda definitivamente?
—Buah, chaval. O sea que ya sabían que Ayame podía descontrolarse, ¡y no hicieron una mierda! La dejaron luchar, sin tomar medidas, ni estar preparados cuando todo estalló. ¡Y luego pidiendo explicaciones! Esto es flipante, macho. Esto es flipante. —Es que no daba crédito. No lo daba—. Tranquilo, Nabi. Hanabi sabrá de esto. Por Shiona que lo sabrá.
—Em... ¿Quereis discutir ésto en privado?
Pues mira, sí, quería. Pero también sabía que fortalecer ese pequeño lazo que había creado con Juro era importante. Más ahora con todo lo que estaba pasando.
—Perdona, Juro, perdona. Como comprenderás, que me suelten esta bomba así de improvisto desencaja a cualquiera. ¿Qué me decías? Ah, sí. Lo del bijuu. —Tema delicado, aquel—. El bijuu se aprovecha de tus emociones, Juro. Intentará tantearte. Aprovecharse de ti. Y el mejor momento para hacer eso es cuando te dejas llevar por la rabia y el odio. Se ve que Ayame tiene mucho de eso —Y él un poco también, todo había que decirlo—. Cuando estés en tu momento de mayor bajón, y quieras arrasar con todo a cualquier precio, ahí aparecerá él. Tentándote. Ofreciéndote poder. A veces ni siquiera te hablará, simplemente empezará a poseerte poco a poco. Pero si tú te mantienes frío, Juro. Si tú te mantienes firme, sin ceder, el sello hará su trabajo.
Poco más le podía decir. ¿Qué él había perdido también el control una vez? Ni de coña. Ahora mismo eran proyecto de aliados. Si algún día se convertían en amigos… quizá.
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—Buah, chaval. O sea que ya sabían que Ayame podía descontrolarse, ¡y no hicieron una mierda! La dejaron luchar, sin tomar medidas, ni estar preparados cuando todo estalló. ¡Y luego pidiendo explicaciones! Esto es flipante, macho. Esto es flipante. Tranquilo, Nabi. Hanabi sabrá de esto. Por Shiona que lo sabrá.
— No, no, no. Datsue, no lo estás entendiendo. Si creemos lo que dice Stuffy, aparecieron en cuanto Ayame empezó a volverse loca. OSEA que la estaban vigilando, OSEA que esa no era la primera vez que se le iba la olla. Lo de Ayame no era ni de una ni de dos veces. Seguro que lleva toda la vida liandola y ahora viene aquí de veterana.
No es que no le hubiese dado vueltas al tema, si no que de normal cuando me juntaba con Datsue el tema de conversación bailaba hacia otros lares. Como enfrentamientos internacionales, intravillales o incluso intraDatsues.
— Pero lo de los bijuus es raro de cojones. Es decir, el de Datsue es el de una cola, que se supone que es el más flojo, pero es el más hijo de puta. Y Juro, que tiene el de siete, está ahí tan tranquilo que ni siquiera sabe que los bijuus quieren comerle el cerebro. ¿Estamos seguros que el poder de los bijus va por las colas? Porque a mi el de una cola me parece bastante más dificil de controlar, por lo tanto, más poderoso.
Joder, si era tan jodido que tenían que separarlo en dos, ¡tenia que ser el más poderoso! Si es que es de cajón. Encima Juro no paraba de decir que él no sentía nada, pues no sé, el siete colas no sonaba para tanto.
Datsue por fín dijo algo que Juro estaba esperando. Las emociones. Los bijuus parecían alimentarse de la rabia y el odio humano. En cuanto te dejabas llevar por esas sensaciones, al final, te acababan devorando, y la situación no acababa muy bien para el portador.
— Entiendo. Gracias por la información — dijo Juro, asintiendo. Eso le devolvió un poco los ánimos. Solo tenía que mantenerse tranquilo... ¿para siempre? Bueno, supuso que mientras no se rompiera de una manera excepcional, todo iría bien. Con lo tranquilo que era, no habría problemas con eso.
Nabi volvió a decir algo interesante, que Juro también se estaba planteando. ¿Por qué el bijuu de Datsue se comportaba de esa forma y el de Juro no hacía absolutamente nada? ¿Acaso el suyo era más tranquilo?
— Tienes algo de razón. Desconozco realmente la escala de poder. Lo único que me han enseñado es que todos los bijuus son insanamente poderosos — dijo Juro, encogiéndose de hombros —. Quizá cada uno tiene su método de trabajo. O depende de la personalidad de su jinchuriki y lo emocional que seas. No lo sé. Lo único que sé es que mi bijuu no ha tenido la oportunidad. Pero tampoco ha comenzado a torturarme psicologicamente como a Datsue, por lo que no está moviendo ficha para hacerlo. Más bien, parecía un bijuu algo despreocupado. Como un niño riendose de la situación.
» Quizá tenga que ver con su personalidad. ¿Cómo es el tuyo, Datsue? ¿Qué te dijo cuando nos encontramos con el Gobi?
Ya con lo que le dijo Nabi de que, probablemente, ni siquiera era la primera vez que se le descontrolaba a Ayame el bijuu, se quiso rajar el cuello. De hecho, se llevó una mano a la garganta, haciendo como que llevaba un kunai, y simuló su suicidio. Lo que tenía que escuchar justo ahora.
Juro, en cambio, desviaba siempre la conversación a temas más pacíficos. Y, también, por qué no decirlo, más provechosos. Sobre todo para el propio Juro, que estaba recibiendo clases avanzadas de lo que era ser Jinchuuriki.
—¿Qué me dijo? Hmm… —se llevó una mano al mentón, tratando de hacer memoria—. Que él era el bijuu más grande de todos. Que esperase a que me arrancase las tripas y bañase en mi sangre, que ahí lo iba a descubrir. Que me iba a abrir el pecho y sacarme los pulmones. Luego extraerme los ojos, con tacto, dejándolos colgando de mis cuencas para que pudiese seguir viendo lo que hacía. Que me metería arena por las venas hasta que me estallasen las arterias. Y que Kurama era un mierdas que se creía superior por tener más colas, resumiendo.
Sí, había sido un resumen bastante fiel a lo que le había dicho.
—Me dijeron que el anterior jinchuuriki del Shukaku aguantó tres días antes de morir —agregó, para completar la información. Había sido un Uzumaki, si no recordaba mal.
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—¿Qué me dijo? Hmm…. Que él era el bijuu más grande de todos. Que esperase a que me arrancase las tripas y bañase en mi sangre, que ahí lo iba a descubrir. Que me iba a abrir el pecho y sacarme los pulmones. Luego extraerme los ojos, con tacto, dejándolos colgando de mis cuencas para que pudiese seguir viendo lo que hacía. Que me metería arena por las venas hasta que me estallasen las arterias. Y que Kurama era un mierdas que se creía superior por tener más colas, resumiendo.
— Más amenio que el apuñalar por detrás.
—Me dijeron que el anterior jinchuuriki del Shukaku aguantó tres días antes de morir —
— Y después de esta hermosa historia de amor entre Datsue y el bicho asesino que lleva dentro. ¿Qué te dijo a ti el tuyo, Juro?
Era difícil aportar algo de información mínimamente interesante en la conversación sobre bijuus cuando los otros dos participantes son jinchurikis. Realmente mi aporte a la situación era escuchar decir gilipolleces y preguntar cosas de vez y cuando.
Juro escuchó, con horror, todo lo que Datsue decía. Si, el Shukaku no parecía ser un bijuu amable precisamente. No había bijuus amables, pero el suyo era mucho más agradable.
— Supongo que es un poco sádico — acabó por deducir Juro —. Quizá por eso es tan... violento contigo. Y por eso es un bijuu tan peligroso. Toma el control desequilibrando a su jinchuriki a base de tortura psicológica. Vaya putada, tío. Tener algo así dentro es jodido.
Juro se encogió de hombros ante las palabras de Nabi.
— El mío, bueno, se río de la situación basicamente. Le parecía ridículo que Kurama utilizase humanos como medio para ayudarse. No estaba a favor ni en contra de él. Basicamente, quería permanecer ajeno al conflicto, y observar cómo todos se mataban entre ellos — explicó —. Es un poco raro, ¿sabeis? No hace más que decir la palabra "suerte" todo el maldito tiempo. Y reirse. Se ríe como un niño pequeño todo el tiempo. Si no fuera un ser ancestral...
Datsue permaneció callado, esperando a que Juro terminase la frase. ¿Si no fuese un ser ancestral, qué? ¿Pensaría que es un buen tipo? ¿Alguien en quien confiar? Esperaba que Juro no pensase, ni por un momento, semejante locura. Aunque viendo cómo excusaba cada cosa que hacían los amejines, quizá hasta creía que los bijuus podían tener también buen corazón.
—No te confíes, Juro —tuvo que advertirle—. Mira cómo era Kokuo. Muy amable y tratándonos de usted, pero en cuanto oyó algo que no le gustó bien que se puso a cargar una bijuudama para arrasar con los dos… y con todo lo que hubiese detrás nuestra.
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Ambos empezaron a hablar de temas jinchurikiales profundos, y después de Kokuo, en plan colegueo, de sus anecdotas de amigos jinchurikis. Qué asco daban cuando se ponían asín.
— No, si lo que ha quedado claro es que donde hay un bijuu hay muerte y destrucción seguro. El Gobi apareció y reventó una ciudad, ahora Kurama montándose un ejercito y el Shukaku tocando todas las pelotas que puede y amenazando con destripar desde su bonita cárcel de carne. Ya pueden decir lo que quieran, que al final siempre querran ver la sangre correr.
Eran pura maldad, casi parecía un milagro que no se aliasen todos con Amegakure para hacer de Onindo su patio de locos psicopatas homicidas.
Juro torció el gesto cuando Datsue le habló. El Morikage le había dicho lo mismo, pero a la vez, sonaba diferente: después de todo, Datsue era un jinchuriki. Él podía hablarle de muchas cosas que el Morikage no podía.
« Pero los dos tienen razón. No puedo confiarme »
Aun así, la mención del Gobi hizo que Juro dudara por un segundo. Después de todo, era era la versión de Datsue. En su versión, el Gobi le había perdonado la vida, e incluso le había dicho que no debería creer a Datsue. Un monstruo insensible y despiadado había preferido no atacarle.
¿Había sido por qué le convenía no llamar la atención? ¿Por qué en él estaba encerrado su hermano? ¿O por otros motivos?
No. No era momento de dudar.
— Sí, lo sé. Los bijuus... han hecho cosas horribles. Son seres llenos de odio hacia la humanidad. Destruirían nuestras villas, y matarían a incontables personas sin pestañear si los dejáramos — dijo Juro, con un suspiro —. Por eso nuestra labor es tan importante. No dejaré que la duda me haga debil, o incluso manipulable por... esta cosa.
13/01/2019, 23:47 (Última modificación: 13/01/2019, 23:48 por Uchiha Datsue.)
Datsue asintió, satisfecho. Le estaban haciendo un favor tremendo a Kusagakure ayudando a su Jinchuuriki a tener las ideas claras y quitándole los pajarillos de la cabeza, sin duda. Y de manera altruista, sin esperar nada a cambio. «Si es que somos unos cachos de pan, joder».
—Bueno, Juro, pues tú ya sabes. Cualquier contacto con uno de esos Generales, acuérdate de avisar por aquí. Quizá estés de suerte y me pilles cerca para echarte una mano. —Sí, o para correr en dirección contraria, según viese la situación.
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