3/07/2017, 20:11
Shishio, mi hermano menor, estaba tan ansioso por verme entrenar que era imposible evitar sus locuras.
Me aportaba algo de ánimo en entrenamiento, algo así estaría de lo mejor porque no es fácil llevar a un niño a la zona de entrenamiento. Y más difícil aún sacar tiempo para ello.
Se me ocurrió el perfecto lugar para entrenar. Después de todo mi hermanito es fanático a este tipo de ambiente. Se trataba de las costas del remolino.
Era de madrugada y esperaba no encontrarme a nadie por la zona. Ose que seguiría mi entrenamiento sin ningún problema ni distracción a excepción de Shishio que no es distracción aún, ya que todo lo que hago en mi vida es para él, y por él. Además, siempre he disfrutado de su compañía.
Agarré par de objetos y una bolsa de alimentos para pasar el día. Caminamos por un tiempo atravesando el pueblo para llegar a las costas.
La temperatura ambiente estaba fresca, la marea alta y oleaje alocado como casi siempre. El viento soplaba muy fuerte en esa zona, tanto que golpeaba mi cuerpo haciéndole fuerza para rebatirlo. Pero, como desde muy pequeño pasan estas cosas, ya mi cuerpo es una máquina de resistencia a estas olas de viento, incluso mi hermanito, cuál ropa quería salirse de su cuerpo.
Desempacamos todo entre las rocas que allí durmiendo eternamente yacían. Para que nada se volara pusimos piedras sobre las cosas y al menos yo me puse en marcha.
Empecé haciendo calentamientos, los ejercicios que normalmente hacía. Planchas sobre rocas, cuclillas, abdominales, barras alternas en el suelo, y trotes. Casi una hora calentando para preparar mi cuerpo.
A todas estas Shishio me seguiría los pasos tratando de hacer lo mismo que yo a su ritmo.
Entonces, llegó el momento del entrenamiento fuerte. Agarré unos palos que había traído y juntándolos armé el tonto que usaría para practicar las artes marciales y evolucionar física y mentalmente. Estuve golpeando el muñeco de madera por varias horas. Mi hermanito por otro lado hacia las kata de karate que le había enseñado anteriormente. Para posteriormente unirme a él comenzando con rectificar sus errores y luego liderarlas siendo mi hermano mi sombra.
Luego terminamos las secciones de entrenamiento y nos tiramos en las rocas a comer lo que trajimos.
Guardé el dummy de madera y nos quedamos un rato disfrutando y relajándonos en aquel ambientado sitio. Entonces, nos regresamos a casa, bastante cansados pero satisfechos.
Me aportaba algo de ánimo en entrenamiento, algo así estaría de lo mejor porque no es fácil llevar a un niño a la zona de entrenamiento. Y más difícil aún sacar tiempo para ello.
Se me ocurrió el perfecto lugar para entrenar. Después de todo mi hermanito es fanático a este tipo de ambiente. Se trataba de las costas del remolino.
Era de madrugada y esperaba no encontrarme a nadie por la zona. Ose que seguiría mi entrenamiento sin ningún problema ni distracción a excepción de Shishio que no es distracción aún, ya que todo lo que hago en mi vida es para él, y por él. Además, siempre he disfrutado de su compañía.
Agarré par de objetos y una bolsa de alimentos para pasar el día. Caminamos por un tiempo atravesando el pueblo para llegar a las costas.
La temperatura ambiente estaba fresca, la marea alta y oleaje alocado como casi siempre. El viento soplaba muy fuerte en esa zona, tanto que golpeaba mi cuerpo haciéndole fuerza para rebatirlo. Pero, como desde muy pequeño pasan estas cosas, ya mi cuerpo es una máquina de resistencia a estas olas de viento, incluso mi hermanito, cuál ropa quería salirse de su cuerpo.
Desempacamos todo entre las rocas que allí durmiendo eternamente yacían. Para que nada se volara pusimos piedras sobre las cosas y al menos yo me puse en marcha.
Empecé haciendo calentamientos, los ejercicios que normalmente hacía. Planchas sobre rocas, cuclillas, abdominales, barras alternas en el suelo, y trotes. Casi una hora calentando para preparar mi cuerpo.
A todas estas Shishio me seguiría los pasos tratando de hacer lo mismo que yo a su ritmo.
Entonces, llegó el momento del entrenamiento fuerte. Agarré unos palos que había traído y juntándolos armé el tonto que usaría para practicar las artes marciales y evolucionar física y mentalmente. Estuve golpeando el muñeco de madera por varias horas. Mi hermanito por otro lado hacia las kata de karate que le había enseñado anteriormente. Para posteriormente unirme a él comenzando con rectificar sus errores y luego liderarlas siendo mi hermano mi sombra.
Luego terminamos las secciones de entrenamiento y nos tiramos en las rocas a comer lo que trajimos.
Guardé el dummy de madera y nos quedamos un rato disfrutando y relajándonos en aquel ambientado sitio. Entonces, nos regresamos a casa, bastante cansados pero satisfechos.