9/07/2015, 19:44
Recién llegado, sin rumbo. Llovía en la fría ciudad, un paisaje gris predominaba en aquella escena, los pies mojados una capa negra que cubrían al shinobi desde la cabeza con una capucha, hasta la mitad de la pierna. Debajo su ropa normal, una campera y una bufanda. Su cara era la única parte de piel que dejaba al descubierto.
Aunque el agua caía, debido a su poca intensidad, dejaba ver con total libertad las lejanías de la aldea. Ichiro se adentró poco a poco, lentamente, buscando alguien que le ayudara a encontrar el edificio más alto, su objetivo. En su camino se cruzó con varias personas, que sin saber quiénes eran, les buscaba los ojos para tener un cruce de miradas y así empezar una conversación, que le ayudara en su búsqueda, o hacer más amigable aquel triste panorama, pero cada una estaba en lo suyo, con mirada perdida, o simplemente pasaban rápido sin prestarle atención.
*Al parecer la gente de aquí vive muy apurada por la lluvia.
Pensó el joven para si mismo luego de varios intentos frustrados de tratar de comunicarse.
Un ardor de garganta y una toz seca que a veces lo obligaba a frenar para intentar aliviarse eran sus únicos compañeros en ese instante.
Siguió caminando, pisando charcos, apreciando las construcciones de sementó, algunas con detalles de colores, pero por lo general opacos. Aunque lento y sin rumbo, era la primera visita de Ichiro a la villa e iba entretenido apreciando el paisaje de la misma. Sin aviso volvió a toser fuertemente, tanto que esta vez lo hizo auto golpearse el pecho, intentando de alguna manera, sacar lo que, con la tos no podía.
Luego de un suspiro con la cabeza gacha, se reincorporo y antes de empezar la marcha nuevamente, a lo lejos diviso al fondo de la calle, una mayor iluminación de esta.
El joven no tenía idea de dónde provenía la luz, pero tras caminar mucho tiempo en las sombras de aquellas calles grisáceas se sintió fuertemente atraído a ese lugar. Casi sin prestar atención a su alrededor, mantuvo la mirada fija para tratar de divisar que manifestaba la luminiscencia.
Así camino sin pausa tratando de llegar a la parte de la calle alumbrada.
Aunque el agua caía, debido a su poca intensidad, dejaba ver con total libertad las lejanías de la aldea. Ichiro se adentró poco a poco, lentamente, buscando alguien que le ayudara a encontrar el edificio más alto, su objetivo. En su camino se cruzó con varias personas, que sin saber quiénes eran, les buscaba los ojos para tener un cruce de miradas y así empezar una conversación, que le ayudara en su búsqueda, o hacer más amigable aquel triste panorama, pero cada una estaba en lo suyo, con mirada perdida, o simplemente pasaban rápido sin prestarle atención.
*Al parecer la gente de aquí vive muy apurada por la lluvia.
Pensó el joven para si mismo luego de varios intentos frustrados de tratar de comunicarse.
Un ardor de garganta y una toz seca que a veces lo obligaba a frenar para intentar aliviarse eran sus únicos compañeros en ese instante.
Siguió caminando, pisando charcos, apreciando las construcciones de sementó, algunas con detalles de colores, pero por lo general opacos. Aunque lento y sin rumbo, era la primera visita de Ichiro a la villa e iba entretenido apreciando el paisaje de la misma. Sin aviso volvió a toser fuertemente, tanto que esta vez lo hizo auto golpearse el pecho, intentando de alguna manera, sacar lo que, con la tos no podía.
Luego de un suspiro con la cabeza gacha, se reincorporo y antes de empezar la marcha nuevamente, a lo lejos diviso al fondo de la calle, una mayor iluminación de esta.
El joven no tenía idea de dónde provenía la luz, pero tras caminar mucho tiempo en las sombras de aquellas calles grisáceas se sintió fuertemente atraído a ese lugar. Casi sin prestar atención a su alrededor, mantuvo la mirada fija para tratar de divisar que manifestaba la luminiscencia.
Así camino sin pausa tratando de llegar a la parte de la calle alumbrada.