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Mes de Augurio del año 218
Para Kazuma resultaba justo el pensar que podría tener un poco de merecida paz, un tiempo con el cual podría darle algo de descanso a su maltrecho orgullo: había reprobado la primera forma del examen que le permitiría ascender, de un simple estudiante de academia, al grado básico de ninja en plena facultad de deberes y derechos, un genin. Lo más frustrante era que lo había hecho frente a todos aquellos que le señalaban como un provinciano del sur que no poseía talento para el ninjutsu elemental (algo casi estigmático entre los ninjas).
No había bastado superar aquel obstáculo, dedicando gran parte de su tiempo a clases suplementarias para poder optar a una segunda forma. En esta segunda ocasión demostró —no sin una innominada ayuda externa— de lo que era capaz, destacándose asi en el área del kenjutsu. Ahora la bandana no se le escaparía; lo que si habría de serle esquivo era la sensación de compañerismo que se manifiesta luego de un curso agotador, pues de entre los muchos postulantes de la segunda forma solo él consiguió su cometido; ganándole el desprecio de algunos que creían merecer en mayor medida tal reivindicación y que aun así tendrían que recursar el periodo académico.
— Las cosas son como deben ser: si han tenido tiempo para hacerme el objetivo de sus burlas, entonces seguro que les alcanzara para estudiar y aprobar el año que viene —se dijo, sereno, mientras caminaba hacía uno de los Dojos de Instrucción.
El joven sureño se había atrasado respecto a sus compañeros, por lo que no había sido capaz de entrar en algún "equipo": un programa en donde tríos de recién graduados eran puestos bajo la guía de un ninja experimentado que habría de supervisar su formación.
Ahora le tocaba tomar lo que quedase, los “despojos” como decían peyorativamente algunos profesores. Aquello tampoco era que le agradace mucho; tenía el temor de que el titulo de instructor especial designase a alguien que tenía por objetivo tratar con quienes tuviesen alguna suerte de retraso, para intentar hacerlos medianamente útiles.
— En todo caso, quedarme bajo su cuidado no es algo obligatorio —se dijo, sabiendo que lo que allí lo mantenía era la curiosidad, aunque también había algo de escepticismo y temor.
Llego al sitio que se le había indicado un poco antes de la hora (esperar no le resultaba ningún problema). La estructura, de antigua y robusta madera, se veía descuidada. Y aquello tenía sentido; las mejores salas no iban a estar a la disposición de un rezagado único.
Y aun así, el sol de la mañana sobre aquella estructura retirada y silenciosa, cuya fortaleza yacía oculta tras una mística innombrable, parecía corresponderse a la perfección con la clase de persona que era.
¿Era eso bueno o malo? Solo el instructor podría discernirlo.
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19/09/2018, 21:25
(Última modificación: 14/10/2018, 20:55 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
« Hoy es el día. Hoy es el día » — murmuraba por sus adentros, mientras caminaba hacia el dojo que se les había asignado. Ahí, él esperaría a su alumno.
¡A su alumno! Aún no podía creerlo. Todo había sido tan rápido. Ahora, no solo se le había asignado el rango de Jōnin, sino que también estaba capacitado para ejercer de tutor. En un primer momento, había rechazado con creces la propuesta (no se sentía para nada preparado). Luego, sin embargo, lo había pensando. No se le ofrecía un equipo de tres genin, si no un genin rezagado en la academia.
Su nombre era Hanamura Kazuma. Tenía su ficha y su historial en una carpeta que llevaba en su mano derecha. La había ojeado durante un rato, nervioso. ¿Cómo sería? ¿Cómo se comportaría? ¿Le renegaría? Juro era joven. Muy joven. Además de bajo. ¿Y si medía más que él?
Dios. Probablemente mediría más que él. A la mierda todo el respeto.
« Relajate. ¿Qué tipo de sensei quieres ser? ¿Uno borde y duro que luego sea un cacho de pan? ¿Uno guay? ¿Uno pervertido? » — ¿¡Cómo no lo había pensando antes!? ¡No tenía identidad como sensei! No había pensando una frase característica, ni un rol, ni nada. Iba a ser una mierda.
Luego, había pensando que era el primero. Bueno, el primero siempre sale un poco mal, ¿no? Para el siguiente ya lo haría mejor. Solo tenía que coger experiencia.
— Esa no es la actitud. Tengo que hacerle un ninja de provecho — murmuró para sí, apretando los puños —. Pero... ¿Cómo?
No sabía lo que tenía que ofrecerle, además de su experiencia y sus consejos. Tendría que valer con eso, por desgracia para él. Haría lo que mejor estuviese en su mano.
Se había pasado todo el día de antes pensando en como iría. Había cambiado su típica camiseta verde (demasiado alegre) por un sueter ajustado negro, que se adhería como una segunda piel desde el pecho al cuello. Le daba una apariencia más adulta. Se había dejado su colgante de colmillo blanco, brillando sobre la negrura del suéter. Además, llevaba el chaleco y la placa que le identificaba, y los dos rollos de pergamino a los lados de su cintura. A su espalda, llevaba una gran lona, que tapaba una especie de bulto, como una joroba.
« ¿Debería llevar gafas para parecer más guay? No. No quedaría bien. Quizá debería llevar un libro para parecerle más inteligente. ¿Debería dar un golpe en la mesa para ganarme su respeto? Si me ve tan joven, tengo que hacerme respetar de alguna forma. ¿Y algo para beber? Si, eso es buena idea... » — Había dado vueltas toda la noche sobre como hacerlo. Al final, solo había sacado en claro unas ojeras profundas y un dolor de cabeza remarcable.
Cuando Kazuma entrara en el dojo correspondiente, podría ver que no había ningun problema. Su futuro sensei, nervioso como él solo y con miedo a perderse, había llegado aún más pronto que él.
El dojo consistia de paredes correderas hechas de madera, con decoraciones vegetales y arbolarias. Un enorme tatami para el combate, que medía más de diez metros. Al fondo, había una mesa con dos asientos, y una tetera, repleta de lo que se suponía que era alguna clase de té. A su lado, había dos vasos.
Juro se encontraba sentado en una de las sillas, de rodillas. Tenía un libro en su mano, de tapa roja, y parecía muy interesado en leerlo. El chico levantó la mirada del libro unos segundos, para mirar a Kazuma.
— Oh, veo que llegaste pronto — dijo, con voz seria y fría —. Hanamura Kazuma, ¿verdad? Pasa. Cierra la puerta y siéntate en el otro cojín.
Conforme se acercase, podría ver otras cosas. No solo las profundas ojeras de su instructor, su vestimenta, o el gran bulto de su espalda. Había otro detalle bastante importante.
El libro que estaba leyendo estaba al revés.
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Llego la hora esperada y el instructor no apareció. Kazuma se preguntó respecto a las posibilidades: ¿Se le habría hecho tarde? Esa no era una buena primera impresión. ¿Acaso estaría probando su afamada paciencia? Podía ser… ¿Habría cambiado de opinión al ver su expediente y pensar que no tenía arreglo? Era una posibilidad, como todo en la vida.
Decidió que lo mejor era cumplir, al menos moralmente, con su parte y esperar hasta que el tiempo correspondiente pasase.
Deslizo la puerta y una voz le recibió:
— Oh, veo que llegaste pronto — dijo, con voz seria y fría —. Hanamura Kazuma, ¿verdad? Pasa. Cierra la puerta y siéntate en el otro cojín.
—Sí, ese soy yo —alcanzo a decir, sin inmutarse.
Pasó y cerró la puerta, alternando su curiosa mirada entre aquel sujeto y la estancia en donde estaba. Se sentó, y permaneció en expectante silencio. La persona frente a él tenía el chaleco y la placa que lo identificaban como un superior, pero parecía tan contemporáneo, tan joven… ¿Aquello sería bueno o malo? Su experiencia debía de ser poca, pero también debía de ser sumamente talentoso.
Abrió la boca varias veces, sin emitir sonido alguno, acallando la obvia pregunta sobre su edad. Se fijó en el libro que el instructor sostenía y como parecía estarlo leyendo al revés. Aquello le pareció sorpréndete, por lo difícil de la empresa: no solo tendría que cambiar la instintiva lectura de derecha a izquierda y de arriba abajo, sino que el orden de las ideas también estaría invertido. ¿Sería alguna clase de entrenamiento para mejorar la concentración en contextos de incomodidad? No lo sabía, siempre mantuvo distancia de aquellos juegos mentales que trataban de convertir algo maravilloso como la lectura en una tarea ardua y frustrante.
El silencio se mantuvo durante un tiempo que pareció dilatarse, hasta que las ganas de preguntar algo pudieron con él:
—Y… ¿Cómo le va con eso de ser instructor? —pregunto, con cierta indiferencia, tratando de no demostrar ansiedad.
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Su alumno era tal y como se le describía en la ficha, aunque Juro no pudo evitar sentirse igual de sorprendido. Era, desde luego, peculiar. Su piel era oscura, y su pelo, completamente blanco, abundante, y rebelde. Sus ojos, de color gris, parecían dos pozos de pura tranquilidad y parsimonia.
Cerró la puerta, y caminó tranquilamente a sentarse en el cojín. Hizo exactamente lo que le dijo Juro.
« Bueno. Parece que hace lo que le digo » — pensó, con cierto alivio. Pero su mirada seria no dejó traslucir nada de eso. Tenía que mantener la compostura.
Mientras miraba el libro y pensaba en lo que hacer, su alumno le sorprendió con una clase de pregunta.
—Y… ¿Cómo le va con eso de ser instructor?
Alzó una ceja. ¿Le estaba tomando el pelo?
— P-pues muy bien... — murmuró, sin comprender a dónde iba todo aquello. Después, quiso darse un golpe. ¿¡Qué estaba haciendo!? ¡Tenía que imponerse! Volvió a su mirada y tono frío —. Si no te importa, dejaremos las preguntas personales para más tarde. Hay cosas más importantes que atender.
Frío y cortante. Sí, sí, eso sonaba muy bien. Solo tenía que mantenerse. ¿Qué debía hacer ahora? ¡Oh! ¡El té!
— Bienvenido al dojo, Kazuma-kun. Espero que hayas dormido bien, porque te veo bastante adormilado — dijo Juro, refiriendose a su aparente falta de vitalidad. Tanta tranquilidad no era buena para un chico tan joven —. Mi nombre es Eikyu Juro, y soy Jōnin de Kusagakure. Tal y como habrás adivinado, yo seré tu sensei a partir de ahora. Espero que te guste el té verde. Estas conversaciones siempre son mejor con algo para acompañarlas.
Solo entonces, Juro se permitió sonreír. Era su aparente sonrisa amable, pero con un matiz más serio.
Con parsimonia, Juro cerró el libro, cogió la tetera (consiguió que sus manos no temblaran) y sirvió los dos vasos. Eso lo había aprendido del Morikage. Una conversación siempre era mejor con algo para beber. Podías esconderte tras el vaso, y relajarte, por muy duras que fueran las palabras que fueras a escuchar. Una vez lo echó, miró a Kazuma otra vez.
— Para empezar, me gustaría que te presentaras. Tú nombre, aficiones, tu paso por la academia, porque te volviste ninja... Ya sabes, todo eso — dijo Juro, con un gesto de manos.
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El instructor parecía no estar como para charlas sobre temas personales o que no tuviesen que ver con la razón por la cual estaban allí. Kazuma lo supuso un rasgo de rigidez profesional, pero de algún modo se sentía un poco extraño. Hubo también un comentario sobre su aparente estado de somnolencia… Abrió la boca para decir que aquel era su estado natural, pero se detuvo, pensando que quizás aquel ninja no lo tomase a bien.
—Es un honor, Eikyu Juro —dijo, haciendo una suave y seria reverencia—. Me esforzare para que mi desempeño este a la altura de sus enseñanzas.
El instructor lo convido a tomar té, mostrando una sonrisa peculiar. Se limitó a disfrutar de la bebida, aunque prefería algo un poco más fuerte, como el café.
— Para empezar, me gustaría que te presentaras. Tú nombre, aficiones, tu paso por la academia, porque te volviste ninja... Ya sabes, todo eso — dijo Juro, con un gesto de manos.
Aquello le parecía mucho…, pero de todas formas decidió responder pacientemente:
—Mi nombre es Kazuma (En realidad no tengo apellido, el que utilizo es el nombre del pueblo sureño del cual provengo, Hanamura); Me gusta leer, sobre todo relatos de misterio y sucesos fantásticos, y también me gustan las actividades que requieran paciencia y calma; mi paso por la academia fue…, un poco accidentado: como ve, la relación con mis compañeros no era muy buena y no pude pasar a la primera el examen de ascenso…; en cuanto a mi razón para ser un ninja…
Se quedó estático…, como si no hubiese reparado en ello hasta ahora.
—No creo tener algo como un motivo, un camino o una meta —aseguro, plácidamente—. Creo que solo era la única salida de aquel pueblo donde moría de aburrimiento.
¿Era como una semilla de diente de león en el viento, sin orientación alguna? Para bien o para mal, así era.
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Kazuma se mostró respetuoso y cortés, y Juro pudo sentirse internamente satisfecho por el comportamiento de su nuevo alumno. Al menos, parecía que era un buen chico. A pesar de ser regazado, sus modales y su conducta parecían impecables. Era curioso.
—Mi nombre es Kazuma (En realidad no tengo apellido, el que utilizo es el nombre del pueblo sureño del cual provengo, Hanamura); Me gusta leer, sobre todo relatos de misterio y sucesos fantásticos, y también me gustan las actividades que requieran paciencia y calma; mi paso por la academia fue…, un poco accidentado: como ve, la relación con mis compañeros no era muy buena y no pude pasar a la primera el examen de ascenso…; en cuanto a mi razón para ser un ninja…No creo tener algo como un motivo, un camino o una meta. Creo que solo era la única salida de aquel pueblo donde moría de aburrimiento.
A primera vista, parecía ser un chico culto, relajado y calmado. De momento, le estaba dando una buena impresión. Respecto al tema académico...
— Si, he podido ver tu historial. Es una verdadera lastima — murmuró Juro. Sabía que su alumno había tenido problemas. Ahora solo tenía que indagar por qué —. Así que dices que te hiciste ninja por qué sí, ¿eh? Nunca había conocido a alguien así. Hasta el más regazado tiene un motivo para hacer las cosas.
Juro suspiró. Después, ablandó un poco su rostro. Podía ser duro, pero tampoco tenía que cortar las relaciones con su alumno. Estaba interesado por él.
— Dices que no tienes motivo, pero supongo que abandonar Hanamura era uno bastante importante, ¿no crees? — dijo Juro, más amablemente —. Puede que no seas consciente ahora, pero todos tenemos un camino. Tú también. Y lo estás recorriendo ahora mismo, aunque acabes de empezar a correr. Quizá no creas en el destino tanto como yo, pero estoy seguro que algún día te darás cuenta de que siempre estuvo ahí. Ser ninja no es únicamente un trabajo parcial en el que dedicar las horas muertas. Es una forma de vida. Y te la cambiará.
» De todas formas, ¿Cómo es la relación con tu familia? ¿Vives sólo aquí?
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Aquel jōnin parecía ser alguien bastante comprensivo, aunque un tanto idealista: a Kazuma no le agradaba aquella idea de lo “predestinado”, de lo que está escrito en piedra y es invariable.
—No lo entiendo del todo —afirmo—, pero creo que mientras pueda seguir mi propio camino, tomando mis propias decisiones y obteniendo mis propias respuestas estaré conforme.
—De todas formas, ¿Cómo es la relación con tu familia? ¿Vives sólo aquí?
—Sí, estoy solo… Bueno tengo un huerto, un montón de conejos (me costó caro aprender que debían estar separados) y un cerdito que me regalaron en año nuevo (ese era para comérmelo, pero sentí compasión por él) —aseguro, con cierta y casi imperceptible emoción—. En cuanto a mi familia…
»Lo cierto es que no tengo tal cosa. Es decir, si hubo unas personas que me criaron, pero jamás los sentí como lo que llamarían padres, eran más bien cuidadores, así que no les extraño mucho… No mal entienda, les estoy muy agradecido, es solo que soy algo diferente, me gusta tomarme las cosas tranquilamente.
Aquellas eran el tipo de cosas que desataban lágrimas o crisis existenciales en los chicos de su edad, pero él se mostraba placido. En su interior el mundo y sus cuestionamientos abarcaban demasiado espacio como para que el péndulo emocional tuviera espacio para balancearse libremente... La serenidad, la serenidad lo atenuaba todo dentro de él, como una neblina gris.
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Juro asintió ante las palabras de Kazuma. Tomar sus propias decisiones era una forma de afianzar su camino, aunque no lo supiera. Juro imaginó esa contestación. Hasta que no empezara a vivir un poco, probablemente no entendería nada. Él también había partido siendo un genin y con la vaga idea de heredar el poder de su madre y vivir su legado.
Desde luego, a él le habían puesto un camino a marchas forzadas. Pero no le importaba. Nadie iba a predecir que se habría convertido en el jinchuriki de la villa, y ahí estaba. Un nuevo camino. O quizá, un desvío.
—Sí, estoy solo… Bueno tengo un huerto, un montón de conejos (me costó caro aprender que debían estar separados) y un cerdito que me regalaron en año nuevo (ese era para comérmelo, pero sentí compasión por él) En cuanto a mi familia…Lo cierto es que no tengo tal cosa. Es decir, si hubo unas personas que me criaron, pero jamás los sentí como lo que llamarían padres, eran más bien cuidadores, así que no les extraño mucho… No mal entienda, les estoy muy agradecido, es solo que soy algo diferente, me gusta tomarme las cosas tranquilamente.
Eso si que le sorprendió. Nuevamente, se preguntó que clase de cosa le pasaba al chico. Le veía normal, y parecía un chico normal de su edad, pero la forma en la que hablaba al decir cosas como esa... Era simplemente demasiado tranquilo. Juro pensó que algo no estaba bien con él desde el principio.
Un chico sin ningún lazo de cariño hacia sus progenitores. Supuso que no había tenido una relación buena con ellos, y que les había rechazado totalmente. Vivía solo, eso lo sabía, pero menuda historia.
— Siento oír eso, supongo. Eres un chico bastante curioso, y lo que dices, aún me provoca más curiosidad. ¿Si tus "cuidadores" no fueron quién te motivaron a ser un ninja, ¿Quién fue? ¿Fuiste tú solo quién tomó la decisión de abandonar tu pueblo? ¿O me equivoco? ¿Ellos te motivaron a hacerlo? — admitió Juro, mientras daba otro sorbo al vaso de té. Luego, lo dejó sobre la mesa y observó a Kazuma fijamente —. Creo que te he juzgado mal: no pareces dormido. ¿Eres siempre así de tranquilo?
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— Siento oír eso, supongo. Eres un chico bastante curioso, y lo que dices, aún me provoca más curiosidad. ¿Si tus "cuidadores" no fueron quién te motivaron a ser un ninja, ¿Quién fue? ¿Fuiste tú solo quién tomó la decisión de abandonar tu pueblo? ¿O me equivoco? ¿Ellos te motivaron a hacerlo?
Kazuma le miro como si hubiese recordado algo…
—Mi tutor: a mí no se me había ocurrido que podía abandonar el pueblo, pues era lo único que conocía. Él fue quien me dijo que podía salir al mundo y hacer todas las preguntas que pudiesen ocurrírseme y que en ese camino podría hallar mis propias respuestas y seguir mis propias creencias —dijo, mostrando cierto grado de alivio.
Tomo un sorbo de té y prosiguió.
—Mi tutor me acogió como protegido y me señalo el camino del ninja como el que mayor crecimiento podría brindarme… Aunque creo que no lo hace de manera muy altruista, sino por motivos personales, le estoy bastante agradecido; pues no me exige ningún grado de sumisión o silencio.
—Creo que te he juzgado mal: no pareces dormido. ¿Eres siempre así de tranquilo?
Se detuvo un momento y pensó en cómo explicar su manera de ser.
—Eso suele pasar... —respondio—. Bueno, sí, siempre he sido así… —le costaba encontrar las palabras o el sustantivo que definiese su ser—. Siempre estoy así, como ahora, menos cuando estoy haciendo algo interesante.
»Mis compañeros solían decirme que era muy creído, por pensar que el mundo y quienes lo habitan son muy poco como para motivarme…, mientras que por otro lado me criticaban por ser demasiado curioso y por desafiar todo lo dicho…
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Juro asintió, mientras escuchaba como Kazuma parecía recordar algo. De hecho, él mismo parecía muy feliz de recordarlo. ¿De verdad se le había olvidado? Juro sintió algo de sospechas. Era muy extraño.
No le gustó mucho lo que escuchó. Por una parte, un tutor que le había enseñado (ajeno a los padres) a abandonar su pueblo y a alistarse como ninja. Además de eso, y aunque Kazuma parecía decir que se sentía libre y capaz de tomar sus propias decisiones, a Juro no le sentó muy bien le hecho de que una supuesta persona le estuviera ayudando por sus propias razones. Eso le convertía en una marioneta, por mucho que no se sienta así. Lo estaban utilizando para alguna clase de fin. Si era peligroso o no es algo que debía saber.
« No sé si es consciente de que podría ser peligroso, o está demasiado ocupado pensando en otras cosas. Debería investigar esto, solo por si acaso » — pensó para sí Juro, pero decidió no preguntarle más, puesto que ya estaba ahondando mucho en el tema y se acababan de conocer.
El marionetista se limitó a asentir, escuchando lo que decía. Tras eso, cambiaron de tema, y hablaron de su supuesta tranquilidad excesiva. Kazuma le aseguró que era así siempre, a menos que hiciera algo "Interesante". Juro trató de no tomárselo a mal. Después de todo estar con un profesor hablando podía ser aburrido.
»Mis compañeros solían decirme que era muy creído, por pensar que el mundo y quienes lo habitan son muy poco como para motivarme…, mientras que por otro lado me criticaban por ser demasiado curioso y por desafiar todo lo dicho…
— Eres un chico muy especial, eso desde luego. La curiosidad no es algo malo, Kazuma, aunque se debe moderar en exceso. Hay cosas que es mejor no preguntar, si es que aprecias tu vida, claro esta — dijo Juro. Era un intento de broma, pero no lo iba a negar, también era cierto —. Lo que si me parece mal es la falta de motivación. La vida está llena de gente con habilidades increíbles, metas y seres impresionantes.
» Creo que aún no has encontrado tu motivación, Kazuma-kun, y eso te hace sentirte así. No es algo que te pueda enseñar fácilmente, si no más bien algo que tienes que descubrir por ti mismo. Te ayudaré en todo lo que pueda para que lo logres — dijo Juro, y después, se levantó —. Si aún no has terminado, ya es hora de beberte el té. No voy a darte la brasa todo el tiempo: también tenemos que actuar.
Juro ya sabía otro dato de él: por qué sus compañeros y él se llevaban tan mal. Veía un gran problema en Kazuma por su falta de motivación, y un actitud muy peculiar para un chico de su edad. También unas condiciones muy especiales, que le hacían un caso bastante raro. Pero era consciente de que no podía sacarle más que datos básicos y conceptos sencillos, al menos, hasta que realmente pudiera confiar en Juro como un sensei.
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Escuchaba con atención las palabras y consejos de su nuevo sensei, aunque solo le entendía parcialmente: no le convencía aquel uso de la palabra especial, ya sabía con qué clase de individuos se utilizaba y él no era uno de esos, al menos eso creía. Por otra parte, aquello de la curiosidad lo considera cierto y oportuno; aunque el hecho de que hubiese gente increíble le parecía absolutamente debatible, además de que no sentía que ese hecho, si fuese cierto, tuviese que ver algo con él.
» Creo que aún no has encontrado tu motivación, Kazuma-kun, y eso te hace sentirte así. No es algo que te pueda enseñar fácilmente, si no más bien algo que tienes que descubrir por ti mismo. Te ayudaré en todo lo que pueda para que lo logres — dijo Juro, y después, se levantó —. Si aún no has terminado, ya es hora de beberte el té. No voy a darte la brasa todo el tiempo: también tenemos que actuar.
—¡Espere —pidió, mientras bebía el té restante—, yo también tengo preguntas que hacerle!
Consideraba aquello como lo justo; ya había estado todo el rato respondiendo y suprimiendo sus propias preguntas por cuestiones de educación y de protocolo. Ahora sentía que era su turno, algo a lo que no podría renunciar fácilmente.
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Kazuma escuchó atentamente sus palabras. Juro no supo la opinión de su alumno al respecto de lo que decía (su cara era tan imperturbable que le costaba. Esperó que pudiera adivinar sus facciones mejor con el tiempo). Aun así, sabía que siendo el primer día y sus primeras palabras, podrían caer en saco roto.
Sin embargo, Kazuma le sorprendió. Mientras Juro pensaba en conocer a su alumno y en lo necesario para luego poder operar, no reparó en otra cosa: su alumno también debía de conocerle a él.
—¡Espere —pidió, mientras bebía el té restante—, yo también tengo preguntas que hacerle!
« Es un chico curioso, y supongo que yo doy para hablar » — pensó.
Juro no pudo evitar ruborizarse un poco. Volvió a sentarse y miró a su alumno, sin saber que decir. Al final, simplemente asintió con la cabeza.
— Está bien, está bien. No te lo tomes todo de golpe — accedió Juro, acomodándose otra vez en el cojín —. Perdona, olvidaba tu curiosidad innata. Muy bien Kazuma-kun, soy todo oídos. Contestaré a tus preguntas, siempre y cuando sean convenientes.
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(Última modificación: 26/09/2018, 00:01 por Hanamura Kazuma. Editado 1 vez en total.)
— Está bien, está bien. No te lo tomes todo de golpe — accedió Juro, acomodándose otra vez en el cojín —. Perdona, olvidaba tu curiosidad innata. Muy bien Kazuma-kun, soy todo oídos. Contestaré a tus preguntas, siempre y cuando sean convenientes.
Si algo le había quedado a Kazuma de las duras lecciones de su curiosidad, era el saber dirigir y administrar sus preguntas cuando hacía falta. Y ahora tenía la oportunidad de que su sensei le respondiera abiertamente, al menos hasta cierto punto.
Se mantuvo en silencio durante unos segundos, pensando cuidadosamente sus siguientes palabras.
—Ya se, solo tengo tres preguntas para usted —Aquel numero le parecío el más adecuado, suficientes para aprender un par de cosas y no tantas como para avasallar a quien le contestase—: la primera, ¿Qué le motivo a tomar el camino del ninja?; la segunda, ¿Por qué acepto enseñarme si soy el más problemático de mi generación?; la tercera, ¿Con que título o tratamiento debería de dirigirme a usted de ahora en adelante?
Por supuesto, había muchas más preguntas de donde vinieron aquellas, pero por entonces eran las suficientes.
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Juro asintió ante lo dicho por su alumno. Tres preguntas. Eso era lo correcto. Si se hubiera atrevido a limitar su curiosidad (cosa que igual debería haber hecho) el número habría sido ese. De alguna forma, era el número correcto.
La primera era sobre su propia motivación. Juro sonrió. Estaba claro que le iba a preguntar eso. Después de todo, él mismo había estado insistiendole sobre la importancia de tener un camino minutos antes. No es que se sintiese mal o avergonzado de su respuesta, pero era hora de compartirla.
« Que sea lo que tenga que ser »
— La razón que me motivó a seguir el camino del ninja fue... bueno, una que tuvo mucho significado para mí, aunque sea dificil de comprender. Provengo de una familia que pasó por varias desgracias, Kazuma-kun. Mi madre falleció en mi parto. Ella era una gran kunoichi. Aunque mi hermana quiso continuar el legado, se vio obligada a dirigir la tienda familiar y terminó por dejarlo — dijo Juro, mientras tomaba aire —. Yo decidió ser ninja en honor a mi madre. Quise continuar con el legado familiar, y ser tan bueno como ella lo fue alguna vez. Ese era mi deseo inicial.
Suspiró. Hacía mucho tiempo que no le contaba eso a alguién. En comparación con todo lo del examen, y el haberse convertido en jinchuriki, realmente parecía una niñeria. Pero era su razón de comienzo. Su camino.
La segunda pregunta también era engorrosa. ¿Por qué aceptó enseñarle sabiendo que era un alumno problematico? Bueno. ¿Contaría con decirle que no había más alumnos y que para ser su primera vez le valía cualquiera? ¿Tendría que inventarse algo más? Si, supuso que sí.
— Bueno, sobre lo segundo, te lo diré, si tanto quieres saberlo. El hecho de que seas un "alumno problemático" no es ningún problema para mí. Eres un alumno, como todos los demás, y mereces el mismo trato. Por eso decidí ser tu sensei y enseñarte — explicó Juro —. De hecho, eres un chico bastante interesante. Quiero ayudarte a entender tu camino.
Finalmente, la última pregunta. Era una pregunta de rigor, supuso. ¿Cómo debería dirigirse a él a partir de ahora?
« ¿Eikyu-sensei suena muy aburrido? Si, un poco. Quizá debería permitirle... »
— Puedes dirigirte a mi como Juro-sensei — dijo el jounin, admitiendo que el alumno usase su nombre.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
Sellos implantados: Hermandad intrepida- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
Nivel: 10
Exp: 396 puntos
Dinero: 1950 ryōs
· Fue 35
· Pod 30
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· Int 50
· Agu 20
· Car 20
· Agi 20
· Vol 50
· Des 45
· Per 20
Y de su sensei las respuestas brotaron:
— La razón que me motivó a seguir el camino del ninja fue... bueno, una que tuvo mucho significado para mí, aunque sea dificil de comprender. Provengo de una familia que pasó por varias desgracias, Kazuma-kun. Mi madre falleció en mi parto. Ella era una gran kunoichi. Aunque mi hermana quiso continuar el legado, se vio obligada a dirigir la tienda familiar y terminó por dejarlo — dijo Juro, mientras tomaba aire —. Yo decidió ser ninja en honor a mi madre. Quise continuar con el legado familiar, y ser tan bueno como ella lo fue alguna vez. Ese era mi deseo inicial.
Aquello le resultaba interesante; era un motivo que se le hacía bastante sólido. Supuso que habría de ser una gran historia, y se preguntó si, como solía ocurrir en las ficciones y en la historia, las grandes personas habían formados sus legendarios seres en pasados difíciles: con tragedias y sueños truncados. Aquel punto de vista le llevo a considerar dos posibles realidades: la primera, que un pasado de alguna manera trágico podía determinar cierto grado de grandeza (para bien o para mal), pero que resultaba terriblemente predecible; lo segundo, que jamás se había enterado de una gran historia que partiese de un pasado tan relativamente gris y aburrido como el suyo, y que eso mismo hacía de su destino algo impredecible.
— Bueno, sobre lo segundo, te lo diré, si tanto quieres saberlo. El hecho de que seas un "alumno problemático" no es ningún problema para mí. Eres un alumno, como todos los demás, y mereces el mismo trato. Por eso decidí ser tu sensei y enseñarte — explicó Juro —. De hecho, eres un chico bastante interesante. Quiero ayudarte a entender tu camino.
Un gesto de cierta incredulidad se manifestó en el semblante de Kazuma, aquella respuesta era demasiado amable y altruista para considerarse cierta normalmente; pero sin duda eran el tipo de cosas que un instructor diría para dar una buena impresión y para formar una buena relación. Sin duda era algo protocolarmente respetable, pero, como ya averiguaría en alguna ocasión su sensei, él prefería la verdad, sin importar que tan incómoda o vergonzosa pudiese ser.
— Puedes dirigirte a mi como Juro-sensei — dijo el jounin, admitiendo que el alumno usase su nombre.
—Está bien, Juro-sensei —confirmo el Hanamura, mientras sonreía.
Ahora que había obtenido respuestas a sus inquietudes, se sentía con mucho mejor ánimo y disposición, lo suficiente como para que una sonrisa plena anidase en su rostro.
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