9/05/2017, 17:56
Todos estuvieron de acuerdo en llevar a cabo el plan del peliblanco por lo que, lo único que les quedaba era avanzar, avanzar hasta dar con el animal y rezar porque estuviera dormido de un humor lo suficientemente bueno como para que pudieran preparar todo lo que necesitaban, que pasaba por iluminar la zona.
Anduvieron por la cueva, por un camino angosto, oscuro y, lo peor, demasiado silencioso, tanto que se podían escuchar las gotas de agua que caían, eran capaces de escuchar las respiraciones de sus compañeros como si les estuvieran respirando al oído, y aquello le ponía los pelos de punta, no le gustaba en absoluto tanto silencio, y, a pesar de portar con las antorchas, la visibilidad era bastante limitada, por lo que tenían que estar alerta para cualquier imprevisto.
No tardaron demasiado en situarse cerca de lo que se suponía que era el lugar en el que habitaba el monstruo y, cada vez, lo podían ver mejor. La seguridad de Riko disminuía a cada paso que daba, aquel bicho imponía, eso desde luego, pero, no era solo eso, les superaba en tamaño a los cuatro juntos, y un animal así no sería fácil de tratar, por lo que esperaba que su plan saliese bien a la primera, sin más complicaciones.
Los cuatro se decidieron para alumbrar la estancia, dado que, afortunadamente, el animal estaba dormido, por lo que podrían prepararse. Hoshu y Mirogu se dirigieron hacia el lado izquierdo del lugar, mientras que Kaido y Riko, se dirigieron a la derecha, y, una vez estuvo el lugar iluminado, solo quedaba esperar la señal, que no tardaría en llegar, pues Mirogu alzó la mano, con tres dedos alzados y empezó la cuenta atrás.
Cada segundo se convirtió en una eternidad, podía notar el sudor que corría por su frente y resbalaba por su rostro hasta alcanzar su cuello, ocultándose por su camiseta. Llevó su mano derecha a su portaobjetos, agarrando la hikaridama que tenía en él, y, cuando llegó el momento, un estruendo inundó la sala, ya habían disparado, y su parte comenzaba, sin saber si habían acertado se movió, rápido como el rayo, situándose de tal manera que el animal, en cuanto abriera los ojos, le viera a él, y solamente a él. Las flechas acertaron, inmovilizando al animal durante 5 segundos.
5... 4... 3...
El escorpión no paraba de retorcerse, y, en cuanto el peliblanco notó que fijó su mirada en él, actuó.
— ¡AHORA KAIDO!
Y un instante después, una luz muy potente inundó la estancia, cegando a todo el que no hubiera cerrad los ojos. Riko, rápidamente, volvió a abrirlos, tratando de ver si el escualo acertaba, o si, por el contrario, tenían que salir en su ayuda.
Anduvieron por la cueva, por un camino angosto, oscuro y, lo peor, demasiado silencioso, tanto que se podían escuchar las gotas de agua que caían, eran capaces de escuchar las respiraciones de sus compañeros como si les estuvieran respirando al oído, y aquello le ponía los pelos de punta, no le gustaba en absoluto tanto silencio, y, a pesar de portar con las antorchas, la visibilidad era bastante limitada, por lo que tenían que estar alerta para cualquier imprevisto.
No tardaron demasiado en situarse cerca de lo que se suponía que era el lugar en el que habitaba el monstruo y, cada vez, lo podían ver mejor. La seguridad de Riko disminuía a cada paso que daba, aquel bicho imponía, eso desde luego, pero, no era solo eso, les superaba en tamaño a los cuatro juntos, y un animal así no sería fácil de tratar, por lo que esperaba que su plan saliese bien a la primera, sin más complicaciones.
Los cuatro se decidieron para alumbrar la estancia, dado que, afortunadamente, el animal estaba dormido, por lo que podrían prepararse. Hoshu y Mirogu se dirigieron hacia el lado izquierdo del lugar, mientras que Kaido y Riko, se dirigieron a la derecha, y, una vez estuvo el lugar iluminado, solo quedaba esperar la señal, que no tardaría en llegar, pues Mirogu alzó la mano, con tres dedos alzados y empezó la cuenta atrás.
Cada segundo se convirtió en una eternidad, podía notar el sudor que corría por su frente y resbalaba por su rostro hasta alcanzar su cuello, ocultándose por su camiseta. Llevó su mano derecha a su portaobjetos, agarrando la hikaridama que tenía en él, y, cuando llegó el momento, un estruendo inundó la sala, ya habían disparado, y su parte comenzaba, sin saber si habían acertado se movió, rápido como el rayo, situándose de tal manera que el animal, en cuanto abriera los ojos, le viera a él, y solamente a él. Las flechas acertaron, inmovilizando al animal durante 5 segundos.
5... 4... 3...
El escorpión no paraba de retorcerse, y, en cuanto el peliblanco notó que fijó su mirada en él, actuó.
— ¡AHORA KAIDO!
Y un instante después, una luz muy potente inundó la estancia, cegando a todo el que no hubiera cerrad los ojos. Riko, rápidamente, volvió a abrirlos, tratando de ver si el escualo acertaba, o si, por el contrario, tenían que salir en su ayuda.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»